En el Encuentro Nacional de Internautas

Imagen Este viernes por la mañana estaré en León, en el Encuentro Nacional de Internautas, hablando de un tema sin duda polémico: «Ciberderechos y Propiedad Intelectual en el Mundo Digital». Mi idea es plantear un debate en torno al absurdo de depender, en el mundo digital que Internet está definiendo, de usos y costumbres creadas y arraigadas en el siglo pasado – cuando no antes. Al avanzar en el uso de la red, definimos espacios conceptuales nuevos, no sujetos a las limitaciones del mundo físico, en los que el planteamiento de determinados conceptos, como la propiedad intelectual, precisa necesariamente de una revisión crítica y una adaptación que evite situaciones que, de otro modo, nos llevarían al ridículo y a situaciones imposibles de cumplir o, como mínimo, incompatibles con el ejercicio de las libertades propio de una sociedad civilizada. Internet define nuevas economías basadas en factores como la atención o la abundancia, alejadas de muchos de los conceptos que regían la sociedad y la economía del siglo pasado, y en las que triunfan aquellas sociedades, compañías y protagonistas capaces de redefinirse con agilidad. La actitud de talibanes que únicamente pretenden prolongar la validez de modelos de negocio caducos o basados en conceptos hoy carentes de sentido no debe imponerse al de una sociedad civil que pretende evolucionar y adaptarse, y mucho menos ser utilizada para modelar el espacio normativo que defina ese nuevo escenario. La prostitución de conceptos como «la protección de los autores» y su sometimiento a las reglas que regían la economía anterior a Internet no sólo no crea valor, sino que obstruye y dificulta el desarrollo de la sociedad de la información, y nos lleva al desarrollo progresivo de una Inquisición que sólo genera tensión social y enfrentamientos completamente carentes de sentido.

26 comentarios

  • #001
    ernesto - 12 julio 2006 - 00:04

    … pretenden prolongar la validez de modelos de negocio caducos o basados en conceptos hoy carentes de sentido …»

    Recuerdo haber oido que en EEUU cuando aparecieron los primeros congeladores domesticos la empresa mas fuerte en la venta de hielo creció a costa de comprar a buen precio aquellas que comenzaban a tener problemas…no sabian que estaban condenados al fracaso.

    Aprovecho para darte las gracias por todos los ratos de lectura que me das a cabio de nada y no como «la oreja de no se quien» que aun sin prestarles mi «atención» estoy obligado a pagarles.

    Gracias Enrique.
    Ernesto

  • #002
    Gorki - 12 julio 2006 - 00:55

    Viajas mas que los baules de la Piquer, y eso que tienenes un remo roto.

    Comprar en Leon cecina, no recuerdo si la buen es la de vaca o la de buey, pero el sexo importa en este caso.

    Cortada en lonchas finisimas y untadas con aceite de oliva, para mí superan al mismisiimo Jabugo, que tampoco es cojo.

    Lo mejor de los viajes son las especialidades gastronomicas, aunque la globalizacion está acabando con todo y ya te encuentras «Frutas de Aragon», toffes de las «Dos Cafeteras» y «Yemas de Santa Teresa» en cualquier supermercado.

  • #003
    Anónimo - 12 julio 2006 - 07:40

    El discurso es muy aparente, pero faltan propuestas alternativas. En cualquier caso, ¿debe uno hablar de lo que no sabe?

