El ecosistema tecnológico en el que vivimos no es un simple desfile de productos, sino una lucha por recursos reales, por el poder de computación, por el control de las infraestructuras y por modelos mentales sobre qué significa «inteligencia» en la economía digital. A finales de 2025, la ofensiva de Google con Gemini, su gran apuesta estratégica para reconfigurar su posición tras varios años perdiendo relevancia frente a OpenAI, ha generado titulares y análisis por doquier. Lo que está en juego no es sólo si Google puede competir con ChatGPT, sino si puede quebrar o al menos desestabilizar a los líderes que han marcado el ritmo hasta ahora: OpenAI en modelos generativos y Nvidia en hardware y escalabilidad de computación.
Ya he insistido en las últimas semanas en la idea de que