De la música a los libros: aprendiendo de los errores de otros

Rob Reid, el fundador de Rhapsody del que ya hablamos cuando expuso las alucinantes matemáticas del copyright en una TED Talk titulada «El iPod de los ocho mil millones de dólares«, escribe esta vez un fantástico artículo en Wall Street Journal titulado «What to do when attacked by pirates«, en el que cuenta cómo la actitud de la industria de la música con respecto a las descargas fue lo que, en realidad, dio lugar a la aparición de un mercado secundario, mientras que la industria editorial parece estar reaccionando de otra manera.

En efecto, la industria de la música manifestó desde el primer momento una actitud obstruccionista, como creyendo que podían detener el avance y la adopción de la tecnología, actitud que muchos directivos en esa industria todavía mantienen a día de hoy. El intento de detener los reproductores MP3 mediante demandas a los fabricantes o la negativa a licenciar musica para tiendas online fueron la manera perfecta de dar lugar a una demanda desatendida que, lógicamente, encontró otras maneras de hacer las cosas al margen de la industria. Mientras los clientes se volcaban hacia la red, la industria insistía en boicotearla completamente. Cinco años otorgando un monopolio de facto a plataformas al margen de la industria dan para el establecimiento de hábitos en los consumidores que posteriormente son muy, muy difíciles de borrar, y más si insistes en seguir siendo el enemigo de tus clientes.

En el mundo editorial, al menos en algunos mercados, las cosas han sido diferentes. El lanzamiento del Kindle fue el punto de inflexión: en el momento de su puesta en el mercado, podías encontrar alrededor del 90% del catálogo de best-sellers disponible para su formato. Obviamente, esto no ha impedido que aparezcan páginas de descarga irregulares al magen de la industria, pero sí ha servido para que, en gran medida, éstas no den lugar a un efecto real de canibalización sobre las ventas. Teniendo una alternativa cómoda, atractiva, sencilla y a un precio relativamente razonable, muchos usuarios optaron por seguir esa vía. No se trata de que la industria editorial no tenga problemas: demandas por fijación de precios, dominio fortísimo de Amazon, etc. pero al menos, como concluye el artículo, no puede decirse que la industria «optase por la auto-inmolación».

En el fondo, se trata de observar los hábitos de los early-adopters y esforzarse por proporcionar una respuesta como industria en el momento en que dichos hábitos aparecen, sin esperar a que se conviertan en generalizados. Como comentaba en mi conferencia el pasado miércoles en Publidisa ante muchas personas de la industria editorial, lo fundamental es «mirar a los frikis«, dicho sea con todo el respeto y el cariño de quien se siente uno y cree que, por supuesto, terminaremos por dominar el mundo.

¿Ha sido la experiencia en España parecida a como la describe Rob Reid en su artículo del Wall Street journal? Por el momento, yo diría que no. Ni por disponibilidad de catálogo, ni por precios, ni por actitud. Y francamente, no sé que es más importante o qué condiciona más el futuro de la industria: si la falta de catálogo que lleva a los usuarios a buscar en la oferta irregular, si los precios tan solo un par de euros por debajo de la edición de papel que les hacen sentir que se les toma el pelo, o si Lara insultando a los usuarios de internet y reclamando que se les persiga con leyes más duras. Lo que sí sé seguro es que ninguna de las tres cosas es en absoluto positiva para la industria.

En cualquier caso, el artículo del WSJ es un complemento muy bueno para mi charla de hace unos días, y toda una lección sobre cómo entender la disrupción. Una lectura muy recomendable.

11 comentarios

  • #001
    Antonio Garcia Saenz - 4 junio 2012 - 15:00

    Futuro. Futuro es ahora 2012 una palabra devaluada, sombria, la gente no tiene ni ganas de verla. No se menciona apenas ahora. «No se puede poner puertas al campo» aquello tan repetido a la saciedad, pero señores amigos mios, el campo no son las editoriales las discograficas y demas … no desde luego » hoy no se les puede poner puertas a las editoriales», yo mismo tengo multitud de libros recien salidos a precio de 20 o 30 euros que no me cuestan nada. Por que si que «le pongo puertas a mi casa, mi empresa» ya que hay es donde intento atesorar y producir las riquezas, porque sera?.