  • #004
    Enrique Dans - 12 julio 2006 - 08:03

    Anonymous, eso mismo dímelo en una mesa de debate, si tienes lo que hay que tener… Ah, no, es verdad, que tú eres de los que no firman…

  • #005
    jordi solans - 12 julio 2006 - 09:05

    Ante todo quiero posicionarme en contra del actual modelo de propiedad intelectual referido a la red y en general al «mundo digital». Estoy de acuerdo en que no se pueden aplicar los mismos criterios del siglo pasado y anteriores. Pero dicho esto, encuentro a faltar una alternativa viable. La simple desaparición de los modelos anteriores no basta para crear otros, y conceptos como «libertad», «mundo global», «contenidos compartidos» llegando hasta la misma base conceptual de la Web 2.0 me parecen más políticos que técnicos. Si los «contenidos» digitales no han de tener propietario en el sentido clásico del término, no entiendo porque lo ha de tener, por ejemplo, la energia, más allá de su precio de coste. Al fin y al cabo no es de «nadie», es del planeta y deberiamos poder compartirla todos. No quiero extenderme, pero insisto, en mi opinión, no puede plantearse el debate de la «era global digital» circunscrito a los contenidos que circulan en la red, excluyendo todo lo que define el modelo social imperante.

  • #006
    Antonio - 12 julio 2006 - 09:11

    La diferencia es que si tengo acceso directo a los contenidos,porque la gente los comparte, y no tengo acceso directo a la energía.Por eso no pago porlos primeros (a menos que me ofrezcan algo a cambio) y si por los segundos.En todo caso el problema de buscar alternativas es de las empresas y no de los clientes a los que criminaliza,cosa que más de uno parece haber olvidado.

  • #007
    Enrique Dans - 12 julio 2006 - 09:16

    Yo no lo veo como una desaparición de la propiedad, ni intelectual ni de ningún otro tipo. El bien producido sigue siendo de su autor, simplemente determinadas formas de explotación resultan imposibles. Por tanto, aquel que sigue detentando la propiedad del bien cultural, o por extensión, de cualquier bien digitalizable, debe intentar encontrar nuevas formas de explotación compatibles con los actuales escenarios. No es imposible, y tenemos muchas empresas que son capaces de ganar mucho dinero sin necesidad de recurrir a un bloqueo del acceso a los contenidos. No es fácil tampoco, pero lo que no se puede es intentar cambiar el escenario, porque ese suele ser más bien tozudo…

  • #008
    tendero_digital - 12 julio 2006 - 11:29

    Lo que me llama la atención es que realmente Internet nos devuelve al pasado, los derechos de autor tal y como los conocemos hoy en día tienen su origen en el XIX y en el XX, anteriormente no existían, luego Internet ha roto el paréntesis de estos vividores, que se mueven por igual chupando al creador y al consumidor.

  • #009
    Gorki - 12 julio 2006 - 11:52

    De joven vi en el teatro el «Proceso por la sombra de un burro» de Durremat, unos picapleitos discutían sobre la propiedad de la sombra del burro, ¿era del dueño del burro o era un bien libre que cualquiera podía utilizar?.
    Algo parecido ocurre con la Propiedad Intelectual, un señor ecribe una obra en papel, la digitalizan, los bites de la obra, de quien son ¿del señor que escribio la obra o de todos?.

    En la obra, quienes sale ganando son los picapleitos, ni el duño del burro ni los que querian ponerse a su sonbra ganan nada, solo pagan a los abogados.

    La SGAE defiende a los autores, otros defienden al publico. ¿No pagaremos autores y público las minutas de los abogados?

  • #010
    Antonio - 12 julio 2006 - 12:02

    La SGAE no defiende a los autores, son los picapleitos.

  • #011
    Anónimo - 12 julio 2006 - 12:58

    ¿Qué «modelo de negocio» propone su Eminencia? Las imperfecciones del canon que cobran la SGAE y otros son evidentes (para criticar y hacer demagogia eso no hay que ser profesor de una prestigiosa escuela de negocios), ¿Se le ocurre al genio Dans algún mecanismo mejor?

  • #012
    Pedro - 12 julio 2006 - 13:06

    ¿Que alternativas sugiere Ud. profesor Dans? Para decir que el canon es imperfecto y su cantinela de siempre -que ya aburre- no hay que ser ningún genio. Si quiere serlo, piense en alternativas y abandone el discurso barato y demagógico.

