Cuando tus trabajadores están en remoto, los detalles cuentan más…

IMAGE: Mohamed Hassan - Pixabay (CC0)

Los entornos de trabajo distribuido, cuyo desarrollo se ha acentuado en gran medida a raíz de la pandemia y de sus confinamientos y medidas de precaución, están haciendo que muchas compañías se vean obligadas a replantearse la relación con sus trabajadores. Actualmente, cerca del 33% de los trabajadores norteamericanos trabajan completamente en remoto y un 25% de manera ocasional en el contexto de los llamados acuerdos híbridos, y en torno a los dos tercios de los que están actualmente trabajando en remoto quiere seguir haciéndolo en el futuro.

Las primeras compañías en reaccionar a la pandemia con políticas de trabajo distribuido fueron las empresas con base tecnológica, no solo por la mayor idoneidad de sus actividades, sino también por contar por lo general con políticas de gestión de personas consideradas habitualmente como más avanzadas. En muchos casos, hablamos de compañías conocidas por contar con beneficios extrasalariales, los conocidos perks, de muy diversos tipos, que habitualmente se consideran un elemento muy importante dentro de la cultura de esas compañías y, en muchos casos, un elemento fundamental de satisfacción y fidelización. Sin embargo, muchos de esos perks, tales como comedores, snacks, eventos sociales o servicios de diversos tipos en horas de trabajo se vinculan a la localización física, lo que hace que, con la deslocalización del trabajo, se haga difícil mantenerlos.

Cuando tus empleados están acostumbrados a unas condiciones determinadas, monitorizar y mantener su nivel de satisfacción puede convertirse en una tarea compleja que precisa de una cierta vocación creativa. Así, algunas compañías están tratando de mantener un cierto nivel de atención con esos empleados que ahora trabajan desde su casa con elementos que van desde envíos de comida preparada hasta organización de campamentos para niños en verano, servicios de lavandería, etc. que puedan hacer que esos empleados sigan sintiéndose vinculados a una compañía con la que, ahora, carecen de contacto físico diario.

La idea conecta en gran medida con la visión moderna de las relaciones con el trabajador, la que tiende a evitar la denominación de «recursos humanos»: el término, originado a principios del siglo pasado como forma de referirse a lo que antes eran «departamentos de personal», posee un indudable trasfondo mercantilista que convierte al trabajador en «un recurso», y que como tal, se ve cada vez más alejado del ideal moderno de lo que debería ser una relación entre personas, del mismo modo que términos como «empleado» arrastran connotaciones utilitaristas que muchas compañías intentan evitar.

Con la reciente tendencia al trabajo distribuido, la tarea para esos departamentos es convertirse en gestores de perfiles individualizados: menos políticas estándar y «café para todos», más sensibilidad, más información (sin convertirse en «espías» o «fisgones»), y más comprensión de las circunstancias personales de cada trabajador. Entender, en la medida de lo posible y desde una posición de absoluto respeto, cómo vive una persona, qué condicionantes puede tener de cara al trabajo distribuido, qué necesidades puede tener en términos de infraestructura (desde ordenador a material o mobiliario de oficina), si tiene niños o personas a su cargo, necesidades especiales de algún tipo, etc. se convierte en algo cada vez más importante, y, sobre todo, en un contrasentido cuando no forma parte de la lógica empresarial: ¿cómo es posible que compañías cada vez más interesadas en conocer bien y acumular datos sobre sus potenciales clientes, que suelen ser un conjunto en muchas ocasiones muy amplio, no muestren interés alguno por conocer a otro conjunto generalmente más reducido y que tienen más cerca, como son sus trabajadores?

