El fracaso de la vigilancia

El fracaso de la vigilancia - Expansion (pdf)

En mi columna de Expansión de esta semana, titulada «El fracaso de la vigilancia» (pdf), vuelvo a un tema que ya he tocado en muchas ocasiones anteriormente, pero que consideré importante volver, sobre todo a la luz de los últimos acontecimientos en París. He visto varios intentos de «revisitar» de manera tendenciosa y malintencionada el aforismo de Benjamin Franklin sobre la libertad y la seguridad, intentando hacer ver que es posible, o incluso «deseable» un supuesto «equilibrio» entre ambas. No es así.

Todo supuesto «equilibrio» termina cuando se amenazan derechos fundamentales como el secreto de las comunicaciones, la privacidad o la posibilidad de recurrir a sistemas de cifrado. Cuando empezamos a considerar que todo aquel que busca o demanda privacidad o secreto para sus comunicaciones es porque está haciendo algo malo, todos perdemos. Perdemos porque los derechos fundamentales no se definieron por capricho ni por casualidad, pero sobre todo, porque la supuesta «ganancia» no es tal, y en realidad, no existe. Utilizar los atentados para justificar una mayor vigilancia es una falacia de primer orden, porque precisamente esos atentados son la prueba de que esa vigilancia no funcionó, y no funcionará por mucho que la hipertrofiemos hasta los límites del absurdo.

Los intentos de los gobiernos de crear sistemas de vigilancia, de incrementar el control o de eliminar todo posible recurso comunicativo que escape a su control no tienen nada que ver con la seguridad. No nos ofrecen seguridad, como es tristemente evidente con casos como el atentado de Boston o el de París, porque lo que en realidad intentan, lo que supone su verdadero objetivo, es reducir toda posibilidad de insurgencia, de protesta o de cambio. La oferta de más seguridad es completamente falsa, es un engaño que oculta un liberticidio. Como ciudadanos, es fundamental defender nuestro derecho a comunicaciones seguras, al uso de herramientas de cifrado o a no sentirnos constantemente vigilados. Quien nos haga la envenenada oferta podrá ser Rajoy, Cameron o el mismísimo Obama, pero es fundamental rechazarla de plano. Es un fraude y una mentira.

A continuación, el texto completo de la columna:

 

El fracaso de la vigilancia

Los brutales atentados de París parecen estar generando un replanteamiento de los derechos fundamentales de los ciudadanos: empezamos a escuchar noticias que hablan de una posible “Patriot Act a la europea”, un paquete legislativo que incrementaría sensiblemente los niveles de vigilancia sobre las comunicaciones y movimientos de todos los ciudadanos.

La cuestión genera auténtico estupor: ¿vigilar más las fronteras porque unos ciudadanos franceses han atentado en Francia? Nos plantean una falsa dicotomía, que afirma que solo es posible obtener más seguridad recortando derechos fundamentales como el secreto de las comunicaciones. Si intentas tener privacidad, seguro que es porque estás tramando algo malo.

Si algo demuestran los atentados de París es que los sistemas de vigilancia masiva no funcionan a la hora de proporcionar más seguridad. El año pasado, Francia aprobó una de las leyes de vigilancia más restrictiva y dura de toda Europa, pero al igual que pasó con la Patriot Act en los Estados Unidos, no sirvió absolutamente para nada. Las autoridades francesas tenían tan localizados a los Kouchi en París como las norteamericanas a los Tsarnaev en Boston… pero en ninguno de los casos sirvió para predecir o detener los atentados.

La vigilancia masiva solo sirve para saturar a las autoridades con cantidades absurdas de información, y para poner bajo una vigilancia injustificada e injustificable a millones de ciudadanos inocentes.

Todo gobernante lleva dentro un obseso de la vigilancia, sediento de datos y de control. Pero la seguridad no se obtiene con más vigilancia. Abrir mensajes, prohibir el cifrado o controlar las páginas que leemos les fascina, pero no sirve para impedir atentados. No funciona. No te lo creas. Es una falacia. Los sistemas de vigilancia masiva han fracasado.

 

This article is also available in English in my Medium page, “The failure of surveillance«

5 comentarios

  • #001
    Enrique González - 23 enero 2015 - 12:53

    Depende de como definas fracaso. Si significa impedir todos los posibles atentados que se pueden producir entonces estamos de acuerdo. Pero la realidad es mas compleja, y no me cabe la menor duda de que detrás de estas iniciativas también hay gente bienintecionada que piensa que se puede impedir un buen número de atentados mediante el espionaje masivo.