  • #013
    marcos - 12 julio 2006 - 13:08

    Dice el DRAE:
    Talibán: perteneciente o relativo a cierta milicia integrista musulmana.
    Por favor, cuidado con las palabras.

    Me gusta lo que dice FJL por las mañanas al respecto de esto de la propiedad intelectual, ¿por qué no pagamos por comprar un folio? Parece evidente que es lo mismo copiar una canción en bits que en papel, ¿no?

    Me parece que el post se refiere más al análisis de la situación que a la propuesta de soluciones o de como otros lo están resolviendo y como dices ganando dinero.

  • #014
    Alejandro - 12 julio 2006 - 14:34

    Te esperamos con ganas en León, hace tiempo que comenté tu nombre a las diversas instituciones creadas en León sobre las TIC, que no son pocas, para lo pequeña que es la ciudad, y parece que al final se mueven en la buena dirección…

  • #015
    Juan Gonzalez - 13 julio 2006 - 07:11

    Ufff, parece que el discurso de la propiedad intelectual se está crispando.

    No al Canon, Si a la propiedad privada (material o inmaterial, física o intelectual)

    Aclarada mi posición, creo que a veces los discursos entran por derroteros que nada tienen que ver con el debate esencial, aqui no tratamos de un modelo de negocio, gratuito o de pago, o de una tecnología que deja obsoleto un negocio (frigorificos o cubitos de hielo, Aguadores o Cañerias de agua), lo que se habla aqui es de si un internauta tiene derecho a copiar una obra digital sin tener que pagar nada al que detenta los derechos de explotación, de lo que tratamos es de si yo como autor o propietario de una obra (material o digital) puedo decidir cómo vender, distribuir, regalar o mercadear con la misma, decidir si tengo o no derechos patrimoniales sobre la misma.

    Mi propuesta de solución, es la existencia de un Registro de Propiedad Intelectual (al estilo patentes), donde se registren las obras digitales que tengan derechos patrimoniales.

    Nadie copia una patente aunque se tenga acceso a ella, sea gratis, no le cueste nada al autor, al intermediario o a quien tenga los derechos patrimoniales de la misma.

    Saludos. Juan

  • #016
    Yusepe Strada - 13 julio 2006 - 10:44

    Enrique da la impresión de que fuiste a llenar la tripa a León a cuenta del Inteco, o sea de Red.es, o sea del Mityc, o sea del ciudadano. Faltan propuestas alternativas como dice ese anónimo al que retas para ver quién la tiene más larga. La jeta me refiero…

  • #017
    javier gonzalez martin - 13 julio 2006 - 12:02

    Pues si Enrique, modelos de negocio periclitados y que lejos de aportar al acerbo cultural universal, sustraen y crean barreras y limitaciones.Sin embargo este es el presente que estamos viviendo.Se ha aprobado la nueva Ley de Propiedad Intelectual que reforzara los derechos economicos de los autores y sobre todo de las sociedades de gestion y hoy estas son organismos represores que demandan y denuncian a miles de ciudadanos. La cuestion es ¿Como fomentar otras formas de proteccion respetuosas con la cultura y la sociedad como las licencias CC.?

  • #018
    Gorki - 13 julio 2006 - 13:12

    Realmente la falta de medios económicos estrangula el arte.

    Por ejemplo, el teatro ha desaparecido con la subida de costes de salarios de actores y técnicos, salvo que llamemos teatro un monologo hecho por un graciosillo.

    ¿Quien puede poner hoy en escena obras como «Eloisa esta debajo de un Almendro» de Jardiel Poncel que tendrá 20 actores y tres complejos escenarios?, nadie, a parte de teatros nacionales subencionados.

    Los autores modernos solo pueden escribir obras para dos, lo suno tres actores y un escenario muy sencillo, eso no es teatro, es un espectaculo de cabaret barato.