    Vamos viendo como el «campo que no se le pueden poner puertas» por tanto se va transformando en un desierto arido, cada vez con menos y menos riqueza verdadera, y si lleno de cardos alli y aqui, y donde encima cada vez sera mas peligroso ir por culpa de los aracranes, esto ni empieza nos queda lo peor por ver. El futuro, ya ni ganas de verlo la gente …

  • #002
    Max_power04 - 4 junio 2012 - 19:24

    Lo más facil es echarle la culpa a la piratería y perder esfuerzo y dinero en poner DRMs y cortapisas que al final afectan a todos los usuarios. Al final sólo se logra que sea más sencillo utilizar plataformas alternativas que las de pago.

  • #003
    Paz - 4 junio 2012 - 19:44

    Tuve la suerte de asistir a la conferencia que impartió en el Foro Publidisa. Fue, con diferencia, la charla más amena y más productiva del encuentro. Me interesó fundamentalmente la defensa que hizo usted de las publicaciones sin DRM. Creo que ese es el camino.
    Gracias por sus ideas. Al mundo editorial le hacen falta.

  • #004
    Gorki - 4 junio 2012 - 19:55

    Es curioso que la mayoría de las ramas de la literatura como la poesía, el drama, las biografías, el ensayo, el comic, etc. etc. nunca fueron cuidadas por las editoriales debido a la corta perspectiva de tiradas que tenían y en la mayoría de los caso fueron los propios autores de esas materias, los que se autoeditaron o consiguieron financiación para ello a través de un mecenazgo.

    Casi tan solo dos ramas, la novela y el libro de texto, fue cuidada por los editores, porque las ediciones eran lo suficientemente largas para hacer de ello un buen negocio. Pese a ello, nunca los editores levantaran la voz preguntándose de que va a vivir el dramaturgo, el poeta o el filósosfo, pero cuando se ha tocado la novela, todos ven el cataclismo, no de su negocio, sino de la cultura y hacen la famosa pregunta, ¿de qué va a vivir el escritor?.

    ¿De qué va vivir el escritor?. De lo mismo que vive el dramaturgo, el poeta, o el ensayista. De su trabajo claro está.

    Igualmente con el progreso, no ahora sino siempre, han cerrado multitud de sectores que quedaron obsoletos y nunca los editores les pareció mal el progreso, pero cuando el progreso pone en peligro sus chiringuitos editoriales, claman por el paro que se produce, cuando lo cierto, es que ya hoy mismo, solamente de regentar locutorios de internet, vive más gente de los que han vivido de la industria editorial.

    Me parece bien que pidan árnica para su situacion laboral/profesional, pues estanen su derecho y hasta puede que se merzcan una ayuda, pero que dejen ya de amenazarnos con un cataclismo cultural, cuando precisamente Internet está haciendo más por la difusión de la cultura que hicieron ellos jamás. ¿Cuando tuvo a su alcance cada española una enciclopedia como la Wikipedia, o un atlas como Google Maps, o tanto acceso a la poesía como encuentras ahora por Internet? ¿Es que eso no es «riqueza verdadera»? ¿Es solo «riqueza verdadera» lo que gana Planata o Anaya?

  • #005
    NIKO - 4 junio 2012 - 21:10

    La música…

  • #006
    juan Urrios - 5 junio 2012 - 08:06

    Enrique totalmente de acuerdo contigo, los músicos se equivocaron radicalmente, y diría mas, salvo honrosas excepciones no querían trabajar pretendían seguir subidos a su carro de compre usted un cd de 15 € del solo quiere una canción, rarísima vez se compraban albumnes. O cambian mas aún y se dedican al directo y a los conciertos o no tienen nada que hacer, es imposible ponerle puertas al campo, van tarde, mal y a la rastra, algo así le sucede también al cines español que quiere seguir en el eterno y dulce sueño de las subvenciones cuando facturan menos de lo que reciben por ello, eso es igualmente insostenible en una industria que queramos o no es privada.
    Los libros por el contrario lo están haciendo bastante bien, a pesar de la opción ya muy popularizada de los ebooks, que sin duda tiene su practicidad por ejemplo para viajes etc., sigue existiendo la tradicional y cada uno toma lo que mas le conviene e incluso ambas opciones.
    Un abrazo

  • #007
    Ana - 5 junio 2012 - 12:48

    Empezaré con un: «Como siempre, España es diferente!!»

