Wearables y experiencias de uso

IMAGE: Yupi Ramos - 123RFMi primera entrada sobre Fitbit la escribí en junio de 2012, tras una primera prueba de tres semanas de un dispositivo que cambió muchos de mis planteamientos vitales en torno a la alimentación y el ejercicio, y me llevó a estabilizar en pocos meses mi peso en torno a los 83 kg cuando venía de estar en torno a los cien (nótese, por favor, que no pretendo llevar a nadie a suponer que los resultados de utilizar un dispositivo cuantificador sean necesariamente esos, sino simplemente que la combinación de ese tipo de dispositivos con una personalidad con rasgos obsesivo-compulsivos como la mía sí fue capaz de conseguirlos). Más de tres años y medio después, sigo utilizando fielmente los dispositivos de Fitbit, no manifiesto el más mínimo síntoma de esa presunta «fatiga de los wearables» que dicen afecta a un importante porcentaje de usuarios, y considero esos dispositivos un elemento fundamental de referencia en mi vida: hoy, me encontraría verdaderamente incómodo sin un registro objetivo y constante de mi actividad diaria.

Hace algunas semanas, por otro lado, empecé a utilizar el Apple Watch, un dispositivo que me resultaba interesante pero al que me había resistido con la idea de esperar hasta al menos su segunda generación. El modelo de Fitbit que llevaba entonces, un Surge, tenía muy poco sentido combinado con el Apple Watch: llevar dos relojes al mismo tiempo tenía escaso sentido y sonaba más a una extravagancia que a otra cosa, y sin embargo, comprobé en seguida que las prestaciones del Apple Watch como cuantificador de mi actividad me resultaban claramente insuficientes. No solo no mantenía un verdadero registro en tiempo real de mi pulso, sino que los registros de actividad (tiempo en movimiento, ejercicio y tiempo de pie) se me hacían muy relativos, muy poco rigurosos en comparación con los para mí más familiares del Fitbit (pasos, kilómetros, pisos, calorías gastadas).

Mi resistencia a prescindir del Fitbit tenía que ver, además, con otros factores: la necesidad de cargar el Apple Watch todas las noches, y por tanto, de quitármelo, hacía que no pudiese utilizar el dispositivo para tener alguna indicación sobre la calidad de mi sueño, al tiempo que perdía una de las prestaciones que me resulta más útil: la de despertarme con una discreta vibración en la muñeca. A lo largo de los años, me he acostumbrado ya tanto a despertarme así y me resulta tan eficiente (sigo dejando una alarma puesta en el smartphone por si acaso diez minutos después, pero no la he tenido que utilizar ni un solo día), que era sencillamente algo que no quería perder. La solución adoptada fue volver a un modelo de Fitbit anterior, el Charge HR, y cambiarlo a la otra muñeca, con el fin de mantener mis registros en ambos dispositivos. Llevar un reloj en una muñeca y una banda en otra resulta algo más razonable que llevar dos relojes, y me permitía evaluar las posibilidades y utilidad de ambos dispositivos.

Unas semanas después de iniciar la experiencia, los resultados son curiosos. Por un lado, parece claro que la forma de medir de ambos dispositivos es diferente en términos de precisión. Las lecturas de actividad tienen, lógicamente, correlación, pero poco que ver en términos absolutos. Todo indica que el Fitbit evalúa como pasos cosas que no necesariamente lo son: gestos con las manos y movimientos de otros tipos que no necesariamente implican el consumo de recursos que supone caminar. Dado que el cálculo de la distancia en el Charge HR se realiza mediante una simple multiplicación del número de pasos por la longitud de un paso medio, salvo en el caso del Surge, que tiene GPS, el cálculo de distancia también tiene sus limitaciones en términos de precisión. La frecuencia cardíaca, a pesar de la reciente denuncia colectiva de algunos usuarios a la compañía, no me resulta especialmente imprecisa, y suele coincidir razonablemente bien con la del Apple Watch.

Con la precisión de las métricas tengo un problema, que soy consciente además de que va a sonar extraña: me da igual. No soy sensible al incremento de precisión como argumento. En realidad, considero que es completamente indiferente, al menos para mí, que la métrica de actividad obtenida sea más o menos precisa. Siempre que el error sea estándar, y claramente lo es, lo que yo necesito es una métrica, la que sea, que me permita comparar mi actividad con mis objetivos (y eventualmente, a efectos de motivación, con los de otras personas). Que la métrica sea especialmente precisa, por tanto, me afecta muy poco, salvo que fuese directamente absurda o variase en función de factores imposibles de anticipar. En general, me llega con saber que si un día mi Fitbit muestra que no he llegado a cinco mil pasos, es que me lo he pasado fundamentalmente sentado delante del ordenador, y eso es malo para mi salud y debo tratar de salir a caminar o de hacer ejercicio de alguna manera.