    Si triunfa como parece inevitable el P2P, ¿habrá alguien que se atreva a realizar peliculas como «El Señor de los Anillos», o nos tendremos que conformar con lo que de YouTube?.

    No defiendo el canon, porque es un sistema absurdo, pero si queremos tener obras culturales de calidad, habrá que buscar la forma de pagar bien a los buenos creadores de artes, autores y productores.

    Yo propugno la via de impuestos, pagando en funcion de el éxito de la obra. Las obras se exponen libremente para ser bajadas por internet con un contador de bits, A mas descargas reales (no tramposas, que las habrá) mas participación de los autores en una bolsa de dinero mantenida via impuestos,

    Habrá otroas alternativas posibles, el actual medio propuesto por la SGAE no se tiene en pie, pese a que lo voten en los Diputados y Senadors.

  • #019
    Luis Souto - 14 julio 2006 - 19:15

    Discrepo en varios puntos. Si Internet hiciera abundante lo que antes era escaso lo que sería obsoleto no sería el modelo de protección mediante derechos de propiedad inmaterial, sino la propia ciencia económica. Desgraciadamente Internet no es Jauja y el problema, (que es el de siempre, como luego se verá) podría propiciar una situación en la que Internet sería pan para hoy y hambre para mañana, si se continúa sin articular una forma eficiente y justa de remunerar a los autores.

    Como digo, el problema básicamente no ha cambiado con la aparición de la red: (1) es costoso crear una idea (un contenido), pero una vez creada el coste marginal de su multiplicación es despreciable; (2) sin embargo, si se permite la copia de forma libre los autores anticiparán esas conductas oportunistas (free-riding) y no producirán ideas, al menos no lo harán en un nivel óptimo; y (3) para internalizar esta externalidad y prevenir esa escasez de ideas es para lo que se fuerza la escasez en el nivel inferior creando los d.p.i. En resumen, sin que esto signifique que defiendo a ultranza el actual modelo (y mucho menos el chapucero canon) discrepo de la idea de que la nueva Economía sea fundamentalmente distinta de la clásica.

    En general, Enrique, el post me parece que precisa alguna matización, aunque justo es reconocer que tú mismo lo has hecho en tu comentario ulterior. El problema es que cuando se habla de obsolescencia de modelos normativos por ser inservibles para la «nueva Economía» se corre el riesgo de derivar hacia un discurso de corte abolicionista demasiado ambiguo y no siempre exacto. Además como han dicho otros comentaristas antes que yo, cuando se aboga por la derogación de una norma jurídica hay que considerar las alternativas para solucionar el problema de fondo, que en nuestro caso no es otro que CÓMO REMUNERAR A LOS AUTORES. Aunque el tema es demasiado amplio para tratarlo aquí, con ánimo de proporcionar algo de información adicional querría matizar algunos extremos (algunas de las matizaciones versan sobre alusiones hechas en los comentarios, no en el post).

    HISTORIA DE LOS D.P.I.- Los primeros ejemplos de propiedad intelectual/industrial se retrotraen al s. VIII a.d.C. en Sybaris (colonia griega fundada en lo que hoy en día es Italia)donde se concedía un año de exclusividad al cocinero que inventase una nueva receta. Desconozco si los sibaritas disfrutaron de la cecina o los ibéricos, pero no en vano han pasado a la historia por su hedonismo y su savoir vivre. Aparte de esta anécdota que encuentro fascinante (sobre todo porque hace unos años un reputado chef francés trató de obtener protección para una receta consistente en freír apio y se la denegaron; evidentemente sólo era protegible con derechos de autor el libro que contuviera la receta, no la receta en sí), existió algo similar a nuestro actual sistema de patentes en las ciudades Estado italianas. Sin embargo, es cierto que la fundación de la protección de los d.p.i. moderna se puede fijar en el Estatuto de la reina Ana de 1710.

