Francia y la educación en pensamiento crítico

Twitter bird with French flagUn reportaje del New York Times, «In France, school lessons ask: which Twitter post should you trust?«, se mete en una clase de un instituto de enseñanza media francés y constata como algunos profesores están introduciendo contenidos destinados a entrenar a sus alumnos en el reconocimiento de noticias falsas difundidas a través de redes sociales, documentando un ejemplo en el que se pide a los alumnos que opinen si un tweet mostrado en clase es verdadero o falso.

Intentos de concienciar a la opinión pública con la facilidad que las redes sociales ofrecen a la difusión de noticias falsas los hemos visto ya en numerosos medios en forma de artículos, quizes y cuestionarios: el propósito es indudablemente digno de elogio, dado que sabemos perfectamente que las redes sociales no solo han jugado un papel importantísimo en la caída de las barreras de entrada a la publicación, permitiendo que cualquiera pueda convertirse en generador de noticias, sino que, además, tienden a que bajemos nuestras defensas cuando vemos que esas noticias han sido compartidas o aparecen asociadas a personas que conocemos. Educar en pensamiento crítico es fundamental hoy en día, y eso debe comenzar, por supuesto, en las escuelas: hoy, ningún estudiante debería graduarse sin haber recibido clases prácticas de materias que antes se estudiaban, en el mejor de los casos, únicamente en las escuelas de periodismo.

Hasta aquí, todo bien: estudiantes que, en clases regladas, reciben contenidos adaptados a las necesidades de vivir en la sociedad actual. Que Francia, que se convirtió en el primer país en plantear una estrategia de defensa exitosa de sus elecciones contra la injerencia extranjera y que actualmente vive una serie de procesos violentos generados en gran medida a través de Facebook y con una parte importante de responsabilidad de la propia compañía, sea consciente de la importancia de esta cuestión es algo que entra dentro de lo razonable. El problema, claro está, es el conservadurismo que lleva a que esos alumnos tengan que estudiar temas tan importantes en sus clases viéndolos proyectados en una pantalla en lugar de poder interaccionar directamente con los contenidos en sus smartphones como sería razonable. Y no pueden hacerlo porque las escuelas francesas han preferido no innovar para acomodar el uso de una herramienta potencialmente tan poderosa en el proceso educativo, y han optado por la vía fácil: la prohibición.

Contenidos como esos están hechos para que los alumnos los vean, los experimenten y los toquen directamente en sus propios dispositivos. Para que se encuentren con sus propios ejemplos, en las redes que realmente utilizan, sobre contenidos que les importan, no sobre un tweet cualquiera escogido por una profesora en función de unos argumentos determinados y que seguramente habla de temas que no les resultan especialmente próximos. El pensamiento crítico hay que entrenarlo con ejemplos propios, vincularlo a experiencias cercanas, a temas que te afectan, a cuestiones en las que te ves incluso implicado o reflejado, no con cuatro ejemplos proyectados en una pizarra. Y por supuesto, integrar los smartphones en una clase no es sencillo: los dispositivos ofrecen un indudable atractivo como auténticas «armas de distracción masiva» y son difíciles de controlar… pero aunque sea difícil, hay que hacerlo, porque renunciar a educar en el uso de un dispositivo que va a acompañar a los estudiantes durante, previsiblemente, toda su vida, es sencillamente apostar por una táctica perdedora. No se puede estar media vida piando por más presupuesto para dotar las aulas de ordenadores, y ahora que cada alumno lleva un ordenador en el bolsillo, obligarles por ley a que los dejen en casa porque no sabemos cómo integrarlos en nuestras metodologías didácticas. Es, sencillamente, declarar el fracaso de la innovación sin siquiera haberse puesto a intentarlo,. Es absurdo, conservador y, sobre todo, incoherente.

Bien por las escuelas francesas y por su intento de concienciar a sus alumnos sobre la importancia del pensamiento crítico. Pero muy mal por no explicárselo allí donde importa: en sus propios dispositivos. Mientras no superemos esos miedos irracionales, seguiremos construyendo escuelas desfasadas, anticuadas, y creyendo que cualquier método pasado fue mejor.

 

 

 

This post is also available in English in my Medium page, “How France’s efforts to teach critical thinking are missing a vital component» 

 

21 comentarios

  • #001
    Angel "El bueno" - 14 diciembre 2018 - 09:25

    Pensamiento crítico, dices…

    A años luz estamos aquí, tan siquiera de fomentarlo…. Ni en la pizarra de tiza, vamos….

