Sobre el tecnoescepticismo

IMAGE: Samantha Craddock (123RF)

Mi columna de esta semana en El Español se titula «Tecnoescepticismos«, una de las tristes realidades con las que me encuentro constantemente. Las razones por las que una persona decide adoptar una actitud de desconfianza radical o de fatalismo supremo ante la tecnología pueden ser muchas: en numerosos casos tienen que ver con la natural tendencia a la inercia, a rehuir el cambio, a encontrarse más cómodo con lo que se conoce, o al temor a las posibles consecuencias de las cosas nuevas. En otros, hablamos simplemente de incultura, o de simplificación peligrosa de la realidad hasta que cuadra con unas creencias determinadas, a veces muy arraigadas y consolidadas.

En una semana, nos hemos encontrado con un buen puñado de noticias que confirman el avance de tecnologías habitualmente objeto de un fuerte escepticismo: la conducción autónoma y la logística mediante drones. En el primer caso, la semana comenzó con el anuncio de Google de que, siguiendo el plan previsto desde sus inicios y el que de hecho originó la creación de Alphabet, Inc., pasaba a convertir su división de conducción autónoma en una compañía independiente, Waymo, que funcionará bajo el paraguas del holding. La noticia no deja ninguna posible duda: supone el paso desde la categoría experimental, desde la fase de pruebas, hasta la de negocio, la de búsqueda de mercado y clientes, la de facturación. Y sin embargo, inmediatamente aparecieron agoreros que afirmaban que «Google abandonaba el proyecto de conducción autónoma», que «desinvertía», o incluso que se inventaban declaraciones de directivos de la compañía que supuestamente afirmaban que «el proyecto no era viable»… difícil ver un análisis más torpe, pero sobre todo, más absurdo o más desconocedor del funcionamiento de los entornos corporativos.

El escepticismo sobre el tema llega al punto de, cuando se analiza otra noticia relacionada, el inicio de las actividades comerciales con vehículos autónomos de Uber en San Francisco, surjan en pocas horas voces que afirman categóricamente que «el proyecto se cancela» nada menos que «porque un vehículo de la compañía fue filmado pasándose un semáforo en rojo», y «le han retirado los permisos». En efecto, un conductor de una empresa competidora que llevaba una dashcam, capturó un vídeo de un vehículo de la compañía en el momento en que se pasaba un semáforo en rojo… como miles de vehículos se pasan semáforos en rojo todos los días, en todas las ciudades del mundo, y sin evidencia alguna sobre si el vehículo estaba circulando con los sistemas de conducción autónoma activados o de manera manual, y lo envió inmediatamente al San Francisco Examiner.

El hecho puede ser calificado de muchas maneras, pero desde luego, jamás de manera dramática, dado que además, la maniobra, como puede verse en el vídeo, no supuso el menor peligro para nadie. Y lo que sí es completamente evidente para cualquiera con dos dedos de frente es que el hecho de que el proyecto se paralice momentáneamente por la falta de un permiso no tiene absolutamente nada que ver con el semáforo en rojo: nunca, jamás, en ningún lugar del mundo, la administración reacciona a esa velocidad. La paralización se debe a un simple tema administrativo: Uber creía que por el hecho de circular siempre con un conductor preparado para tomar el mando, no necesitaba solicitar una licencia específica, licencia que el propio Department of Motor Vehicles (DMV) de California afirma que «es esperable que obtenga».

El episodio me lleva al análisis de una de las categorías más frecuentes de escepticismo tecnológico: la generalización de lo anecdótico. Lo mismo ocurrió cuando el famoso accidente del vehículo de Google, el único que se ha podido achacar a un fallo de su software, y que se redujo a un pequeño roce con un autobús: inmediatamente, todo eran análisis que apuntaban poco menos que a la no viabilidad del proyecto, cuando la cuestión se reducía a cambiar unas líneas de software. Pretender que un proyecto de conducción autónoma, con todo lo que ello conlleva, «se paraliza» o «se cancela» porque un vehículo roza a otro o porque se ha saltado un semáforo en rojo es tan profundamente absurdo e insostenible, tan ridículo que sonroja simplemente pensarlo. Y sin embargo, he visto a personas que considero muy inteligentes afirmar ese tipo de cosas sin pestañear. Simplemente, una cuestión de renunciar al análisis si te parece que los hechos corroboran tus hipótesis o tu forma de ver el mundo.

