De la era de la información a la era de la reputación

IMAGE: Mohd Azri Suratmin - 123RFUno de los artículos más recomendables que he leído últimamente está escrito por la filósofa italiana Gloria Origgi, se titula «Say goodbye to the information age: it’s all about reputation now«, y hace referencia a la transición progresiva desde la llamada «era de la información», en la que lo importante estaba en tener acceso a cuanta más información fuese posible, a la «era de la reputación», en la que lo que cuenta es ser capaz de discernir la calidad y fiabilidad de esa información, uno de los elementos que resulta fundamental introducir en la educación desde sus niveles más básicos, y al que me he referido en numerosas ocasiones.

En efecto: el signo de los tiempos ya no es «tener conexión» en un mundo en el que ya cada vez más personas la tenemos. El acceso a la información, siendo obviamente cada vez más necesario y para más cosas, ya no es lo importante: lo verdaderamente importante es saber manejar esa información con los criterios adecuados. El nuevo idiota, en su acepción más literal, es el que hace búsquedas y acepta sistemáticamente como verdad absoluta el primer resultado que aparece en la página, o el que se cree todos los bulos que le llegan a través de una pantalla o el incapaz de diferenciar una fuente confiable de una que no lo es en absoluto. La información tiene valor si está curada, verificada, filtrada, evaluada y comentada, y la reputación se convierte en la base más importante del proceso de construcción de inteligencia colectiva.

Creer en estupideces y conspiranoias sin base científica, llámense movimiento anti-vacunas, o chemtrails, o que el hombre nunca llegó a la luna o que el cambio climático no existe, te etiqueta automáticamente como un pobre ignorante desinformado incapaz de diferenciar información veraz de tonterías, la nueva categoría de pobre, al que se puede manipular con toda facilidad. Te convierte en unos de los que contribuyen con sus acciones a que las mentiras se difundan y terminemos teniendo una red – y una sociedad – peor. El idiota es el que recibe un bulo a través de un grupo de WhatsApp y, sin pararse ni siquiera a verificarlo o a pensarlo, lo circula rápidamente en varios grupos más para que vean que es «el listo», «el enterado» o «el que se preocupa por los demás». Cuestiones que empiezan desgraciadamente, desde la infancia: en YouTube Kids aparecen vídeos sobre conspiraciones reptilianas y negacionismo de la llegada a la luna como si fueran algo normal, algo que poner a disposición de mentes no entrenadas aún en la verificación de fuentes, cuyos padres, en muchos casos, utilizan el ordenador como baby-sitter sin supervisión de ningún tipo, a cambio de un rato de tranquilidad.

Incorporar ese tipo de habilidades en la educación desde los niveles más tempranos es la clave para evolucionar hacia la era de la reputación. No, la solución no es alejar a los niños de sus smartphones: es precisamente lo contrario, integrar esos smartphones completamente en el proceso educativo, enseñar a los niños a manejarlos no desde un punto de vista de uso de la tecnología, que resulta bastante trivial,, sino de la gestión de información. Matar de una maldita vez el libro de texto y acostumbrarnos como sociedad a que la verdad no está entre las páginas tal y tal, o en capítulo tal: la verdad está en la red, en la capacidad de filtrar, verificar y comprobar las fuentes, en la posibilidad de contrastar, de descartar y de desarrollar el juicio crítico. Esa es la habilidad fundamental que tenemos que enseñar a nuestros hijos… pero también, sin duda, a muchos de sus mayores. Hablar de adicciones es una soberana estupidez, equivocar completamente el diagnóstico: no hay adicciones, solo hay falta de educación. Estar conectado a todas horas no es necesariamente malo: es perfectamente normal si se hace con los criterios adecuados. Recurrir a la red para muchas cosas no es negativo, pero es ese criterio es lo que hay que desarrollar. Por alguna razón, hemos pretendido eliminar de la educación el concepto de confrontación, lo que nos lleva a una total complacencia y produce niños que no es que sean adictos y se vuelvan violentos si les quitamos sus dispositivos… es que son, pura y simplemente, unos enormes maleducados. La solución no está en hacer los dispositivos menos atractivos o en incorporar controles para que los padres puedan subcontratar la educación en ellos: está en educarlos mejor, en prepararlos para un mundo en el que esos dispositivos son ubicuos.