  • #002
    Isangi - 14 diciembre 2018 - 09:31

    Como dije en una noticia parecida en meneame:

    Espero que la respuesta a la pregunta: «¿En que noticias o fuentes de noticias puedo confiar?»

    Sea algo como:
    * En ninguna.
    * En las que puedas verificar y falsar.

    o respuestas del estilo, porque no sé en francia, pero aquí en España seguro que si se ponen a enseñar esto contestan con un: «Si hay un periodico de papel que lo confirma», «si sale en tv» o «si lo dice el estado» o cosas del estilo… que no son, ni de lejos, el pensamiento crítico que querría para mi hija.

  • #003
    Enrique - 14 diciembre 2018 - 09:48

    Es perfectamente viable controlar los dispositivos móviles mediante un MDM, como el de Meraki. Además puede ser todavía más potente utilizando soluciones de gestión de clases, como el de Apple.

    Así aunamos las reivindicaciones de Enrique, que son completamente lógicas, con las de los reacios a permitir el móvil alegando que provoca distracciones.
    Los centros tienen sus dispositivos, controlados con el MDM, los cuales sólo permiten realizar las tareas programadas en el plan de estudios, deshabilitando menús y apps no permitidas, bloqueado las cámaras y disparando alarmas en caso de sacarlo del recinto escolar.
    Por supuesto, los móviles personales se apagan al entrar en el centro y no se vuelven a encender hasta que terminen las clases.

  • #004
    Jota - 14 diciembre 2018 - 10:08

    Sí, ciudadanos críticos. Y dos de bravas. Lo novedoso es que se ha roto el oligopolio de la información sesgada. Debe ser duro gastarse un dineral en comprar medios de prensa afines y que luego la parroquia se deje engañar por cualquiera en las redes. Dudo que la preocupación del poder sea que los ciudadanos estén mal informados. El pastor no quiere ovejas ilustradas; se alarma porque ahora hay perros que no son el suyo guiando el rebaño.

  • #005
    Gorki - 14 diciembre 2018 - 11:15

    Apliquemos el «pensamiento crítico».

    » y que actualmente vive una serie de procesos violentos generados en gran medida a través de Facebook y con una parte importante de responsabilidad de la propia compañía,

    ¿Nos están haciendo creer que el descontento ciudadano en Francia es culpa de Facebook?

    No es cierto, en Francia antes de la existencia de Facebook, ha habido fuertes levantamiento callejeros debido al descontento ciudadano, algunos como la Revolución Francesa, las Comunas de Paris, o Mayo del 68 han pasado a la Historia como precedentes de movimientos políticos mundiales.

    Facebook no es más que un medio de comunicación utilizado por los agitadores pero no promueve o patrocina ningún movimiento político o subversivo. Muchos de quienes «dejan caer» esta idrea lo hacen por motivos espúreos. Los periódicos porque Facebook les esta quitando el monopolio de la información, (sea esta cierta o falsa) y los políticos porque odian las RR SS, porque no las pueden domesticar y embridar con la facilidad que tenían para conseguirlo de los periódicos.

    Lo triste es que muchos intelectuales, que deberian defender medios en los que la gente expresa libremente lo que siente, (sea su pensamiento políticamente correcto o no), también la acusen de permitir actividades que no tiene por qué censurar.

    • Javier Lux - 14 diciembre 2018 - 19:16

      100% de acuerdo. Conozco muy bien Francia y a los franceses con su espíritu crítico y crítica razonada e inteligente. Para aprobar el bachillerato tienen el mítico examen de philo, donde tienen que escribir CUATRO horas sobre un tema del tipo como conseguir que los mejores nos gobiernen o si el dinero aporta confianza en nosotros mismos…

  • #007
    Daniel Terán - 14 diciembre 2018 - 13:34

    Cada vez va a resultar más difícil distinguir la realidad de la ficción. Mirad esto:

    Ninguna de estas caras son reales

  • #008
    Pedro Torres Asdrubal - 14 diciembre 2018 - 13:52

    Los fake news destilan desprecio ilustrado por la plebe.

    Pretender que millones no voten como a ti te gustaría porque les engañan es un desprecio elitista.

