La supuesta «impunidad» de las redes sociales y la obsesión por el control

Enrique Dans (IE) niega que exista impunidad en Twitter, sino "una bidireccionalidad que da miedo a los políticos" - Europa PressIsabel Vega, de Europa Press, me llamó para hablar sobre la supuesta «impunidad» que algunos medios supuestamente rigurosos pretenden que tienen las redes sociales, y sobre la obsesión por el control que parece aquejar últimamente a algunos políticos.

Lo publicó nada más colgar el teléfono conmigo, una muy buena recopilación de lo que comentamos, bajo el título «Enrique Dans (IE) niega que exista impunidad en Twitter, sino ‘una bidireccionalidad que da miedo a los políticos’«.

La conversación reflejó bastante de lo que ya comenté hace poco en una entrada titulada «¿‘Regular’ las redes sociales? ¿Por qué no regulas tu sentido común?«:

  • Las leyes que regulan delitos como la calumnia, la injuria, el libelo, la apología del terrorismo o la incitación al odio ya existen, y se aplican a la red exactamente de la misma manera que afectan a lo que ocurre en otros medios.
  • Legislar específicamente para la red es absurdo, inútil, y demuestra una vocación por el control que nos pone peligrosamente a la altura de países de muy dudosa calidad democrática. Si además viene del mismo gobierno que ya ha logrado – desgraciadamente – poner «bajo control» a los medios tradicionales, y que se dedica a cambiar directores y líneas editoriales a golpe de teléfono, muestra una deriva todavía más preocupante.
  • Lo de la «impunidad» de la red es algo que descalifica automáticamente a quien lo dice y que demuestra un total analfabetismo digital. Ser supuestamente «impune» en la red es algo que está al alcance de muy pocos: la red es un entorno que ofrece muchas más posibilidades de control que el mundo offline. Es infinitamente más fácil enviar un anónimo por correo o hacer una llamada no identificada que conseguir ser anónimo en la red. Quien ve una cuenta con un huevo en Twitter y cree en su anonimato demuestra saber muy poco de esto: de esa cuenta, Twitter sabe muchas cosas, y seguramente estaría dispuesta a proporcionar esa información ante la supuesta comisión de un delito (o a no hacerlo si estima que no debe hacerlo y que debe proteger la libertad de expresión de su usuario). El anonimato, a cierto nivel, es un derecho inalienable de las personas, y es independiente de factores como la comisión de delitos o la mala educación.
  • Los partidos políticos, salvo muy escasas excepciones, son estructuras muy poco democráticas, en las que predomina una jerarquización y un culto al líder completamente anacrónicos. Están acostumbrados a una comunicación unidireccional, a la nota de prensa, al mitin, a la radio y a la televisión. En las redes sociales no se encuentran: la bidireccionalidad les resulta incómoda. Por eso hacen estupideces como crear «rebañitos» de militantes que actúan intentando elevar las barreras de entrada a las opiniones discordantes o a la participación, siguiendo el estilo «Hugo Chávez» (cientos de personas contratadas para insultar y apalear públicamente a quien osaba tener una opinión contraria a la oficial). El triste espectáculo de los militantes luchando por generar trending topics en Twitter en un mitin es la mejor demostración de que esta gente no ha entendido nada todavía.
  • ¿Falta educación? Puede ser. Toda herramienta tecnológica muestra un cierto desfase entre su adopción y el desarrollo de protocolos socialmente asentados de uso. Tratar de educar a los usuarios para que entiendan que las redes sociales suponen, en muchos casos, una manifestación pública, y que por tanto hay que tener ciertas precauciones, puede ser interesante. Pero entre eso y tratar de que los usuarios de las redes sociales «sientan en la nuca el aliento amenazante del ministro del interior» va un largo trecho.
  • Si algo es delito, que el afectado lo denuncie, y que la policía actúe si efectivamente debe hacerlo. Pero poner al gobierno a denunciar absurdamente de oficio con propósitos intimidatorios es absurdo, antidemocrático, y no tiene más función que tratar de aplicar tácticas intimidatorias indignas en un estado supuestamente democrático – o lo que nos quede de ello.

14 comentarios

  • #001
    Autocantantes - 21 mayo 2014 - 21:18

    ¿ la categoría contenido explícito o reportar para que está ? Suscribimos absolutamente todos los puntos expresados en el artículo.

  • #002
    Luis Rubio - 21 mayo 2014 - 21:34

    Aunque la palabra control es odiosa, y a todos nos repugna, es estos casos creo que filtrar los casos de locura que se suceden en las redes, a su entero antojo; invadiéndolas; y apoyándose en la defensa que todos hacemos de la libertad de expresión. Pero por encima de todo, yo apuesto por la cordura, sin adjetivos, y no me gusta estar expuesto a las lindezas desaforadas de un energúmeno.

