Mi participación en la selección de pensadores tecnológicos de El País

IMAGE: El País, 14/12/2025

De vez en cuando, los medios deciden detener la corriente inagotable de titulares tecnológicos y preguntarse no tanto por las máquinas o los billones de dólares, sino por quienes están pensando seriamente en lo que las máquinas nos hacen.

Lo normal, desgraciadamente, es lo contrario: que hagan atrocidades como la de la revista Time de nombrar «arquitectos de la inteligencia artificial» a un puñado de billonarios que no han creado nada, y que simplemente se dedican a convertir en negocio, generalmente además con un componente extractivo sumamente malsano, lo que otros han logrado hacer realidad con su investigación, su ingeniería y su intelecto.

Hace unas semanas recibí un mensaje de Jaime Rubio Hancock, desde el suplemento Ideas de El País, invitándome a participar en un proyecto precisamente así: votar a los diez pensadores vivos que mejor nos ayudan a entender el impacto de la tecnología en nuestras vidas. No empresarios, ni emprendedores, ni magnates, sino filósofos, ensayistas, economistas, periodistas o sociólogos capaces de poner orden intelectual en un mundo en vertiginosa transformación. Los que de verdad deberían recibir el calificativo de «influencers», en lugar de cuatro idiotas dedicados únicamente a vender basura variada.

Acepté inmediatamente, porque me pareció una iniciativa tan necesaria como inusual. En plena sobrecarga de discursos simplificados, es refrescante que un medio decida mirar hacia quienes elaboran marcos conceptuales rigurosos, y no hacia los que simplemente ocupan titulares por lanzar productos o acumular billones en poderío económico. Preparé mi lista siguiendo un criterio que siempre he defendido: la tecnología no se comprende del todo si no se analiza el sistema de poder que la rodea y si no se cuestionan los supuestos que damos por inevitables. Por eso mi lista fue encabezada por Shoshana Zuboff, cuya teoría del capitalismo de vigilancia ha redefinido la conversación pública sobre la privacidad y los modelos económicos de las plataformas, y por Luciano Floridi, un filósofo que no solo habla de la tecnología, sino que propone una ontología completa para entender la condición digital contemporánea.

Además de Zuboff y Floridi, mi propuesta incluía a Cory Doctorow, cuya disección del capitalismo de plataformas y de la enshittification, o degradación progresiva de los servicios digitales resulta imprescindible para entender por qué internet funciona cada vez peor para sus usuarios y cada vez mejor para quienes extraen rentas de ellos; a George Monbiot, que conecta la tecnología con los desafíos ecológicos y políticos de nuestro tiempo sin caer en simplificaciones; a Ray Kurzweil, cuya visión transhumanista, polémica pero influyente, ha marcado buena parte del imaginario futurista contemporáneo; a Mark Coeckelbergh y Mariarosaria Taddeo, dos de las voces más rigurosas en ética de la IA y en gobernanza algorítmica; a Éric Sadin, quizá el crítico más incisivo de la deriva tecnocrática de Silicon Valley; a Azeem Azhar, que sitúa la aceleración tecnológica en su contexto económico e institucional; y a Cathy O’Neil, pionera en denunciar los sesgos y la opacidad de los sistemas algorítmicos. Todos ellos, desde distintas perspectivas, son referencia para mí y conforman un mapa coherente de los debates que realmente importan cuando hablamos del impacto de la tecnología en nuestras sociedades.

Cuando El País me comunicó que, entre todas mis propuestas, querían que escribiese una breve pieza sobre Luciano Floridi, la elección no pudo parecerme más acertada. Floridi es, seguramente, el único pensador que ha conseguido dar forma sistemática a una filosofía de la era digital sin caer ni en la seducción tecnófila ni en la nostalgia de tiempos supuestamente más simples. Su idea de la «infosfera» como entorno híbrido donde lo online y lo offline dejan de ser categorías diferenciadas, y su noción de vida onlife, constituyen mucho más que recursos retóricos: son una forma de explicar por qué la tecnología ya no puede entenderse como un simple conjunto de herramientas, sino como el medio en el que transcurre nuestra existencia y se moldean nuestras decisiones. En el artículo que finalmente publiqué, intenté captar esa dimensión profundamente estructural de su pensamiento, y también su insistencia en desplazar el foco ético desde la reacción hacia el diseño responsable. Floridi no propone «poner límites», sino repensar desde cero qué significa actuar bien en un entorno donde nuestras acciones están mediadas por sistemas algorítmicos que también influyen en nuestra moralidad.

