La comunicación interna y el dilema de lo efímero

WickrLos sucesivos escándalos en los que se ha visto envuelta Uber, que recorren ya un continuo que va desde el acoso sexual hasta el pago a hackers para evitar que difundan datos robados a la compañía, y que no dejan de ser la consecuencia de una cultura de «el fin justifica los medios» que está detrás de su rapidísimo crecimiento, se encuentra ahora con un interesante dilema: la compañía había optado, para muchas de sus comunicaciones internas, por el uso de una plataforma, Wickr Pro, que establece como uno de sus puntos fuertes no solo un fuerte cifrado, sino además, la disponibilidad de mensajes efímeros que desaparecen al cabo de un tiempo establecido, una circunstancia que dificulta notablemente cualquier investigación posterior sobre el tema.

¿Hasta qué punto tienen las compañías obligación de almacenar la información de sus procesos de negocio? Tengamos en cuenta de que no hablamos de un uso «oscuro» o intrínsecamente malintencionado, sino de una aplicación que precisamente viene a explicar en su argumentación comercial que no tiene sentido preservar toda la información de una compañía; más aún: que hacerlo implica un riesgo. Así, del mismo modo que no preservamos grabaciones de las reuniones corporativas y del «quién dijo qué» en cada momento que potencialmente llevó a una decisión determinada, ¿deberíamos almacenar todas las comunicaciones, tales como mensajería instantánea, que como tales no tienen una naturaleza muy distinta de la de una conversación? ¿Qué ocurre si esas conversaciones tienen lugar en plataformas como WhatsApp, Telegram, Signal u otras que se caracterizan por un elevado nivel de cifrado y que, por tanto, serían inaccesibles ante una hipotética investigación posterior?

El argumentario comercial de Wickr Pro no deja de tener su sentido:

El canal, bien por decisión del usuario o por política corporativa, pude designar un tiempo de eliminación de los mensajes intercambiados. Y una vez eliminados, no pueden ser recuperados, ni siquiera de los servidores de Wickr. Frente a unos correos electrónicos o unos documentos que pueden conllevar una obligación legal de almacenamiento para una posible inspección posterior, las conversaciones mediante mensajería instantánea, cada vez más habituales en entornos corporativos y más a medida que se rejuvenece la base de trabajadores, tienen más la naturaleza de una conversación, pero pueden ser, en muchas ocasiones, el canal por el que se comunican determinadas decisiones que podrían generar consecuencias legales. A partir de este principio, podría ser razonable encontrarse compañías que, ante una hipotética responsabilidad por una toma de decisiones, prefiriesen activamente comunicar esa decisión a través de un canal efímero, con el fin de eludir una posterior investigación. Y si bien el uso de un dispositivo o canal intencionadamente diseñado para ocultar información en una hipotética investigación podría ser seguramente visto como un incumplimiento de la obligación de preservar registros que puedan razonablemente ser vistos como relevantes en una investigación, el uso de ese mismo canal por motivos de seguridad y para evitar robos de información difícilmente lo sería.

¿Qué papel van a tener este tipo de canales de comunicación que dificultan la trazabilidad en los procesos de toma de decisiones de las empresas en el futuro? Prohibir su uso parece imposible porque son razonablemente equiparables a una conversación en un pasillo, que nadie en su sano juicio pretendería obligar a grabar y almacenar, pero de ahí a la construcción de canales «clandestinos» para obtener una impunidad en determinadas tomas de decisiones va un trecho muy corto y de muy difícil demostración. ¿Hasta qué punto tienen que ser transparentes las compañías? ¿Puede la disponibilidad de este tipo de herramientas modificar los patrones de comunicación en el entornos corporativos?

 

 

 

This post is also available in English in my Medium page, “Internal communication and the dilemma of the ephemeral» 

 

8 comentarios

  • #001
    JJ - 7 diciembre 2017 - 17:40

    Mucha gente cree que gracias a la informatización total de las comunicaciones en la empresas se reducirá casi completamemte la corrupción y la posibilidad de lavar el dinero negro debido a la transparencia que, aparentemente, ofrece la trazabilidad de todo o casi todo.

    Pero no es así, pues ya se encarga la misma tecnología de propocionar armas a quien tiene poder económico para evitar esta trazabilidad.