El tecnoescepticismo, como todos los escepticismos, debería ser bueno: debería suponer la dosis adecuada de realismo, de no dejarse llevar por el entusiasmo, de poner las cosas en su sitio, de cabeza fría o de pies en la tierra. El mundo necesita escépticos. Pero cuando el escepticismo se convierte en irracional, en una simple pose categórica, en un descreimiento sistemático o en un motivo de orgullo, se incurre en actitudes que solo pueden ser calificadas como de simplistas o absurdas, y que se convierten en profundamente ridículas.

Los coches autónomos ya circulan, y los drones de Amazon ya vuelan. Como era lógico, por otro lado: cuando las empresas serias y solventes hacen anuncios como esos, no suelen hacerlos para terminar quedando como ingenuos o como torpes. Las fases de pruebas están, a gran velocidad, dejando paso ya a despliegues comerciales con clientes escogidos, para posteriormente, pasar a la siguiente fase, en la que hablaremos ya de la fase de adopción. A todos los efectos, los coches autónomos y los drones ya están aquí. Si eras de los tecnoescépticos, ya sabes… welcome to reality!

 

 

This article is also available in English in my Medium page, “On techno-skeptics«

 

25 comentarios

  • #001
    Mi nombre es nadie - 16 diciembre 2016 - 10:26

    Pues sí, claro que empieza a aparecer algo de tecnoescepticismo cuando no directamente tecnofobia. Pero no es culpa de la tecnología sino del mal uso y del abuso que hacen de ella.

    Pienso en los impresentables que no tienen la cortesía de apagar sus smartphones en el cine o en el teatro. Que sí, que es cuestión de falta de educación no del dispositivo en sí.

    O pienso en los drones. Que pueden ser o ya son una revolución (para bien) Pero, como ya nos conocemos el percal, algunos intuímos que estarán pensando en utilizarlos para vigilarnos más y mejor y recortar nuestras libertades; no para hacernos la vida más fácil.

    Como reconozco que no me haría ninguna gracia que mi coche autónomo decidiera por mí quién debe morir en caso de accidente.

    Sólo he analizado el tema muy superficialmente con estos ejemplos pero cuando la tecnología se imponga (que lo hará) y empiece a hacer innecesarios muchos puestos de trabajo (que también lo hará) debería haber un plan preparado para el nuevo modelo que ha de venir.

    No sé si ese plan habrá de suponer una renta universal u otra cosa. Pero deberíamos ir pensando ya mismo en qué vamos a hacer.

    A mí me preocuparía que elijamos el «laissez faire» y ¡a ver qué pasa!

    • Enrique Dans - 16 diciembre 2016 - 10:43

      No, tu coche no va a decidir si vives o mueres en caso de accidente. Sencillamente porque los accidentes en los que la opción es binaria entre si vives tú o vive otro no existen, son una absurda simplificación que solo sirve para discutir en clase de filosofía. Un coche autónomo tiene muchos más reflejos y grados de libertad en sus reacciones que un conductor humano, el número de accidentes en los que se ve implicado – como prueban los números – es muchísimo menor, y la posibilidad de que esté en una carretera rodeada de precipicios y en la que solo puedes o tirarte por él o atropellar mortalmente a un pobre peatón que pasaba por allí es tan escasa, que es ridícula. Y aún así, hay quienes pretenden que se detenga toda la investigación relacionada con el coche autónomo por semejante estupidez. Ya ves… ser tecnoescéptico es haber oído hablar una vez en tu vida del dilema del tranvía, que no es otra cosa que un experimento mental para discusiones teóricas sobre ética, y pensar que por culpa de eso, los coches nunca conducirán solos. Una simplificación burda, que si la racionalizas mínimamente resulta hasta ridícula, pero a la que algunos se agarran porque así pueden justificar sus temores. Precisamente de eso hablaba en mi artículo :-)