  • #003
    Gorki - 22 mayo 2014 - 01:08

    Uno no entiende, salvo que sea una coartada, que a los políticos les preocupe más lo que aparece en los muros digitales, que en lo que aparece en los muros reales. http://www.abc.es/Media/201207/15/antisemitismo-dos–644×362.jpg

  • #004
    Eduardo - 22 mayo 2014 - 07:39

    Gran resumen.

    No soportan lo que no controlan. Y legislan para perseguir a los que no piensan como ellos sin pensar en las consecuencias.

    Si cada uno de nosotros denunciásemos cada vez que un grupo de «personas» ataca verbalmente a otros, no habría policías ni jueces en el mundo capaces de abordar semejante labor.

    La democracia que en su día creímos tener, nunca la tuvimos, pero hoy ni siquiera lo creemos.

    Gracias Enrique

  • #005
    David - 22 mayo 2014 - 08:34

    Ante todo muy buena reflexón.
    Estoy de acuerdo con todo y he de decir que el control total es una idea absurda y costosa de practicar.

    Y como bien dices, quien es afectado por el delito es quien tiene que denunciar y reclamar. Esta propaganda de los ultimos dias en los medios de comunicacion sobre que nadie quedara impune no creo que sirva para relajar un ambiente caldeado por ellos mismos, sino más bien lo contrario.

  • #006
    Antonio Castro - 22 mayo 2014 - 08:41

    ¿Ha existido en toda la democracia de nuestro país, casi 38 años, una castaza política más impune que esta? Solo esto ya explica el interés por aplastar cualquier atisbo de libertad de expresión. Has mencionado las maniobras del gobierno para el control de las direcciones de ciertos medios de comunicación, también sería justo recordar que la aún polémica Ley de Seguridad Ciudadana se quedó en menos de lo que pretendía.

    No dan a basto a poner mordazas a un pueblo que no ha conseguido ser escuchado ni en sus reivindicaciones más apremiantes y justas. ¿Después de poner la mordaza a Twitter cual será la siguiente? Yo invito a que la gente twitee tu artículo lleno de puntería y sentido común y también para que aproveche las escasas oportunidades que aún nos conceden para abrir la boca. Me refiero a las urnas.

    A los partidos mayoritarios, corruptos, vendedores de odios, liberticidas, traidores y que salen a todas horas en los medios de comunicación como si los restantes partidos ni siquiera existieran, ni un solo voto. Les he llamado mayoritarios en primer lugar porque eso es lo que hace posible todo lo demás.

    La culpa es solo nuestra y de los regalos que concedemos en las urnas a quien menos los merece.

    El que compre odio con su voto, solo conseguirá más odio.

  • #007
    Rex Lameiro - 22 mayo 2014 - 10:02

    Lamentablemente, tengo la sensación de que esta obsesión enfermiza por coartar las libertades en internet no se va a quedar aquí y que el gobierno va a azuzar a «periodistas» y líderes de opinión afines, hacia una campaña intimidatoria que va a acabar dando fruto.
    Independiente de que un comentario en una red social puede resultar más o menos afortunado, más irrespetuoso o menos irrespetuoso lo evidente es que cualquier persona tiene el derecho de hacerlo en el legítimo ejercicio de su libertad de expresión. Si, posteriormente, el aludido quiere querellarse, que lo haga pero, bajo ningún concepto, el gobierno puede asumir el indigno papel de denunciante de oficio. Es un hecho que todo de esto no es más que otra coartada para intentar someter a un medio que se escapa de su control.

  • #008
    Abelardo - 22 mayo 2014 - 12:58

    Enrique y lectores… Tengo un pregunta.

    – Supongamos que alguien se fija en mi, entre muchos, y me denuncia por algo que ese «alguien» cree que es un delito.
    – Supongamos que «yo» puede ser una persona, una empresa o un sitio de Internet.

    – Y en la realidad recibo un aviso de denuncia en un juzgado por lo que tengo que contratar y pagar a un abogado o gestoria, unos 3000 €euros, para que realice las getiones y los tramites encaminados a defenderme de la acusación.
    – Una vez hecho lo anterior, recibo el comunicado diciendo que la denuncia no ha lugar y que ha sido anulada dicha denuncia.

    Y ahora la pregunta:
    – ¿ Cómo recupero los 3000 €uros que he tenido que gastar en gestiones y abogado.?
    – ¿ No ha producido la denuncia una disminución de mi renta y patrimonio.?
    – ¿Tengo que hacer una contra-denuncia para recupar el dinero gasto.?