    Lo mismo ocurre con la verdad en la red. Otro ejemplo, es el de la mala reputación de personas y empresas, que hoy pueden perfectamente ocultar un pasado oscuro simplememte pagando una buena cantidad a una compañía que se especializa en ello.

    Así, mientras el ciudadano medio se ve cada vez mas controlado (debido justamemte a la trazabilidad de sus actos), quien tiene poder económico se encuentra mas libre que antes.

    Otro ejemplo preocupante es el de las criptomonedas. Cuando parecía que por fin se haría algo para acabar con los paraísos fiscales, surge un medio tecnológico que posibilita ocultar el dinero negro mejor que nunca.

    Recordar también que en EE.UU. se usa muy poco WhatsApp y mucho Snapchat, que permite, justamente, que no quede rastro del mensaje enviado.

    Con el tiempo, la gente se dará cuenta que lo de la trazabilidad está muy bien, pero siempre y cuando nos afecte a todos, sin excepciones, comenzando por los poderes políticos y económicos que, mas que nadie, deben poder ser controlados.

    • Xaquín - 8 diciembre 2017 - 19:08

      Evidentemente la trazabilidad no está para «seguir empresas» (ni narcotráfico). Está para seguir «oposiciones políticas». Cualquier empresa o narcotraficante que se precie podrá contar con la ayuda de la camarilla legal o paralegal correspondiente. Son los opositores al poder establecido quienes no tienen la espalda cubierta. Salvo que, en algunos casos, cuenten con la camarilla de poder establecido en otro país.

      Los que conocimos el uso y abuso de la policía política, sabemos perfectamente de que va el cuento chino (no hay otro nombre más apropiado en estes momentos) de tener «informadores para descubrir el crimen». El crimen siempre fue algo consustancial con el cuerpo de policia, desde que M. Fouché invento las cloacas de los ministerios de interior.

  • #004
    Gorki - 7 diciembre 2017 - 22:17

    En España y supongo que en otros paises, la Ley indica claramente que tipos de documentos han de conservarse por tiempo indefinido, (contratos legales, libro de contratación de empleados, poderes notariales, etc), otros documetos que son obligatorios matener durante cinco años, (facturas, y compras a proveedores, nóminas etc.), así como aquellos libros contables que hay que llevar por ley y que hay que llevar la Registro de Sociedades.

    Fuera de esos documentos, no hay nada especificado, Por tanto si una empresa desea destruir la información relacionada con un asunto en documentos fuera de lo indicado, no hay nada que legalmente se oponga a que lo realice.

    De hecho, en la mayoría de las empresas hay máquinas picadoras de documentos cuya única misión conocida es destruir información que la empresa no desea conservar, ni que pueda «recuperarse» así como existen empresa que garantizan la destrucción de archivos, No entiendo por tanto razón para «rasgarse las vestiduras» porque las empresas utilicen servicios similares digitales.

    Si el uso que hacen de ellas es para ocultar acciones ilegales, es otro problema, pero si lo que oculta es acciones legales como por ejemplo planes de negocio, o proyectos de nuevos productos, es algo absolutamente lógico y razonable.

    • Pedro - 7 diciembre 2017 - 23:13

      Como ya lo has escrito tú, me ahorro teclear mi comentario.

  • #006
    Juan Carlos - 8 diciembre 2017 - 07:24

    Como siempre ocurre, la tecnología va por delante de las normas.
    ¿Tienen derecho a la privacidad las empresas?

  • #007
    marcelo - 8 diciembre 2017 - 11:54

    No deja de ser peligrosa esta práctica de eliminar documentos comprometidos, aunque se autodestruyan absolutamente nada te garantiza que antes no se han realizado pantallazos, recurso de muy baja tecnología al alcance de cualquiera que desee cubrirse las espaldas o comerciar con informaciones comprometidas. Puedes vivir muy tranquilo creyendo que lo tienes todo controlado y un buen día te encuentras tus emails «destruidos» en manos de la fiscalía o la competencia…

    • Gorki - 8 diciembre 2017 - 13:49

      Quizá lo peligroso no se el uso de estas técnicas, sino el embarcarse en prácticas ilegales. Si te mantienes dentro de la ley, puedes borrar tus comunicaciones con la herramienta que creas conveniente.sin problema.

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