    Por favor, repasen el concepto de negroblanco que plantea Orwell en 1984:

    La sociedad oceánica se apoya en definitiva sobre la creencia de que el Gran Hermano es omnipotente y que el Partido es infalible. Pero como en realidad el Gran Hermano no es omnipotente y el Partido no es infalible, se requiere una incesante flexibilidad para enfrentarse con los hechos. La palabra clave en esto es negroblanco. Como tantas palabras neolingüísticas, ésta tiene dos significados contradictorios. Aplicada a un contrario, significa la costumbre de asegurar descaradamente que lo negro es blanco en contradicción con la realidad de los hechos. Aplicada a un miembro del Partido significa la buena y leal voluntad de afirmar que lo negro es blanco cuando la disciplina del Partido lo exija. Pero también se designa con esa palabra la facultad de creer que lo negro es blanco, más aún, de saber que lo negro es blanco y olvidar que alguna vez se creyó lo contrario. George Orwell 1984 La ciencia y sus demonios.

  • #009
    Gorki - 14 diciembre 2018 - 14:59

    Los fake news destilan desprecio ilustrado por la plebe. Pretender que millones no voten como a ti te gustaría porque les engañan es un desprecio elitista.

    PEDRO TORRES ASDRUBAL, me encantaria tener tu poder de síntesis. Has escrito en dos lineas, lo que yo expreso en un interminable párrafo.

    • Pedro Torres Asdrubal - 17 diciembre 2018 - 12:45

      Repetirlo miles de veces facilita la síntesis. Empecé hace años con los anticapitalistas, que se llenan la boca con «el pueblo», para luego despreciarlo porque no les votan, pasando por el PP empeñado en encontrar a ETA en el 11M, o los demócratas por encontrar a Rusia tras Trump.

      Otro vocablo que se está poniendo de moda con el #brexit es wishful thinking, el pecado de los neoliberales, pensar que la realidad es como la describes sin esperar a comprobarlo de manera empírica.

  • #011
    Segismundo Pantuflo - 14 diciembre 2018 - 15:19

    En todos los medios aparecen los comentarios que el censor permiten que salgan. Se critica mucho a FB, los medios, etc pero el que este libre de pecado que tire la primera piedra.

    El problema no es que haya fake news, el problema es que hay noticias que son vetadas desde el minuto 1.

  • #012
    xaquin - 14 diciembre 2018 - 19:29

    Me parece un ejemplo claro del tipo de «educación» que se estila en el mundo occidental desde la Grecia clásica (en donde no cabía otra).

    Primero con el cristianismo y luego con el «neoclasicismo», se fomentó la enseñanza de conocimientos usando soportes lo más lejanos poisbles de las fuentes de eses conocimientos (versión escrita manipulada, nada de tocar a los muertos…). Y ahora toca hablar de la vida virtual de internet a través de medios obsoletos de comunicación… y eso en la «patria de la Ilustración»!!

    Eso no es educación, eso es adocenamiento instructivo.

    Por lo menos los orientales no presumen de «tecnología». Ellos se siguen basando en la comunicación espiritual (uso de la palabra y meditación interior). Aunque muchos descubrieron que no era malo comer de ambos platos. Seguro que los chinos dejan usar el móvil en clase. Aunque sea bien censurado, para evitar la comunicación libre dentro del alumnado.

  • #013
    Javier - 15 diciembre 2018 - 00:12

    Hoy, Enrique, no estoy de acuerdo contigo en absoluto. Aunque seguramente por razones distintas de las que motivan las decisiones del ministerio de educación francés en materia de móviles, coincido plenamente con la política de la prohibición.
    En mi humilde opinión, pretender que lo que llevan los muchachos en el bolsillo es un ordenador es falaz. Es cierto que los componentes electrónicos son equivalentes, pero yo con mi ordenador hago lo que quiero, y con el móvil no. En principio, solo puedo escoger dos sistemas operativos y no puedo «trabajar» con él, tan solo utilizar productos de un ecosistema que no puedo modificar. Al final, no es más que una herramienta de adoctrinamiento para el consumo.
    Por otro lado, ese tipo de uso implicaría una tarifa con acceso a internet en cada dispositivo, algo que, aunque común, no es ni mucho menos universal.
    La formación ha de centrarse en el funcionamiento real de las herramientas, no en la interpretación de un producto comercial.