Para ese tipo de métricas, por tanto, el Apple Watch podría llegar a servirme, aunque me resulte más incómodo por una simple cuestión de familiaridad con los parámetros y la forma de mostrarlos. El principal factor diferencial para mí, por tanto, es la duración de la batería. Los dispositivos de Fitbit anteriores al control de la frecuencia cardíaca duraban en torno a una semana, y francamente, casi te olvidabas de que funcionaban mediante electricidad. Los que llevan lector de pulso me duran sensiblemente menos, entre tres y cuatro días, me solía resultar más incómodo ponerlos a cargar cuando me lo solicitaban, y opté simplemente por cargarlos todas las mañanas, el rato que paso entre el afeitado y la ducha. Con eso resulta más que suficiente para llevar el dispositivo siempre en el tercio superior de carga, y es un hábito que me resulta sencillo mantener. Frente a eso, la necesidad de cargar el Apple Watch todas las mañanas supone una clara desventaja. Aunque ni un solo día me he encontrado teniendo problemas de batería con el dispositivo, y habitualmente cuando lo pongo a cargar está siempre por encima del 30%, la necesidad de retirarlo de mi muñeca durante la noche, como comentaba anteriormente, me resulta molesta.

Por supuesto, el Apple Watch resulta un dispositivo infinitamente más versátil que un Fitbit, que de hecho, está encuadrado en una categoría diferente (productos de fitness frente a smartwatches). En ese sentido, la posibilidad de utilizar el Apple Watch como avisador de actividad me parece interesante: en el caso del Fitbit, la prestación de identificador de llamadas aporta una función interesante al dispositivo, pero obviamente, no tiene nada que ver con la utilidad que yo denomino «pantalla subrogada» de un verdadero smartwatch. En las semanas que llevo con él, sin embargo, debo admitir que aunque me resulta razonablemente cómodo recibir alertas en mi muñeca cuando recibo un correo electrónico, cuando tengo una llamada o cuando mi equipo marca un gol, por poner algunos ejemplos, la realidad es que esa comodidad es, de manera objetiva, bastante prescindible. Entre notar la vibración en el bolsillo y notarla en la muñeca, la verdad, la diferencia es poca, y en la mayor parte de los casos, además, tras ver el aviso en la muñeca, procedo a echar mano al bolsillo para actuar sobre el aviso en el smartphone. Visto así, aunque pueda pensar en la utilidad, por ejemplo, para una mujer acostumbrada a llevar su smartphone en el bolso, para mí resulta posiblemente interesante, pero decididamente, no definitivo.

Este tipo de planteamientos son, me parece, algunos de los que están en juego a la hora de definir el interés del smartwatch de cara al futuro. Por un lado, resulta llamativa la ausencia de énfasis en la categoría en el reciente CES de Las Vegas, un síntoma claro de que las propuestas de valor de ese tipo de dispositivos distan mucho de estar maduras. Por otro, las fronteras no están en absoluto claras: la propia Fitbit acaba de experimentar una importante caída en su cotización tras presentar su nuevo Blaze, sencillamente porque sus inversores juzgaron que en lugar de tratarse de un fitness watch, se trataba de un smartwatch completo, y lo juzgaron escaso en prestaciones frente a smartwatches de precios razonablemente equivalentes. En realidad, hablamos de dispositivos encuadrados en categorías diferentes, pero ¿existe mercado para ambas categorías, o en realidad el mercado está esperando una convergencia que no termina de producirse y, por tanto, apostar por una estrategia de nicho es una estrategia que eventualmente podría terminar por matar a Fitbit? Recordemos que una verdad fundamental del marketing es que las categorías de productos no las crean las compañías, sino la percepción de los consumidores…

Las respuestas a estas preguntas son complejas, y difíciles de anticipar. Por el momento, el Apple Watch visto como dispositivo cuantificador de mi actividad me obliga a prescindir de prestaciones que aprecio, y la función de pantalla subrogada, aunque interesante, no me termina de resultar definitiva como utilidad. Por otro lado, es posible que, como cliente, esté relativamente «pillado en el medio» en cuanto a la segmentación de ese mercado: no soy un deportista serio que podría encontrar atractiva la posibilidad de salir a correr únicamente con un Fitbit en la muñeca (aunque algunos de sus dispositivos tienen GPS propio y lo permiten, la realidad es que terminaba saliendo con el smartphone en el bolsillo), y la costumbre hace que las prestaciones del Apple Watch como fitness tracker se me queden escasas. La expulsión de los dispositivos de Fitbit de las tiendas Apple en octubre de 2014 indicaba claramente que la compañía de la manzana los consideraba competidores, aunque estrictamente pueda no ser así. Por el momento, creo que seguiré con uno en cada muñeca. Pero la respuesta del mercado en el futuro, indudablemente, no va a ser esa.