    EL PORQUÉ LOS D.P.I. NO SON NECESARIAMENTE OBSOLETOS.- Si bien la imprenta es un invento muy anterior a 1710 (hacia 1440 Gutemberg inventó la de tipos móviles) la necesidad de la propiedad inmaterial se pone de relieve cuando ésta se populariza. ¿Por qué? Porque con la imprenta se disocian la idea y su plasmación física. Por eso etimológicamente copyright procede de la expresión «the right to the copy» que era lo que adquirían los libreros («stationers»). La cuestión, más allá de toda pretensión pedante por mi parte, es que si la DISOCIACIÓN ENTRE UNA IDEA Y SU EXPRESIÓN FÍSICA produjo la necesidad de crear los derechos inmateriales (con el fin de internalizar una externalidad, añadiría el economista), la digitalización de la información e Internet no son sino una vuelta de tuerca más en ese proceso de emancipación, «inmaterialización» o «espiritualización». Y si no plantean un problema de una naturaleza diversa (es decir, si el cambio es más cuantitativo que cualitativo), el caso en favor de la abolición pura y dura de estos derechos es cuanto menos discutible. Convengamos, pues, que o bien los d.p.i. fueron siempre superfluos o su abolición sería problemática.

    PROPUESTAS ALTERNATIVAS: Justo es reconocer, Enrique, que tú no propones la abolición, sino la adaptación. El comentarista Gorki expone más arriba un sistema de financiación a través de impuestos, una propuesta que sin duda satisfaría a Pigou. Otros modelos son imaginables como el de pagos directos por parte del consumidor al autor; sistema que cabría complementar con un mecanismo de corrección social en favor de minorías desfavorecidas, mediante discriminación de precios y/o subvención a la demanda (esto sería ya un híbrido con lo que propone Gorki) que -al menos en el mercado farmacéutico- se dice que es más eficiente que subvencionar la oferta. Sin ánimo exhaustivo, otro componente importante es la subvención privada, la filantropía que en Europa tiene menos peso que en EE.UU., si bien aquí, como también en el caso de subvenciones estatales, habría que garantizar de alguna forma la independencia de los creadores.

    Estrechamente relacionada con la transparencia y la neutralidad del sistema de pago se halla la definición del nuevo marco normativo para las sociedades de gestión colectiva. Debiera ser claro que la legítima función de las sociedades de gestión colectiva ha quedado recortada por las nuevas posibilidades que abre la técnica de monitorizar el uso de una obra de forma individual (un proceso hasta cierto punto análogo a cómo la popularización de los móviles privó de sentido al monopolio legal en telefonía y su argumento de que los subsidios cruzados eran necesarios para costear el servicio universal). De hecho, la Comisión europea lleva años vigilando sus prácticas y por ejemplo ha limitado la inserción de cláusulas como las de representación recíproca entre sociedades de gestión en distintos países; es decir, ahora debiera existir competencia entre sociedades de gestión colectiva sitas en distintos Estados miembros.

    Termino que me he extendio ya en demasía. En definitiva, ajustes sí, abolición no. Si éste es el punto estoy de acuerdo en la sustancia, pese a las discrepancias que antes he explicado con algunas expresiones. Sin caer en la burda promoción te informo que dentro de unos meses sacaré un libro que trata algunos de estos temas. Te avisaré.

  • #020
    Gorki - 15 julio 2006 - 19:29

    #Luis Souto

    Nadie duda que un autor tiene derecho a cobrar por su obra. Actualmente este derecho se materializa cobrando por el permiso para reproducir o copiar obta (copyright).

    Era posible cuando hacer copias era complejo y exigia costosas instalaciones que limitaba a un número reducido de puntos con para reproducir masivamente la obra. Bastaba controlar la produccion de esos puntos para cobrar cantidades sustanciosas por la reproducción.

