Los Super Follows de Twitter y el imparable crecimiento de la economía freemium

IMAGE: Twitter

En un evento de Twitter para analistas, la compañía presentó sus planes para el futuro, previamente desvelados ante la SEC, para conseguir duplicar sus ingresos de aquí a finales del 2023, y para apuntar a tener 315 millones de usuarios diarios susceptibles de ser monetizados.

La compañía, que evoluciona de manera muy favorable desde que, el año pasado, algunos accionistas amenazasen con una rebelión e intentasen sustituir a Jack Dorsey como CEO, parece tener planes de futuro interesantes para sus productos, mantiene un crecimiento saludable, hace periódicas adquisiciones y ha logrado llevar sus acciones a niveles máximos históricos.

La idea presentada ayer, los Super Follows, sobre la que ya habíamos hablado anteriormente, apunta al desarrollo de funcionalidades similares a las existentes en plataformas como Patreon, Substack o similares, y posibilita que los seguidores de una cuenta puedan pagar para obtener una serie de servicios exclusivos para esa comunidad, que les permitirían acceder a funcionalidades de grupos, a newsletters, a contenidos especiales, a ofertas y descuentos, y a conversaciones de voz del estilo de las que existen actualmente en Clubhouse, además de a algún tipo de insignia o identificador.

La idea, aún sin un plazo previsto, es poder dar soporte a muros de pago para los usuarios que decidan usarlo, que posibiliten que una cuenta pueda plantearse distintos tramos de oferta, desde una serie de contenidos que son compartidos con todo el mundo, hasta otros que se ofrecen como privilegio a quienes contribuyen económicamente con la actividad de sus creadores. Un modelo de servicios básicos más servicios premium al que nos estamos acostumbrando cada vez más en servicios que van desde la prensa diaria, hasta muchos otros tipos de contenidos, y que depende de la habilidad de los creadores para promover el crecimiento de un índice de conversión.

Conseguir que un seguidor evolucione y se decida a pagar por unos contenidos consiste, fundamentalmente, en dos aspectos: el primero, que perciba un valor suficiente en el contenido como para querer seguir accediendo a él cuando se sitúe tras un muro de pago, en lugar de preferir simplemente intentar encontrar contenidos similares en otro sitio. Una variable que algunos diarios como The New York Times, The Washington Post o Financial Times, o servicios de contenidos audiovisuales como Netflix y otros llevan ya tiempo explotando de manera exitosa y con niveles de crecimiento importantes, pero en el que muchos otros medios, que posiblemente no logren ser percibidos con el suficiente valor diferencial, tropiezan claramente.

El segundo aspecto es el que yo tiendo a denominar como militancia: lograr el compromiso de usuarios que, simplemente, quieren contribuir a que se puedan crear contenidos como los que esa persona o institución generan habitualmente. Esa categoría implica el desarrollo de una comunidad más comprometida, que no solo percibe valor, sino que de alguna manera se identifica, se siente parte de ella, y entiende que su contribución forma parte de un proyecto que va más allá del simple contenido. Algo nada sencillo, pero que vemos planteado de una manera cada vez más habitual.

Todo parece indicar que estamos ante el desarrollo cada vez mayor de una economía freemium, en la que algunos servicios o contenidos se ofrecen de manera gratuita para obtener una base amplia de una pirámide, a la que después se intenta seducir con una oferta adicional de servicios o contenidos exclusivos o premium, con barreras más o menos sofisticadas.

Durante mucho tiempo, la idea central de muchas ofertas de contenidos fue ofrecerlos de manera gratuita, pero acompañados con publicidad. Ese modelo, muy castigado por formatos cada vez más intrusivos y molestos, devino en último término en modelos freemium como el de Spotify, en los que la publicidad se utilizaba como medio de castigo o de tortura para que el cliente del tramo gratuito desease intensamente empezar a pagar para librarse de ella.