Hemos creado una herramienta poderosísima, y la hemos puesto en manos de personas sin ningún tipo de preparación, juicio crítico o comprensión del fenómeno tecnológico. Personas que creen que tener un smartphone o un ordenador les convierte en algo, cuando la realidad es que, sin el criterio adecuado, los convierten en un vehículo de desinformación, en auténticos idiotas reputacionales. Los parias de la era de la reputación lo pueden ser por motivos generacionales, de inadaptación, de falta de acceso a la educación o de ausencia de la misma por la razón que sea. Definitivamente, un mal de nuestro tiempo. Y una de las razones por las que sigo en la educación: el convencimiento de que tenemos mucho que hacer en ese sentido.

 

 

 

This post is also available in English in my Medium page, “From the information age to the reputation age» 

 

23 comentarios

  • #001
    Luis Hernández - 21 marzo 2018 - 08:37

    Estaba convencido de que hoy hablarías acerca de Facebook y la utilización que se ha hecho de sus datos para manipular a la opinión pública. Pero en el fondo estás hablando de ello, estás hablando del problema subyacente: que es posible manipular con información falsa bien diseñada al grueso de la población. No es ya un problema de privacidad, sino de las conclusiones a las que es posible llegar con los datos agregados de todos nosotros. Deducir cómo funcionamos colectivamente a la hora de posicionarnos respecto a un tema y tomar decisiones, de modo que sea posible inyectar información que manipule nuestra percepción de la realidad.
    La educación es sin duda un arma importantísima para luchar contra ello, pero dudo que sea suficiente porque en el fondo todos tenemos debilidades, sesgos, pasiones… susceptibles de ser explotadas. Sería interesante establecer un nivel de protección superior y colectiva. Quizá esa reputación de la que hablas sea la respuesta, pero en un sentido más amplio, en donde a toda información pueda asignársele un determinado nivel de reputación. Este nivel de reputación (fiabilidad) sería entonces un facilitador o un freno, según su puntuación, para una posible viralización.
    La reputación se asignaría en función de algo así como el malogrado Author Rank que trató de implementar Google en G+.

    • Javier - 21 marzo 2018 - 11:05

      Voy a hacer futurología. No creo que Enrique hable específicamente del tema Facebook… porque ya lo hizo. Ya explicó cual era el huevo de la serpiente. Ya vió el reptil a travez de la membrana.

      Esto que está ocurriendo es la confirmación de todo lo que hemos estado leyendo los pasados dos años. Hemos sido testigos de la formación de un huracán en camara lenta, y ahora estamos viendo como descarga su energía.

      Cuando ese proceso (destructivo / creativo) termine, cuando esa energía se disipe, veremos que surge de los escombros.

      • Pedro Torres Asdrubal - 21 marzo 2018 - 13:17

        Hace años que mi madre comparte virales y que le explico una y otra vez que son bromas que la toman por tonta.

        FB es el perro, y matándolo no se acaba la rabia.

    • JJ - 21 marzo 2018 - 15:48

      La verdad es que yo también esperaba la entrada sobre el «escándalo» de Facebook.

      Lo ocurrido afecta a la realidad política en EEUU, pero también afecta a Europa.

      Además, Facebook ha perdido 50 mil millones de dólares en bolsa (esperemos que los recupere) y esto es un 10% de su valor. Es muchísimo para una empresa que por capitalización está entre las primeras del mundo.

      Si yo fuese amigo de Mark Zuckerberg le diría que se desvincule totalmente de Peter Thiel, asesor de Trump que puede llegar a verse cuestionado por Palantir y por su relación con Robert Mercer, el dueño de Cambridge Analytica.

  • #005
    Camino - 21 marzo 2018 - 08:39

    Hola Enrique,

    Me alegra volver a comentar alguno de tus post. Me encanta leerlos, siempre estás al día.
    El tema de la reputación es realmente fundamental y estoy totalmente de acuerdo contigo. Soy una luchadora en las trincheras de la formación al profesorado tratando de transmitir esa idea que taaaanto cuesta que cale.
    Pero he de decirte que discrepo contigo en la segunta parte de tu texto donde transmites la idea de que no hay adicciones digitales. Yo antes tenía tu misma opinión y me negaba a creerlo pero… la experiencia en contextos educativos e instituciones relacionadas con ello, además de leer literatura al respecto de ambos enfoques, me ha hecho cambiar de opinión y tratar el tema con cautela. Hay evidencias de que existe adicción a las TIC como droga comportamental. Es decir, cuando existe una patología psicológica previa (depresión, falta de autoestima…) esa persona puede llegar a sufrir una adicción como vía de escape o desarrollo emocional. Entre las posibles adicciones en las que puede caer estan las TIC. La causa es siempre el estado emocional de la persona y sus carencias, nunca la propia herramienta que por si sola no comporta ningún peligro. Las TIC son «simplemente» medios por los que desarrollar un comportamiento adictivo y solo en ese caso.