    Hace poco asistí a una mesa redonda donde un editor declaró que su editorial no piensa adoptar el formato electrónico: “si se deja de editar en papel, nosotros cerraremos el «chiringuito»”, con esta rotundidad!

    También hace poco asistí a otra conferencia donde uno de los ponentes comentó «todo lo que es susceptible de ser digitalizado, tiende a ser gratuito».

    Entre las dos posiciones, hay camino por recorrer!! y como dice Paz, mejor sin DRM.

    El monopolio en la industria Editorial es muy grande y la legislación aquí es muy restrictiva (por no decir, proteccionista), el precio de los libros es fijo, ABACUS y FNAC ya sufrieron sendos toques de atención por intentar hacer más descuento del permitido a sus clientes. El IVA para el papel es el 4%, para el formato electrónico el 18%, me parece un poco discriminatorio, cuando estamos hablando del mismo contenido!

    Amazon no ha ayudado a cambiar ese concepto, pero se le tiene que reconocer el mérito en otros aspectos y realmente fue un acierto sacar el kindle con el 90% de best-sellers disponibles para ese formato. Pero cuanto tiempo ha tardado en aterrizar en España??

    De todos modos, al libro electrónico le queda camino, hasta la llegada de las «tablets» adaptar un libro técnico (gráficos, fórmulas matemáticas y/o fotos a color) a formato digital era un verdadero quebradero de cabeza o simplemente imposible.

  • #008
    Gorki - 5 junio 2012 - 13:19

    #007 Ana
    En cierta medida entre el el libro y el e-book hay un cierto paralelismo con lo ocurrido entre el cine y el teatro.

    Cuando apareció el cine, solo unos pocos de los empresarios teatrales se pasaron a hacer cine, la mayoría continuaron haciendo teatro. Algo parecido ocurrirá con los ebooks, solo unos cuantos pasaran a hacer ebooks, el resto seguir haciendo libros.

    De los que hicieron cine. comenzaron a fotografiar teatro hasta que algunos se dieron cuenta que el cine era otra cosa y tenía su propio medio de expresión, el lenguaje cinematográfico. De los que hacen ebooks comenzaron por «scannear» libros, (formato epub, pdf, etc), hasta que algunos se den cuenta que el e-book es otra cosa y tiene su propio medio de expresión el lenguaje netgrafico.

    Muchos pronosticaron que el teatro no podría sobrevivir ante el éxito de público del cine y efectivamente el teatro cambio radicalmente y de ser un sitio donde se iba a pasar la tarde, se transformó en un lugar donde se asiste a un acto cultural, (se va a neditar en una obra), o por el contrario se va a reir, en monólogos u obras ligeras de dos personajes, o en musicales, cosas todas que ya existían, pero que se diluían ante la pujanza del teatro de consumo con c amplas conpañias estables que eso si que pereció. Muchos pronostican que el libro desaparecerá frete a la fuerza del ebook y efectivamente tendrá que cambiar, dejará de ser un el objeto donde se lee en el metro, en la mesilla de noche y en el dia de fiesta, para ser otra cosa, que no vislumbro todavía, donde las ventajas de la edicion del papel son superiores a la «edicion líquida» del soporte digital, pero que ya parece que empieza a definirse, los facsimil de libros históricos, el sudoku, el libro de crucigramas, los recortables infantiles o que se pueden pintar, el libro clásico, los libros profusamente ilustrados, los libros donde el enmaquetado y la tipografía es muy importante etc. etc.

    Estoy convencido que el libro de papel encontrará su sitio como lo encontró antes el teatro y quizá dentro de unos años sea el ebook el que pase por una crisis mientras que el libro esté boyante, como ahora pasa con el cine en crisis mientras que hay más espectáculos de teatro que nunca.

  • #009
    Enzo - 5 junio 2012 - 22:06

    Yo ni loco pago por un libro virtual al menos que sea directamente para el/los autores. La empresa editorial pretende cobrar lo mismo que un libro de papel cuando no tiene gasto alguno practicamente.
    Tema aparte, personalmente me gusta más tener el libro físico y no virtual.