    Con el desarrolñlo del fonográfo, la radio y la televisión se hizo mas complejo, se multiplicaron los puntos de reproducción, limitandose a cobrar a los fabricantes de discos, emisoras, y bares y locales que reproducian la obra para un público
    masivo y se abandonó el tratar de cobrar por la reproduccion efectuada por los particulares en el tocadiscos de su casa por ser inviable tratar de cobrar cantidades mínimas en innumerables puntos.

    Se ha avanzado paso mas, hoy basta un PC para reproducir. Los puntos de reproduccion se multiplican por millones. Pese a lo haga la SGAE no es posible controlar las copias que se hagan en las viviendas y si lo fuera no es rentable cobrar millones de micropagos pues el coste de la gestión supera el de los ingresos.

    Se opta por prohibir por ley la copia y contolar la transmisión de las copias por Internet. Ese camino es inviable, no podemos poner un guardia al lado de cada cual para que vigile lo que hace en la intimidad de su hogar y renunciamos a la digitalizacion de ninguna forma del arte, fuera radio y television, o no podemos controlar la reproduccion doméstica de los ficheros de la obra digitalizada.

    Guste o no, hay que abandonar el modelo de cobrar por copia, no se trata de discutir la bondad o la legalidad del sistema, simplemente no es posible controlar las copias.

    O los autores encuentran otra formula válida de cobro, o se están inmolando numantinamente en defensa de algo que no tiene posible defensa.

    Este es el problema, la «solucion» que han encontrado es un canon sostenido por un lobby político, no es a nuestro juuicio, incluso al tuyo, un sistema afortunado.

    No nos corresponde a los consumidores de arte buscar el medio para pagar, seria masoquismo, son los autores los que tiene que encontrar el medio de cobrar, si no lo encuentran lo llevan muy crudo.

  • #021
    Enrique Dans - 15 julio 2006 - 20:44

    Sabias palabras, Gorki…

  • #022
    Luis Souto - 16 julio 2006 - 01:06

    Estimado Gorki, no creo que haya un gran enfrentamiento entre la posición que defiendes y los argumentos que expuse, es más una diferencia de matices. La propuesta que hacías en el comentario de más arriba presumía la posibilidad de monitorizar el uso de cada una de las obras con el fin de dividir la tarta: un pastel de chocolate comprado con los impuestos. En mi comentario, aludía a la posibilidad de utilizar pagos directos de la cuenta bancaria del usuario de una obra a la del creador. ¿Cómo? Pues utilizando el mismo mecanismo cuantificador que tú das por supuesto. El alto coste de los micropagos (per clic) no es insalvable; simplemente se acumularían a la hora del abono (que es algo que hacen muchas páginas web que retribuyen por colaboraciones en función de las lecturas obtenidas).

    Desterrado este supuesto antagonismo entre las dos posturas, hablemos de la monitorización del uso que es el aspecto clave. En efecto, has aludido a los mecanismos que tradicionalmente han utilizado las sociedades de gestión colectiva para hacerlo. Se podría decir algo más al hilo del caso Betamax en EE.UU., las copias efímeras y demás, pero, bien, aceptemos el esquema que has hecho de la situación. Mi argumento en este sentido, que de nuevo no se contradice con la línea que dibujas, es que sociedades como SGAE, SIAE, SACEM, GEMA, ASCAP o BMI se han vuelto innecesarias en buena medida ya que, la tecnología que tantos quebraderos da a la industria, también proporciona a los creadores la capacidad de administrar la vertiente patrimonial de sus derechos de autor con eficacia. La réplica de las discográficas (ya que el de la música parece ser tu mercado preferido) fue la de decir que ellos «creaban» el mercado reinvirtiendo esas ganancias que muchos consideraban (me incluyo) excesivas. Y de nuevo, algunos artistas les demostraron que no es así, que además del «corrá» se pueden construir el mercado por sí solos.