    Creo que es importante conocerlo para no minusvalorar las señales que nos pueden llegar a través de determinado comportamiento con las TIC, ya que son avisos de que algo más está sucediendo. Claro está, la clave para que las TIC vuelvan a ser un mero instrumento y no el objeto de obsesión y dependencia es mejorar el estado emocional de la persona.

    Dicho esto, nos queda mucho camino que recorrer todavía en este sentido y este tema es polémico y resvaladizo.

    Un abrazo y felicidades por el blog y tu trabajo. Menuda capacidad de trabajo y gestión del tiempo que tienes!!

  • #006
    Krigan - 21 marzo 2018 - 09:17

    Para mí el problema es más general, no afecta solo a la Red, y no tiene solución porque forma parte de la naturaleza humana. La mayoría de la gente no se preocupa de documentarse antes de formarse una opinión sobre un tema, no buscan las fuentes (como si la información de cuarta mano fuera igual de fiable), a menudo solo quieren que les confirmen sus prejuicios, etc, etc, etc.

    ¿Quieres educarles? Buena suerte con ello, a la mayoría no les interesa ser educados. Pero sí reenvías este mensaje a 20 personas se cumplirá tu deseo. Ese es el nivelazo que hay.

    De verdad que lamento ser tan pesimista en este tema.

    • Pedro Torres Asdrubal - 21 marzo 2018 - 13:25

      La peña no se documenta porque se mueve en entornos sociales donde nadie lo hace y no le castigan, sino mas bien lo contrario, somos sectarios y copiamos a quien mejor escupe mierda a los enemigos.

      Un excelente video divulgativo: https://www.youtube.com/watch?v=rE3j_RHkqJc

      Respecto a tu pesimismo, la mediocridad humana es nuestro activo mas producitivo y eficiente.

      Intenta convencer a alguien de algo justo y necesario y será prácticamente imposible si no es lo que dice su secta.

      En cambio, si su secta dice algo irracional e incoherente, lo aceptará sin cuestionar, y ello permite modificar las expectativas, claves en los milagros económicos.

      La casta es la culpable de la crisis, si, pero también fue la responsable del boom, en el que prestaban sin coherencia.

  • #008
    Amaury Cabrera - 21 marzo 2018 - 09:26

    Hola! Excelente! Me ha encantado! La base de la estupidez, como dices, parte de una educación en las escuelas obsoleta. Deberían enseñar a los niños a pensar, buscar información, encontrarla y filtrarla. Pero para saber filtrar hay que educar en la inteligencia, emocional, social. Educar en los errores, o porqué esos errores. Educar en que nada es cierto hasta que se compruebe, o por lo menos, la fuente sea seria. En fin, has tocado un tema que es la base de muchos problemas hoy, y los del mañana. Un saludo!

  • #009
    JJ - 21 marzo 2018 - 09:54

    En muchas ocasiones hoy se usa la palabra «conspiración» en sentido descalificativo, como si las conspiraciones no existieran y fueran siempre la fantasía de personas alocadas, exageradas y desinfomadas.

    «Conspiración» no es sólo una palabra imaginaria de algo que no exista; las conspiraciones siempre han existido desde que el hombre se interesó por el poder y, mas tarde, por el dinero.

    A veces, los conspiradores tienen motivaciones nobles. Por ejemplo, cuando intentan derrocar a un tirano, a un dictador que abusa de un pueblo.

    Cuando leemos artículos, por ejemplo, que niegan el cambio climático, podemos perfectamente plantearnos si el negacionismo del cambio climático es una forma de conspiración promovida por intereses económicos del sector petrolero, etc.

    Así y todo, hay que diferenciar lo que pueden ser conspiraciones reales, políticas, financieras, económicas… y que pueden darse en Rusia, China, Corea del Norte o cualquier otro país, con las teorías disparatadas del tipo «reptilianos» en las que mucha gente cree por haberlas leído en Internet y, sobre todo, por haber visto vídeos sobre esos temas en Youtube.

    Tiene la culpa la gente por terminar creyendo en cualquier tontería cuando quizás no ha tenido la oportunidad de una buena educación?

