Menores y redes sociales: solo una prueba más

IMAGE: Vika Glitter - Pixabay

Raquel Quelart, de La Vanguardia, me llamó para hablar sobre un estudio de Harvard en el que se cifran en miles de millones de dólares los ingresos que las plataformas de social media obtienen de hacer publicidad ultrasegmentada a menores de edad, y hoy publica su cobertura del tema titulada «Los menores, un filón para el negocio online» (pdf).

La evidencia de que las plataformas de redes sociales contravienen todas las regulaciones al respecto y se saltan todas las protecciones a los menores para facturar miles de millones de dólares gracias a patrones de uso compulsivo es simplemente una prueba más del abuso y de la absoluta carencia de principios éticos de estas compañías.

Pero más allá de la protección a los menores, que a pesar de estar plenamente legislada lleva a las compañías a plantearse que prefieren pagar las multas correspondientes a implementar sistemas que eviten ese uso, hablamos de un patrón, el de la publicidad hipersegmentada, que simplemente carece de sentido y que debe ser erradicado lo antes posible. La llegada y popularización de internet permitió que, de la noche a la mañana, las compañías pudieran seguir todo lo que hacemos, espiar todos nuestros movimientos y preferencias, y utilizarlos para tratar de hacernos llegar la publicidad en la que podemos tener más probabilidad de hacer clic. Como bien dice uno de los primeros empleados de Facebook, Jeff Hammerbacher, «las mejores mentes de mi generación están pensando cómo hacer que la gente haga clic en anuncios, y eso apesta«.

“The best minds of my generation are thinking about how to make people click ads. That sucks.”

La mejor manera de entender si algo tiene sentido es imaginar cómo ocurriría si el factor que le dio origen, en este caso internet, fuese súbitamente eliminado de la ecuación. Planteémonos cómo nos sentiríamos si al levantarnos, viésemos al lado de nuestra cama a una persona tomando nota de la hora a la que nos hemos despertado, que nos siguiese al cuarto de baño y apuntase todo lo que hacemos, cuánto tiempo pasamos en la ducha, y posteriormente qué desayunamos, a qué hora salimos de casa, por dónde vamos, qué escaparates miramos, con quién hablamos… y además, que vendiese toda esa información al mejor postor para que pudiese lanzarnos anuncios a la cara. Obviamente, nos parecería completamente inaceptable, y la prueba de ello es que la mitad de nuestra sociedad está completamente paranoica y cree que sus dispositivos les espían en todo momento y escuchan sus conversaciones.

Combinemos eso con mecanismos diseñados para incrementar hasta el infinito la stickiness, la «pegajosidad» de las plataformas, para así lograr que los usuarios pasen en ellas cuanto más tiempo sea posible, con el fin de que su actividad revele más datos y de que ese tiempo pueda ser utilizado para ofrecerles más anuncios. En el caso de los menores, que obviamente carecen de mecanismos de autoprotección desarrollados, ya sabemos lo que esto ha generado. Pero en realidad, es un problema que no se reduce a los menores: nos pasa a todos. Es una enfermedad de nuestra sociedad.

No, simplemente no tiene sentido. La publicidad nunca debió pasar esa línea. Debería seguir siendo, como era, publicidad que se nos administraba en función del periódico y de la sección que leemos, de la hora a la que nos ponemos delante de la televisión, de las calles por las que pasamos o de la estación de radio que sintonizamos, pero sin ninguna posibilidad de saber quiénes somos, qué pensamos o qué hacemos. Hemos pasado la raya hasta tal punto que incluso datos de especial protección, como nuestras ideas políticas, nuestro estado de salud o nuestras preferencias sexuales son también utilizadas para segmentarnos, para etiquetarnos y para venderlos al mejor postor. Es simplemente inaceptable, y debe desaparecer, por más rentables que sean los modelos de negocio que se han montado en torno a ello, que además están en manos de compañías que han demostrado fehacientemente carecer de todo atisbo de principio ético.

No, lo que hay que hacer ahora no es permitir que esas compañías nos ofrezcan utilizar sus plataformas a cambio de una suscripción que nos libra de los anuncios, sino explicarles que bajo ningún concepto pueden utilizar la información de una persona, pague o no, para segmentar los anuncios que se le administran. Que eso es algo que viola los derechos fundamentales de las personas, que instrumentaliza su privacidad, y que por tanto, no puede hacerse bajo ningún concepto. Es así de sencillo. Terminar con la captura de los datos de los usuarios y con todo tipo de publicidad hipersegmentada, porque se basan en una actividad ilegal.