Cada vez son más los modelos de tipo freemium: si quieres leer artículos en Medium, por ejemplo, creado por Evan Williams, puedes leer algunos artículos, pero tras un cierto número, tendrás que suscribirte, o solo podrás leer aquellos que el autor te proporcione mediante un vínculo específico (los vínculos que yo utilizo para compartir mis artículos en redes sociales son de ese tipo). Si quieres utilizar Evernote, podrás utilizar determinadas funcionalidades, pero otras requerirán que te suscribas. O también creada por Phil Libin, el delicioso software de videoconferencias Mmhmm, que se ofrece gratuitamente para educación o para otros colectivos durante un tiempo determinado, pero después, requiere un pago por suscripción. En ambos casos, tanto Williams como Libin constataron que tratar de financiar ese tipo de modelos mediante publicidad era un absurdo conceptual, y que lo que debía ocurrir para que fueran viables es que las personas que los utilizaban y les extraían valor fuesen quienes pagasen por ello. La nueva sensación en redes sociales, Clubhouse, parece apuntar en sus perspectivas de monetización hacia el mismo tema: funciones básicas gratuitas, y suscripción para acceder a otras, unido a incentivos para aquellos creadores que generen más suscripciones.

En otros casos, se busca la creación de un hábito: a nadie se le escapa, por ejemplo, que muchas páginas utilizan sistemas de limitación del número de artículos basados en cookies y que simplemente basta con eliminar periódicamente esas cookies para poder acceder a más artículos y saltarse la limitación, pero esa limitación se plantea, en esos casos, como o bien un pequeño engorro del que un usuario convertido en cada vez más habitual puede aspirar a librarse, o como una búsqueda de la generación de ese compromiso con una creación de contenidos que el usuario puede, por la vía del hábito, terminar considerando algo que le aporta valor y con cuya creación quiere comprometerse para convertirla en sostenible.

A partir de ahí, todo es una cuestión de porcentajes de conversión: si muchos de los que quieren consumir tu contenido deciden quedarse en el tramo gratuito, tendrás que plantearte el equilibrio entre lo que das en ese tramo y el valor que puedes añadir en el siguiente que ofrezcas como premium, y tratar de incentivar así esa conversión. Un modelo económico que lleva ya tiempo ensayándose, pero que, sin duda, iremos encontrándonos en cada vez más sitios.


This article was also published in English on Forbes, «Twitter’s Super Follows and the unstoppable growth of the freemium economy«


11 comentarios

  • #001
    Carlos Quintero - 26 febrero 2021 - 21:33

    En el nivel personal, el problema es que cada vez hay que pagar por más servicios: una subscripción musical, una o varias subscripciones a plataformas de vídeo, alguna subcripción a un periódico (por valor aportado o por militancia/afinidad, como indicas), donaciones a Wikipedia, a proyectos open-source, a plugins de WordPress, a apps del móvil, podcasts, a software del ordenador, etc. etc. Y uno empieza a echar de menos los tiempos de la web original, en la que la gente ofrecía cosas más altruistamente (freeware, shareware, blogs, etc.) sin pretender vivir de ello (aunque ciertamente menos profesionales). Al final cada uno tiene un límite a lo que puede/quiere gastar en esas cosas, así que afina mucho en qué se lo gasta. Y ojo, cuando la pandemia remita y salgamos a la calle «con más alegría», el gasto volverá a pivotar hacia ahí (ej: «ir de compras», restaurantes, escapadas de fin de semana) y menos hacia cosas por las que pagas ahora que estás casi todo el tiempo en casa conectado a la wifi.

    En el nivel empresarial, con el open-source, pasa algo parecido: cada vez es más un modelo freemium si tiene una empresa detrás, donde la capa gratuita (la open source) tiene bastantes limitaciones cuando la empiezas a usar en serio (y si no tiene una empresa detrás sino un individuo, con el tiempo abandona el proyecto y deja varada a mucha gente). Y lo que es peor: el software de pago cada vez es más en modo subscripción (ej: Office 365) y menos licenciamiento perpetuo (donde pagas una vez, pierdes soporte y actualizaciones al cabo de un año, pero podrías seguir usando el producto más años mientras te sirva como está).