Lo interesante llegó cuando el suplemento Ideas publicó el especial con los pensadores más influyentes. Al abrir el PDF que me enviaron, me encontré con algo que siempre resulta revelador: las coincidencias entre lo que propuse y lo que finalmente seleccionó el medio. Shoshana Zuboff, que encabezaba mi lista, aparece también en el número uno del reportaje, comentada por Nuria Oliver. Otro de los nombres que incluí, Éric Sadin, figura igualmente entre los destacados, perfilado por Ramón López de Mántaras. Y aunque mis otras nominaciones no coincidieron, el conjunto refleja una clara orientación: un interés por los pensadores que cuestionan la estructura de poder que subyace a la tecnología, la erosión de la privacidad, la automatización de decisiones y la creciente asimetría entre usuarios y plataformas. Es decir, exactamente los debates que considero más urgentes.

La lectura completa del especial confirma esa impresión. El suplemento reúne perfiles escritos por distintos autores que subrayan no tanto las frases brillantes de cada pensador, sino la arquitectura conceptual que aportan. Desde la crítica de Sadin a la «siliconización del mundo» hasta las reflexiones sobre vigilancia, identidad o autonomía que recorren el resto de los perfiles, el conjunto ofrece una panorámica de un pensamiento tecnológico que se aleja de la mitología del progreso inevitable y se concentra en lo que realmente importa: la agencia humana, la responsabilidad y la capacidad colectiva de imaginar futuros alternativos.

Mi contribución sobre Floridi, publicada junto a la ilustración característica del suplemento, insistía precisamente en esa necesidad de abandonar la idea de que podemos evaluar la tecnología desde fuera, como si fuese un objeto externo, y reconocer que opera desde dentro de nuestras estructuras cognitivas y sociales. Su enfoque puede parecer académico o incluso normativo, pero también es cierto que alguien debe pensar en ese nivel si queremos que el debate público deje de ser un ruido superficial de titulares y opiniones apresuradas.

Participar en esta iniciativa ha sido, además de un honor, una oportunidad para comprobar que existe un interés real, incluso en los medios generalistas, por elevar la conversación tecnológica. No se trata de decidir «quién tiene razón», sino de reconocer que entender la tecnología exige escuchar a quienes dedican su vida a pensarla con profundidad. Y, al menos esta vez, da la sensación de que la selección colectiva ha señalado a quienes realmente están ayudándonos a imaginar otro futuro, uno más consciente de los riesgos, pero también más comprometido con la responsabilidad y la imaginación.

Un ejercicio que, sinceramente, deberíamos hacer más a menudo.

8 comentarios

  • #001
    Benji - 15 diciembre 2025 - 07:52

    Que bueno cuando los periódicos no solo tratan escándalos sino que te hacen pensar o te llevan a tangentes mentales poco exploradas.

    Me parece genial y bueno. Igual hasta me animo a volver a leer «El País» que lo tengo abandonado el último año.

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  • #002
    Buzzword - 15 diciembre 2025 - 11:40

    Creo que el ejercicio es interesante y que cada uno podriamos tener a nuestros favoritos, y como en el fútbol nos podemos sentir «Seleccionador» del presente/futuro me gustaría destacar a unas cuantas personas ( como en el Nobel muchos hicieron su aportación hace unos años, por lo que puede resultar viejuno…

    Primero: una excepción, ya que es más empresario, que influencer, pero se lo merece: «Jensen Huang». En la fiebre del Oro de la IA es el mejor vendedor de palas.

    * Segundo: Al movimiento Open Source, si hay que elegir personas Linus Tovald, Richard Stallmann y por supuesto al dictador benevolente: Guido Van Rossum.

    * En IA propiamente dicha habría muchos investigadores, pero quizás deba proponer a Yann LeCun y Demis Hassabis. Y mención especial al equipo de Stable Difussion, y su open source de los modelos de difusión.

    * En el mundo de la divulgación propongo el premio honorifico «Eduard Punset» a otro español muy citado aquí últimamente Ramón López de Mántaras

    * El antipremio «Gurú Pajero Mental del Mundo» se lo pueden llevar muchos, destacando Ray Kurzwell

    * El premio «Anti Pinochos», nombraría a Snowden y la española Marta Peirano.

    * Premio especial del jurado (o sea yo mismo, sin segundas intenciones). Al gobierno de la República Popular China, por sus empresas/modelos como Kimi, Deepseek, Qwen, Kling, Hailuo, etc.

    * Pensadores. No me gusta esta categoría ya que puede esconder mucho vendehumos, que no hacen nada para influenciar «nos» y suelen ir de «listos». Así que en este caso, no por influenciar el futuro, sino por explicar de donde venimos y quienes somos a Yuval Noah Harari, y su forma de hacer historia del mañana. Sin olvidar a Steve Hawkings, aunque no comparto su visión apocalíptica, pero si da para pensar.

