El nuevo reto: la relevancia de las noticias

RelevantPodríamos afirmar seguramente que en un mundo dominado por los motores de búsqueda, que definen las opciones que encontramos o dejamos de encontrar a la hora de acceder a información o consumir, la relevancia es el mayor reto de nuestros tiempos. Lo que no está en la primera página de Google no existe, se dice. Pero además del SEO y de los algoritmos de búsqueda, estamos a punto de caer en la importancia de otra dimensión del término relevancia: el que se aplica a las noticias.

Empresas como Facebook, Google, Apple, Snapchat y algunas otras trabajan sin descanso en lo que posiblemente llegue a ser el mayor cambio en los hábitos informativos que nuestra sociedad ha vivido en muchísimo tiempo: el momento en que la mayoría de las noticias que consuman las personas no estén situadas en las páginas de un medio, sino en las de una red social.

La apuesta puede parecer ambiciosa, pero lleva tiempo en marcha: es más que posible que si revisas tu dieta informativa, te encuentres cada vez más casos en los que tuviste acceso a una noticia a través de alguien que la compartía en Facebook o Twitter, que de una fuente tradicional como un periódico o un informativo en la televisión o radio. Un cambio que ahora emprende su gran batalla: de ser un fenómeno con un arranque prácticamente espontáneo, simplemente derivado del hecho natural de tener inclinación a compartir noticias, y de que las personas vayamos seleccionando a aquellos que comparten noticias más próximas a nuestras áreas de interés, pasamos ahora a un esquema mucho más organizado, más empresarial y más ingenierizado encarnado en propuestas como Snapchat DiscoverFacebook Instant Articles,  Apple News o la última iniciativa conjunta de Google y Twitter. Básicamente, propuestas difíciles de rechazar para unos medios que ven cómo las redes sociales pueden ofrecerles una llegada a más usuarios, aderezada con filtros de recomendación que incrementen su alcance y difusión, y mecanismos no solo para integrarlos en sus analíticas, sino también para ganar dinero con su publicidad (o eventualmente, con la que la propia red social le suministre a cambio de una comisión).

Ahora, cuando esta batalla está aún comenzando, vienen ya las noticias de la siguiente: el reto de la relevancia en las noticias. Todo indica que lo siguiente que viviremos será una fuerte competencia por obtener nuestra atención mediante sistemas de alertas que pongan ante nuestros ojos aquellas noticias que, por la razón que sea, un algoritmo estime que debemos consumir. Facebook trabaja en su app de alerta de noticias en tiempo real, aparentemente pensada para recuperar un terreno que Twitter le había conquistado de manera natural, mientras Snapchat  – que sería un grave error confundir con aquella simple app frívola para que adolescentes se enviasen fotos picantes que se autodestruían en pocos segundos – desarrolla también la suya. La idea es clara: alimentarse de las preferencias manifestadas por el usuario, de sus actualizaciones, de los intereses que manifiesta, de los intereses de su red de contactos y de elementos como el FOMO, ese «miedo a perderme algo», para tratar de ser útil enviando alertas de noticias.

La tarea no es tan sencilla como parece: la relevancia de una noticia proviene de muy diversos elementos, desde temporales hasta temáticos. La misma noticia que me resulta muy interesante hoy, me ha cansado mañana y ya no quiero saber más del tema. La temática por la que no expresé interés pasa a tenerlo dado un nivel de alcance determinado. La noticia que posiblemente no me interesase nada, puede pasar a ser crucial si todos mis amigos o colegas están hablando sobre ella. Y así, infinitas circunstancias más que, obviamente, van a requerir complejos sistemas de filtrado colaborativo, big data y machine learning.