    • Lua65 - 27 febrero 2021 - 14:24

      Pim pam… yo no lo hubiera descrito mejor… :P

    • Gon - 1 marzo 2021 - 10:54

      Completamente de acuerdo. Al final los usuarios tenemos un límite, no podemos pagar por todo.

  • #004
    Cascotop - 26 febrero 2021 - 21:46

    Yo todos estos lanzamientos los veo como una vía de apoyo a perfiles que tengan una buena reputación y marca personal y se saquen unos ingresos extras.

    Me parece genial pero de nuevo la economía va por delante del gobierno.

    A día de hoy miles de pequeños influencers cobran pequeñas sumas de dinero que quedan en un limbo fiscal.

    Si estuviera bien regulado y hubiera una figura fiscal adaptada a esta nueva economia de influencers serí genial. De momento hay que hacerse autónomo y pagar más de 300 euros al mes.

  • #005
    Gorki - 26 febrero 2021 - 22:06

    Sin que me parezca nada mal que alguien quiera algo tan sensato como cobrar por su trabajo, soy tremendamente reacio a pagar por los que otros me dan gratis, de hecho lo unico que pago en Internet es al proveedor del servicio.

    Soy reacio a pagar por tres motivos;

    El primero y en muchos casos determinante. porque soy un roñoso. Ya lo se.

    El segundo, porque suscribirse para pagar, supone muchas molestias, darte de alta, comprobar los pagos del banco, dificultades para darte de baja, ,..

    En tercer lugar porque puedo estar muy interesado puntualmente en leer una noticia del Pregonero de Getafe, (si es que existe ese diario digital), pero piense que normalmente nada mas en muchos meses me va a interesar de lo que ses diario diga

    Por ello, propongo desde hace tiempo otro sistema, que consiste que voluntariamente aceptes pagar un plus al proveedor de servicios, digamos diez euros y que todos estos que se quieren protejer con un muro, periódicos digitales, inflyuencer, servicios fremium,… dejen entrar a los que voluntariamente pagan ese plus y que el proveedor reparta el plus proporcionalmente en función de las kb. descargadas. de estos servicios.

    Asi recibiria su parte proporcional ese mes el Pregonero de Getafa y no tengo que suscribiorme a ese canal y me parece mas sencillo y menos doloroso pagar todo junto en un solo punto que mantener los pagos en tropecientos sitios.

    • Mediosordo - 27 febrero 2021 - 01:02

      Gorki, justamente lo que nos faltaba: más intermediarios que no aportan nada.

      Por otro lado, se nota bien que no estás suscrito a nada. Hoy en día darse de baja de cualquier servicio online, es mucho menos engorroso que darse de alta. Nada que no puedas hacer con tres clicks (literales).

      • Gorki - 27 febrero 2021 - 12:32

        Pues Movistar me suscribio por su cuennta a la tele y para darme de baja ha sido un calvario. Aun les falta devolverme 12 € que me cobraron de más, ¿Como para sucribirse al PAIS?

        Nº de Reclamación 202100352673001

        Fecha 2021-02-19

        Estimado cliente: Ya hemos solucionado tu reclamación.

        Vamos a proceder a la devolución de 9,86 euros más impuestos mediante transferencia bancaria, o descontando de los importes pendientes de pago si los hubiera. Asimismo, quiero anticiparte que esta incidencia también afectará a tu próxima factura, que por estar ya en proceso, no ha podido ser modificada. Por ello, y aunque la recibas sin corregir, procederemos de forma automática por nuestra parte a reintegrarte el importe correspondiente.

        Gracias por tu confianza y recuerda que estamos a tu disposición para aclararte tus dudas o comentarios sobre este o cualquier otro asunto.

        Equipo Movistar

    • Xaquin Fanboy - 27 febrero 2021 - 12:00

      Yo también soy de la Cofradía del puño cerrado. Empecé pagando, pero es que muchos pocos acaban siendo un pastizal. Empiezas con el Spotify, luego el Netflix, unos gigas en Dropbox, una VPN, una IPTV, alguna aplicación SaaS y cuando reaccionas porque estás cerca de los 100 pavos al mes te das cuenta de que todo es un timo para esquilmarnos. Baja de todo y vuelta a las «alternativas», ejem….

