La (absurda) discusión entre academia y empresa

IMAGE: Michael Maggs - CC BY SAUna vez más, el enésimo académico enfadado que, al ver cómo las compañías tecnológicas se convierten en los principales centros de atracción para mentes brillantes de la universidad, viene a despreciar el trabajo de investigación que se desarrolla en esas empresas, a minimizar su importancia y a intentar poner patéticamente distancia con «la verdadera ciencia», que según él, solo puede hacerse en las universidades. Según algunos académicos, las universidades son los únicos sitios en los que un investigador puede trabajar para estar legitimado como tal, una actitud completamente absurda, reduccionista y que, sobre todo, consagra una brecha enormemente perjudicial que no debería existir.

La barrera entre la academia y la industria es tan vieja como cualquiera de las dos instituciones, la he experimentado y sufrido a lo largo de veintiocho años de carrera profesional, y sigue siendo igual de inútil, absurda y dañina que cuando empecé a ser consciente de ella. Pretender que «la ciencia solo se desarrolla en la universidad», en una época en la que las compañías se han convertido en el gran motor del cambio de la sociedad, es tan profundamente retrógrado y limitado que asusta.

Empecemos por lo evidente: las instituciones académicas y el mundo corporativo tienen, obviamente, distintas métricas para valorar el desempeño. En la industria, en último término, todo se valora en función de una cuenta de resultados. En toda compañía, las personas tienden a ser apreciadas en función del dinero que generan o posibilitan generar, de algo que, en un momento dado, alguien alcanza, de manera más o menos concreta, a poner en forma de cifras. Las compañías no existen para promover el avance de la ciencia, eso es claro. Pero en ocasiones, investigan y hacen avanzar la ciencia, fundamentalmente si estiman que con ello pueden ser capaces de generar una ventaja competitiva sostenible. Hace años, esto se basaba, por lo general, en el intento de apropiación del conocimiento científico mediante mecanismos como las patentes, que otorgaban un cierto tiempo de explotación al descubridor para la explotación de un descubrimiento. Ahora, ni está claro que las patentes sirvan realmente para eso, ni podemos despreciar la gran cantidad de casos en los que la ventaja competitiva sostenible se construye precisamente compartiendo, y no intentando construir vallas alrededor del conocimiento.

En la academia, el supuesto indicador de éxito eran las publicaciones… y seguramente no serían un indicador malo, si no fuera porque se han prostituido completamente y ha perdido todo valor. Hoy, las publicaciones son una métrica inútil que tiende a reflejar únicamente cómo de espabilado es un profesor a la hora de reciclar su trabajo hasta el infinito, explotar a compañeros y trepar en comunidades no precisamente meritocráticas de revisores, editores y organizadores de congresos para colocar sus papers en determinados journals que, supuestamente, proporcionan el necesario prestigio para alcanzar esa meta llamada tenure, seguramente uno de los conceptos que más daño han hecho al conocimiento en su conjunto.

La explotación del conocimiento académico ha dado lugar a una industria de editores con intereses que nada tienen que ver con la difusión de la ciencia, y sí con el interés por generar importantes beneficios gracias al trabajo de quienes intentan sobrevivir en un sistema perverso. Universidades de varios países del mundo o incluso premios Nobel han declarado su rechazo y llamado al boicot de las editoriales de journals que, a través de suscripciones con precios estratosféricos, parecen pretender que la ciencia solo sea accesible para unos pocos: un sistema profundamente perjudicial que clasifica a los journals en supuestos rankings en función de su teórico impacto pero que sirven de más bien poco, más que para generar todo un submundo de resultados falsos, supuestas revisiones en realidad inventadas o nunca llevadas a cabo, y sistemas creados específicamente para poder acceder a papers en condiciones mínimamente razonables. Eso es lo que el mundo académico ha sido capaz de generar: un sistema completamente insostenible, un auténtico dilema moral plagado de falsedad e irrelevancia que debería llevarnos a replantear la universidad desde sus mismas bases. Cualquiera que, a día de hoy, defienda este absurdo sistema, está profundamente equivocado: el mundo académico se ha convertido en un generador de más y más papers, cuanto más ilegibles e incomprensibles mejor, que circulan a través de un sistema diseñado para hacerlos prácticamente inaccesibles.