    Comprendo que oír hablar a alguien del Estatuto de la reina Ana de 1710 tres siglos más tarde puede sonar anacrónico, pero verás como no lo es tanto. Lo que se hizo con este Estatuto fue una auténtica «divestiture» de los derechos que estaban acumulados en manos de unos pocos libreros a favor de los autores; proceso de atomización que, salvando las distancias, guarda analogías interesantes con los cambios recientes que estamos comentando en el caso de las discográficas. Espero que ahora quede un poco más claro por qué decía que se debe hablar de readaptación y no de abolición. El abolicionismo de los d.p.i. es una postura que tiene sus adeptos, desde luego, pero que no comparto y como muchos autores han escrito al respecto, es intelectualmente honesto dejar claro si se aceptan o no sus tesis.

    Por supuesto no ser abolicionista no implica estar a favor del canon, que no te quepa duda que estoy tan en contra como tú o como Enrique, pues entiendo que no es una forma eficiente de remunerar ni, sobre todo, de incentivar. Como muchos dicen, con el mismo fundamento se podría cobrar un canon sobre un paquete de folios y sobre los útiles de escritura. Ahora bien, lejos de parecerme sabia, se me antoja desafortunada la dicotomía que estableces entre creadores y consumidores. Al menos no creo que se cumpla en todos los casos. Para empezar, todos los autores son consumidores de obras de otros autores pues, como decía Borges, por fortuna un escritor lee más libros de los que escribe. De hecho, este solapamiento entre ambas categorías, autores y usuarios, es una de las razones por las que el exceso de protección no beneficia ni siquiera a los creadores, ya que ellos crean con fragmentos de obras anteriores muchas veces, la mayoría, y a niveles de protección mayores aumentan exponencialmente los costes de creación. Pues bien, al igual que el interés de los consumidores es en parte el de los autores, la remuneración de los autores también beneficia en una medida no desdeñable a los consumidores, salvo que consideremos que la Jauja internetiana ha puesto en jaque la constatación de que la propiedad intelectual/industrial es un bien de consumo colectivo («public good») que, como sabes, se caracterizan por sus externalidades y por tanto por ser propicios al oportunismo («free-riding»). Creo que ni siquiera tú piensas así a juzgar por tu primer comentario en el que nos recordabas que quizás nadie invertiría cientos de millones en una película como «El señor de los anillos» si no tuviera una forma de resarcirse de los costes en los que ha incurrido.

    En efecto, coincido con los que ven Internet como un medio de difusión más, con sus peculiaridades, desde luego, pero no hasta el punto de que sea un mecanismo que haya terminado con el problema de las externalidades (ojalá). Éste era el motivo de mi crítica a alguna frase del post de Enrique. En concreto es su referencia a la «abundancia» en Internet que me produce incomodidad. Las ideas siempre se han caracterizado por ese rasgo, Enrique, lo que en Economía se llama «non-rivalrous consumption». Sin embargo, el problema es que, aunque el coste de extender el uso de una idea sea despreciable o incluso cero, la dificultad sigue siendo la misma: que crear la idea requiere una inversión. Y salvo que se articule un modo de resarcir a los creadores es claro que se desincentivan la innovación y la creación. Por eso, ya seamos consumidores-autores, o meros consumidores descuidar la protección de los autores no sería sólo masoquista sino también miope. Pero no quiero incurrir en el error de decir que ésta no es vuestra postura, la mía es simplemente una diferencia de matiz en algunos puntos.

  • #023
    josempelaez - 17 julio 2006 - 15:17

    Sin tener la intención de apoyar alguna de las posturas o razones que se han ido desgranando, sí deseo llamar la atención sobre el hecho de que los autores «crean» apoyándose en otros anteriores, y de que hay autores que no necesitan muchos «incentivos» para crear. Sobre esta base, pienso que la economía de siempre, que sigue siendo válida para administrar los recursos escasos, puede que no lo sea tanto para los conceptuales DPIs. A mí me parece que lo de «acorralar» un concepto o una emoción para pretender cobrar alegando autoría me parece una cosa demencial, ¡qué le vamos a hacer!
    Tengo un amigo que nos recuerda que, si podemos sacar agua de un grifo, no es gracias a la lluvia de la madre tierra (sea mucha o poca), sino a las obras hidráulicas.

