Entrevista en Capçalera, la revista del Col.legi de Periodistes de Catalunya

Àlex Barnet, de la revista Capçalera, del Col.legi de Periodistes de Catalunya, me hizo unas cuantas preguntas para un dossier sobre el fenómeno Wikileaks y la profusión de mini-Wikileaks, el «wikileaking», o las nuevas páginas con intención afín que parecen querer surgir como champiñones desde que la primera saltó a la fama. El artículo, escrito en catalán, se titula «El ‘wikileaking’ s’estén per Internet«.

A continuación, siguiendo mi práctica habitual, el intercambio completo de preguntas y respuestas que mantuve con Àlex:

P. ¿Podemos pensar que el «wikileaking» es un sistema de recogida de información que, más allá del fenómeno Wikileaks, va a quedar en Internet y se utilizará de forma habitual en diversos escenarios temáticos?

R. Podemos pensar que el «wikileaking» es un sistema que aprovecha las características de la red para brindar un anonimato lo más cuidado posible. Lo más imortante de WikiLeaks no es que filtre noticias, sino cómo lo hace: por un lado, aconseja e instruye a las fuentes para que envíen esas noticas de la manera más segura posible, utilizando cibercafés, proxies, la red Tor, etc. Por otro, añade una capa de análisis, verificación y validación de fuentes que intenta impedir o reducir la incidencia de filtraciones falsas y malintencionadas, hechas en muchos casos con el fin de desacreditar a una persona o institución, o a la propia WikiLeaks. Los medios necesarios para ello, aunque no sean desproporcionados, tampoco son en absoluto triviales. Por tanto, tras WikiLeaks viviremos todo un sarampión de «mini-WikiLeaks» en muchos sitios, que resultarán generalmente en malas experiencias. Creer que WikiLeaks es algo que puede montar un ciudadano de Matalascabrillas del Páramo para que se pueda revelar la corrupción urbanística en la dehesa de su pueblo es de una ingenuidad total.

P. Estos sitios necesitan generar confianza, aplicar mecanismos de seguridad, ser viables económicamente, resistir a las presiones que puedan recibir, etcétera, etcétera. No parece un escenario en el que sea fácil consolidarse y funcionar…

R. En efecto, el problema es diseñar esas medidas no solo en un escenario tecnológico cambiante y dinámico – que supone ya de por sí un reto en sí mismo – sino además suplementarlo con muchos más mecanismos: jurídicos, periodísticos, económicos, etc. A WikiLeaks le ha llevado años estar donde está, y ha podido hacerlo gracias a haber estado volando bajo el radar durante mucho tiempo. Los medios, que se supone tenían esa función en su origen, han caído en muchos países en un nivel de mediatización y de conformismo tal, que en muchos casos han quedado invalidados. De ahí la importancia de WikiLeaks como fenómeno.

P. ¿Este nuevo entorno «wikileaking» puede ser peligroso si al crecer se cuelan en él intentos organizados de intoxicación informativa, difusión de falsas noticias, etcétera?

R. Es inevitable que ocurra. En toda actividad humana surge un fenómeno de imitación, y hay quien imita mal y quien lo hace mejor que el original. Lo normal será que aparezca toda una pléyade inicial de sitios que pretenden ser «mini-WikiLeaks», que caerán rápidamente víctima del descrédito, de las consecuencias jurídicas de sus errores, de la falta de interés o de una nula viabilidad económica. Mientras, el WikiLeaks original seguirá seguramente un proceso de consolidación, aunque su propia naturaleza impide una institucionalización excesiva, y posiblemente surja algún imitador que pueda tener trascendencia o incluso resultar mejor que el original.

P. Un medio como el New York Times, ha dicho que estudia la posibilidad de crear su propio sistema «wikileaking». ¿Le parece una alternativa con futuro o tiene más sentido el sistema actual, en el que unas organizaciones recogen el material, lo procesan y luego lo distribuyen a los medios?

R. El periodismo norteamericano ha mantenido una pureza en la separación entre publicidad/financiación y contenidos que el de muchos otros países no ha sido capaz de mantener, y en ese sentido, un medio como el New York Times está en mejor situación que otros a la hora de desarrollar un sistema así. Pero no está exento de muertos dentro de sus armarios, ni está nada claro que un sistema como ese pueda funcionar si prosigue el camino de amenazas a la Primera Enmienda de la Constitución de los Estado Unidos que estamos viviendo en este momento. ¿Sería libre el NYT para publicar una filtración que comprometiese a la Administración norteamericana, o por un «sentido de la responsabilidad nacional» informaría primero a los implicados? Es una pregunta cuya respuesta tengo clara en el caso de WikiLeaks, pero no tan clara en el del NYT.

Un comentario

  • #001
    Hamlet - 13 abril 2011 - 17:18

    El punto flaco de una organización como Wikileaks es que podría ser desacreditada por empresas poderosas y que se vieran afectadas al descubrirse la verdad.

    Es por ello importante que no se convierta en el único punto de difusión de la información que se pretende ocultar al público con fines inconfesables.

    Al parecer ha habido recientemente un intento serio, bien organizado, para intentar acabar con la credibilidad de Wikileaks.

    http://bitelia.com/2011/02/anonymous-filtra-el-plan-de-ee-uu-para-acabar-con-wikileaks-un-power-point-y-2-millones-de-dolares

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