¿Cómo combinar la irrelevancia de una academia que se devora a sí misma, con una industria que precisa de investigación? La lógica es completamente aplastante: combinándolas. Ofreciendo a las compañías la posibilidad de financiar y colaborar con instituciones que tengan un enfoque claro hacia la generación de investigación útil, no únicamente aplicada, pero sí con un componente importante de aplicabilidad. Esto obviamente, no es una cuestión que pueda pintarse únicamente en blanco y negro: no se trata, por supuesto, de marginar completamente la investigación pura, pero sí de tratar de balancearla con la necesidad de producir resultados que atraigan a potenciales interesados en financiarla. La investigación, como forma de producir resultados explotables y genuinamente útiles para las compañías que la financian, mientras permite que los académicos puedan desarrollar una carrera dedicada a generarla. Un encaje que, por culpa de métricas erróneas y sistemas de valoración absurdos, lleva décadas probándose elusivo, difícil de sostener y, en muchísimos casos, generador de gran cantidad de frustraciones.

¿Cómo investigar hoy en una disciplina como por ejemplo el machine learning, que tiene necesariamente que combinar una capacidad de abstracción metodológica profunda con la generación de datos a nivel de explotación industrial masiva, con el rigor necesario para no violar ninguna de las asunciones de la estadística y con las necesidades de aplicabilidad y practicidad que las compañías demandan? Si no es combinando ambos mundos, nos encontraremos una vez más construyendo escenarios subóptimos, absurdos, en los que el desarrollo de la disciplina sufre por falta de recursos que, en la inmensa mayoría de los casos, estaban a pocos clics de distancia, en una institución diferente con la que no se puede colaborar porque, desgraciadamente, no existen protocolos adecuados para ello.

Cuadrar ese círculo es, en este momento, el mayor desafío de decanos de unas instituciones que, con escasas excepciones, llevan años anquilosándose y evolucionando en estructuras cada vez menos atractivas, más fosilizadas, con cada vez mayor distancia entre todos sus constituyentes. Y también lo es para los directivos de unas compañías que ven cómo la generación de conocimiento específico necesario para mantener una ventaja competitiva se ve, en muchos casos, perjudicada por unos objetivos cortoplacistas que resultan muy difíciles de combinar con las necesidades de rigor y metodología del trabajo de investigación. No, no se trata de mendigar dinero de las empresas, ni de dar dinero a la universidad como si fuera parte de algún programa de RSC… se trata de, de verdad, poner en valor esa conexión. De proveer no solo de recursos sometidos al adecuado nivel de control, sino también de otros elementos: datos que analizar, personas que puedan aportar elementos interesantes, colaboraciones… se trata de construir un sistema que proporcione valor a ambas partes.

En ese entendimiento, en una colaboración mucho más próxima entre la universidad y la empresa a todos los niveles, está la clave de muchas cosas importantes. Personajes que desde si torre de marfil se dediquen a criticar y a tirar piedras al otro lado, francamente, me sobran.

 

 

 

This post is also available in English in my Medium page, “Why can’t universities and business start working together for the common good?» 

 

11 comentarios

  • #001
    Gorki - 15 julio 2018 - 14:33

    Se te ha olvidado hablar de las spin-off, empresas promovidas por cientificos basadas en la explotación de nuevos procesos, productos o servicios a partir del conocimiento adquirido y los resultados obtenidos en la propia Universidad, A mi modo de ver una explotación particular de los beneficios obtenidos con dineros públicos.

    No tengo muy claro si es algo lícito, lógico y conveniente, o simplemente una sinvergonzada

    • Isangi - 17 julio 2018 - 13:54

      No conozco esos ambientes apenas, pero imagino que habrá casos en ambos sentidos, desde el proyecto que los que hacen el spinoff lo hacen casi forzados porque ya no les dejan investigar en eso, hasta los «aprovechados» que seguramente rozan la ilegalidad.

      Espero no consideres la respuesta una perogrullada :D

  • #003
    Perico - 15 julio 2018 - 15:27

    Enrique, lo que no puede ser es que la universidad pública asuma todo el «spray and pray» y luego el sector privado capitalice el último tramo. Además, las aplicaciones de muchos descubrimientos no se encuentran hasta muchos años después en muchos casos. Joseph Fourier estaba interesado en el movimiento de cuerpos celestes; el hecho de que su transformada sea un componente fundamental en Deep Learning le era desconocido. Además, ¿qué hacemos con toda investigación que sea, por su naturaleza deficitaria económicamente pero fundamental socialmente (malaria, tuberculosis, domótica para la tercera edad…)? ¿Dejamos a la universidad pública bailar con la más fea mientras el sector privado se queda con las líneas que dan réditos económicos? ¿Por qué no crear empresa pública con base en I+D?