      • José Enrique - 20 diciembre 2016 - 00:19

        Errores (de apreciación):

        Los coches no tienen reflejos. Un niño jugando al tenis es capaz de aproximar el bote de la pelota mucho más rápido que cualquier ordenador conocido con los input que maneja: 2 ojos y 2 oídos. El ordenador «sólo» puede analizar infinitos golpeos para establecer el punto de bote estadísticamente más probable. Eso no son reflejos. Los reflejos suponen adelantarse al suceso. Mira a Messi… lo que él hace no tiene nada que ver con saber dónde está la pelota, sino con saber dónde va a estar dentro de un segundo.

        Por lo dicho, grados de libertad, ninguno. El humano puede, incluso, decidir estrellarse. Si te refieres a liberarse del stress o del miedo, puede que sí; pero se me ocurren muchas situaciones en las que la máquina «cantaría» y hay varios ejemplos de ello.

        Yo me imagino, sin problemas, coches circulando en modo autónomo por las autovías a 90km/h (OJO: las velocidades son esas); otra cosa es que el piloto del TESLA quiera circular de Coruña a
        Barcelona a 90…

        Y para rematar, lo que no me imagino es el Código de la Circulación o la Normativa de Seguros (por citar dos, que seguro que hay muchas más, desde Leyes Autonómicas hasta Ordenanzas Locales) en los que cualquier situación, percance o fatalidad no sea imputable a la persona. Los tomadores de los seguros son personas y ellas son las responsables de la máquina. De momento, no puede existir una actividad en la que la persona sea «irresponsable». ¿Qué pasa si das «positivo» en un coche autónomo?

        Tú eres el abogado. Tú sabes de esto.

        Es algo que creo que falta en el análisis; y no estaría de más. El avance tecnológico también se demuestra cuando la ciudadanía demanda al legislador leyes que amplíen el marco y abarquen las nuevas realidades. Nada de eso pasa (de momento) y en parte es porque de momento se ve como algo anecdótico… puntual. Distinto.

    • Krigan - 16 diciembre 2016 - 11:29

      Lo que hace un conductor humano cuando se enfrenta a un choque inevitable es simplemente frenar a tope, lo cual es además la estrategia correcta, porque así se minimizan los daños.

      Pero algunos de esos mismos conductores humanos, cuando se habla de una máquina conduciendo, parecen creer que el ordenador va a ser totalmente incapaz de hacer eso mismo, como si eso de frenar a tope fuera algo demasiado complejo para que lo haga un ordenador.

      El despropósito es todavía mayor si además tenemos en cuenta que esos mismos conductores humanos, incapaces de creer que una máquina sea capaz de frenar a tope, sí que le atribuyen a ese mismo ordenador la capacidad de resolver un tema mucho más complejo como es el dilema del tranvía, que implica evaluar daños futuros. Sin eso, ni siquiera hay dilema.

      Todo lo cual es además una cuestión marginal, porque lo importante es evitar que se produzca ningún choque, y ahí las máquinas parten con ventaja, porque tienen visión 360, no beben alcohol, no tienen sueño, y respetan las normas de tráfico, además de que la experiencia adquirida por una de ellas sirve para mejorar a todas las demás (al menos dentro del mismo fabricante).

      El escepticismo es algo muy sano, pero el hecho de que haya que explicar todo lo anterior, que son cosas bastante obvias, demuestra que esto no es escepticismo, sino otra cosa. En el caso de algunos (no en el tuyo), acaba por ser puro negacionismo irracional.