No no se trata de proteger a los menores, que por supuesto también. Los menores son, simplemente, una prueba más. Se trata de proteger a toda la sociedad y de desandar un camino que nunca debimos aceptar que se transitase.


This post is also available in English on my Medium page, «More evidence about the damage that targeted advertising causes, so why isn’t it illegal

14 comentarios

  • #001
    Filoksenia - 31 diciembre 2023 - 16:20

    Eso que dice Jeff Hammerbacher de Facebook, en inglés empieza casi igual que el más famoso Poema de Allen Ginsberg:

    “I saw the best minds of my generation destroyed by madness, starving hysterical naked,
    dragging themselves through the negro streets at dawn looking for an angry fix….”

    Totalmente off topic , perdón…

  • #002
    Guillermo - 31 diciembre 2023 - 16:35

    Enrique creo que en parte te equivocas.
    Ya antes de la aparición de las cadenas de televisión privada trabaje en una empresa llamada Ecotel que se dedicaba a medir las audiencias de televisión. Evidentemente no se tenía tanta información detallada como ahora pero ya en aquel entonces, el que vieses durante un partido de fútbol por ejemplo un antiguo sobre coches no era casual.
    Ya entonces se procuraba tener una muestra lo más detallada posible con la que poder hacer estadísticas de visualización por minuto y por cadena de emisión.
    Ahora todo lo digital a eliminado todo anonimato posible y no solo a través de la recolección de nuestros datos diarios sino que ahora subimos a las redes sociales cuando cambiamos las sábanas.
    Con un poco de investigación digital sabemos mucho de quién no conocemos.
    Feliz 2024 !! Y que sigamos disfrutando de este blog

    • Enrique Dans - 31 diciembre 2023 - 16:41

      ¡¡Pues claro que no era casual! Y me parece perfecto que alguien se dedique a estudiar que los demográficos adecuados para un producto determinado ven esto o aquello a esta hora o a otra… PERO QUE NO ME ESPÍEN, COÑO!!!! La tele no tiene ni maldita idea de quién soy, ni de qué pienso sobre política, ni de si estoy enfermo o no lo estoy, ni de mis preferencias sexuales. Solo saben que hay un cierto número de personas, probablemente con unas características determinadas, que están delante de la tele, pero ni saben quiénes son exactamente, ni recolectan ninguna variable específica sobre ellos. Así, perfecto. Pero el paso adicional en el que saben mi nombre y mi vida en verso, no, gracias. Eso hay que prohibirlo radicalmente.

      • Guillermo - 31 diciembre 2023 - 17:01

        Totalmente de acuerdo en que debería estar prohibido.
        Pero si tienes un televisor conectado an internet, un móvil, un portatil, vídeo consola, etc has entregado parte de tu alma al diablo.
        Esta mañana me n hacía un planteamiento que expongo de manera resumida.
        Cuando accedo a plataformas de audio o vídeo , noticias etc con mi usuario, automáticamente se me despliegan contenidos que cumplen con mis preferencias pero eso no es un sesgo? No coarta mi inquietud de aprender y cambiar de opinión si no accedo a contenidos diferentes y frescos ? Realmente siempre quiero saber lo mismo y que me den la razón en todo? No sé, es lo que tiene despertarse trépano como las gallinas jajaja.

  • #005
    Gorki - 31 diciembre 2023 - 16:39

    Que yo sepa los menores en los países ricos, no pueden trabajar, Por tanto si manejan dinero, en un 90% de los casos, es porque un adulto se lo ha dado como paga, por sus notas, o por su cumpleaños, o por Reyes,….

    Sinceramente no llego a entender a estos padres, que acompañan a los niños al colegio hasta que cumplen los 15 años, no sea que metan la pata al cruzar un semáforo, pero en cambio les dan el Bizzun y no tienen ni idea de que es lo que compran sus hijos.

    No quiero dar lecciones, pero cuando mis hijos iban a la escuela, (ojo pública y hace mas de 30 años), la chica que teníamos, (para poder trabajar los dos en cargos de responsabilidad y bien pagados), se quejó que todos los dias tenian el mismo problema, una tienda en frente del colegio vendía chuches para los niños con métodos muy parecidos a los que hoy utiliza Internet, y que muchos de los amigos de mis hijos iban a comprarse un caramelo, chicle, cromos,… y que mis hijos se quejaba que la muchacha no les compraba nada.

    Lo hable con mi mujer y decidimos ponerlos una pequeña paga semanal, (digamos a precio de hoy 10 euros), y les dijimos podeis compraros lo que querais con ese dinero, pero esta claro, que si compras cromos, no tendrás para chicles y si compras chicles, no tendras para un donuts, así que ya lo sabeis.