    • Enrique Dans - 15 diciembre 2018 - 10:42

      No tienes por qué estar de acuerdo. Puedes perfectamente pensar que la experiencia de 28 años de profesor de alguien no tiene ningún valor ni importancia, puedes opinar que su percepción de que esos contenidos resultarían infinitamente más didácticos en su soporte natural y redundarían en un proceso de enseñanza más eficiente y útil no vale nada, y puedes despreciar el hecho de que, tras veintiocho años diseñando experiencias educativas, su opinión de que es perfectamente posible integrar el smartphone en la experiencia educativa no tenga ningún tipo de utilidad ni valor objetivo. No pasa nada. La sociedad actual, por la razón que sea, se siente perfectamente autorizada para despreciar la experiencia y el trabajo de personas durante décadas con un simple «pues yo, que lo he pensado cinco minutos, creo que no», o peor, «creo que Enrique es un agente pagado por las marcas de electrónica de consumo para vender más smartphones», o algo así. Pero yo, que sí tengo esa experiencia, que me he dedicado a documentarla más extensamente que nadie, y que además sé de quién cobro y de quién no, es lo que pienso, y por eso lo escribo. Si crees que lo mío es «otra opinión», siéntente libre de discutirla con la tuya, faltaría más. No seré yo quien te diga eso de «mi opinión vale más que la tuya»…

      • Javier (otro) - 15 diciembre 2018 - 15:40

        Hombre, Enrique. Creo que precisamente estás diciendo eso, estás diciendo que tu opinión vale más que la suya basándote en tu currículum. Javier ha expresado su opinión, de manera educada, y tu respuesta ha sido básicamente despreciarla. No sabes si Javier ha madurado esa opinión durante esos “cinco minutos” que dices o si él también tiene un amplio bagaje profesional (bagaje que, por otro lado, no es necesario para poder expresar una opinión, apesta a elitista)

        • Enrique Dans - 15 diciembre 2018 - 17:57

          A ver: ¿admites que mis veintiocho años de experiencia en el mundo académico podría tal vez darme una visión un poco más autorizada que la de la media a la hora de escribir e interpretar estos temas? A lo mejor, no, a lo mejor opinas que eso no aporta nada, tú verás, no pasa nada, es tu opinión… Pero si es así, ¿qué te molesta exactamente y qué consideras «elitista»? ¿Que lo diga? Yo no desprecio nada, yo digo que a lo mejor, solo a lo mejor, la opinión sobre los métodos educativos de un tío que se ha pasado veintiocho años metido en aulas e impartiendo decenas de miles de sesiones con total libertad para definirlas y plantearlas como quiera, podría estar mejor informada que la de la media. Si eso te parece «elitista», pues qué quieres que te diga… tú mismo.

          • Javier - 15 diciembre 2018 - 18:03

            No, admito que has estado 28 años trabajando en esto. Nada más. No eres mejor (o peor) profesional por eso. Hay gente que trabaja toda la vida en un ámbito y son tremendamente incompetentes y gente brillante sin apenas experiencia.

          • Enrique Dans - 15 diciembre 2018 - 18:07

            Con una diferencia: ya, además de trabajar en eso, lo comparto regularmente – mi experiencia y mis conclusiones – con toda la comunidad, lo presento en conferencias en todos los ámbitos, lo someto a discusión y lo publico en journals referenciados. Pero por alguna razón, que diga que a lo mejor mi opinión seguramente esté más autorizada que la de la media, te parece «elitista». Pues nada, qué le vamos a hacer… seré un elitista, porque efectivamente lo pienso…

      • Javier (el original) - 18 diciembre 2018 - 16:12

        Hola otra vez, Enrique:

        Había decidido no contestar a tu mensaje (a ninguno de ellos), pero finalmente lo haré, animado más por los comentarios de Javier (el otro) que por entrar en una discusión sobre esto.

        Me ha parecido increíble que utilices de manera tan burda el argumento de autoridad en una discusión como esta. En parte porque no dice mucho de quien lo esgrime hablando de sí mismo (aún si fuera citando a Aristóteles…). Y en parte porque, como argumento, flojea. Sabes más que yo porque has dado clase 28 años. Que sepas más que yo de muchas cosas no lo voy a discutir porque es muy posible que así sea, pero te puedo presentar profesores que han dado clase 38 años y siguen pensando que, las niñas, con fala y en clase aparte. El otro Javier lo ha expresado muy bien: hay carreras largas e incompetentes y gente brillante recién salida de la escuela. Pero vamos a lo que vamos:

        Es posible que mi comentario no haya sido elaborado con la destreza que caracteriza a otros escritores y, por lo tanto, su contenido no exprese lo que deseaba expresar y no se haya entendido convenientemente. En cualquier caso, y como Javier ha señalado con acierto, yo no he mencionado ni que tú no entiendas del tema ni que estés pagado por nadie ni que yo haya pensado las cosas cinco minutos. Te ruego que me indiques de dónde infieres eso en mi texto. Solo eso, por favor, no le busques más defectos que tiene muchos.

