Llevamos ya un tiempo viviendo un giro inquietante en la cultura de la escritura: muchas personas ya no sólo desconfían de las herramientas de inteligencia artificial, sino de la propia autoría humana. El uso de chatbots generativos ha proliferado, y con ello surgió una nueva forma de paranoia estilística: hoy, basta usar guiones tipográficos, un vocabulario algo refinado, un espacio antes de un signo de porcentaje o un uso elegante del español o del inglés para levantar sospechas de que «esto lo escribió una inteligencia artificial»… y que además, te acusen públicamente de ello sin importarles quién seas o el tiempo que llevas escribiendo.
Ese pánico no es un mero rumor de internet. Estudios recientes muestran que la adopción de inteligencia artificial generativa ha transformado prácticas de lectura y escritura en entornos académicos, educativos y profesionales. Algunos investigadores alertan de que esta transformación dificulta mantener una integridad intelectual clara: el uso de la inteligencia artificial resulta muy difícil de detectar con los métodos tradicionales de control de plagio, pues estos están diseñados para identificar copia directa, no texto nuevo producido por inteligencia artificial.
Pero lo más insólito quizá es el efecto social: para evitar ser acusados de «escribir usando un chatbot«, muchos autores optan por autocensurarse, ya no necesariamente cuando escriben artículos, sino incluso cuando comentan en foros como Reddit. Descartan el uso de la guión largo, renuncian a giros sintácticos cuidados, evitan términos que suenen demasiado «sofisticados» o formales, y rehuyen recursos estilísticos que alguna comunidad asocie con el uso de inteligencia artificial. Es un gesto defensivo, incluso paranoico, con consecuencias reales: empobrece el estilo, limita la riqueza expresiva y convierte la escritura en un acto defensivo más que creativo.
Ese temor, y la consiguiente autocensura resultante, vulnera lo que la escritura auténtica siempre ha sido: un espacio de libertad, de matices, de voz propia. Cuando el guión, un adverbio preciso o un giro bien construido se convierten en supuestas «pruebas incriminatorias» de autoría automatizada, lo que se pone en juego no es sólo la reputación del autor, sino su libertad lingüística.
Al mismo tiempo, la evidencia sugiere que la integración de la inteligencia artificial en la escritura no es necesariamente una condena al empobrecimiento de la palabra. En el contexto académico, por ejemplo, muchas revistas han comenzado a definir políticas para reconocer el uso de inteligencia artificial como una ayuda, no como autor, y demandan transparencia, revisión humana y atribución responsable. Otra vertiente de investigación propone entender la inteligencia artificial como una herramienta más, un colaborador provisional, siempre que el autor humano mantenga su rol crítico, de corrector, de editor, de traductor o de guardián de la intención.
Lo que está realmente en debate no es si la inteligencia artificial «es mala» per se, sino cómo conviven la eficiencia, la creatividad, la autenticidad y la ética en una era donde lo algorítmico ya no es marginal: es parte del paisaje. Pero mientras ese debate madura, el síntoma que más me llama la atención es el miedo estético: el miedo a que un guión, una coma o una palabra distinta supongan una condena social.
Si terminamos escribiendo todos igual, en «dialecto chatbot«, y no por convicción, sino por temor, habremos perdido algo mucho más valioso que un guión: habremos perdido nuestra voz.


Comprendo la frustración que debe sentir una persona que se ha pasado una hora escribiendo un post y mayoritariamente opinan que lo ha escrito una LMM- Comprendo que por ello adopte un estilo de escritura «humana» y sobre todo evite los Tics de los escritos por LMM.
Pero del otro lado estamos los lectores, y yo personalmente deseo que lo que leo ayude a reordenar mis ideas Si el texto lo consiguen me es absolutamente indiferente si lo ha escrito alguien con una caña en tablillas de barro, con un procesador de texto, o con ayud de una LMM. El texto me es útil, o no.
Recuerdo que hace muchos años, en los concursos de carteles de Fiestas de pueblos y similares se excluían sistemáticamente los hechos con ordenador, luego ya fue obvio que era imposible negar lo evidente: la mayoría estaban hechos con ordenador (Photoshop).
De la misma manera, hoy en día ya se da por supuesto que los programas de IA son una mera herramienta gráfica más y que es imposible excluirla.
Igual habrá que hacer en esos entornos, aceptar que los generadores de textos IA son una herramienta más como lo puede ser un gráfico excel.
Si dejas de preocuparte por la herramienta, vuelves a concentrarte en el contenido, que al fin y al cabo es lo que cuenta.
Otra cosa es la Educación. En la Educación simplemente habría que pedir a los alumnos que defiendan de viva voz su trabajo, ahí quedarán retratados los que utilizan la IA para aprender de los que la utilizan para no trabajar.
— «Otra cosa es la Educación. En la Educación simplemente habría que pedir a los alumnos que defiendan de viva voz su trabajo, ahí quedarán retratados los que utilizan la IA para aprender de los que la utilizan para no trabajar.»
…y PAM…!!!! +1000
Hoy no te has atrevido con un artículo largo dividido en secciones y con listados de puntos a considerar, ¿eh? :P
¿?? ¿Por qué iba a escribir con el estilo que uso para Fast Company?