    • Antonio Arias - 16 diciembre 2016 - 16:00

      Voy a poner dos ejemplos.
      Mi mujer hace cuatro años atropelló a un chico que cruzó de golpe y corriendo una carretera a la salida de un pequeño pueblo gallego. El guardia civil de tráfico le dijo al día siguiente que ella no hizo la maniobra de evasión, el chico va en un sentido y tu giras el volante hacia él, en sentido contrario a su marcha, así miniminizas el choque. Dicha maniobra casi nadie la hace según le comentó el agente, es lo normal, por instinto giramos en el mismo sentido, y solo una persona que lo sabe y es un profesional lo haría. Un coche autónomo lo haría por defecto, no tendría instintos ni se asustaría, simplemente se desencadenaría una serie de decisiones que un humano no haría.
      Otro ejemplo. Nieva e hiela en una fría tarde de invierno en Asturias. Varios coches empecinados en llegar, todos sufren un accidente. Un coche autónomo viendo las condiciones imposibles, no se ocecaría en seguir, pararía y lanzaría un aviso al 112, no pondría en peligro a los ocupantes, muy distinto a como hacemos mucho de nosotros, que asumimos muchas veces riesgos muy imprudentes y temerarios, con desastrosos finales en ocasiones.

      • Xaquín - 16 diciembre 2016 - 19:52

        Me parecen muy aclaratorios (aunque tristes) eses 2 ejemplos. Yo, a diferencia del protagonista de Yo, robot, prefiero dejar conducir al autómata, xa que me fio menos del ser humano. Es la única forma de no liarse con el tranvía de marras.

        Eso no quita que mi confianza en conducir aparatos de transporte (o toma de decisións salvavidas en situaciones extremas) valga también para la conducción política de seres humanos. Mientras no se demuestre lo contario prefiero un ser con sentimientos para tomar decisiones capitales ( algo más «interstellar», por seguir con el cine!).

  • #007
    Carlos Quintero - 16 diciembre 2016 - 11:17

    Se me ocurren otras categorías adicionales para el tecnoescepticismo:

    – Creer que los humanos lo hacemos y lo haremos siempre mejor que las máquinas, tanto tareas bastante mecánicas como reaccionar ante situaciones imprevistas. No estamos hablando de androides tipo Ex-Machina o Westworld, sino de máquinas sin aspecto humano que hacen tareas que hasta hace poco solo hacían las personas.

    – Un oculto deseo de que empresas o personas fracasen. Da igual que sean brillantes o visionarias.

    – Una búsqueda de titulares fáciles por parte de periodistas

    – Una falta de imaginación para ver cómo podrían hacerse las cosas de otra manera

    – Una falta de confianza en el talento humano para resolver dificultades

    En el lado positivo, pienso que el escepticismo tecnológico es bastante fácil de vencer con soluciones que funcionen perfectamente (no la versión 1.0 que tendrá fallos y carencias). A modo de ejemplo (ciertamente anecdótico), yo hasta hace una semana era tecnoescéptico respecto a la domótica casera y el internet de las cosas, básicamente por falta de interés y de conocimiento, me imaginaba pegas de todo tipo y pensaba que tendría que venir un profesional a montarlo, precios astronómicos, falta de utilidad práctica, etc. Pero fue comprarme un kit de iniciación de esos de Philips Hue compatible con Apple HomeKit, probarlo, ver que funcionaba perfectamente a la primera, y unos días más tarde tengo la casa llena de bombillas, enchufes, termostatos y sensores controlables con interruptores de pared inalámbricos, móvil, tableta, voz y con acceso remoto. Y mi mujer, encantada de encender muchas lámparas individuales a la vez con un clic en la pared :-)

  • #008
    Daniel Terán - 16 diciembre 2016 - 11:54

    Espero que no se me tache de tecnoescéptico por poner el enlace del semáforo junto a un «Ayayayay». Nada más lejos de la realidad :D

    • Enrique Dans - 16 diciembre 2016 - 11:55

      No, hombre… Daniel, tío, que tienes una reputación!! :-) No me refería en absoluto a ti, la situación a la que me refería fue en la clase que tuve ayer por la tarde, con el tema fresquito, y con una alumna bastante brillante.

      • Daniel Terán - 16 diciembre 2016 - 14:44

        Ufff, menos mal … que conste que me llamaban «el Enrique Dans de la clase».

