Negar la evidencia científica sobre el cambio climático en pleno 2025 no es solo absurdo e irresponsable: es además una muestra descarnada de estupidez estratégica. Cuando la ciencia ya no deja espacio para la duda, con temperaturas récord, fenómenos extremos multiplicándose y glaciares desmoronándose a la vista de todos, persistir en el negacionismo climático es equivalente a querer tapar el sol con un dedo.
Y sin embargo, ahí tenemos a Donald Trump, reincidiendo en su enésima cruzada contra la evidencia, prometiendo rescatar al carbón, dinamitar la transición energética y retirar a Estados Unidos de cualquier compromiso serio contra la emergencia climática.
Lo que Trump no entiende, o peor, lo que entiende pero sacrifica en el altar de sus intereses políticos a corto ...