 

This article is also available in English in my Medium page, “Wearables, product categories and user experience«

 

8 comentarios

  • #001
    jose luis portela - 10 enero 2016 - 18:57

    Enrique, has dicho una cosa que yo digo muchas veces. Lo importante de un KPI, no es el dato, es la tendencia del dato.

    En las compañías por numerosos motivos los datos no son correctos y están llenos de errores, pero lo bueno es que son constantes, por lo que la clave es siempre comparar un dato consigo mismo. Ese es el mejor benchmarking.

    • Enrique Dans - 11 enero 2016 - 11:51

      Estadísticamente, siempre que la precisión no tenga un valor específico en sí mismo, cualquier métrica en la que el error sea un error estándar, sujeto a una distribución normal, es más que suficiente. La búsqueda de la precisión por encima de todo es, en la mayoría de los casos, completamente absurda (y en ocasiones, muy costosa).

  • #003
    Joana Ardite - 10 enero 2016 - 19:01

    Acabo de heredar el Applewatch que estas Navidades han regalado a mi compañero y estoy encantada con el , parece que el no ha tenido la paciencia de configurarlo ni sacarle todas las posibilidades que tiene. Estoy de acuerdo contigo en lo de cargarlo por la noche pero puedo asumirlo y seguir programando el despertador. Enhorabuena por el artículo , como todos los tuyos interesante y al mismo tiempo formativo. Saludos

  • #004
    Jon - 10 enero 2016 - 19:17

    Buenas Enrique

    La verdad es que puedes mejorar la precision con un sencillo ejercicio:

    Compara la distancia recorrida calculada por el wearable y un gps normal (o incluso compara la medida que te da google maps entre A y B) y comparalo con loq ue te dice el smartwatch.

    Suponiendo que tu wearable te de correctamente el numero de pasos, divide distancia del gpg/ numero de pasos y al menos en el garmin vivoactive, puedo poner ese valor en mi dispositivo.

    PD: Peudes sincronizar tu wearable con myfitnesspal? es una app en la que metes tus datos (altura, peso, cuanto peso quieres perder, …) metes lo que comes y en mu caso el garmin le dice cuantas calorias he quemado con el ejercicio) asi sabes si hoy has comido de mas o aun tienes especio para algo mas. (ademas de llevarte la cuenta de grasas, hidratos de carbono y proteinas).

    • Raul SB - 10 enero 2016 - 21:50

      Hola Jon, en los Samsung Gear si puedes sincronizar con esa Apps, y el Gear S2 además de parecer más un reloj con medición de pulso le dura la batería 2 días.

      Yo, como usuario multimarca de estos dispositivos hoy en día me quedó con FitBit y con Gear, básicamente porque me parecen las Apps más cómodas y trabajadas.

      Qué le pediría al próximo: predicción. Tiene suficientes datos sobre mí como para poder hacerlo.

      Que le pediría a los fabricantes: un protocolo de datos uniforme entre aplicaciones y que me pueda ir de una App o dispositivo a otro con MIS DATOS.

      Que puede cambiar el rol de estos dispositivos: IoT. O les da un plus o se los carga.

  • #006
    menestro - 10 enero 2016 - 22:38

    Me parece que los wearables y su uso están empezando a ser más un síntoma, que otra cosa.

    A ver, sin relación con el fondo de la entrada, ni la experiencia de Enrique, pero con propósitos divulgativos y educacionales: Contar calorías no adelgaza.

    No se deben utilizar aparatos de medición como baremo de salud, ni deberían usarse de forma continuada en una basis diaria, como forma de regular nuestros hábitos de alimentación o sueño.

    Ese tipo de conducta entraña más riesgos que beneficios, ya que ese estado de ansiedad y observación continuada de nuestros hábitos, se convierte en una forma de manifestar stress y es una conducta poco saludable. Puede ser un síntoma más de hipocondría o una manifestación de anorexia (en cualquier edad), y ya sabemos cómo funcionan esas dos enfermedades a nivel psicológico.

    Sucedería lo mismo, con quien repite un análisis clínico todas las semanas o la utilización continuada de cualquier aparato de control de la salud, como tensiómetros, pulsómetros o cualquier otro monitor de constantes. Ese tipo de uso puede causar ansiedad y ser en sí mismo, un síntoma.

    Creo que es justo advertir sobre los «usos disfuncionales» de la tecnología y ser críticos con el empleo que hacemos de ella, sobre todo cuando se trata de salud.