        Tampoco hay que darle más importancia. Ser escéptico es humano. Y muchas veces la propia Industria alimenta ese escepticismo en el afán de encontrar negocio. Por ejemplo, ¿qué ha pasado con la Gamificación, tan en boga hace un par de años? Ya nadie se acuerda de ella.

        Muchas veces resulta difícil separar el grano de la paja por lo que siempre es recomendable escuchar a voces más cualificadas.

      • menestro - 16 diciembre 2016 - 18:59

        ¿Tu alumna tiene un blog donde poder leer su opinión?

        Para contrastar. :)

  • #012
    JOSE ANTONIO GAES - 16 diciembre 2016 - 12:37

    Desconfianza radical, fatalismo supremo, incultura, simplificación peligrosa, actitudes simplistas, absurdas y profundamente ridículas…. En fin, al menos no has empleado el famoso «negacionistas» tan querido por otros parroquianos.

    Pienso que sería muy fácil darle la vuelta a todos estos adjetivos y conceptos para referirnos a los «tecnocreyentes» y continuar con el juego de las «poses categóricas» que tantas líneas aporta a este blog.

    Personalmente «creo» que el vehículo autónomo lleva unos años con nosotros y «soy escéptico» en cuanto a la velocidad de despliegue y generalización que normalmente vaticinas y el protagonismo relativo que atribuyes a los distintos players. Hay mucho «tapado» y mucho «exhibicionista», en función de sus respectivos intereses actuales. Por supuesto es mi opinión y seguro que me equivoco.

    No sabría situarme en el eje de escépticos/creyentes, aunque me temo que para los estándares de estos lares estaría hacia la izquierda. En el de revolución/evolución estoy a la derecha de todo, en la última «n».

    En cuanto a la «mala semana» para los tecnoescépticos:

    Lo de San Francisco, a estas alturas, es más de lo mismo salvo por lo de «Uber creía que por el hecho de circular siempre con un conductor preparado para tomar el mando, no necesitaba solicitar una licencia específica» unido a «cuando las empresas serias y solventes hacen anuncios como esos, no suelen hacerlos para terminar quedando como ingenuos o como torpes», pues como que no casa muy bien.

    Lo de Amazon es un simple spot y no sé como se lleva eso de que las autoridades se pongan las pilas para facilitarle las cosas si va a acabar con el empleo (o eso dicen).

    Y lo de Waymo me parece un anodino movimiento corporativo. El verlo como un pasito palante o un pasito patrás en la conducción autónoma me parece puro «wishfull thinking».

    • Krigan - 16 diciembre 2016 - 14:27

      Respecto a darle la vuelta a los adjetivos, ¿existe simetría? Las afirmaciones «existe el monstruo del lago Ness» y «no existe el monstruo del lago Ness» ¿son equivalentes?

      Si a mí me hubieras preguntado en el 2009, justo antes de que Google empezara su proyecto, si la conducción autónoma era posible, hubiera contestado que no resulta posible saber si una tecnología que ahora es de ciencia-ficción existirá dentro de varias décadas, pero que una cosa así puede requerir 20 años o más.

      Y sin embargo, aunque Google no lo haya revelado hasta hace unos días, ya hace un año que un ciego se dio un paseo en coche por Austin. Antes de que supiéramos esto, ya había abundantes vídeos de diferentes fuentes (incluyendo periodistas y particulares) que mostraban los impresionantes avances de Google, Tesla, Uber, y otras.

      Incluso después de la presentación de Waymo, con vídeo del ciego incluido, ha habido personas que han estado diciendo que esto de la conducción autónoma es imposible y además no puede ser, y otros diciendo que se tardará muchos años en conseguirlo.

      No me refiero a la velocidad de despliegue una vez acabadas las pruebas, me refiero a que estas personas, o bien niegan que pueda haber el más mínimo lanzamiento comercial en el futuro, o bien dicen que eso tardará muchos años, muchos más de 5.

      Me da lo mismo si lo quieres llamar negacionismo o de cualquier otra manera. La cuestión es, ¿existe este fenómeno que algunos llamamos negacionismo?

