Economía freelance: no tan deprisa

IMAGE: Convisum - 123RFUna de las características que definen el reciente boom económico relacionado con plataformas de agregación de oferta y demanda es el creciente recurso a trabajadores no contratados, que prestan sus servicios en régimen de freelancers.

Una freelance economy, conocida en los Estados Unidos como «1099 economy« debido al formulario que hay que rellenar para reportar la actividad de un trabajador de este tipo al equivalente del ministerio de Hacienda, que está llevando a toda una redefinición de las relaciones laborales que cuestiona conceptos muy arraigados dentro de la economía, como la necesidad de proteger al trabajador de posibles abusos, de asegurarse de que desarrolla su actividad dentro de unos límites y condiciones razonables, o que recibe beneficios sociales derivados de su actividad tales como vacaciones pagadas, cotización a la seguridad social, desempleo o jubilación.

Por un lado, las plataformas que recurren a este tipo de acuerdos alegan que la situación generada es ideal para quienes prestan los servicios en términos de flexibilidad: se incorporan a la plataforma o salen de ella cuando quieren, llevan a cabo la actividad cuando lo estiman oportuno sin ningún tipo de restricción y pueden combinarla libremente con otras fuentes de ingresos si lo desean. Para la plataforma, los beneficios son obvios: en situaciones de exceso de oferta, pueden contener sus costes ahorrándose el 30% de los costes laborales (en el caso de los Estados Unidos, típicamente más en el ámbito europeo), y llevar a cabo un control de la calidad gracias a sistemas de peer-review que se convierten en fuerte presión y en auténticos jueces inexorables a la hora de decidir quién puede seguir prestando sus servicios en la plataforma y quiénes no (o quienes tienen que pasar por un proceso de reeducación . Para los gobiernos, la actividad llevada a acabo de esta manera ofrece una mayor trazabilidad: pueden reclamar sus registros a la plataforma en cualquier momento, y todos los pagos se encuentran recogidos electrónicamente, frente a situaciones anteriores en los que los individuos prestaban esos mismos servicios con mucha mayor opacidad.

Sin embargo, el desarrollo de esta freelance economy no está exento de problemas: Uber, por ejemplo, ya se ha visto envuelta en un par de casos en los que los tribunales han dado la razón a trabajadores que reclamaban que su situación era la de una situación de contrato laboral, y que por tanto debía llevar aparejadas coberturas como el desempleo. El caso de Darrin McGillis, un ciudadano de Florida que tras haber adquirido un vehículo para trabajar como conductor de Uber y sufrir un accidente, reclamó a la compañía que contribuyese a su reparación y terminó por solicitar el desempleo ante la negativa, ha desencadenado toda una reflexión al respecto. Se trata de un caso aislado que no conlleva que todos los conductores que trabajan para la compañía puedan acogerse a esa situación, pero sin duda, ha jugado un papel fundamental en el hecho de que otras compañías como Instacart, de la que hemos hablado recientemente y que tiene miles de personas haciendo la compra para terceros, comience a reclasificar a muchos de ellos como empleados.

En general, la existencia de una relación laboral tiende a seguir en los Estados Unidos criterios algo más liberales que el Europa, donde para un trabajador resulta relativamente sencillo demostrar la existencia de una relación laboral. Sin embargo, hay criterios como el hecho de llevar un uniforme, de tener que desarrollar su trabajo con arreglo a unas instrucciones y procedimientos muy específicos, o el recibir formación por parte de la compañía que parecen incluirse como hechos razonablemente probatorios. De hecho, algunas empresas han comenzado a impartir sus cursos de capacitación, formación o rehabilitación – los que los prestadores de los servicios deben llevar a cabo para volver a recibir tareas cuando caen por debajo de un determinado nivel de evaluación por parte de los clientes – recurriendo a empresas externas. Para muchas de estas plataformas, los gastos adicionales de tener que hacerse cargo de grandes plantillas en la modalidad de relación laboral supondría la pérdida de una clara ventaja en costes, además de una posible pérdida de las preferencias de muchos empleados que prefieren asegurar su independencia y flexibilidad.

Pero la cuestión va mucho más allá de la semántica y de la realidad de la clasificación de lo que es o deja de ser un empleado según la definición del gobierno. Más bien, lo que está en estudio es hasta qué punto es recomendable que la imagen y toda la interacción de una compañía con aquellos que reciben sus servicios se produzca únicamente a través de trabajadores que no pertenecen a ella: ¿se compensa la posible ganancia en flexibilidad con unos empleados posiblememente más «mercenarios», menos comprometidos y que prestan servicios con calidad menos consistente? ¿O por el contrario, los trabajadores, una vez empleados y dotados de una seguridad adicional, tienen menos presión para prestar sus servicios de manera excelente y terminan por entregar una calidad generalmente menor? Plataformas dedicadas a la oferta de servicios de limpieza doméstica, al envío de paquetería o de comida desde restaurantes, o a la lavandería parecen estar cada vez más inclinándose por la contratación de empleados fijos, en vista del clima de presión creciente que parece estar ejerciéndose sobre empresas como Uber y similares, pero más allá de simplemente protegerse contra potenciales demandas, parecen estar dotándose de toda una nueva dialéctica sobre las ventajas de los empleados fijos frente a los freelancers.