    Cualquier profesional del ramo de la salud podrá corroborar si se trata más de una moda con una endeble base científica, y que formas de controlar nuestros hábitos son más saludables.

    Aunque sea un buen negocio y lleve las palabras salud y tecnología en el embalaje.

    Creo que esos datos pueden ser de mayor utilidad para un médico que para uso personal. No pueden reemplazar un criterio médico. Ni aunque 9 de cada 10 Geeks con hábitos sedentarios, o empleados de centros deportivos, los recomienden.

    Es una advertencia que se debería incluir en estos dispositivos.

    Puede ser «Cool» ver a un deportista profesional midiendo sus constantes en la muñeca, pero es mejor ser conscientes de que no es una salvaguarda de unos hábitos de vida saludables.

  • #007
    ´Gorki - 11 enero 2016 - 01:15

    No pretendo ni mucho menos comparar mi blog con el de Dans,( XD ), pero los que conseguimos tener un blog de cierto éxito, el mio tiene unas 2500 visitas diarias. (Si ya lo sé, una miseria compara con este), tenemos algo en común, es que somos TESTARUDOS/CONSTANTES/CABEZOTAS, y eso, lo mismo nos vale para sacar adelante el blog, que para adelgazar, que para dejar de fumar,.(las tres cosas he hecho yo).

    Por eso creo que los que adelgazamos, somos TESTARUDOS/CONSTANTES/CABEZOTAS capaces de mantenernos vigilantes con lo que ingerimos, tiempo indefinido. AÑOS.

    Yo, sin ninguna necesidad de Wareables, y siguiendo solo un régimen que me largó mi, ( magnífica), medico de cabecera del ambulatorio, que ne dijo seriamente que, o adelgazaba, o que buscara otro médico, porque ella no podía hacer mas a base de píldoras, he pasado de 92 kilos tenía cuando empecé, a 76 que tengo ahora, (despues de Navidad), tres años después y aseguro que no hay ningún truco, ni potingue, ni pasar hambre e incluso es barato pues consiste en cambiar lo que comías, por cosas muy baratas, verdurtas, mejillones en escabecha y cosas por el estilo. Simplemente el secreto es seguir aun, pasados ya TRES AÑOS, vigilando el peso semanalmente, y lo que como y cuando engordo, como ahora que estoy un kilo por encima de lo que debo, vuelvo al régimen estricto.

    No hay la menor tecnología, al menos no conozco tecnología que te haga TESTARUDO/CONSTANTE/CABEZOTA

    He observado entre mis amigos, que muchos han hecho fuertes regímenes y han perdido mucho peso momentáneamente, pero después, vuelven a comer lo mismo de siempre y vuelven a engordar. Eso ni vale para nada, ni es sano. Si estás dispuesto a cambiar tu estilo de vida, PARA EL RESTO DE TU VIDA, sin necesidad de wareable, (yo me peso una vez por semana), sin drogas, (he disminuido las que tomaba para la tensión y no tomo ya para el colesterol y el ácido úrico), y sin pasar hambre, aunque. si dejando de comer y beber muchas cosas que apetecen, lo cual es triste, cuando la vida te va quitando otros muchos placeres. No todo es de color rosa..

    Puedes adelgazar con solo seguir los consejos que me dieron a mi y que caben en una cuartilla. Tan solo eso y además en la fase en que bajas rápidamente de peso. (yo bajé a razon de cinco kilos al mes), , que es la fase más peligrosa, tienes que tener, (como yo tuve), un control sanitario frecuente, Fundamentalmente análisis de sangre..

    Si alguien le interesa y crees que de verdad desea cambiar de estilo de vida, aquí tiene el régimen que a mi me dieron https://felixmaocho.wordpress.com/2013/11/03/17199/

    .

  • #008
    1000io - 11 enero 2016 - 16:29

    El éxito o la fama actual de los wearables, en mi opinión, se debe a su integración con raíces culturales tan arraigadas como el simple hecho de llevar un reloj, una pulsera, un colgante o, por qué no, unas gafas; con el valor añadido y tan demandado como es el acceso y la generación de información.

    Y aquí está quizás el quid de la cuestión. ¿Qué información realmente necesitamos? Porque ligado a esta cuestión se encuentran cosas tan primitivas como son la motivación (de perder peso por ejemplo) o incluso la supervivencia (saber ni nivel de glucosa en sangre) entre otras.

    Lo interesante de los wearables podría estar en su integración, ya existente, con el concepto de IoT (Internet of Things – Internet de la cosas). Conectar estos dispositivos con Internet y, gracias a servicios de computación, poder realizar toma de decisiones en función de la información que generamos y mucho más importante y poderoso, la socialización de dicha información.

    Un saludo y gracias.

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