      Para rematar, ¿existe el negacionismo del negacionismo? :-P

      • JOSE ANTONIO GAES - 16 diciembre 2016 - 20:32

        La simetría, claramente existe entre entre desconfianza/confianza o fatalismo/optimismo, ademas de una infinita escala de grises, a diferencia de nessie.

        En el año 2009, la conducción autónoma no era ciencia ficción, era algo inevitable en la ruta.

        Los impresionantes avances de Google y demás han sido la inteligencia artificial y convertir lo inevitable en la ruta en la meta de un sprint.

        Creo no haber leído a nadie en este blog que considere que la conducción autónoma es imposible. Sí he leído que «se tardará muchos años en conseguir»; si se refieren al acceso a utilizar un coche autónomo en idénticas condiciones a las que en la actualidad se accede a uno convencional en cualquier rincón del planeta, estoy de acuerdo.

        En cuanto a lo del «muchos más de 5», no voy a hacer el chiste fácil…:-P

        Explícame tú qué es «ese fenómeno que algunos llamáis negacionismo», porque para mi solía tener un significado muy concreto y poco aceptable en estas charlas.

        • pedro - 17 diciembre 2016 - 00:00

          La simetría, claramente existe entre entre desconfianza/confianza o fatalismo/optimismo, ademas de una infinita escala de grises, a diferencia de nessie.

          Eso no es simetría, sino antagonismo. Me parece, vaya.

        • Krigan - 17 diciembre 2016 - 08:49

          https://es.wikipedia.org/wiki/Negacionismo

          Hombre, en el binomio noche-día también hay infinitas posiciones intermedias al amanecer y anochecer, pero si es mediodía y dices que es de noche, yo diría que eso sí se parece a Nessie.

          Dices que no ha habido nadie que considere que la conducción autónoma es imposible. Me alegro de haberlo soñado. Pero, si hubiera habido tales opiniones, o si nos las encontramos en el futuro, eso sí sería una actitud absurda y ridícula, ¿no?

          Lo de los «muchos años»: ya dije que no hablamos de despliegue, sino de lanzamiento comercial, que ya no sean pruebas.

          La última frase de la web de Waymo es esta:

          «We plan to bring fully self-driving cars to the world soon.»

          Esto es lo que mucha gente está negando.

  • #017
    Federico Gonzalez - 16 diciembre 2016 - 14:46

    Desgraciadamente no es el único sector que sufre la tecnofobia. En Agricultura, debido a una visión romántica de gente que no ha pisado una finca en su vida hay una enorme resistencia por parte del público (sobre todo del que vive en las ciudades) a la adopción de tecnología.

    Tenemos que encontrar la manera de cambiar esto, porque hoy sabemos que la tecnología es la única manera que tenemos de poder incrementar los rendimientos de las cosechas para poder alimentar los 9.7 billones de personas que habitarán la Tierra en 2050

  • #018
    Gorki - 16 diciembre 2016 - 16:52

    Parto de algo obvio, la tecnología es neutral, lo que son buenos o malos son los usos que se hagan de ella. Por ejemplo, algo de lo que hablasu, los drones, son magníficos para llevar con urgencia ayuda sanitaria a accidentados en la montaña, pero son infames, si con ellos nos dedicamos a espiar a la vecina del 5ª, ¿Es bueno o malo el dron?, — En si mismo es neutral, no lo son los usos que se le podemos dar. Igual pasa con cualquiera de los avances tecnológicos de los que hablas y con los que no hablas. Depende del uso.

    Personalmente creo que los avances tecnológicos son imparables y que no tienen marcha atrás. Por tanto, lo que tenemos que hacer es aceptar que existen y adaptarnos a vivir con ellos. Es indudable que Drones y conducción automática, así como otros avances tecnológicos los robots, las redes sociales, la venta por Internet, etc. son neutros, pero tienen buenos y malos usos, como por otra parte le pasa a las tecnologías ya consolidadas, del fuego y la rueda, a los cohetes espaciales y los trasplantes de órganos. Son neutros, pero con ello se pueden realizar buenas y malas acciones.