  • #009
    Manel Sayrach - 27 febrero 2021 - 08:12

    Muchos usuarios no vemos mal en pagar por acceder a contenidos de calidad, y así a la vez, facilitar la durabilidad de los mismos. El problema es que esos pagos, aunque sean cantidades más o menos pequeñas, acaban pudiendo ser un pico a final de mes o año. Algo similar sucede con el acceso a plataformas para uso educativo (Edpuzzle, Mentimeter, kahoot, Socrative, Genially etc.), si quieres optar a las versiones completas la suma de todas ellas puede ser considerable… Siempre he pensado que quien consiguiera unir esos servicios educativos en una única plataforma de pagos, al estilo Spotify con la música, sería un gran logro. Igual con los canales de información será más sencillo… veremos!

    • Gorki - 27 febrero 2021 - 12:35

      De acuerdo. Otra solución, una única plataforma de pago tipo Spotify

  • #011
    Xaquín - 27 febrero 2021 - 16:19

    Muy acertada la reflexión principal, pero la palabra militancia ha encrespado mis viejas neuronas y llevado por senderos más de oprobio que de gloria.

    Dicen que la competencia es la madre de la ciencia (económica) y digo yo, que todo exmiltante de un partido político sabe lo que es el Síndrome del Militante.

    Cunado militas en una organización, que te necesita como «masa de pan», pero que nunca te hace levadura, si no comulgas adecuadamente con los dirigentes, empiezas tu larga marcha hacia el exilio organizativo.. Y es algo que empieza a impregnarte de un cierto olor apestoso. Entonces te das cuenta, que empiezas a sufrir una cierta enfermedad, no necesariamente tratable por cualquier sistema público de salud (que no sea el inexistente de los USA).

    La única salida, valga la redundancia, suele ser precisamente salir del sistema cuasicarcelario (ideológicamente hablando) donde estás metido.

    Cuando de militante pasas a miiltar, normativizado con todas la leyes de la organización prébelica, es cuando intuyes que te están vistiendo de rata, para abandonar en cualquier momento el barco.

    Me he liado un poco, pero solo quería decir que «seguir a alguien», no deja de ser algo que podemos denominar como «seguimiento a un partido político individual». Lo que por cierto, no deja de ser lo que sucede al seguir a un partido político «de masas», ya que dicho partido suele ser la expresión práctica de un solo dirigente. Y a la España actual me puedo remitir. Los colaboradores en la dirrección son eso, como en la Francia de Petain, simples y activos colaboracionistas.

    En fin, que me parece muy buena idea la que aporta Gorki, pero pienso que la competencia existente impedirá el monopolio en la distribución. Lo que hace caro atender a todas las ofertas.Y además el Síndrome del Militante, impedirá mantener una tendencia seguidora, con aires de auténtica libertad de seguimiento.

    Porque, como antes insinuaba, el «seguido» no se va a librar del Síndrome del Poderoso, que todo homo sapiens en versión mediocre, tiene incorporado como adn social en su sistema neuronal.

    Para evitar esa «caida» (del seguidor), solo cabe experimentar con filtros en constante actualización, así como renovar las entradas de aire (pluralidad) como una práctica habitual. Y, si se tienen ganas y mientras la internet sea medianamente libre, pinchar constantemente el ego ideológico del «personaje followerizado».

    Está muy sobrevalorado el hater cotidiano (además del lameculos). Pero conviene favorecer más la crítica positiva, en modo kantiano. Así, cuando notas que ya no eres bien visto, puedes ir ocupando las zonas de barco más seguras, y seguir disfrutando (en el mundo virtual) de tus andanadas mejor o peor trabajadas. Que es responsabilidad del sabio (como del dirigente político), ofrecer respuestas adecuadas, incluso cuando los ataques van mal dirigidos.

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