De vez en cuando, los medios deciden detener la corriente inagotable de titulares tecnológicos y preguntarse no tanto por las máquinas o los billones de dólares, sino por quienes están pensando seriamente en lo que las máquinas nos hacen.
Lo normal, desgraciadamente, es lo contrario: que hagan atrocidades como la de la revista Time de nombrar «arquitectos de la inteligencia artificial» a un puñado de billonarios que no han creado nada, y que simplemente se dedican a convertir en negocio, generalmente además con un componente extractivo sumamente malsano, lo que otros han logrado hacer realidad con su investigación, su ingeniería y su intelecto.
Hace unas semanas recibí un mensaje de Jaime Rubio Hancock, desde el suplemento Ideas de El País, invitándome a ...