El cambio no es necesariamente bueno: para un medio, ceder el protagonismo de su cabecera a una red social que agrupe sus noticias con las de infinitos medios más supone una apuesta delicada. Por mucho que se pueda intentar mantener la identidad del medio mediante el recurso a la maquetación, los formatos y los elementos característicos de estilo, hablamos de una dilución de la marca y de una disminución sensible del efecto paraguas: donde antes la unidad de análisis era la publicación o la edición, ahora lo es la noticia, un flujo informativo procedente de fuentes diversas que las redes se encargarán de ponernos delante de los ojos en función de variados criterios (nuestras preferencias anteriores, las de nuestros amigos, etc.) Un problema que puede llegar a ser grave si esas redes llegasen a plantearse superponer sus propios intereses a esos algoritmos de selección: ¿podrían Facebook o Google llegar a desarrollar un interés en filtrar de una manera determinada las noticias que leo? Me consta que un medio tiene ese interés y lo expresa en lo que se llama la «línea editorial», y estamos preparados para entenderlo, para descontarlo, para compensarlo o incluso como criterio de selección. Sin embargo, cuando el elemento cabecera se pierde, puede llegar a ser mucho más difícil reconocer esos sesgos o gestionarlos de una manera consciente, lo que nos llevaría a convertir a una red social, por ejemplo, en un medio perfecto para gestionar un estado de opinión o para ganar unas elecciones.

Por otro lado, e independientemente de la viabilidad de ese tipo de maniobras, está nuestro propio sesgo: la conocida «burbuja» descrita inicialmente por Eli Pariser en su libro «The filter bubble« y bien explicada en este diagrama de Duck Duck Go, que nos lleva a autosegmentar la red para ir ingiriendo cada vez más información acorde con nuestros propios sesgos, dejando de ver aquello que no coincide con nuestras opiniones y visiones personales, y relegándonos progresivamente a nuestra propia burbuja.

Sea cual sea el efecto del cambio, lo que parece claro es que la tecnología nos lo trae, el hábito nos empuja a él de manera consciente e inconsciente, y va a tener un efecto profundo en cómo nos informamos, en cómo nos relacionamos con nuestro entorno. Un cambio de mapa que para las redes sociales representa el auténtico nirvana, la verdadera realización de su centralidad, de la progresiva dependencia de los usuarios de sus esquemas de funcionamiento. Y sin duda, lo podemos ir anticipando ya: en ese mapa… a algunos les va a costar encontrar su sitio.

 

This article is also available in English in my Medium page, “What happens when we apply page relevance to the news

 

13 comentarios

  • #001
    Garepubaro - 15 octubre 2015 - 10:22

    Hombre una cosa gravisima es que la gente diga «San Google»»lo buscare en San Google»cuando Google ni van de santos y dice en ningun lado que quiera ofrecerte la mejor informacion, simplemente los que mas han pagado van arriba y yo se que indirectamente tambien se paga para quitar y que no aparezca cierta informacion a poderosos que no interese, y la quitan de arriba. Estas cosas si que son graves de verdad y no que te vigile el Obama y demas chorradas tontas que tiene la gente

  • #002
    Luis Hernández - 15 octubre 2015 - 10:40

    Siempre he pensado que tenemos una perspectiva distorsionada de la verdadera importancia de cada problema, debido a que las noticias que más atención obtienen son las de mayor actualidad, o bien las que interesa destacar en los medios por diferentes motivos o simplemente las más morbososas.
    Esto hace que problemas importantes queden relegados y percibidos por ello como menores.
    Los algoritmos de selección por relevancia pueden mitigar esto en buena medida pero para ello deberían tener en cuenta no sólo los intereses personales sino también los intereses generales, lo cual se me antoja mucho más difícil de determinar.
    De lo contrario esa burbuja informativa sería cada vez más acusada y correríamos el riesgo de perdernos información que, no siendo a priori acordes a nuestro perfil, bien pudiera tener importantes implicaciones en nuestra vida.

  • #003
    Gorki - 15 octubre 2015 - 10:48

    Ya hoy muchas noticias me llegan en buena proporción a través de las redes sociales y en especial de Twitter, del resto me llegan casi todas a través de la radio. (Aviso que sólo rara vez veo Televisión o compro un periódico).

    Valoro la veracidad e importancia de las noticias, en gran parte por la fuente que me las manda. Sigo a personas situadas en lugares privilegiados a los que llaga abundantemente la información sobre determinados temas de mi interés y me fío de ellas como evaluadores de la importancia de la noticia. No se si en el futuro, me fíe de la valoración de Google o Facebook, pero tampoco estoy cerrado a ello, ya veremos).