Las empresas deberían entender que el trabajo distribuido, lejos de generar desvinculación y pérdida de elementos culturales, puede convertirse en una forma de conseguir que sus trabajadores sientan que la compañía se preocupa por ellos y por su salud, por mantenerlos a salvo de potenciales contagios, y que además, hace esfuerzos porque sigan sintiendo que la empresa está ahí para lo que necesiten, para ofrecerles un nivel de bienestar en sus nuevas circunstancias que se convierta en un elemento más de su contrato. Más allá de «cafés virtuales» en un entorno en el que posiblemente tengamos hipertrofia de reuniones, hay que pensar cómo recuperar conversaciones casuales que permiten a un directivo tener una cierta sensibilidad sobre la moral y las circunstancias de las personas con las que trabaja, y de alguna manera, ser sensible a que esas circunstancias, en momentos tan complejos como una pandemia, pueden requerir de medidas que puedan ser vistas como excepcionales, pero que deben considerarse dentro del acuerdo normal con un trabajador.

Circunstancias especiales pueden ser de muchos tipos, desde la enfermedad de un familiar hasta problemas derivados de tener a los niños en casa más tiempo de lo habitual, y la compañía debe no solo entenderlos, sino tratar de proporcionar soluciones, sobre todo si partía de una cultura en la que los perks se percibían como una parte importante de la propuesta de valor de trabajar para ella. Reinventarse en la era del trabajo distribuido, dejar de tratar a los trabajadores como meros «recursos», y plantearlo bajo una óptica de liderazgo adecuado va a ser, sin duda, una parte importante del reto que muchas compañías van a vivir de cara al futuro.


This article was also published in English on Forbes, «The further away your workers, the closer you have to be to them«


18 comentarios

  • #001
    Javier Lorenzo - 22 octubre 2020 - 15:19

    Enrique,

    Estoy de acuerdo con todo lo que dices. Siempre ha debido ser así, solo que ahora se ve acentuado con la pandemia.

    Llevo mucho tiempo trabajando con equipos distribuidos, desde Chile hasta Vietnam,. Nunca les denomino empleados, sino equipo, porque sin ellos ,ya sea en presencial o en remoto, sin su valor añadido, los proyectos no saldrían. Son tan importantes o más que yo.

    La pandemia nos da un toque de atención, pero siempre ha sido así.

  • #002
    Xaquín - 22 octubre 2020 - 16:23

    Me parece una reflexión espléndida, pero me hace «mucha gracia» si la llevo al terreno de los centros escolares.

    Así, pasando de empresariado (incluyendo ejecutivos) a profesorado, resulta espeluznante las veces que se escucha esa cantinela de que «nos piden saber más de lo que sabemos», o también «nos piden mirar por «los niños» más de lo que «debemos» mirar»… en fin, cantos del cisne que ya no sabe que hacer en el lago, pero tampoco se le ocurre pensar en lo que debería hacer para seguir sobreviviendo en él.

    En una sociedad que disfruta no mirando al empleado (incluso el público!) o al alumnado, todo se hace cuesta arriba y se vuelva a usar el chivo expiatorio de «a mi no me enseñaron»… como si aprender algo, en tiempos de alta tecnología, fuera esperar una especie de maná caído de algún valle de silicona. De esas empresas hechas con el esfuerzo de seres humanos, que tenían más fe en sus cerebros, que en los diversos dioses que tanto dicen ayudarnos.

  • #003
    Gorki - 22 octubre 2020 - 21:06

    Gran parte de lo problemas que hoy padece la empresa, se deriva de que algún consultor imbecil de una consultora de prestigio, consideró a los empleados. como «recursos humanos» y los equiparó con las herramientas, «recursos técnicos», o el dinero «recurso económicos».

    La gran diferencia es, que entre un empleado motivado, o que se siente «explotado», hay un abismo, cosa que no pasa con las máquinas y el capital que simplemente no sienten, Puedes sobreexplotar una máquina, y quizá se rompa, pero nunca, la entrará una depresión.

    Yo solo concibo la empresa, como un punto de encuentro entre los que les sobra dinero, (capitalistas), con los que lo que les sobra capacidad de trabajo, (empleados) y la empresa irá bien, si ambas partes, consideran que hay un reparto justo y equitativo de los beneficios que resultan de mezclar los dos componentes, dinero y trabajo, e irá mal, si unos u otros, o los dos, se sienten explotado o engañados,

    El directivo que olvide esto tan obvio. conseguirá cargarse la empresa mas floreciente, por muchos beneficios que esta produzca.