    • Enrique Dans - 15 julio 2018 - 16:45

      Es que no puedes interpretarlo así. No se trata de asumir nada. Se trata de que una empresa o empresas privadas contribuyan fondos para crear un centro dedicado a una temática determinada, y a partir de ahí, se busque un presupuesto para mantener los medios necesarios, entre investigadores, infraestructura y cosas más sutiles, como acceso a datos o a personas, para materializar una agenda de investigación que proporcione rendimientos tanto a los investigadores – y por tanto, a la institución – como a los socios que la financian. Eso, bien hecho, debería proporcionar estructuras eficientes tanto en el lado de la universidad, que puede razonablemente y hasta cierto punto aislarse de la cuenta de resultados, como a las compañías, que tienen que definir adecuadamente lo que buscan y tratar de colaborar para que se obtenga. En el fondo es tratar de evaluar y poner en valor las características de cada organización…

      • José Enrique - 17 julio 2018 - 23:57

        Completamente de acuerdo ahora… pero es que todo esto falta en el artículo, ¿no?

  • #006
    Guillermo hotel - 15 julio 2018 - 18:06

    La discusión no tiene sentido. Mientras tu investigación es pagada con fondos públicos debe ser abierta y pública. Lo que hagas en una empresa privada, queda en la empresa privada, pero no pidas fondos…

    Me recuerda al tema de poder poner copyright a los algoritmos, pues no. Otra olución es limitar la Propiedad Intelectual a menos años que los actuales. Otra derivada en cuanto tengas un desarrollo cualquier empresa con cuatro duros te hacen ingeniería inversa….

    Al final el modelo chino parece el más justo, copio lo que puedo y te bajo el I+D haciendo dumping. ¿huawei?

  • #007
    Perico - 15 julio 2018 - 18:49

    Ya, si yo estoy de acuerdo con que eso sería lo ideal. El problema es que el sector privado te dice «te financio este proyecto sólo si me traes resultados preliminares financiados por universidad pública». Luego toman el resultado, lo patentan, lo comercializan y si te he visto no me acuerdo (al menos en farmacología es así). Les es más rentable externalizar la parte básica que dedicar fondos a fundar un instituto científico. A la empresa privada no le sale a cuenta comenzar desde 0 y financiar sus propios centros de investigación básica, ellos empiezan desde un punto de inicio pagado con fondos públicos, y a partir de allí «lo mío para mí se queda».

  • #008
    Gorki - 15 julio 2018 - 19:29

    Yo he trabajado en un multinacional del vidrio americana Corning. Pues en el pueblo del mismo nombre, tenían un centro de investigación con 80 equipos de investigadores, cada uno con su propio horno de fundición de vidrio.

    Por supuesto no hacían investigación básica, sino aplicada, no obstante entre sus múltiples descubrimientos había muchos referentes a materiales cerámicos con propiedades sorprendentes, como vidrios flexibles, fibras de vidrio, catalizadores de humos de motores y un sin fin de cosas diversas, muchas de las cuales no se podían aplicar en esa industria y se cedían las patentes a otras.

    También esta la universidad de Steuben con una ingeniería de productos cerámicos y las relaciones entre unos y otros eran muy fluidas

  • #009
    xaquin - 15 julio 2018 - 20:56

    La empresa privada tiene una lacra que se llama «todo por los beneficios económicos» y la empresa pública tiene una lacra llamada » síndrome del funcionariado». Dudo mucho que con esas lacras pueda servir de ejemplo, cualquiere de eses modelos de funcionamiento, para extirpar el cáncer de la ineficiencia empresarial (pública o privada).

    El mundo del lobby , eso que en medios «de alta cultura» se llama mundo académico, no deja de ser un freno social permanente para el avance libre del pensamiento. La adicción al poder no solo se da entre empresarios y mafiosos.

    El tomar como pensamiento racional todo tipo de creencia lleva a montar toda una parafernalia metareligiosa en el mundo empresarial, político, deportivo… y cuando hablo de «empresarial» estoy juntando empresarios legales e ilegales (inmorales traficantes varios).

  • #010
    Cristina - 16 julio 2018 - 00:34

    Una relación que adolece de diferencias irreconciliables, si la academia no la dirigen/gestionan personas con visión util y práctica en el mercado.lo mismo con el resultado final del profesional.. Habrå universidades que lo han conseguido y otras que todavía dirimen. Pero teniendo en cuenta la evolucion de la universidad, donde un título ya no tendrå tanto peso, el artículo no aplicable tampoco…

  • #011
    Prime - 18 julio 2018 - 04:52

    Siempre he pensado que los profesionales deben de estar actualizado en cuestiones de tecnología, por que de lo contrario sin importar que tan «genio seas» no podrás estar en los estándares de este cambio global, es por esto que grandes mentes están siendo reclutadas por las grandes empresas de tecnología, y a la vez están desarrollando impresionantes adelantos en todos los campos que podamos ver, lo único malo que siempre hemos tenido como humanidad es que lo mejor solo lo alcanzan las personas con gran poder adquisitivo y los demás nos tocas lo que nos dejan.

    gran articulo Enrique como siempre ….

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