La aprobación casi unánime de la Take It Down Act en el Congreso de los Estados Unidos (409 votos a favor frente a 2 en contra) era, a primera vista, absolutamente predecible. ¿Quién podría oponerse a una ley que criminaliza la publicación de imágenes íntimas no consentidas, incluidas aquellas generadas artificialmente mediante deepfakes? En un entorno donde la tecnología facilita cada vez más la creación de contenido falso y potencialmente devastador, proteger a las víctimas parecía, sin duda, urgente y necesario.
Sin embargo, como ocurre tan a menudo, el diablo está en los detalles. Que una ley obtenga una aprobación rápida y casi unánime, algo rarísimo en el clima político actual, suele ser un síntoma de que los intereses de los políticos están en juego. ...