    Pues pienso que no del todo. Que son también responsables los que publican y los que fomentan el consumo de ese tipo de contenidos. Y me pregunto si detrás de esta difusión masiva de tonterías no existe una conspiración…

    Conspiración, (entendimiento secreto)

    • Pedro Torres Asdrubal - 21 marzo 2018 - 15:22

      La gente mejor educada también es magufa, por ejemplo los del Opus en Pamplona tienen uno de los mejores hospitales.

      En un mundo globalizado, con mas de siete mil millones de agentes económicos, nadie tiene el poder para conspirar, por ejemplo, para subir y bajar el precio del petroleo.

      Hoy en día, hablar de conspiraciones es ponerte la etiqueta de magufo que vive rodeado de magufos que se retroalimentan.

      • JJ - 21 marzo 2018 - 18:20

        Me parece que tienes parte de razón.

        Realmente, no creo que a la gente del Opus se la pueda calificar de «magufos» por sus creencias religiosas, pero sí es cierto que en general se trata de personas con muy buena educación.

        Sobre si existen las conspiraciones para manipular la bolsa? Pienso que sí puede haber manipulación, sobre todo de las noticias que afectan luego a las cotizaciones.

        Y el especulador sabe ganar dinero tanto cuando una acción sube como cuando baja.

        • Pedro Torres Asdrubal - 3 abril 2018 - 16:01

          Los seres humanos somos magufos por imposición de una realidad a la que le somos irrelevantes: nos quitas nuestras mentiras y no queda nada.

          En ese sentido los del Opus son magufos con guión, mientras que muchos van por libre o «de oidas».

          Como economista te diría que no hay conspiraciones en la bolsa, pero si abunda el delito de usar información confidencia y es muy fácil de comprobar por los movimientos en los precios de las acciones ANTES de un anuncio importante.

          Los especuladores por contra son un timo. Llámalos inversores o gestores de carteras, pero la evidencia apunta a que un mono eligiendo al azar acierta tanto como ellos pero no hay que pagarle.

          Un buen gestor de bolsa gestiona lo que se puede gestionar, el riesgo.

  • #013
    Daniel Terán - 21 marzo 2018 - 10:30

    «Hemos creado una herramienta poderosísima» y simplemente estamos aprendiendo a utilizarla, a explorar sus virtudes y sus defectos, a dar tres pasos hacia delante y dos hacia atrás. Pero, como siempre, se requiere tiempo para madurar.

  • #014
    Jesus Raro - 21 marzo 2018 - 11:16

    Enrique.
    Siempre que hablamos de este tema, cometes el mismo error, (a mi juicio…) por que negar la adicción es cerrar los ojos ante un problema cada vez más frecuente.
    Si hablamos de la educación, la que sea, conlleva una parte en la que se deben establecer, o tener en cuenta unos límites.Beber alcohol es bueno pero…., comer es bueno pero…,recibir información… ver la tele…., el sexo…. hacer deporte… y así podemos seguir…
    Tampoco es la primera vez que lo digo, pero negar cualquier adicción, es el primer síntoma de alarma para reconocer, que algo hay….
    Si nó establecemos. o partimos de unos límites que pueden ser variables según los tipos, es difícil plantear una educación, sea sobre lo que sea.

    • Luis Hernández - 21 marzo 2018 - 12:39

      Yo creo que una analogía más acertada sería la ropa. La conectividad es cada vez más como ir vestido. ¿Considerarías adicción la necesidad de vestirte?. Otra cosa sería comprar ropa de manera compulsiva… pero estaríamos hablando de algo diferente.

      • Jesus Raro - 21 marzo 2018 - 19:49

        Bueno, pues con la ropa podemos seguir…, y por supuesto, hay que educar al consumidor o consumidora de ropa, de forma que si emplea casi o la totalidad de su dinero en ello, pues se podría considerar una adicción, y por supuesto su robo… (hay casos, seguro).
        En el primer comentario que tienes, dices que quizás haya que establecer un «nivel de protección superior y colectiva».
        Yo he dicho que hay que establecer unos «límites»…, al fin y al cabo, creo que es mas o menos lo mismo.
        Volviendo a la ropa, habrá veces que con un bañador basta, incluso en ciertas ocasiones, ni eso.

        • Luis Hernández - 21 marzo 2018 - 21:37

          Si en realidad, estamos de acuerdo. Es sólo una cuestión de matices. :)

          • Jesus Raro - 22 marzo 2018 - 11:16

            Pues si…., como dicen Faemino y Cansado. «Estamos hablando de lo mismo….»