  • #010
    Ana - 6 junio 2012 - 10:24

    Me hubiera gustado asistir a la conferencia y oír el punto de vista de Enrique, y es evidente que la evolución del sector editorial y por ende el de la creación de contenidos, es un debate que da para mucho! :-)

    Como muy bien explica Gorki #008, con su analogía entre el teatro/cine, el papel y los e-books no tienen que ser excluyentes unos de otros. Estoy completamente de acuerdo que no es lo mismo un pdf (bien sea un scanner o directo de la maqueta) que un e-book interactivo y que utilice todas las funcionalidades que hoy nos proporciona la tecnología. El tema es que para una novela/best-seller, muchos editores piensan que tiene poco sentido destinar esfuerzos y más cuando la mayoría de lectores tampoco admiten muchas “virguerías”.

    Aquí es donde doy respuesta a Enzo #009 y entiendo su posición de no pagar por un libro electrónico (best-seller), pero cuando hablamos de auténtico e-book, el coste de desarrollo es alto, si bien es cierto que hacer el esfuerzo tiene más sentido si por ejemplo imaginamos un libro de medicina con fotos a todo color, que se puedan ampliar o reducir en función del momento, para apreciar mejor el detalle, donde el estudiante pueda elegir si aparecen o no las leyendas de anatomía, mientras memoriza las partes del cuerpo, y no tenga que cargar con «tochos» de 500 pág., o un libro de arquitectura, que te permita ver planos en varias dimensiones, sobreponer imágines o interactuar con el contenido, que un libro de matemáticas (tanto da que sea para niños como para futuros economistas o ingenieros) te plantee ejercicios, haga la autocorrección de los resultados, etc., para esto los “e-readears” no sirven y es donde las “tablets” aun teniendo un precio más alto, nos permiten experimentar al 100% un auténtico e-book. Conseguir estas funcionalidades precisa de un desarrollo técnico y gráfico más complejo que el de maquetar un libro en papel y amortizar el coste no siempre es fácil, ya que son productos susceptibles de muchos cambios/mejoras … y eso suele suponer más inversión.

    Si entramos en el sector de la educación superior, donde mucho contenido tiende a estar en acceso abierto o bajo licencia “creative common” de forma gratuita, la cuestión que se plantea es, quien sufragará los costes?

    Finalmente diré que personalmente a mí también me gustan los libros en papel, el olor a tinta, el tacto del papel, pero reconozco las ventajas de según qué libros electrónicos, simplemente son experiencias distintas … y no estoy hablando del precio.

  • #011
    Chema García - 6 junio 2012 - 10:34

    Gracias Enrique por tu participación en el pasado eForo de Publidisa. Efectivamente se cumplió el objetivo de contar con alguien que «desde fuera del sector» pudiera aclarar algunos conceptos básicos a los profesionales.
    De todas formas, debo realizar un alegato a favor de los editores. He tenido la oportunidad de reunirme con miles de ellos en más de 11 años en Publidisa. Editores de España pero también de latinoamérica y de otros países.
    La mayoría, por supuesto, están convencidos de la evidencia de ese cambio de modelo.
    Otra cosa es cómo acometerlo, por dónde comenzar cuando los recursos son limitados (no sólo económicos , pues por ejemplo, en la mayoría de las editoriales el personal sólo sabe hacer libros en papel etc…).

    Para mí otro error consiste en pensar que el editor es prescindible. Por supuesto lo será si sólo aporta un valor «productivo» y «logístico». Tal vez en novela , donde el autor y la obra en sí son la clave, esto puede llegar a suceder más, pero no en temáticas especializadas, ensayo etc… donde la labor del editor es clave para presentar calidad a los lectores.

    Bueno en cualquier caso Enrique nos dio alguna pista y para mí la clave fue el final en el que se apuntó a una transformación del concepto «producto» (llámese libro) por «servicio» (llámese contenido de calidad, actualizado, accesible en tiempo y en forma, en todos los formatos, a un precio razonable y con un reparto justo entre los distintos actores de la industria y los creadores).

    un abrazo Enrique y nos vemos a la próxima

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