¿Empleados fijos o freelancers? Por el momento, pocas respuestas, y todo indica que mucho más allá de una simple cuestión económica. Y lo que está en juego es mucho más que el bienestar de unos cuantos miles de personas: hablamos de algo que puede terminar redefiniendo la idea del welfare state, del Estado protector que se preocupa por el bienestar presente y futuro de sus ciudadanos… de la misma esencia del contrato social.

 

This article is also available in English in my Medium page, “Are we really headed toward the freelance economy?«

8 comentarios

  • #001
    Yeray - 2 julio 2015 - 19:15

    El texto es muy interesante. Se me viene a la cabeza proyectos de cooperación internacional en países de multiples destinos y que pudieran acoger a varios cooperantes.

  • #002
    Observador - 2 julio 2015 - 21:59

    Para muchas de estas plataformas, los gastos adicionales de tener que hacerse cargo de grandes plantillas en la modalidad de relación laboral supondría la pérdida de una clara ventaja en costes, además de una posible pérdida de las preferencias de muchos empleados que prefieren asegurar su independencia y flexibilidad.

    Te ha faltado un par de «GILIPOLLAS» y cualquier podría decir que eres Observador, Dans. Cuando tú llegas, otros ya dejaron un par de generaciones allí.

    ¿Y lo que se han ahorrado hasta que alguien se ha dado cuenta de que no era todo tan bonito qué?
    Esa era la idea, pequeño saltamontes. La misma, exactamente, que la de los casinos online. Hasta que no se reguló… ¿Cuánto crees que «ahorraron»?

    En general, la existencia de una relación laboral tiende a seguir en los Estados Unidos criterios algo más liberales que el Europa

    Ya, pero curiosamente luego tienen alquileres de «renta estabilizada», es decir, el casero no puede aumentar el precio en base a mercado, sino que está limitado por diversas cuestiones en según qué puntos. Qué cosas, ¿eh?

  • #003
    Garepubaro - 2 julio 2015 - 22:46

    Freelance; como las empresas no tiene trabajo, sal por ahi con tu maletita a buscarte la vida, si hace falta precarizar en seguros sociales para cobrar menos, es que eso es lo moderno … en fin … anglicanismos, «flexibilidades laborales»… en fin el otro dia salio a relucir la circustancia de que si bien es cierto que cada griego debe la barbaridad de unos 23 mil euros, incluyendo niños y mendigos … no es menos cierto que la deuda estadounidense es de unos 48 mil dolares por cada ciudadano, osea casi el doble que los griegos, y el futuro no tiene buena pinta …
    Y sobre todo tranquilos los que no le gusta «el estado del bienestar» se acaba en todo el mundo eso, los 3 paises que lo tenian …

  • #004
    Krigan - 3 julio 2015 - 03:29

    Conviene tener en cuenta una cosa: clasificar como asalariado a un trabajador que en realidad es un autónomo es tan erróneo como lo contrario. Simplemente, los unos son trabajadores por cuenta propia, y los otros trabajan por cuenta ajena. En este sentido, no está habiendo ninguna redefinición, al menos aquí en España, y por lo que he llegado a ver, tampoco en USA.

    Posibles fraudes aparte, ¿está aumentando el porcentaje de autónomos? Vaya usted a saber, pero eso no tiene nada que ver con ninguna pérdida de derechos. Son 2 tipos de relación distintas, la una laboral, la otra mercantil, cada una con sus derechos y obligaciones, y no están siendo redefinidas.

    Donde sí está habiendo una pérdida de derechos de los asalariados, y muy grande, es en los parlamentos. No porque se haya redefinido qué es un asalariado, sino porque llevamos ya 5 años que continuamente se recortan sus derechos.

    • Observador - 3 julio 2015 - 14:12

      ¿Tiene eso alguna importancia de cara, por ejemplo, a la acción de aplicar una tributación a los ingresos totales?

      Al 80% de los que defienden esos modelos no les importa la pregunta, hasta que se enteran de que, un buen día, no hay dinero para pagarles el paro, la seguridad social o nadie tapa el bache de la carretera de la salida del pueblo.

      Mientras tanto sólo piensan en «es que así me sale el taxi más barato».

  • #006
    David el Bueno - 3 julio 2015 - 20:14

    Un detalle. Normalmente el freelance procura «estar siempre» porque si no «estás» en una temporada (hablo incluso de unos pocos días) tu «hueco» lo cubre otro y estás j…ido. Resultado, muchos freelancers no pueden dejar de trabajar…

  • #007
    Alfons - 4 julio 2015 - 08:36

    En una España con el 25% de paro convertir trabajos ‘convencionales’ en freelance es sólo precariedad y burla al estado de derecho.
    La parte más débil siempre es el trabajador y todo esto solo es profundizar en la desigualdad que nos hemos empeñado en aumentar desde los últimos años. Nos estamos cargando la clase media y esto es lo que más estabilidad da a un país.

  • #008
    rodrigo - 17 julio 2015 - 15:37

    Trabajo en una gran multinacional en el extranjero, y aquí todos son empleados … prescindibles. Prescindibles porque son burocratas-administrativos,.
    Poco a poco estos puestos se los están llevando hacia Europa del este, y en unos agnos serán remplazados por software (yo trabajo en esta parte).
    Las empresas cada día necesitan menos empleados, y el tema freelance es un mecanismo para no tener empleados en plantilla hasta el día que se jubilen, empleados que como he dicho antes quizás no son necesarios en unos agnos.

    Creo que vamos hacia el mundo en que el que hiperformado podrá buscarse la vida (como freelance o como empleado), pero el personal medio no tendra cabida, tampoco ni como freelance ni como empleado.

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