    Y me temo que tienen razón (En parte) en cuanto a la efectividad de un espionaje masivo. Es un sistema que se puede burlar, y con un peligro potencial enorme para las libertades individuales. Pero de ahí a decir que no sirve para nada media un abismo.

    Sin extenderme en detalles técnicos diré que las matemáticas en las que se basan estos sistemas se llevan usando en el espionaje y otros ámbitos desde la segunda guerra mundial, y han demostrado su efectividad. Son métodos estadísticos, por lo que no garantizan un 100% de acierto y pueden dar falsos positivos (Otra razón para no usarlos).

    Por lo tanto la verdadera pregunta es si queremos renunciar a nuestra privacidad a cambio de seguridad. Y hay sobradas razones para no hacerlo. Pero me temo que la efectividad de las medidas no son una de ellas.

  • #002
    Antonio Castro - 23 enero 2015 - 13:05

    Enrique, yo no cuestiono el hecho de que la vigilancia masiva sea un sistema inasumible en una democracia, pero tratándose de temas muy reservados e ignorando el número de atentados que se han prevenido y si esta prevención tuvo algo que ver con las prácticas de vigilancia masiva, o no, me parece imprudente afirmar que un fracaso absoluto como el ocurrido en en Francia demuestra algo en un sentido o en otro.

    Prefiero basarme en el sentido común para afirmar que la vigilancia masiva servirá para espiar a los inocentes, a los incautos y a los desprevenidos, pero no para combatir organizaciones criminales que han convertido en ciencia el arte de moverse en el seno de las sociedades democráticas sin llamar la atención.

    Las mezquitas que usan estos criminales no son de dominio público, y la mensajería que usen tampoco creo que circule por las autopistas públicas de la información. Lo que si podría circular por ellas es información falsa con intención de desviar la atención a donde convenga.

    Es más, sospecho que el argumento del terrorismo lo mismo que el de las violaciones a la propiedad intelectual, se está usando para meter mano a informaciones de otro tipo con intereses oportunistas e inconfesables. Ya no nos tratan como a borregos. Nos tratan como a un cultivo de grillos destinado a la alimentación de reptiles.

  • #003
    Enrique González - 23 enero 2015 - 13:50

    #002 Antonio. Lee mi comentario otra vez. A mi tampoco me convencen estas medidas, pero no por su ausencia de efectividad. Se podría argumentar mucho y muy convincentemente en contra de ellas. Cuestionar su efectividad no es el mejor de los argumentos.

    Y aunque parezca algo poco intuitivo, la conducta que describes para evitar llamar la atención, es precisamente la hace que salten las alarmas en un sistema como el que plantean. No te fíes del sentido común en estas cosas, porque nuestras intuiciones, cuando hay grandes números de por medio, no valen gran cosa.

    Por poner un ejemplo. Creo que en Little Brother de Cory Doctorow se explica de forma amena como y porqué un sistema de espionaje masivo funciona (Aunque trata mas de los peligros de semejante sistema). Por aclarar mi postura: No estoy a favor, pero la efectividad no es el problema.

  • #004
    Xaquín - 25 enero 2015 - 00:24

    La vigilancia masiva solo sirve para saturar a las autoridades con información absurda ( y malintencionada)… parece hablar de la pedagogía basada en la masiva memorización… también muy eficiente, por cierto!

  • #005
    Juan Carlos - 25 enero 2015 - 13:44

    Hola.
    Me parecen acertadas todas las opiniones, es lo que pasa cuando se mira un problema desde distintos ángulos, cuando se estudia en profundidad.
    Le doy la razón a todos. Mi opinión coincide con la de Antonio Castro (comentario #2) en lo referente a que solo servirá para espiar a incautos y desprevenidos y no a organizaciones criminales. También con Enrique González (cometario #3 y #1) la intuición de poco o nada sirve, ¿queremos renunciar a nuestra privacidad en favor de la seguridad? Ese es el dilema.
    No hace mucho oí que utilizan estas herramientas de la web 2.0 a su antojo y con triquiñuelas que los lerdos en estas lides, como yo, nos sorprendemos por su simplicidad. Baste como ejemplo: En una cualquiera de esas plataformas de contactos y correos, llámese por ejemplo face…, yo en mi correo dejo el mensaje en el borrador sin mandar, el interesado, conocedor de mis claves, lo abre, lo lee y obra en consecuencia tras borrarlo; y el correo jamás circuló por la red. Simple y efectivo, dicen.
    Como todo, qué difícil es dar en la tecla.
    Pasad un buen día.

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