Google: la delgada línea entre el bien y el mal

Imagen Es un fenómeno francamente interesante: los posts en los que se menciona a Google suelen tener un nivel de participación muy superior a otros, y generar debates vivos y encendidos. Es como si la sola mención del nombre de la empresa desatase pasiones en sentido positivo y miedos en el negativo, fuese capaz de evocar lo mejor y lo peor. Llevo unos días dándole vueltas, así que voy a intentar ponerlo en negro sobre blanco:

Me intriga de verdad la evolución del tema. Hace no muchos meses, Google era esa empresa a la que todos adorábamos, una de las marcas más valiosas del mundo por lo positivo de sus connotaciones, una especie de apóstol encantador y bienintencionado que nos ayudaba a trabajar y a hacer un uso adecuado de la red. Hoy, sin embargo, la sola mención de Google desata una tormenta de críticos que enarbolan banderas que van desde la defensa de la privacidad hasta el miedo a la «total world domination». En el medio, ¿qué?

La respuesta parece de cajón: en el medio, una empresa «simpática», que parecía al margen del pensamiento económico, y que estaba basada en prácticamente un solo producto que todos utilizábamos con fruición (producto que, además, significaba un verdadero salto cuántico con respecto a los que pretendían competir con él), se ha transformado en un gigantesco imperio económico, propiedad de ricos magnates de los mercados financieros, donde trabaja un ejército de millonarios, y con una cartera de productos que, puestos en conjunto, amenazan con dominar la vida de un internauta desde que enciende el ordenador hasta que lo apaga. Parece como si después de la experiencia de vivir dominados bajo el «imperio Microsoft», la gente hubiese tenido tal miedo que no soportasen la sola perspectiva de volver a alumbrar otro imperio, aunque fuese el de la otrora simpatiquísima empresa de Larry y Sergey. Visto así, la idea de una empresa que no sólo conoce lo que buscas, sino que además observa tu correo, sabe lo que tienes en tu ordenador, los anuncios que te pone, los contenidos de tu página, las compras que haces, los sitios a los que vas físicamente y nosecuantas cosas más que ni nos planteamos puede resultar próxima a la paranoia. Y la paranoia, cuando viene de un imperio económico que algunos empiezan a ver como al «poder establecido», suele generar preocupación.

¿La realidad? La realidad es ese intangible modificado por las percepciones, esa delgada línea imperceptible entre el bien y el mal. Hasta el momento, y a pesar de estar bajo el escrutinio constante de sus críticos, nadie ha podido demostrar ningún desliz de la empresa hacia el negro camino de convertirse en algún tipo de «vigilante», más allá de las obligatoriedades impuestas por las oscuras legislaciones de países no democráticos como China. Ni siquiera el hecho de que Google sea una empresa que «descubre el mundo» y lo cambia cada vez que da un paso ha hecho que sea merecedora del marcaje a la que la estamos sometiendo. Que si evita que «go to Hell» señale a Microsoft, que si destruye el google bombing de Bush, que si oculta las fotografías de Abu Ghraib… todo mentira. Mentiras preocupadas o mentiras malintencionadas, francamente no lo sé.

La evolución de la empresa parece apuntar a la búsqueda de mejores y más claras propuestas de valor para el usuario, no a la integración desmesurada de funciones para conseguir una persecución más eficaz. Francamente, si alguien se siente «perseguido» por Google a día de hoy, creo que debería hacerse examinar sus posibles tendencias paranoides. Me resulta imposible pensar en los dos chicos simpáticos y listos a los que conocí en Madrid y que enarbolaban la bandera del «don’t be evil» como en dos monstruos ávidos de poder y en búsqueda incesante del control de la civilización tal y como la conocemos. Por muy millonarios que sean ahora, y por mucho que les guíe la búsqueda del beneficio, resulta imposible que las personas cambien tanto. Simplemente, han seguido el único camino posible si no querían que su poderosísima base tecnológica cayese en manos de algún gigante de la industria vía adquisición: crecer y desarrollarse siguiendo el único esquema conocido, el de los mercados de capitales. A mí, hasta el momento, Google no me ha demostrado ninguna fijación por la total world domination. Y, en cambio, sí ha hecho patente una obsesión por la innovación constante, por la creación de nuevas herramientas mejores y más eficientes que las conocidas hasta el momento, y por el progreso del mundo en su conjunto. El mundo es mejor, más versátil y más lleno de posibilidades después de Google que antes, y eso no ha cambiado por el hecho de que ahora la empresa esté ahora en bolsa y sepamos cuanto vale.

Tal vez sea inevitable que el género humano criminalice a quien lo hace bien. De acuerdo, Google no es dios. Pero tampoco es el Demonio. Microsoft fue «el simpático Bill» hasta que ese «simpático Bill» empezó a liderar la lista de Forbes. Ahora, Larry y Sergey hacen que nos volvamos a enfrentar a nuestros peores fantasmas. Pero creo que sería bueno separar las percepciones psicológicas de las evidencias, y poner en todo esto un poco de racionalidad. Cualquier mercado será siempre mejor cuando en él haya libre competencia. Pero como precisamente Larry y Sergey dijeron en su discurso de aceptación del MBA Honoris Causa en el Instituto de Empresa, «no os preocupéis… esto dura hasta que alguna persona inteligente, en algún garaje, descubra otro algoritmo mejor o más lógico que el nuestro». Saben que mientras sigan innovando mejor que los demás, podrán sobervivir, pero esto no durará siempre. Es así de sencillo, lo saben, y eso es precisamente lo mejor que se puede decir de ellos. Mientras no ocurra, estoy convencido que seguirán con la misma máxima, la que les ha llevado hasta donde están: simplemente, «don’t be evil».

2 comentarios

  • #001
    PABLO LANCRY - 11 noviembre 2004 - 10:32

    Estoy totalmente de acuerdo contigo Enrique, como dije en esta entrada en mi blog:

    «martes, noviembre 02, 2004

    A Google le crecen los enanos…

    A través de Dirson me entero de que están empezando a aparecer vulnerabilidades en Gmail. Esta en concreto permite hacerse con el control de varias cuentas, solamente con el dato del nombre de usuario.

    Ahora mismo para cualquier programador, el descubrir un agujero de seguridad en cualquier servicio de Google es motivo de orgullo, y centran todos sus esfuerzos en ello, como antes hicieron con Microsoft.

    Esto viene a refrendar que Google da miedo… Ahora mismo tiene una posición dominante en Internet, no solo por su excepcional buscador, sino que además esta construyendo una serie de servicios alrededor de él (Gmail, GMail Notifier, Toolbar, Desktop, Deskbar, Hello, Picasa, Orkut, Gbrowser?, GMessenger?) para que el usuario sufra un mayor coste de cambio.

    Le pasará a Google lo que a Microsoft? Espero que no, porque para mí hay una diferencia fundamental entre una y otra: Google es mucho más flexible y sabe responder a las necesidades de los usuarios.»

  • #002
    malkuth - 11 noviembre 2004 - 19:58

    El problema de Google no es ser lo que es (compañía que cotiza, obligada a dar beneficios, etc.), sino los efectos que genera en su entorno. Como un agujero negro que deforma el espacio y el tiempo, este engendro hace que poco a poco toda la Red se «adapte» para obtener mejores posiciones en sus resultados de todas las formas posibles, y eso si que es perverso. Por lo tanto ellos hacen bien su trabajo, que es ser los primeros, y más bien diría que somos los demás con nuestra falta de imaginación e innovación los que fomentamos, y prolongamos esa situación. Meterse con ellos porque tienen pasta es pura envidia y no dice mucho a favor de quien lo hace.

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