    No hay avance que todo lo que pueda hacerse con él sea únicamente bueno, ni avance que sea intrínsecamente perverso. Por tanto, cierta prevención y cierto escpeticismo son posiciones razonables, aunque no lo es, negar a priori de cualquier avance tecnológico debido solo a su cara obscura, porque primeramente si se ha descubierto, no tiene marcha atrás, y segundo porque no ha habido un solo avance, que solo haya valido únicamente para amargar la vida a los humanos.

    Lo que también es razonable es pensar, que no todos las cosas por el hecho de ser novedosas vayan a tener éxito, pues estamos rodeados de experimentos fallidos de cosas que parecía que iban a ser la pera limonera. Pongo una lista de cosas que yo había apostado por ellas y se quedaron en nada.

    Los códigos QR. Aun estamos buscando darlos una utilidad
    La radio digital terrestre TDT , me parecía maravilloso viajar en coche sin perder la emisora, pero va a ser que no´
    Google Wave, nunca supe para que servía exactamente, pero parecía algo buenísimo, sin embargo fracasó
    Los vuelos comerciales supersónicos, el Concord parecía maravilloso pero no tuvo continuidad
    FON de Martín Varsavsky, parecía que iba a solucionar la conexión a Internet en las calles y fracasó.
    Segway, una forma personal de transporte, también fracasó

    Ideas sensatas, que se puesieron en practica y salieron al mercado razonablemente apoyadas y sin embargo fracasaron, A toro pasado es fácil ver la razón del fracaso, pero no lo era en el momento de su lanzamiento.

    Por qué otras como el transporte mediante drones, o el coche sin volante ha de triunfar, si o si. Que haya gente que lo dude me parece razonable.

    Post Data
    Personalmente creo que hay una alta probabilidad de que triunfe el transporte en drones, para muchos usos diferentes ( no estoy seguro que el más adecuado sea el que quiere darlo Amazon), en cuanto a la conducción autónoma, creo que llegará, pero creo que llegará por el aumento gradual de la conducción asistida, y no por la aparición «disruptiva» de vehículos sin conductor.

    • Carlos Quintero - 16 diciembre 2016 - 19:02

      Yo distingo dos tecnoescepticismos:

      – El que se basa en limitaciones supuestamente «insalvables» con la tecnología actual o futura durante «décadas»: coches autónomos que no sabrán manejarse en el caos circulatorio o situaciones imprevistas, coches eléctricos que no tienen autonomía, drones que no tienen posicionamiento preciso, asistentes que no son capaces de mantener una conversación manteniendo el contexto de la misma, etc. A mi este tecnoescepticismo me parece muy débil, y es cuestión de tiempo que se vaya solucionando, pero creo que es del que más se habla.

      – El que se basa en la acogida que tendrá por parte del mercado una innovación que funciona perfectamente. Este tecnoescepticismo me parece más fundamentado. Has puesto ejemplos de productos que funcionaban bien técnicamente pero que no tuvieron acogida, no pasaron de los «early adopters» a los pragmáticos, según el modelo de adopción de Geoffrey Moore. Aquí cabe de todo: la legislación, falta de apoyo, coste inicial elevado, estar adelantados a su tiempo, inercia a seguir haciendo las cosas igual, etc.

      De los ejemplos que has puesto, se dijo del Segway que remodelaría las ciudades, y efectivamente ha quedado en nada. Los códigos QR al menos los uso en la app del VIPS y para la configuración de la autenticación de dos factores :-)

      • Gorki - 16 diciembre 2016 - 21:35

        Muy de acuerdo, por ejemplo decir que la IA es imposible y que las máquinas no serán nunca «inteligentes» es absurdo. Es cuestión de tiempo (y de inversiones en investigación), que los sean

        Pero igual que hay tecnopesinmistas hay tecnopesimistas, que ven en cualquier «brote verde» la llegada de una nueva era y se niegan a ver la realidad.

        Los anuncios contextuales son una idiotez, pues la experiencia muestra que nos llegan/padecemos anuncios que indican que los algoritmos que los eligen son absolutamente infantiles.