  • #024
    Luis Souto - 17 julio 2006 - 18:50

    Jose, en efecto, las motivaciones no económicas (p.ej. factores vocacionales) son uno de los argumentos que se utilizan para relativizar la necesidad de protección. Otros argumentos serían la existencia de barreras de protección naturales a favor de la empresa que innova, como la llamada ventaja a favor del pionero (pioneerÃ?Åœs advantage) que, como sabes, en teoría de juegos quedaría englobada dentro de lo que se denomina «first moverÃ?Åœs advantage». Idealmente todos estos factores son descontados antes de calcular el margen de protección legal necesario. Por eso, la reivindicación no es que sin d.p.i. no habría innovación, sino que ésta tendría lugar en un grado sub-óptimo. Creo recordar que Fleming renunció a sus derechos sobre la penicilina, pero la cuestión es que no todo el mundo es así de altruista y que además hoy en día la investigación requiere de enormes inversiones y grandes equipos de científicos.

    En cuanto a los APIs, ya expuse en un comentario al post sucesivo de Enrique mi opinión personal en el sentido de que no deben estar protegidos y de que es más eficiente no protegerlos desde un principio que protegerlos y expropiar ex post. Coincido, pues, en que son harina de otro costal. Mis apreciaciones en esta tanda de comentarios se refieren a contenidos para los cuales la necesidad de protección es pacífica (musicales, literarios, cinematográficos, por ejemplo). Pero huelga decir que no estoy de acuerdo con que «cualquier cosa bajo el sol hecha por el hombre», por utilizar la expresión de un famoso caso estadounidense, tenga por qué ser patentable o protegible, ya sea por derecho de autor o mediante un título sui generis. Y no es que no haya costado dinero esa innovación. La razón para no proteger ciertas invenciones es que se pueden crear embudos al proceso de innovación ya que, como bien dices, éste es secuencial. Los APIs son, en la opinión de muchos, un ejemplo y el genoma humano es, en la opinión de casi todos, otro. Desgraciadamente la capacidad de lobby de la industria es enorme. De ahí la importancia de que los consumidores cuenten con foros que concentren y amplifiquen el interés público.

  • #025
    josempelaez - 18 julio 2006 - 08:55

    Luis, creo que «margen de protección legal necesario» y «enormes inversiones y grandes equipos de científicos» pueden ser dos premisas que quizá hoy no deban asumirse tal cual. Me parece que los medios de coordinación menos «rozosos» que hoy disfrutamos (EDans probablemente diría frictionless) facilitan unas relaciones no tan jerarquizadas que permiten organizaciones antes inviables y, a veces, «impensables». Ahí tenemos a Stephen Hawking preguntando en la red; veremos qué concluye durante su investigación. No obstante, y antes de seguir opinando más, intentaré esperar a poder leer el análisis más completo que anuncias para ver si me aclaro mejor. ;)

  • #026
    Luis Souto - 19 julio 2006 - 13:37

    Jose, dos apuntes: (1) cuando hablo de «calcular el margen de protección legal necesario» no reivindico que siempre vaya a ser preciso otorgar un cierto grado de exclusividad, ya que puede que una vez hechos los cálculos este margen deba ser 0 para ciertos casos (los APIs por ejemplo). En otras palabras, mi afirmación en este sentido tiene mero carácter metodológico y no pretendía ser un postulado. (2) En cuanto a la otra crítica, la relativa a las grandes inversiones y equipos de investigación, he de darte la razón y matizar mi aserto ya que dependerá mucho del sector industrial en el que estemos. Un saludo.

Dejar un Comentario

Los comentarios están cerrados