¿A dónde va Fitbit?

Fitbit + Pebble + VectorLa evolución de Fitbit, una de las compañías decididamente pioneras en el entorno de la cuantificación personal, parece estar experimentando una reciente evolución interesante y decididamente ambiciosa: tras la adquisición de Pebble del pasado diciembre y la recientemente anunciada de Vector, en ambos casos operaciones que interrumpen completamente la actividad de las compañías y las integran completamente en el flujo de desarrollo de Fitbit, todo indica que la empresa está apuntando al posicionamiento dentro del complicado mercado smartwatch, más allá del espacio que ocupaba como simple dispositivo cuantificador con algunas funciones adicionales.

El quién es quién en toda esta operación es relativamente sencillo de trazar: Fitbit fue en su momento la compañía pionera en el espacio del quantified self, fundada en 2007, desarrolló un mercado muy interesante en torno a esta categoría con una amplia gama de dispositivos de distintos tipos – trackers para llevar colgados en el cinturón, como pulseras, pero también básculas, etc. – y salió finalmente a bolsa en junio de 2015. Alcanzó su cotización récord, casi $48 por acción, en torno a un mes después de su salida, y desde entonces, no ha parado de caer, hasta llegar actualmente a cotizar en el entorno de los $7.

La adquisición de Pebble estuvo posiblemente basada en la oportunidad. Una compañía elevada a los altares por las habilidades comunicativas de su fundador, Eric Migicovsky, y su impacto en un fenómeno, el crowdfunding, que entonces despegaba, la situaron como compañía líder en recaudación por proyecto en dos ocasiones, con unos diez y unos veinte millones de dólares para su primer modelo – en puridad el segundo, porque antes habían fabricado y vendido uno para BlackBerry – y su último, el Pebble Time. Muchos atribuyen a Pebble el despertar de la categoría smartwatch: al convertirse en el primer producto que alcanzó cierta popularidad en este segmento, inspiró a muchas compañías de electrónica de consumo a lanzar sus propios modelos, y a muchos usuarios a adquirirlos. Sin embargo, el mundo corporativo no es tan sencillo como tener un buen producto, fabricarlo y venderlo, y la compañía estaba, en el momento de la adquisición por Fitbit, al borde de la quiebra. Tras la adquisición, en torno a un 40% de sus trabajadores han recibido ofertas para permanecer en Fitbit.

Vector es un caso diferente. Con desarrollo en Rumanía, sede corporativa en Londres y ex-ejecutivos de la industria relojera (Citizen, Bulova y Timex) y de la electrónica de consumo, la compañía pasa por ser una de las más eficientes a la hora de plantear especificaciones: dispositivos con pantalla de tinta electrónica, con buen diseño, buenos componentes – acero inoxidable y cristal de calidad elevada – una resistencia al agua de 50m. y, sobre todo, una duración de batería estimada en torno a un mes, hablamos de un producto decididamente interesante, aunque como en el caso de Pebble, es posible que le faltase la escala suficiente como para competir a alto nivel. Aún así, había captado ya dos millones de dólares y preparaba una ronda adicional. De nuevo, la compañía ha anunciado que no continuará con sus líneas de producto, y que se integra en la estructura de Fitbit.

Con estos elementos, todo indica que Fitbit se prepara para el lanzamiento de un smartwatch basado en una pantalla de tinta electrónica para competir con el líder de la categoría, el Apple Watch, y así parece indicarlo la propia Fitbit. La idea seguramente sería ofrecer una duración de batería elevada – uno de los problemas que muchos achacan a los smartwatch – y una orientación muy fuerte al mercado de la cuantificación. Posiblemente, la idea sería poner en el mercado un smartwatch con una buena integración con el smartphone y alertas bien diseñadas, que no hubiese que dejar en la mesilla de noche cargando a diario para así poder entrar en el mercado de la cuantificación del sueño nocturno, y con un buen enfoque a la cuantificación de la actividad física, tema en el que Fitbit siempre ha destacado especialmente. La marca cierta tiene reputación de cerrada porque, cuando Apple la expulsó de sus tiendas, tomó la decisión de no permitir la compatibilidad de sus datos con la aplicación de salud del iPhone al considerar a Apple como un competidor, pero esa posición no parece una cuestión de principios, sino simplemente una reacción competitiva a una compañía en concreto.