        El otro dia el escritor Paco Gómez Escribano hizo una comparación

        en su FB absolutamente absurda, entre un Moët & Chandon y un Delapierre y a partir de entonces le persiguen «por todos lados, en feisbuk, en yahoo y en cualquier página web que me meta» ofreciendole champán.

        Experiencias como estas las hemos tenido todos, basta ver los libros que te ofrece Amazon, cuando preguntas por uno, o la elección que periódicamente me envía Youtube «especialmente elegida para mi» para darse cuenta que los «algoritmos» están en los albores del desarrollo.

        Pues bien ante esto, tanto hay tecnopesinmistas que afirman que los algoritmos «nunca valdrán para nada», como tecnooptimistas, que dicen seriamente que a los jueces les quedan dos telediarios, porque es preferible un algoritmo a un dictamen judicial.

        Como siempre, probablemente en el punto medio esté lo razonable.

  • #021
    Pedro - 17 diciembre 2016 - 00:27

    El hecho puede ser calificado de muchas maneras, pero desde luego, jamás de manera dramática, dado que además, la maniobra, como puede verse en el vídeo, no supuso el menor peligro para nadie.

    No hay que quitar hierro al asunto: un semáforo rojo es siempre un semáforo rojo, tanto si conduce una persona como si conduce una máquina; tanto si no supuso peligro como si lo hubiera supuesto. El semáforo rojo debe respetarse en todo caso.

    Personalmente estoy convencido de que quien conducía en ese momento era la persona y no la máquina.

    Admito que a veces yo tampoco tengo claro si he pasado con el semáforo ámbar o si ya estaba rojo al pasar mi coche -una vez me confirmó que ya estaba rojo la denuncia que recibí días más tarde con una preciosa fotografía de mi coche incluida- pero jamás me salto un semáforo que está rojo ya. Entre otras cosas porque los peatones hacen lo mismo y me tocaría «pagar por nuevo» al peatón, y porque puede darse el caso de otro conductor que se dirija al mismo cruce desde otra calle y se salte también el semáforo rojo, con lo que el choque podría tener consecuencias no previsibles.

    • Garepubaro - 17 diciembre 2016 - 13:36

      Hombre precisamente los semaforos de una ciudad se coordinan con una programacion digital, y ahora los coches pueden integrarse en esa misma programacion como parte del sistema, y no saltarse ya un semaforo rojo aunque el conductor humano se empeñara por todos los medios, el coche para

  • #023
    Garepubaro - 17 diciembre 2016 - 13:16

    «Tecnoescepticismo», pues anda que no es facil imaginar sociedades con alta tecnologia y que la gente vive cada vez peor, esta chupado desde luego, cualquier novela o pelicula … y desde los 80s, 90s cualquiera te dira que ahora trabaja mas y gana menos, y que el mundo esta cada vez mas feo debido a los mahometanos, la contaminacion, el Putin diciendo que va ampliar todavia su arsenal nuclear, esto y lo otro etc etc

  • #024
    Alfonso - 18 diciembre 2016 - 09:20

    No lo veo reflejado en el artículo pero creo que la causa n.1 del tecnoexcepticismo es que todos los días hay medios y especialistas anunciando ‘una revolución’, ‘un cambio de paradigma’…, en fin, avances espectaculares y que están a la vuelta de la esquina.

    Luego te encuentras con realidades como la reciente noticia sobre reparto en dron de Amazon, que sólo es un spot. Y eso hace perder la confianza en lo que se publica.

    Tambíen la urgencia que tienen ahora todos los medios en ser los primeros, sin contrastar ni profundizar genera mucho excepticismo. Denzel lo explica mejor que yo:
    https://youtu.be/UG0aMavVGV4

    ¿ya nadie recuerda cuantas veces se ha anunciado la Fusión Fria…? Como para creérselo….

    • Krigan - 18 diciembre 2016 - 10:37

      ¿Solo un spot? Está sirviendo a clientes reales. Podrás decir que es un programa piloto, pero no «solo un spot».

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