    Cada tienen menos protagonismo los periódicos digitales en este proceso, Acudo a ellos a través de links puestos por estas personas y observo que con frecuencia no es a periódicos tradicionales donde me mandan, si no a periódicos que yo jamás hubiera visitado en Internet. Por poner un ejemplo ahora tengo abiertas solapas a :

    Actualidad Aeroespacial http://actualidadaeroespacial.com/default.aspx?where=3&id=1&n=16293
    EFE http://www.efeempresas.com/noticia/indra-presenta-la-version-no-tripulada-de-su-avion-de-vigilancia-maritima-p2006t-mri/
    BOE https://www.boe.es/boe/dias/2015/10/10/pdfs/BOE-A-2015-10927.pdf

    Publicaciones que nunca hubiera visitado por su página de entrada. Probablemente cada vez tenga menos importancia el nombre del periódico, aunque sigue siendo importante a la hora de valorar laveracidad de la noticia. El BOE. garantiza la validez de un tema «el impuesto al sol», sobre el que se comenta en Internet en exceso sin conocimiento real de lo legislado. EFE y un periódico aeronaútico garantizan que la noticia no es falsa o que sea exagerada.

    . .

    • Goomer - 15 octubre 2015 - 11:47

      Yo igual no soy muy representativo, pero yo sigo directamente a ciertos medios en redes sociales para obtener una curación como se llama ahora, o selección de sus publicaciones. Y creo que es de eso de lo que va esto. En este mundo de abundancia de información, no podemos o queremos invertir como antes una hora en leer un periódico, queremos solo lo que sea relevante para nosotros. Tengo algunas fuentes en feeds para al menos ojear todas sus entradas, pero otras las tengo en redes sociales porque no doy abasto a leer todo. Es como una organización en niveles dinámica.

      Y puede que sea otro sesgo personal, pero yo no veo a un lector de ABC leyendo un enlace de Público o viceversa porque se lo haya mostrado Google, FB, o quien sea. Muy interesante, o algo muy novedoso debería ser. O que tengas tiempo para contrastar. Yo creo que como cuenta Enrique, conocer la fuente te ayuda a contextualizar el mensaje, su credibilidad y sus sesgos. Y en un mundo tan polarizado en tantas cosas eso no creo que se pierda.

      Es por eso que a mi medios como Menéame y similares no me interesan.

      Ahora bien, esa selección de fuentes probablemente sea algo muy minoritario, y la mayoría de la gente solo se «informe» por lo que le llega casualmente. Para mi esa otra pata es la que me hace tener contacto con la realidad social, por decirlo de alguna manera.

      Yo creo que en el fondo es lo de siempre, tenemos que aprender a seleccionar buenas fuentes, tomar nuestras decisiones y no dejar que otros las tomen por nosotros.

  • #005
    menestro - 15 octubre 2015 - 12:16

    Sí Enrique, muy interesante.

  • #006
    Krigan - 15 octubre 2015 - 12:52

    Respecto al tema de la burbuja informativa, desde siempre mucha gente ha buscado que le confirmen sus prejuicios. Es la gente que antes solo compraba y leía un periódico con una línea muy «marcada» (por decirlo de algún modo), o que se negaba a ver el informativo de TVE cuando gobernaba Felipe González, y se empeñaba en ver ese mismo informativo a partir de que comenzó a gobernar Aznar (caso real).

    Y también ha habido siempre gente que leía periódicos de diversas ideologías, y con tendencia a contrastar las informaciones. Vamos, que creo que posiblemente Google y Facebook le estén dando a cada uno lo que quiere, ya sea confirmación de prejuicios o lo contrario. Indudablemente, en el caso de Twitter es así, dado que eliges a quién sigues.

    Lo que está claro es que el valor de las portadas se está diluyendo. Y creo que eso es algo bueno (salvo para los periódicos, claro) porque antes muchas cosas que a mí me interesan se quedaban fuera de la portada, y aparecían demasiadas (o demasiado a menudo) otras que me interesan poco o nada.

    Por cierto, también existe el Whatsapp. Sigue siendo algo espontáneo, sin filtros.