¿El problema? Por un lado, Fitbit no tiene, en su situación de cotización actual, recursos precisamente ilimitados. Por otro, la categoría smartwatch aunque esté muy lejos de ser un fracaso, no está resultando tampoco particularmente efervescente: quienes querían un smartwatch se lo han comprado y lo han probado ya, y quienes no, se incorporan al mercado con bastante lentitud. El líder de la categoría, Apple, que llegó a tener una participación de mercado del 70% en el tercer trimestre de 2015, pero había descendido al 40% a finales de 2016. El otro competidor importante, Google con Android Wear, está pendiente de una actualización de su sistema, y también es susceptible de generar una cierta tracción derivada de su estrategia de colaboración con múltiples marcas.

Como mercado, el del smartwatch no resulta particularmente sencillo. ¿Puede una compañía como Fitbit, tras hacerse con unos activos de expertise indudablemente buenos, aspirar a competir con monstruos como Apple, Google y otros en esta categoría? ¿Puede plantearse alcanzar ese sweet spot de prestaciones en el que los usuarios llevamos nuestro reloj con despreocupación durante muchos días, simplemente poniéndolo a cargar cada bastante tiempo como hacemos con dispositivos como un Kindle y olvidándonos casi el resto del tiempo de que funcionan con electricidad, compatible con iOS y Android, y con una buena funcionalidad de alertas y de cuantificación de la actividad física y la salud? Si es capaz de conseguirlo, podría tener un hueco interesante en el mercado wearable, aunque ello implique competir con compañías como Apple que, debido a la elección de otras tecnologías en lo referente sobre todo a la pantalla, plantean modelos de uso completamente distintos, en los que no son capaces de plantearse salir de la rutina de la carga diaria. En cualquier caso, competir ahí no parece, decididamente, una tarea fácil.

 

ACTUALIZACIÓN (30/01/2017): por el momento, las cosas no pintan bien. La compañía anuncia el despido de un 10% de sus trabajadores, citando ventas por debajo de lo esperado en un trimestre inusualmente desfavorable que parece estar perdiendo interés por las pulseras de control de actividad física…

 

 

This post is also available in English in my Medium page, “Whither Fitbit?»

 

8 comentarios

  • #001
    Gorki - 11 enero 2017 - 17:19

    Si yo hiciera un smartwatch

    1º) No me importaría hacerlo un poco mas voluminoso si pusiera tomar energía sin necesidad de enchufarlo, bien por del movimiento natural de la muñeca, con un peso rotatorio, bien con células fotoeléctricas en pulsera, o incluso (si fuera posible) mediante placas de Peltier aprovechando la diferencia de calor entre la muñeca y el aire que la rodea.

    2º) De no ser posible lo anterior, situaría la batería principal en la pulsera del reloj y en el reloj sólo una para no perder los datos cuando se desconecte , y lo vendería con dos baterías, de modo que se utilizara una hasta que se cambiara por la otra y se pusiera a recargar. Me parece una tontería tener que quitarte el reloj por la noche, cuando lo más interesante a controlar de tu salud, es si padeces apnea nocturna o si roncas.
    .
    3º) Por supuesto lo haría sumergible y resistente como cualquier reloj deportivo. No tiene sentido tenerlo que quitar cuando vas a nadar o jugar al tenis.

    4º) Trataría que las relaciones usuario /smartwatch se hicieran por voz tipo Alexa o Siri, El smartwatch no es adecuado para tener una pantalla tactíl ni botones, ni mucho menos teclados.

    4º) Aumentaría su memoria de modo que pudiera conservar los datos aun estando lejos del smartphone. En la mediada de lo posible lo haría independiente del smartphone, aunque hay cosas imposibles sin él como es recibir los SMS, por tanto haría que en lo imprescindible siguiera unido a CUALQUIER smarphone, pero limitando esa dependencia a lo imprescindible. Mi ideal a medio plazo, seria terminar cualquier dependencia del smartphone, e incluso dejarlo como una pantalla tonta del smartwatch adecuada para leer mas cómodo y hacer fotos. .