    Para ejemplo baste lo que ha hecho la junta electoral con Meneame, que ha tenido que recurrir a los servicios del abogado Sanchez Almedia y le ha ocasionados gastos monetarios y otras perdidas de tiempo, prestigio empresarial, etc. etc.
    Y luego vendrían más preguntas.
    – ¿ Por qué se han fijado en mi, entre tantos miles y miles de personas en las mismas o parecidas circunstancias.?
    – ¿ Por que se han fijado en Meneame entre los miles y miles de sitios y direcciones que pueden tener o direccionar la misma noticia.?
    – ¿ No lo hacen con la intención de arruinar y desprestigiar a una persona o empresa en concreto.?

    ¿Este tipo de denuncias no son un «timo o robo de complicidad» entre denunciante y abogado para extorsionar o arruinar a personas concretas o empresas?

  • #009
    Observador - 22 mayo 2014 - 13:04

    Aquí hay bastante jurislisto… Como era de esperar. Parece ser que hay mucho Licenciado en Derecho aparte de informático… Luego están aquellos que creen que la doctrina jurídica es lo mismo que una opinión al vuelo… O lo que ´»le se ocurre» a uno por las mañanas embadurnando las tostadas.

    Esto es lo de siempre: ni todo es negro, ni todo es blanco (menos para el imbécil que no sabe que el gris, o la relatividad, existen).

    Efectivamente, la libertad de expresión es muy necesaria, pero eso no tiene que ser un puente para cometer todo tipo de tropelías, que es lo que no entiende el imbécil que se levanta por la mañana y cree ser Kant o Kelsen. Que yo pueda tener libertad de expresión no puede significar que ya pueda hacer lo que me salga del orto, que es lo que los liberticidas no entienden porque en realidad ellos lo de la libertad es más de inercia borreguil que reflexión real. Y como ya sabemos, en España la inercia borreguil es algo bastante común.

    Tradicionalmente, todas estas cuestiones tuvieron que ver con un tema directamente relacionado como el de la publicidad. Es decir, pasando al nuevo mundo tecnológico, si uno tiene un blog con un Alexa de 5.000.000 habrá que entender que tiene menos visitantes que un diario nacional, que puede estar por debajo de 5.000 (por debajo de 1000 incluso). Si tiene menos visitantes, lo que haya podido ser una vulneración en los derechos legítimos de otra persona va a ser menor, porque no queda tan expuesta. Pero si a uno se le va la pluma en pongamos un artículo de opinión de forma que el sujeto pasivo se siente vulnerado, eso es perfectamente «querellable» por mucho que exista el derecho a la libertad de expresión, que recuerdo que no es absoluto (para que lo entendáis quienes pasáis por aquí: la libertad de expresión no es Harry Potter, que no tiene límites en su magia, sino sería algo así como un mago televisivo cuya magia es limitada).

    Si yo escribo una columna en un medio que lee mucha gente y digo que Enrique Dans es X (insulto que tenga que ver con algo no descriptivo, sino meramente humillante), él podría querellarse contra mi. Esto dependería de la importancia que él le diera al asunto, que a su vez es muy probable que dependiera del medio donde yo lo hubiera escrito y la capacidad de lectores que éste tenga.

    Pero en realidad el insulto, la injuria, es el menor de los delitos en estas cuestiones (va a depender de cuestiones puramente subjetivas como el ego). Lo complicado sería si yo escribiera en un medio con cierta publicidad que Enrique Dans ha estado defraudando a Haciendo estos últimos 5 años sin tener yo el mínimo rigor probatorio. Entonces sí habría un problema que mi libertad de expresión no va a resolver por el mero hecho de que para una sociedad sea necesaria la libertad de expresión. Porque la calumnia ya es algo más grave y el asunto se complica, por cuestiones que alguien que no sea un subnormal va a entender rápidamente. Es decir, esto no puede quedar impune si realmente Dans demuestra que yo estoy mintiendo, porque estaría atacando directamente a lo que otras personas puedan pensar de él. De todas formas, normalmente el inicio de este tipo de calumnia va a comenzar de una decisión particular del mismo Dans si entendiera que yo realmente estoy mintiendo (esto es un ejemplo, no sé si Dans defrauda a Hacienda, pero sí que apoya otros tipos de fraude… :-).