    • Gorki - 15 octubre 2015 - 19:15

      Pues coincidiendo con lo que cada cual desea conocer noticias sesgadas a su gusto, no he entendido por qué opinas que Whatsapp es espontaneo y Twitter vale para confirmar tus prejuicios.

      Al menos en mi caso, en ambos canales elijo a quien quiero seguir. Desconozco si ni uso es el habitual, pero en Twitter sigo a quien considero adecuado para informarme y en WathsApp a mi familia, que no es habitual que me informe de estrenos teatrales,, noticias de Bruselas y cosas por el estilo como hace Twitter, sino de asuntos como donde comer un buen cachopo en mi pueblo, o que se han cambiado de trabajo y cosas similares, que yo tengo interés en conocer, pero que me resisto a considerar «noticias».

      Creo que ambos medios tiene usos diferentes y complementarios, y lo mimo opino para el resto de las RRSS. A cada cual la damos un uso diferente.

      • Krigan - 16 octubre 2015 - 01:43

        En Twitter eliges a quién sigues, sigues a quien te va dar lo que buscas. Por el contrario, no eliges a quién tienes en el Whatsapp. Son tu familia, tus amigos, tus compañeros de trabajo… nunca los elegiste como fuente de información.

        En tus grupos del Whatsapp, ¿nunca ponen enlaces a noticias? Apuesto a que sí. Y también apuesto a que algunas de esas noticias, sin duda interesantes para el que puso el enlace, no te interesan a ti.

        • Gorki - 16 octubre 2015 - 09:03

          En mi caso concreto, no me gusta generalizar, en WathsApp hablamos de nuestras vidas, y lamentablemente, (o por suerte), estas son muy poco noticiosas. Rarísimo que me manden un link, a lo más, una recomendación de un producto o servicio.

          • Ricardo - 16 octubre 2015 - 12:47

            Sí, opino lo mismo que Gorki. A mí tampoco me envían muchos enlaces, WhatsApp aún no está tan spameado como otras redes como Facebook, o Twitter.

  • #011
    Edgar - 15 octubre 2015 - 16:43

    Curiosamente leo las noticias en Twitter, para evitar ese sesgo de leer lo que los encabezados de las corporaciones me ofrecen como «lo más importante». Confío más en un RT de una persona de a pie como yo.
    Por cierto, está de miedo el diagrama de la burbuja de Duck Duck Go, dan ganas de salir corriendo de todo lo que diga «Google».

  • #012
    fernando jose gonzalez tomas - 15 octubre 2015 - 22:47

    Inadecuación
    Profundidad
    Veracidad
    Conveniencia.
    Filtrado.
    Fluctuación partidista o bipartidista.
    Ejecución analisis y veredicto.
    Yo no leo para salvar el mundo,me escapa no leo para interrelacionarme,no habló de trabajo,en hora de ocio,me parece de mal gusto aunque es una apreciación personal,no leo para ser el más informado con lo que supone,no leo por desafiar el minutero no sigo patrón etc…..
    Me da igual la fuente la edición y el contenido la maquetación y la percepción .
    Mi motor de búsqueda soy yo y no doy nada por sentado.
    El estudio detrás de la noticia y su análisis que no suelo ver reflejado,me atrae pero podría hacerme más avispado

  • #013
    David el Bueno - 17 octubre 2015 - 12:08

    Antes podíamos saber o intuir hacia adonde nos querían llevar. Ahora alguien nos dirigirá sin saber ni siquiera porqué ni quién está por encima , a qué poderes sirve y los pobres deglutidores de cosas nos lo tragaremos todo porque nos dice nuestro cuñao o nos lo envía nuestro amigo.
    Ejemplo: Revista satírica El Jueves: «El Rey se mofa de los pueblos indígenas conquistados».
    Respuesta: Indignación y comentarios airados de un montón de ciudadanos sudamericanos que SE HAN CREÍDO INSULTADOS por Felipe VI. Llega tú a cada uno de ellos ahora para hacerles saber que eso era una ironía y una broma y deshaz en sus mentes predispuestas la confusión suscitada.
    En fin, Internet, ese gran invento…

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