        Mi opinión acerca del teléfono se basa en que se utiliza como herramienta algo que no es más que un producto comercial privativo. Ejemplo para aclarar mi postura: educar para reconocer noticias falsas en Tuíter. Aunque es cierto que es una plataforma usada por mucha gente, la educación debería dirigirse a distinguir qué es lo que hace esa empresa en concreto para decidir con conocimiento de causa si informarse en Tuíter o en otro sitio. Tuíter censura siguiendo una moral muy discutible (dependiendo de con quién hables) o presenta los contenidos filtrados por algoritmos que no pueden ser escrutados.

        Si lo deseas, puedo abundar en la idea de liberar las herramientas informáticas en las aulas todo lo posible, dispositivos, aplicaciones y formatos, precisamente para no discriminar y centrarse en la información y no en el producto, para que pueda hacer lo mismo el alumno con Áipad que el alumno con un portátil antiguo. Y, para eso, el móvil no es precisamente una maravilla.

        Yo no doy clase, pero estoy cercano al mundo de la enseñanza y veo lo que sucede con la tecnología. Cuando los alumnos tienen que usar tabletas de Ápel sí o sí porque las licencias de los contenidos solo sirven para esa marca, ves por dónde van los tiros. Pero eso es otro tema y me estoy desviando.

        Podemos, como decía, abundar en el tema si y solo si te interesa la opinión de otra persona. Por cierto, en tus últimos artículos sobre movilidad coincidimos plenamente. Espero que no consideres que estar de acuerdo con alguien que no lleva 28 años dando clase desmerece en algo tus razonamientos. Por favor, no lo hagas, me parecen acertados y valientes.

        Recibe un cordial saludo.

        PD. Querría haber respondido a tu último comentario contestando al otro Javier, pero no había botón al efecto, así que respondo aquí.

    • Pedro Torres Asdrubal - 17 diciembre 2018 - 12:52

      Le limitan sus conocimientos y sus inseguridades: que le «adoctrinen».

      Un dispositivo móvil es un ordenador, aunque no quiera aceptarlo.

  • #021
    Aristoteles Parrondo - 15 diciembre 2018 - 11:49

    Al tema principal de estudiar la manipulación de las noticias completamente de acuerdo con las escuelas francesas y con el comentario de Segismundo, algunas no salen.

    Por otro lado llevar un movil a clase, en principio no. ED puede tener la experiencia repetida de año tras año haciendo lo mismo, pero es una opinion sesgada en cuanto entorno, adultos que pagan una pasta por «hacer» un master. Eso no es un entorno de primaria, secundaria, estandard. ¿Tienen todos los alumnos acceso a un smartphone de ultima generación? Ya sabemos que el grupito del master si.

    Por otro lado está demostrado con papers cientificos y no postulados personalistas, que la concentración con ordenadores, que diriamos de un movil, contribuyen con significación estadística, a un bajo performance de los individuos en actividades que requieren concentración, abstracción y comprensión.

    Dicho esto no hay que ser dogmático en contra del uso de la tecnología en ciertas actividades controladas, desde la búsqueda de información, al uso de software pedagógico, etc, que por su propia naturaleza, es absolutamente prescindible el hacerlo en horario de clase o hacerlo en horario controlado, buscando unos determinados objetivos. En definitiva en nada desluce el realizar comentarios sobre noticias o textos, sobre unos determinados párrafos, el no tener al lado el periódico completo, un libro entero, o la bbdd completa online de twitter. Desde que se fundaron la academia o el liceo, los alumnos aprendian, en el sentido etimologico de tomar lo que sus maestros querían transmitir. Si resulta que ahora el maestro se trnsforma en la «web», puede tener la lectura que mucho profesor experto es eso «experto» con todas las connotaciones negativas que puede tener el término.

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