La venta de Giphy y el futuro de las operaciones de adquisición en el nuevo escenario regulatorio

IMAGE: Giphy logo

Giphy fue fundada en febrero de 2013 por dos amigos tras una conversación durante el desayuno con la idea de crear un motor de búsqueda de GIFs que hiciesen más entretenidas las conversaciones en la web. Para su sorpresa, se convirtió en un éxito prácticamente instantáneo con más de un millón de usuarios en la primera semana tras su creación.

Su adquisición por Meta en mayo de 2020 levantó numerosas suspicacias: encuadrada ya en un nuevo clima regulatorio que se alejaba cada vez más de la hasta entonces cansina aprobación sistemática y poco conflictiva: muchos comenzaron a decir que esa operación podía ser una forma de que la compañía con la peor fama del mundo obtuviese todavía más datos sobre sus usuarios (a pesar de la negativa de Adam Mosseri en ese sentido), que pudiese servirle para obtener más información de sus rivales (de hecho, Zoom eliminó rápidamente Giphy de su interfaz en cuanto vio la adquisición), o que pudiese reducir la disponibilidad de GIFs en el mercado.

En respuesta a muchas de estas preocupaciones, el regulador británico comenzó una investigación de la operación que culminó con la orden de deshacer la operación. Las posteriores apelaciones de Meta no sirvieron de nada, lo que ha llevado a que, hace dos días, Meta anunciase la venta de Giphy a Shutterstock por 53 millones de dólares en metálico, tras haberla adquirido en 2020 por 315 millones, asumiendo unas pérdidas del 83% (vender cuando tu comprador sabe que tienes que hacerlo a la fuerza nunca ha sido una buena posición negociadora).

Ahora, parece interesante plantearse cuál va a ser el efecto de este nuevo clima regulatorio sobre las otrora ubicuas y constantes operaciones de adquisición: venimos de una era en la que el furor regulatorio vivió tiempos de letargo casi total, lo que permitió a las grandes tecnológicas plantear sin prácticamente oposición centenares de estas operaciones y convertirse en las compañías más grandes del mundo. Este escenario, de hecho, se convirtió a todos los efectos en un desastre para la innovación: los innovadores que eran capaces de obtener financiación ya no lo hacían tanto en función de la calidad de sus ideas o de su ejecución, sino de la posibilidad que los capitalistas de riesgo creían que podían tener de ser vendidos a una de las grandes.

Un escenario así hizo que para muchos, el objetivo máximo fuese ser adquiridos, algo que distorsionaba claramente todos los fundamentos de la competencia. Había proyectos simplemente estúpidos que perdían dinero a espuertas pero que eran mantenidos con vida mediante un constante aporte de fondos de VCs a la espera de obtener una cierta tracción – irreal, porque ganar dinero no era necesario – y, en algún momento, una adquisición.

Ahora, se prevé que esas operaciones sean sometidas a un nivel de escrutinio muy superior, y por tanto, que se hagan muchas menos y con muchas más precauciones. Ser obligado a deshacer una operación de adquisición es algo sumamente complejo y doloroso, que suele generar además importantes pérdidas, lo que sin duda llevará a mucha más cautela.

¿Es este escenario mejor para todos? Tengo muy pocas dudas al respecto. El anterior representaba una clara distorsión de demasiadas cosas, un desincentivo a la innovación sostenible y, sobre todo, un abuso. La inmensa mayoría de las adquisiciones que hemos comentado aquí – y han sido muchas – tenían una clara misión: obtener algo que una compañía veía más rápido adquirir que desarrollar. En la mayoría de los casos, las compañías adquiridas pasaban a ser un simple activo que, al cabo de poco tiempo, perdían a sus fundadores y se diluían sin remedio en colosos cada vez más grandes. En algunos casos, las operaciones generaban situaciones prácticamente pintorescas, con fundadores esperando simplemente a poder ejecutar sus opciones para obtener un beneficio adicional.

Las operaciones de adquisición son siempre, en todos los casos que he estudiado a lo largo de mi vida profesional, un drenaje de recursos. Los choques culturales, las duplicidades, la pérdida de motivación del adquirido y muchas otras situaciones suelen converger en pérdidas que se asumen ya de manera sistemática, como se solía asumir la descapitalización intelectual de la empresa adquirida y su simple papel de «medio para conseguir un fin». Todo ello, además, envuelto en una conclusión evidente: solo los grandes podían llevar a cabo esas operaciones, y cuantas más hacían, más podían plantearse hacer, en una progresión que, obviamente, no podía ser sostenible ni generar ninguna consecuencia positiva.

Es muy posible que, en efecto, haber obligado a Meta a retrotraer la adquisición de Giphy termine redundando en un clima que inhiba muchas operaciones de adquisición. Pero si esto es efectivamente así, creo que será mejor para todos: mejor para la innovación, mejor para generar una dinámica más sana, y mejor para unos usuarios que terminarán, sin duda, teniendo más opciones y mercados menos concentrados. Es muy difícil anticipar eso y, sin duda, tardaremos un cierto tiempo en poderlo analizar, pero mi apuesta es esa: menos operaciones de adquisición van a generar un entorno tecnológico más innovador y más eficiente. Veremos si acierto.


This article is also available in English on my Medium page, «Let’s hope the UK’s call for Meta to unwind Giphy deal marks the beginning of a new regulatory landscape»

3 comentarios

  • #001
    Juan T - 27 mayo 2023 - 18:33

    Pues bienvenido sea el furor antimonopolio justo cuando despega la IA para evitar que errores pasados se repitan con la nueva revolución.

  • #002
    Nortenio - 28 mayo 2023 - 07:26

    En línea con otras discusiones de este blog. Es absolutamente necesario que los políticos que legislan se instruyan en el mundo actual de las tecnologías y su impacto en lo social, en lo económico en lo mediático. Sin mitos, miedos ni liberalismos mal entendidos.

    Si la experiencia instruye, bienvenido sea.

  • #003
    Xaquín - 28 mayo 2023 - 11:55

    «idea de crear un motor de búsqueda de GIFs que hiciesen más entretenidas las conversaciones en la web.» (EDans).

    Este tipo de ideas, suplantar la creatividad humana (en sus conversaciones o lo que sea) por la tecnológica, es un tumor muy fastidiado. Colabora en la caída de una absoluta mediocridad como seres humanos. Dentro de «poco» se venderán prótesis que mejorarán nuestra imaginación y cosas por el estilo. Algo así como el LSD virtual del futuro.

    En vez de favorecer solo la superación de la minusvalía natural (o accidental,) se favorecerá la minusvalía humana en general.

    Y luego dicen que el problema se llama IA.

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