Mi columna de esta semana en Invertia se titula «La nueva guerra no es por los clics: es por nuestra atención más profunda» (pdf), y trata sobre cómo la economía de la atención está entrando en una fase distinta, impulsada por las interfaces conversacionales y la inteligencia artificial generativa, hasta el punto en que las compañías dedicadas a explotar miserablemente nuestra atención ya no compiten por los clics, sino por las conversaciones que nos retienen, y que les proporcionan una información mucho más jugosa.
Durante años, la funcionalidad de muchas plataformas digitales estuvo orientada a medir segundos de exposición, desplazamientos de pantalla y repeticiones de clics. Esa fue la lógica dominante de la atención fragmentada: capturar destellos de interés, producir micro-momentos y explotarlos como unidades de valor, para derivar de ellos supuesta información relevante y poder, basándose en unas supuestas «condiciones de uso» que según ellos nos habíamos leído, venderlos al mejor postor. Pero hoy estamos ante un cambio más profundo: la atención ya no es un fragmento, es un diálogo. Los asistentes inteligentes no quieren que entres, hagas clics y salgas. Quieren que hables, regreses, confíes hasta límites inimaginables, y formes parte de su sistema. Esa es la nueva dimensión de la atención: persistente, relacional e íntima.
Los trabajos más recientes en ciencias cognitivas y economía de la atención ocular ya lo advierten: la atención está siendo gestionada como recurso, moldeada por sistemas adaptativos que registran hábitos, predicen respuestas y crean bucles de retención cada vez más precisos. Los entornos digitales están construyendo patrones de hábito que dejan de ser individuales para convertirse en componentes de sistemas de inteligencia artificial que optimizan nuestra disponibilidad de atención. La propia economía de la atención está llegando a un punto donde la profusión de contenido generado por inteligencia artificial empieza a degradar el valor de esa atención: demasiadas máquinas hablando, pocas voces humanas resonando.
Las empresas tecnológicas ya entienden que la conversación prolongada favorece la retención y genera un tipo de relación más profunda que el feed infinito. No se trata solo de atraer tres minutos, sino de estar ahí hoy, mañana, la semana que viene, cuando surja una duda, una consulta o una rutina diaria. Ya hay usuarios que se dedican a mantener conversaciones habituales con su chatbot favorito en modo voz cuando caminan por la calle, cuando conducen en el atasco, cuando pasean al perro, como quien habla con un amigo (y de hecho, disfrazando su hábito como si fuera una supuesta conversación telefónica). Ese tipo de interactividad convierte a la máquina en interlocutor, y al interlocutor en usuario frecuente, y permite capturar no flashes de sus intereses, sino toda la historia de su vida y sus preocupaciones.
Ese nuevo modelo repite la estrategia de las redes sociales, solo que con un formato mucho más potente y personal: conversación, no distracción. Los agentes de inteligencia artificial conversacional potencialmente anticipan nuestras intenciones para monetizarlas antes de que siquiera las expresemos. Posiblemente, antes de que las conozcamos nosotros mismos.
El reto para Europa no es simplemente regular algoritmos o proteger datos: es preguntarse quién va a controlar la conversación, bajo qué reglas y con qué propósito. ¿Tiene sentido permitir que las empresas espíen hasta los más íntimos deseos, dudas y pensamientos de toda la población para poder venderles cosas? Cuando la inteligencia artificial conversa contigo, recuerda lo que dijiste, ajusta su tono y adapta su historia, deja de ser periferia y pasa a ser núcleo. Y si ese núcleo está dominado por unas pocas plataformas globales que condicionan el diálogo, nuestra diversidad tecnológica, cognitiva y cultural está en riesgo. Europa debe apostar por arquitecturas, modelos y ecosistemas que no dependan del eco de una única conversación global, sino del coro de muchas.
Esta batalla por la atención profunda que comento en mi columna no es un asunto menor: no es que consumamos más dispositivos o más aplicaciones, sino que deleguemos en ellas partes significativas de nuestra mente, de nuestras decisiones y de nuestras conversaciones a sistemas que aprenden, retienen y monetizan. La conversación con una máquina, y la frecuencia de esa conversación, se están convirtiendo en métricas estratégicas. Y por eso es tan necesario preguntarse qué tipo de conversación queremos. ¿Una conversación en la que el diseñador del sistema marca la agenda, o una en la que el usuario sigue siendo interlocutor y no sólo consumidor?
La atención prolongada ya no es sólo contenida por la interfaz, sino guiada por la lógica, las estructuras y los modelos de quienes controlan el sistema conversacional. Y mientras no lo veamos, estaremos replicando el viejo patrón de las plataformas que capturaban atención pasivamente, solo que esta vez con una voz detrás, otra forma de presencia continúa, otro nivel de dependencia. Si Europa quiere ser algo más que escenario de ese diálogo global, necesita diseñar una conversación diferente: transparente, tecnológica, plural, distribuida y soberana. Porque la conversación no es neutral, y quien la define, define la atención de quienes hablan.
This article is also available on Medium, «From doomscrolling to the eternal conversation: the hidden power shift in the attention economy«


Visto que «todo lo que diga será usado en mi contra» me acojo al «derecho a permanecer callado».