    Pues bien, la cosa aún se complica más cuando el objeto de la libertad de expresión son cuestiones públicas o semipúblicas, como pueda ser el tema racial, de género, etc. Que un subnormal pueda escribir que «habría que matar a todas las mujeres» porque tenga libertad para hacerlo no significa que sea lícito, ni legal. Simplemente tiene libre albedrío, pero sigue siendo un subnormal. Si su subnormalidad hubiera sido sobre otra cosa, todo debería quedar en nada, como les gusta a los liberticidas, pero claro, hay unas cuantas mujeres que se sentirían ofendidas, sobre todo aquellas que por su biografía han tenido que pasar por este tipo de historias. El subnormal es muy posible que haya escrito eso por cualquier trauma psíquico en relación a su propia biografía, pero eso no le da derecho ni libertad para poder escribir públicamente lo primero que se le venga a la cabeza, porque puede afectar directamente al estado emocional del resto de mortales y eso no tiene por qué ocurrir.

    Y como este ejemplo habría muchos, que obviamente no pueden quedar impunes por el bien de una sociedad que aspire a vivir en convivencia. Yo mismo escribo en mi Twitter cosas muy «injuriosas» (más bien descriptivas, porque si yo digo que uno es un estafador cuando precisamente tiene una imputación por algún tipo de delito económico, ya no es un insulto, sino una descripción; es como cuando digo que Krigan es un absoluto ignorante en según qué cuestiones sobre las que no tiene ni puta idea. No le estoy insultado, simplemente le describo, al igual que hago con Dans en según qué ocasiones). Pero cuando una cosas es escribir que algunos políticos son unos ladrones, y otra muy distinta decir que X es un ladrón sin yo basarme en nada. Y mucho más distinto sería hay que matar a X o a Y o a J, porque eso podría influir en conductas de otros subnormales.

    Al final, la cuestión es que no todo es válido porque exista la libertad de expresión o el libre albedrío. Y estos temas están relacionados con la información del sujeto activo, que de momento, en el caso de los detenidos, no rebasa los 25 años. Es decir, debería ser síntoma de algo que de momento no haya habido alguien detenido con más de 35 por decir algo. Quizás tenga que ver con la impulsividad de la gente más joven para decir lo primero que se les viene a la cabeza.

    El que se alegre de algo que haya ocurrido, que lo haga en su casa, no pavoneando y dándole publicidad a sus ideologías, las cuales a la mayoría no nos interesa un pimiento.

  • #010
    Mario - 22 mayo 2014 - 16:06

    La calumnia y demás pueden producirse y hacer daño tanto en una conversación privada entre dos personas como en un medio de comunicación masivo. Lo segundo, en todo caso, es un agravante del delito pero no lo que lo tipifica. Por ejemplo, si yo digo que Enrique es un estafador a una sola persona, pero esa persona resulta ser quién debe aprobar un crédito que Enrique estaba solicitando. Una mentira mía le habrá producido un daño real a Enrique y Enrique podría querellarme si quiere.

    Debo concordar con Enrique que poca novedad hay que encontrar en esto y a lo más habría que precisar que los dichos injuriosos, difamadores o calumniosos en Twitter o Facebook son delitos agravados por realizarse en redes sociales o blogs, independientemente de sus niveles de lectoría.

    Pero también debo disentir de su simplicidad cuando afirma que las redes sociales o la internet no deben considerarse distinto al resto de medios. Diferencias las hay y muy grandes.

    Un medio tradicional, por ejemplo, jamás publicaría una opinión estúpida o «de mal gusto» de un absoluto desconocido sobre el asesinato de la política, porque su propio prestigio como editor está en juego. El Twitter en cambio, no se resiente por este tipo de actos. Su única reacción puede ser la de aplicar, ex-post y en forma totalmente arbitraria, sus propios ToS y eliminar la publicación o la cuenta del usuario pero ya cuando el daño esté hecho. De otro lado también, la forma de distribución de una injuria en redes sociales, a través de retwits y enlaces, diluye o socializa las responsabilidades que podrían caber por difundirla. La única reacción posible en este tema sería la de querellar a todo aquel que haga retwit o enlace la injuria y haya colaborado a su difusión.

    De tal manera que ante un acto dado -en este caso la publicación de injurias, calumnias, etc, por parte de un desconocido- hecho que en medios tradicionales es muy difícil que suceda y que de ser el caso, sería fácilmente sancionable, nos encontramos en internet y en redes sociales con un hecho muy fácil de producirse y ante el cual es muy difícil defenderse. De allí, entiendo yo al menos, la sensación de impunidad en las redes cuando se trata de injuriar, calumniar, etc, que no es cuestión de no poder dar con un anónimo que ha injuriado, sino de la cantidad de injurias que soporta este medio y su método de difusión a través de enlaces o retwits, que hacen en la práctica muy difícil defenderse de ellas.