    Mis hijos se hicieron de la cofradía del puño,. porque pensaron si espero lo suficiente me compro el coche de Santi Rico. Y creo que me pase de dosis, porque suelen ser bastante espartanos con 40 años, gastan, pero después de mucho pensar y sopesar.

    No echemos la culpa al dueño del chiringuito de chuches, porque pone el negocio los mas atractivo, echemos, al menos en parte la culpa a quien la tiene obligación de educar a los niños, Habitualmente y mayor mente sus padres, pero también el colegio.

  • #006
    Okgeorge - 1 enero 2024 - 07:35

    Enrique, qué ha pasado con el ya tradicional balance del año?

    • Benji - 1 enero 2024 - 11:21

      Ha sido demasiado terrible ;-)

    • Enrique Dans - 1 enero 2024 - 11:34

      Es que es un artículo muy pesado de escribir, y tampoco me pareció que lo apreciáseis demasiado… vamos, que si lo queréis me pongo con él, pero si es por mí, paso, prefiero dedicar el tiempo a artículos más creativos …

      • Gorki - 1 enero 2024 - 15:14

        Por mi parte lo tengo claro, Enrique, este es tu Escatergoris y tiene derecho a poner las reglas para jugar con él, como te salga de donde sea.
        Los demás nos conformamos con jugar con tus reglas, o sencillamente nos vamos a otra parte a jugar con otro Hombre/Chaval

        Escribe de lo que te parezaca, ¡No faltaba mas!
        ¡AH! Y se me olvidaba,

        ¡¡¡¡ Que el coche eléctrico se imponga de una vez por todas este mismo año !!!!.

  • #010
    jorge - 1 enero 2024 - 12:35

    Enrique, siempre dices que son inútiles las posturas que simplemente quieren frenar el inexorable avance de la tecnología, ya sea a través de leyes o otras formas de presión

    En este tema te veo esta misma posición de ingenuidad que tanto criticas

    • Manuel - 1 enero 2024 - 13:27

      Es que no diría que esto vaya de tecnología, sino de ética y responsabilidad.

      Ah: feliz año nuevo!!!

  • #012
    Berny - 1 enero 2024 - 17:45

    Me sumo.
    No recuerdo cómo llegué a este sitio web. Pero agarré la idea rápido, es su lugar, a veces concuerdo a veces no, pero al menos el espacio está abierto para el sucedáneo de una conversación. Además en muchos casos sumas puntos de vista de otros que enriquecen mucho el asunto en cuestión!

    • Gorki - 1 enero 2024 - 19:32

      No te cortes. participa mas, aunque de vez en cuando se te largue una chorrada.. El éxito de este sitio es cláramente y sobre todo de Edans, evidentemente, pero también, estoy convencido. colaboramos en el éxito del sitio los comentaristas. que nos peleamos por imponer nuestro punto/puto de vista, generalmente con educación, pero a veces perdiendo los estribos y eso da vidillas al sitio.

  • #014
    Martin - 22 enero 2024 - 17:14

    Discrepo, e intentaré dar los porqués. Con relación a: «La evidencia de que las plataformas de redes sociales contravienen todas las regulaciones al respecto»; creo que no existen legislaciones universales, y el éter de Internet no tiene cercos.

    Con relación a «Planteémonos cómo nos sentiríamos si al levantarnos viésemos al lado de nuestra cama a una persona tomando nota… y todo el resto del párrafo»; claramente, si no veo a esa persona, no tiene por qué molestarme. De hecho, utilizo aparatos que miden muchas cosas de mí y me dan mucha información que me ayuda en muchas tareas, y que la mitad de la población esté paranoica no me importa. Que a vos te parezca inaceptable no significa que a todos nos deba parecer.

    Con relación a «Debería seguir siendo, como era, publicidad que se nos administraba en función… » tampoco estoy de acuerdo, porque puedo elegir cuándo entrar o no entrar a las redes sociales o a Internet, pero no puedo elegir que el cartel publicitario me tape la vista en la calle… me parece muchísimo más violenta la contaminación visual en la vía pública.

    Y así podría seguir, porque la responsabilidad sobre los niños no es de los estados ni de la supuesta «moralidad» que abogas que debe tener Internet. No existe tal cosa; en los negocios y en la naturaleza no existe moral. Que Internet haga lo que quiera, yo me encargaré de hacer lo que quiera con ella. Al fin y al cabo, somos individuos y la idea colectivista de que las legislaciones deben andar velando por todos y todas es una utopía. Al fin de cuentas, la única ley universal es la ley natural de la supervivencia del más capaz de adaptarse.

    Saludos.

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