Idea para un emprendedor: Una app que me replique en internet como si navegara yo, inundandolo con actividad falsa, y personalizable con los parametros que yo le diga, hasta que el algoritmo de captación de información se haga la picha un lio.
A ver como deslindan la informacion que les suministra el bot y la mia propia.
Hace años que Gorki expone esa idea en estos mismos comentarios del blog.
Cierto. Mi teoría es que la tradicional lucha entre la coraza y el proyectil, siempre ha ganado el proyectil. Por tanto la mejor defensa no es acorazar mas aun sino llenar el mundo de blancos, de modo que el proyectil termine estrellando en un lugar inofensivo.
Y si un conversador estocástico puede ser las mejor defensa contra un acumulador de conversaciones.
Si, ahora que lo dice Benji lo recuerdo que lo propusiste tu.
Buena idea.
Juan, al leer tu comentario, al igual que Benji, pensé inmediatamente en Gorki. El problema que siempre le he visto a esta idea es que al final la persona se transforma en su pseudónimo. Pocos saben, por ejemplo, quiénes eran Uliánov y Dzhugashvili, pero muchos los reconocerán si se enteran de que eran conocidos como Lenin y Stalin. Por otro lado, es evidente que, con el paso del tiempo, mientras más participa una persona en diferentes foros más clara va apareciendo ante los demás su verdadera biografía, incluso si en algún momento esta persona ha considerado que por su seguridad debía alterar algunas cosas.
El problema es que una de las mejores utilidades de un LLM es precisamente que conoce las conversaciones previas.
Ese contexto hace que las respuestas futuras sean muchísimo mejores que si partes de 0 en cada conversación. (Ejemplo concreto: le preguntas al chatbot sobre entrenamiento canino para trabajar la conducta de tu perro. El sistema, por conversaciones previas, ya sabe que tu perro es muy nervioso y determinados ejercicios no son utiles, o que le dan miedo las bicicletas, no es necesario darle de nuevo todo el contexto, se convierte en un entrenador canino muy personalizado para las caracteristicas de tu mascota).
Si inundas el bot de conversaciones falsas, las respuestas que obtengas del mismo serán de peor calidad.
Una cosa que europa no se ha dado cuenta aun es lo poco que pintamos «allá fuera».
Siempre pensamos que Europa es una mercado fuerte e «irrenunciable» para las grandes empresas si no se pliegan a nuestros deseos como el USB C.
Pero creo que va a ser la última vez. En las próximas ocasiones nos van a enseñar el dedo central
Nada nuevo bajo el sol. Esto de escuchar y anotar conversaciones ajenas, ya lo hacia el nefando Zuckerberg en Facebook
Coincido con Gorki en que escuchar conversaciones ajenas no es nuevo, pero la diferencia ahora es cualitativa: ya no son solo clics pasivos sino diálogos continuos que capturan nuestros pensamientos más íntimos antes incluso de que los formulemos.
La cuestión no es solo qué datos recopilan, sino quién define la lógica de esas conversaciones. Europa necesita diseñar alternativas transparentes y soberanas, porque quien controla el diálogo, controla nuestra atención y pensamiento.
«la nueva dimensión de la atención: persistente, relacional e íntima.» (EDans).
Nada nuevo bajo el sol, simplemente se adaptan a una nueva etapa de manipulación social… esa frasea resume la esencia del mecanismo manipulador de lo que se llamaban ejercicios espirituales (un gran invento jesuítico… eran unos hachas)… Que los empezó la iglesia y luego se fueron adoptando por los partidos políticos (y otras organizaciones sociales)… La única diferencia es que la religión va sobre los cielos y la política dice ir sobre lo terreno, aunque realmente solo va sobre el poder.
Leyendo comentarios veo que coincido con Gorki de nuevo, pero conviene matizarlo conlo que decía César : «no es tan bueno saber camuflarse, como saber prever los movimientos del enemigo». Que tiene mucho que ver con el dicho corleoniano de que «el enemigo mejor cerca».
Por otro lado mi no entender eso de que puedan saber lo que vas a pensara antes incluso de que lo hayas pensado… cuando eso no pasa ni con el segundo yo que tengas en tu mente.
Porque esa es la esencia del esquizoide (no enterarse). Salvo que lo de «formularlos» se refiera a «hacerlo externamente» (echarlo fuera de la propia mente)… por una lectura extracorporal tipo psiquiatra o futuros neurorlinks.
Posiblemente sea un comentario contra tendencia en este blog de tecnología, pero que en esta entrada reivindica el valor de desarrollar conversaciones no marcadas por la imposición algorítmica de las redes. Por eso hemos creado una iniciativa de red nacional de clubes de lectura, sobre cualquier temática, en formato presencial o virtual, pero personas que leen libros, a su ritmo, y se reúnen para hablar de lo que han leído. Esta iniciativa es www.alexandreia.org, una forma de mantener nuestra humanidad ante la colonización de mentes que se está produciendo, y acelerando. Para crecer usamos la tecnología como medio, pero sin ser central en el proceso de lectura y conversación. Porque estamos perdiendo el juicio crítico, y la capacidad de comprender y dialogar desde nuestras diferencias.