    #009. «El que se alegre de algo que haya ocurrido, que lo haga en su casa, no pavoneando y dándole publicidad a sus ideologías, las cuales a la mayoría no nos interesa un pimiento.» En realidad internet y las redes sociales están diseñadas para eso justamente, para que una enorme cantidad de imbéciles desnuden su miseria moral o intelectual ante el mundo, y no solo adolescentes.

    #008. En la sentencia absolutoria el juez ordenará al denunciante que te cubra las costas y te repongan tus 3000 euros si tan arbitraria era la denuncia.

    #006. Antonio. ¿No te alegra en el fondo que hayan asesinado a la política? Pregunto porque todo cada comentario tuyo es siempre, sea cual sea el tema, el mismo vertedero de odio contra la «castaza» política. ¿No está bien muerta para ti? Ya es una menos de la casta maldita, cierto?

  • #011
    Observador - 22 mayo 2014 - 16:34

    #008 De todo el mundo es sabido que el Bufete Sánchez-Almeida y el del sevillano que ahora no recuerdo el nombre trabajan gratuitamente por la libertad de expresión y a favor de la cultura en España.

    En cuanto a la última pregunta, es muy posible que sea «un timo» teniendo en cuenta que proviene de una agrupación para quienes lo jurídico es una herramienta con la que hacer sus pillerías.

    Las otras preguntas dejan entrever lo poco que sabes del tema. Obviamente responde a cuestiones muy lógicas.

  • #012
    Lorena - 22 mayo 2014 - 19:05

    La impunidad que es o que se busca con generar un resultado por el hecho de poderse expresar libremente; el problema es la red o la persona inescrupulosa; para que sancionar si el problema es social, en fin, es algo bastante difícil.

  • #013
    Xaquín - 23 mayo 2014 - 15:27

    Hablar de impunidad en la red en un país que sigue dejando «impunes» a deiltos de corrupción de todo tipo…como mínimo es un chiste!
    No querer ver que la red es un entramado de calles virtuales donde pueden aparecer pintadas y donde rigen las leyes normales es ganas de incordiar. Confundir una pared de la puerta del Sol con una situada en un rincón perdido de Malasaña es seguir incordiando (neuronalmente). Decir que es lo mismo un viva al terrorismo en un bar «de mala muerte» casi vacío o hacerlo en uno lleno de víctimas del terrorismo sigue siendo incordio barato. Igualar a una hoja parroquial con el NYT es mucho confundir e incordiar. Y lo mismo que lo dicho por Edans se equipare a lo dicho por un anonimus internautus…
    En fin, que ministro de Interior puede ser cualquiera (en los tiempos que corren) pero condecoradores virginales solo son los elegidos…Fouché y sus seguidores quedarían horrorizados de como degeneró el puesto…y los que quieren poner visado especial para circular por la red no dejan de ser incordiantes con dedo y medio de frente…»como hai un energúmeno en la esquina de esta calle le pedimos el carnet a todo quisqui que pase por aquí»…eso ya lo hacia el franquismo…

  • #014
    ruben - 23 mayo 2014 - 21:10

    Se dice que estamos en una democracia, pero cada vez lo dudo más. Cada vez se esta limitando más la libertad de expresión.
    El gobierno creo que, con los tiempos que corren, tienen que ocuparse de otras cosas más importantes en vez de prestar tanta atención a lo que dice la ciudadanía, cansada de la calaña de políticos que tenemos.

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4 comentarios en Menéame

#001
Sure - 21 mayo 2014 - 19:37

Por el momento nadie ha pasado del cabreo y las burdas amenazas, bueno esta bien si, la gente del PP…» autor: Sure

#002
iNauta - 21 mayo 2014 - 19:59

¿ Impunidad ? Realmente es muy difícil cometer delitos solo escribiendo.» autor: iNauta

#003
arcadiobuen - 21 mayo 2014 - 20:29

#2 es muy fácil, por ejemplo se pueden cometer amenazas, pero eso ya es delito, en internet y en la china popular » autor: arcadiobuen

#004
iNauta - 22 mayo 2014 - 20:21

#3 No, no es nada fácil. Por ejemplo si uno escribe «voy a matar a un político», no es una amenaza, es una gilipollez propia de un gilipollas. Para que sea una amenaza debe ser real, realizable y el concernido debe sentirse amenazado, por ejemplo que cambie su rutina por la amenaza. Es más fácil hacer una amenaza por teléfono que por internet. Y en internet todavía se puede hacer una amenaza cuando se envía un mensaje directo a la víctima (por ejemplo por correo electrónico). Poniendo mensajes en una red social es bastante difícil.» autor: iNauta