    Ahora de el control del capataz, la forma mas sencilla y menos eficaz de «motivar» a la gente, flaquea en el «trabajo distribuido», se vuelve visible y aumenta lo que siempre ha ocurrido, pero antes no era tan visible, el empleado descontento racanea, antes calentaba silla y hacía que hacía y ahora simplemente, piensa en las musarañas en su casa,

  • #004
    Gustavo Woltmann - 23 octubre 2020 - 03:43

    Muy buen artículo Enrique; las circunstancias actuales exigen un nivel de compromiso laboral reciproco, tanto del trabajador para entender las necesidades de la empresa, como viceversa. Encontrar un equilibrio al respecto es lo más idóneo.
    -Gustavo Woltmann.

  • #005
    Celia - 23 octubre 2020 - 10:43

    Me encantaría poder compartir este articulo en ingles :-) No he podido encontrarlo

    • Enrique Dans - 23 octubre 2020 - 10:49

      En un ratito lo tienes en Forbes, Celia. Lo acabo de terminar, lo subo en cosa de media hora.

    • Enrique Dans - 23 octubre 2020 - 11:29

      Ya lo tienes en inglés, Celia, aquí.

      • celia - 26 octubre 2020 - 07:38

        Muchisimas gracias!

  • #009
    Mauricio - 23 octubre 2020 - 11:57

    Enrique, aunque no tiene relación con el tema de hoy, la siguiente noticia seguro que llamará tu atención:

    Primer autobús «inteligente» español debuta… con un choque

    El vehículo frenó de golpe, según parece, «ante la presencia de un montón de hojas secas» y un auto que iba detrás chocó contra él.

    • Lua65 - 23 octubre 2020 - 13:00

      HA HA HA…. (lo siento, lo siento… no volvera a ocurrir) XDDDD

    • sin censura - 23 octubre 2020 - 15:35

      No seamos MAGUFOS!!!!

      El culpable siempre es el humano…
      si todos fueran autónomos no habría accidentes. A ver si prohiben conducir a Mr. Magoo !!

      PS: Esto lo he leído en algún blog

      • Lua65 - 23 octubre 2020 - 16:39

        El conductor esta tan seguro de la tecnologia que no suelta el volante… XDDD

        • Lua65 - 23 octubre 2020 - 16:47
          • sin censura - 23 octubre 2020 - 17:57

            Lo acabo de ver. Lógico que vaya mal. Mucho cacharrito y no llevan un S.Cristobal…

            Joer y que hace un ipad colocado en medio del salpicadero… perdón, que es un tesla, y es lo último en diseño vanguardista que están copiando los otros fabricantes… si es que no se puede ser más rompedor… no había visto nada igual desde el cura de mi colegio cuando llegaba en un «huevo»

            https://alasdeplomo.com/wp-content/uploads/2008/01/screenshot042.jpg

    • Daniel Terán - 23 octubre 2020 - 16:24

      El de atrás paga.

      • sin censura - 23 octubre 2020 - 17:11

        Habría que ver si la AI pasa el test de alcoholemia…

  • #017
    Oscar - 31 octubre 2020 - 23:35

    Un gran artículo Enrique.

    Las empresas, con todo lo que está pasando a nivel mundial, han tenido que cambiar la manera de pensar y, bajo mi punto de vista, lo están haciendo muy bien.

    También creo que nosotros como trabajadores, nos tenemos que poner en el lado de la empresa y valorar todo lo que llevan a cabo.

    En mi empresa, llevamos meses con esta situación y trabajando en remoto y todo ha seguido funcionando perfectamente. Proyectos entregados, clientes contentos, etc.

    La empresa ha tenido numerosos gestos con los empleados y se preocupan de las necesidades.

    Así deberían de ser todas.

  • #018
    Javier Lorenzo - 8 noviembre 2020 - 03:49

    Chapeau por el post, Enrique, y por los comentarios.

    Siempre ha sido así, solo que ahora ha llegado la consultora PAN, Pan.de.MIA y nos lo recalca.

    A ver si aprendemos!!!!

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