  • #019
    Alberto - 21 marzo 2018 - 11:30

    Hola a todos, yo creo que todo cambia para que nada cambie. Hoy tenemos herramientas nuevas donde se difunde la información mucho más rápido, pero eso no evita que la información sea correcta. Por otra parte también el desmentido va mucho más rápido.
    Alguien se acuerda todavía del gato de Ricky Martin en sorpresa sorpresa. Eso ocurrió sin Facebook y es sólo un ejemplo.
    El medio nunca ha sido fiable en sí mismo ni antes de la digitalizacion ni después.
    La gente solo quiere escuchar lo que piensa, para ejemplo las tv tradicionales o la prensa tradicional absolutamente sesgada y no sólo en este país. Es una pena ver los telediarios llenos de sucesos y noticias con connotaciones negativas. Pero si lo haces al revés tendrás audiencia de nicho.
    PD. La mejor campaña a Donald Trump se la hicieron los demócratas eligiendo a Hillary Clinton y la prensa atacandolo de una forma desmedida nunca vista. Queriendo evitar una situación hicieron que se cumpliera. No creo que los rusos ni los datos de Facebook hicieran tanto ruido como hicieron los medios tradicionales.

  • #020
    Pedro Torres Asdrubal - 21 marzo 2018 - 13:00

    Querido Enrique,

    Pretender cambiar la cultura a través de la educación es tener que esperar 40 años a que los niños de hoy transformen la realidad.

    Uno de los grandes motivadores que vemos en la economía del comportamiento es la aversión a la perdida. Los magufos ansían el conocimiento, lo que les diferencia es que se pierden por el camino, pero su objetivo es no ser idiota. El problema y reto es que hay toda una plétora de idiotas que comparten y reafirman su fracaso.

    Por cierto, parece que los hackers de Putin y los fake news eran Steve Bannon y una empresa de data mining.

    Un cordial saludo

  • #021
    Carlos Quintero - 21 marzo 2018 - 13:29

    Enlazando con el comentario de Krigan:
    «a la mayoría no les interesa ser educados»

    Al hilo de un examen de programación en C (¡en papel!) en ingeniería industrial el año pasado en el que quitaban puntos por no escribir el separador de instrucciones «;» (que cualquier compilador te advertiría) le comentaba yo a mi mujer quién tendría que tirar del carro para eliminar los absurdos del sistema educativo y examinar más con libros y conexión a internet, con preguntas de formato abierto, discutiendo ventajas e inconvenientes de alternativas, confrontación de opciones, etc., en lugar de enfoques puramente memorísticos o de resolución de problemas por semejanza con problemas anteriormente resueltos (que, siendo necesarios, no han de ser el 100%).

    – ¿Los profesores? Seguramente se opondrían porque supondría más trabajo para corregir los exámenes, y estos serían más discutibles en la revisión de las evaluaciones.

    – ¿Los sindicatos de profesores?

    – ¿Los padres de los alumnos? Sospecho que la mayoría prefieren que los hijos aprueben, a ser posible con buenas notas, no que aprendan, que obtengan un título y «luego ya veremos».

    – ¿Los propios alumnos (a partir de cierta edad)? No lo creo

    – ¿Unos ministros o consejeros de educación que no sean cortoplacistas, vean la importancia del tema y quieran cambiar el tema de raíz? Aunque existieran, no se enfrentarían a todos los actores anteriores.

    Entonces, ¿quién? ¿nos resignamos a actuaciones individuales heroicas contra-corriente?

  • #022
    Ramon - 21 marzo 2018 - 17:41

    Noticia: Cristina Cifuentes falsifica …… bla, bla, bla.
    Estucho (Radio) dos «telediarios». A primera hora (desayuno), segunda hora (media mañana), dan la anterior noticia.
    A mediodía veo (TV1) el Telediario: La misma noticia pero esta vez sale el rector de la universidad diciendo que ha sido un error administrativo pero sin culpa de la interesada.
    Yo, que soy perro viejo y me cuestiono todo, desconfiaba de que las primeras noticias incluyeran «toda» la verdad.
    A lo dicho por el Sr. Enrique Dans hay que añadir: «Eramos pocos y pario la abuela».: Solo nos faltaba el sesgo de la política.

  • #023
    Xaquín - 21 marzo 2018 - 18:46

    Podía ser bueno que el profesorado se interesara más por la autoridad de la reputación (ante el alumnado) que por la autoridad del «yo mando».

    Y si es aplicable a políticos y demás fauna, pero el hecho de que el «público» esté formándose vitalmente precisa más cuidado por parte del «modelo».

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