Desde hace ya algunos meses se rumoreaba que México se estaba convirtiendo en un país ideal para la localización de plantas de fabricación de vehículos eléctricos de compañías chinas, que están en fase de expansión y dispuestas a tomar el mundo por asalto. Costes laborales unitarios bajos, mano de obra cualificada, tradición industrial y un acuerdo de libre comercio con su vecino del norte, los Estados Unidos, que permitiría hipotéticamente inundar el mercado norteamericano con vehículos baratos, además de fabricar para la todavía escasa pero indudablemente creciente demanda del resto del continente.
Pero como es bien sabido, ese vecino del norte es cualquier cosa menos un vecino tranquilo: una exclusiva de Reuters revela que la Oficina ...