    5º) Trataría de encontrarle cuanto antes utilidades para los que no se preocupan nada por la tensión que tienen, el pulso, lo que andan y las calorías que comen o consumen, pues el mercado de quienes se preocupan de esas cosas, ha demostrado ser muy limitado.

    El otro problema actual es que cuando a una persona consigues venderle un smartwatch, lo probable es que cubras la necesuidad por lo que se le compró, por ejemplo medir lo que anda al dia, le dure años y no sienta necesidad de cambiarlo por otro hasta que se caiga a trozos, porque no le aumentan las necesidades. En consecuencia es un mercado que en el mejor de los casos, es pan para hoy y hambre para mañana, igual que les pasa a los fabricantes de ratones, (bien ya los han hecho inalambricos, ¿y ahora que?. Vendes uno con mucho esfuerzo y has perdido un cliente por quinquenios.

    Sólo puedes superar eso, si consigues que el smartwatch pase a ser realmente un elemento imprescindible parqa el individuo, como lo era el reloj tradicional antiguamente y lo es hoy el smatwfome, y eso solo se conseguirá si sustituye al 100% las utilidades del smartphone,

    En mi opinio un super-smartwatch mas unos pinganillos manos libres y una pantalla esclava del smartwatch, para ciertos usos como leer noticias y mensajes y hacer fotos y películas, es lo único que puede hacer al smartwach imprecindible, tomando el pulso solamente y dependiendo del smartphome no va a ninguna parte.

    • Toronjil - 11 enero 2017 - 21:50

      Este reloj de la española Leotec se acerca:

      https://www.youtube.com/watch?v=_HXo0ZQpI24&app=desktop

    • Jump - 12 enero 2017 - 15:39

      Buen análisis

    • Ivan Alvarez - 12 enero 2017 - 20:15

      Excelente comentario/análisis del segmento smartwatch GORKI. Coincido prácticamente en todo como -las más, sufrido- usuario de diferentes modelos. Añadir que me siento traicionado por un lado por PEBBLE (decepcionante historia la del crowfunding del Time 2) y por otro decepcionado con FITBIT incapaz de sacar más provecho de su oferta actual por lo que dudo que sean capaces de crear un producto decente aún habiendo adquirido el conocimiento de PEBBLE y VECTOR. Y en ambos casos no solo compraron ingeniería sino que se deshicieron de la competencia justo antes de la campaña navideña: hat trick!

  • #005
    Isangi - 12 enero 2017 - 10:10

    Pues aunque, soy capaz de darle cierta perspectiva, si yo fuera usuario de alguna de las 2 marcas compradas, me sentiría decepcionado o cabreado con Fitbit por dejarme con un pisapapeles muy caro en mi muñeca.

  • #006
    Ivan - 12 enero 2017 - 14:53

    Y en tu opinión, la cuantificacion que llevaría este futurible smartwach , seria en plan «pro» como garmin o suunto, los reyes en cuanto a relojes deportivos puros y duros o algo mas light ?

    Yo estaba esperando a esta nueva generación, tanto de suunto como de garmin, para ver si me daba , una experiencia completa tanto, en deportes indoor como outdoor , pero no ha sido el caso

    Estos, me darian una muy buena experiencia , en ciclismo, alpinismo , treking etc, pero no en escalada indoor, pesas y o circuitos combinados

  • #007
    Gorki - 26 enero 2017 - 14:37

    No sabia nada del tema de como obtener energía del cuerpo cuando lo escribí, simplemente pensé que esa era la forma más lógica de obtener energía para el reloj sin tener que enchufarlo.
    Parece que no fui el único en pensarlo.

    Nace el reloj inteligente que no necesita enchufe, se alimenta del calor corporal
    http://www.technologyreview.es/movil/52437/nace-el-reloj-inteligente-que-no-necesita-enchufe/

    • Ivan Alvarez - 26 enero 2017 - 16:13

      ¡Muy buen aporte Gorki! Gracias por compartirlo. Parece que se están haciendo muchos trabajos entorno a la termoelectricidad, que por cierto ya es un viejo campo de estudio, los soviéticos ya hicieron desarrollos en su día. Parece que el problema actual es cómo producir electricidad cuando la diferencia de temperatura entre el cuerpo y el ambiente se disipa (p.e: en verano o países con climatologías más benignas) Tendremos que esperar aún un poco más me temo…

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