    Disclaimer: No he querido leer el artículo antes de escribir esto, para no «influenciarme» solo estoy «contaminado» por lo que pone Enrique en este articulo.

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    • Buzzword - 15 diciembre 2025 - 16:19

      Ya leido el artículo completo. Me centro en pensadores o políticas sobre el impacto de la IA.

      Me parece quelos citados falta una figura como Dan MacQuillan, que no se limitan desde la Academia a propugnar reformas sin resistencias, que se necesita más ética, regulación o transparenica. Proponer reformas desde el liberalismo democrático, no parece que nos esté sirviendo para mucho. La bestia (IA) no parece muy domesticable, y hacer un lavado de cara a su uso (ethics washing) no deja de ser hacer el juego a las corporaciones para no limitar sistemas dañinos manipulados de IA, sin cambiar sus fundamentos. El enfoque que usa para resistirse a esas Big Techs no es ingenieril, sono social.

      Ideas que se pueden extraer de su libro (Resistiendo a la IA):

      – Reducir, no expandir, el uso de IA en contextos sensibles.
      – Priorizar formas colectivas y comunitarias de decisión.
      – Desarrollar tecnologías desde abajo, no impuestas desde élites corporativas.
      – Reconocer que no toda automatización es deseable.
      – Aceptar que, en muchos casos, la mejor opción es no usar IA.

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  • #004
    Juan Carlos Martinez - 15 diciembre 2025 - 14:14

    Interesante, me gusta pensar lo humano que nos queda y quien piensa en ello.

    Este es el enlace del articulo: https://elpais.com/ideas/2025-12-14/los-10-pensadores-tecnologicos-mas-influyentes-del-mundo.html

    Me sirve para archivo.

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  • #005
    Carlo - 15 diciembre 2025 - 16:22

    Interesante reflexión! Coincido con la sorpresa positiva que fue encontrar este artículo en el país. Alguno libró en especial para aproximarme a las tesis de Luciano Fioridi?

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    • Enrique Dans - 15 diciembre 2025 - 16:39

      Si vas a leer solo uno, «The Ethics of Information». Es en el que articula con más claridad el núcleo de su pensamiento, la idea de que la información no es solo un recurso o un flujo, sino el tejido mismo de nuestra realidad digital, y que la ética debe replantearse desde esa premisa. Es denso, pero después de leerlo, dejas de ver la tecnología como un añadido externo y empiezas a entenderla como un entorno que redefine nuestras acciones y responsabilidades. Si quieres algo más «ligero», «The Fourth Revolution: How the Infosphere is Reshaping Human Reality», escrito con Mariarosaria Taddeo (que también está en la lista). Aquí está su tesis sobre la “infosfera” y la vida onlife con un tono más divulgativo, explicando por qué la distinción entre online y offline carece ya de sentido y cómo eso transforma nuestra condición humana. Y si el interés está más en cómo deberíamos gobernar tecnologías como la IA, entonces «The Ethics of Artificial Intelligence», donde entra al detalle en los principios que deberían guiar el diseño, la regulación y la implementación de sistemas algorítmicos.

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  • #007
    Xaquín - 15 diciembre 2025 - 17:32

    «deriva tecnocrática de Silicon Valley», «abandonar la idea de que podemos evaluar la tecnología desde fuera» (EDans).

    Entre las bellezas tecnológicas del texto me quedo con estas dos brechas de futuro: como el esperanzador (para algunos) Silicon Valley no pasó de una remesa de tecnócratas ,tipo «los del Opus Dei españoles, que aminoraron la deriva hacia el desastre total de la economía española franquista… (y ahí siguen bien orondos)

    Y la segunda, sobre esa manía del HS actual, versión mediocre, que gusta de observar la realidad desde los diversos castillos de marfil que nos construimos (prensa, partidos políticos, empresas famigliares (sic)…)… sea ee la Costa Azul, en Abu Dabi o alguna islita del Pacífico, con way way en la City o en Wall Street.

    Que sigue siendo además otro ejemplo de esa deriva intelectual, que nos lleva a decir que pensamos en la rueda, cuando realmente estamos pensando en el puto beneficio que le vamos a sacar , a la aplicación técnica (simple o sofisticada) de esa rueda.

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  • #008
    Gorki - 15 diciembre 2025 - 18:06

    No has hecho mas que hacerme ver lo evidente, mi ignorancia es abismal. Excepto un poquito a Cory Doctorow, esos pensadores eran completamente desconocidos para mi.

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