El encanto de la intrascendencia, columna en Expansión

El encanto de la intrascendencia - Expansion (pdf)La oferta rechazada de tres mil millones de dólares de Facebook por Snapchat me llevó a revisitar el tema de la trascendencia y de las redes sociales basadas en lo efímero, en la información que no queda almacenada en ningún sitio, en una columna que titulé «El encanto de la intrascendencia» (pdf).

El uso de Snapchat crece sin parar: desde las veinte millones de fotografías compartidas al día de hace aproximadamente un año, estamos ya en los más de 350 millones, con una base de usuarios activos calculada en torno a los veintiséis millones de usuarios, fundamentalmente en los Estados Unidos. El 9% de los norteamericanos utiliza Snapchat regularmente, pero en el segmento de los 18 a los 29 años – que presumiblemente comienza a edades bastante más tempranas, pero no se puede reportar – el porcentaje alcanza casi el 30%. Un uso no exento de polémica: el hecho de que las fotografías desaparezcan completamente tras un período que el usuario puede establecer entre uno y diez segundos, y que el diseño de la aplicación esté pensado para dificultar la captura de pantalla lleva a que se hable de usos relacionados con el sexting, el envío de imágenes subidas de tono.

Snapchat carece de modelo de negocio: no obtiene ingresos, ni parece tener ningún plan para obtenerlos. Lo efímero de su uso, el hecho de que destruya la información intercambiada sin posibilidad de recuperación, lleva a que la retención de información con el objetivo de ofrecer publicidad sea imposible. El planteamiento de qué tendría que hacer una red como Snapchat en términos de facturación para llegar a justificar una valoración de tres mil millones de dólares resulta, cuando menos, complejo, y está llevando a comentarios en Silicon Valley que apuntan a que, de cara a vender tu compañía, es preferible no tener ingresos a tenerlos (tres mil millones por Snapchat frente a los «escasos» mil millones obtenidos por Tumblr).

En paralelo al crecimiento de Snapchat, la evidencia y posterior reconocimiento por parte de Facebook de una pérdida progresiva de popularidad entre los más jóvenes: Facebook ha perdido el cool factor, y su intento de recuperarlo creando un servicio similar – prácticamente idéntico – a Snapchat tampoco ha funcionado. Lo que parece ser que queda es ese «si no puedes vencerlos, cómpralos», que además se ha encontrado con la resistencia de unos fundadores que piensan que no es el momento de vender. Sin duda, un caso interesante, que plantea muchas dudas sobre la evolución y el futuro de la comunicación en la red, y del que vamos a seguir oyendo hablar bastante en los próximos tiempos.

A continuación, el texto completo de la columna:

 

El encanto de la intrascendencia

Tres mil millones de dólares. Primero paladee la cifra, y después piense que corresponde a la oferta de adquisición que Facebook ha lanzado a Snapchat, y que esta ha decidido rechazar.

¿Qué es Snapchat? Una red social sin ingresos, con escasa presencia fuera de los Estados Unidos, cuyo atractivo consiste en que las fotos que se envían a través de ella se autodestruyen a los pocos segundos. Haces una foto, garabateas algo sobre ella, la decoras o la anotas como quieras, decides una duración entre uno y diez segundos, y la envías. Quien la recibe tiene esos pocos segundos para verla, mientras mantiene pulsados dos botones en un intento de evitar que pueda hacer una captura de pantalla. Tras ese tiempo, la foto desaparece.

Con ese esquema tan simple, Snapchat ha visto cómo, el pasado mes de septiembre, unos veintiséis millones de usuarios se enviaban más de 350 millones de fotos. Y lo que realmente motiva la oferta de Facebook: un porcentaje muy relevante del segmento joven ha disminuido radicalmente el uso de la todopoderosa red social y ha pasado a interactuar entre ellos mediante Snapchat.

¿Qué atributo de Snapchat atrae tanto a los usuarios de entre 15 y 25 años? Sencillamente, que el uso de Facebook se ha generalizado, que sus padres se dedican a cotillear sus actualizaciones – o incluso, ¡¡horror!!, a comentar en ellas. Pero sobre todo, que lo que ponen en Snapchat no permanece en la red. Es deliciosamente intrascendente. Cumplido su propósito comunicativo, desaparece. Sin más implicaciones.

Preocupada por la pujanza de esta herramienta, Facebook llegó incluso a clonarla: su Poke es virtualmente idéntico a Snapchat, pero aún así, no ha funcionado. ¿Siguiente maniobra? Intentar adquirirla. Ya veremos a dónde llega esto.

 

(This post is also available in English in my Medium page, «The unbearable lightness of Snapchat«)

7 comentarios

  • #001
    Miguel - 15 noviembre 2013 - 17:13

    Visto como está el patio, no creo que desaparezcan. Algo tendrán los USA que durante el envío, se quedan con ella. Me juego el cuello.

  • #002
    Carlos (econ) - 15 noviembre 2013 - 17:51

    Estimado Enrique,

    Con el tema de twitter comente que lo importante para la valoración de una empresa (de internet) no es el modelo de negocio que tiene, sino el que le de quien la compre.

    El precio de un clic en GoogleAdwords no depende de lo que piense Google que vale ese click, sino de la capacidad de quien lo paga para rentabilizarlo.

    Estas paradojas son las que me apasionan de la economia, donde lo que es obvio está oculto, y lo oculto es la respuesta obvia.

    Y parece que de refilon volvemos al «derecho al olvido»… Es un tema de conversación recurrente, y me encanta la idea de que triunfe un servicio cuya virtud es que no queda constancia…

    A ver si se entera Google de una vez…

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  • #003
    Krigan - 15 noviembre 2013 - 18:20

    Me alegro de que Facebook esté perdiendo popularidad, ha sido siempre una empresa que no ha respetado nunca la privacidad de sus usuarios. Ya de paso, a ver si se hunde también Google+, que los de Google son unos plastas tratando de meterte su red social hasta en la sopa.

    ¿No decían que la privacidad había muerto en Internet? El éxito de Snapchat dice lo contrario.

  • #004
    ignacio - 15 noviembre 2013 - 19:19

    Yo veo un modelo de negocio muy claro. Al destinatario le desaparece la foto en unos segundos pero en el servidor se podría almacenar más tiempo.

    Eso permitiría a esta empresa analizar una información que probablemente no se comparta en otras redes sociales. Osea, conseguirían una información bastante exclusiva del usuario.

  • #005
    Antonio Castro - 15 noviembre 2013 - 19:29

    No creo que la intrascendencia tenga encanto alguno, lo que ocurre es que hay ciertas formas de trascendencia que derivan en ecosistemas bastante repulsivos. Las gotitas de dinero que circulan por ciertos servicios gratuitos terminan formando auténticos ríos de lodo. Cada vez uso menos Facebook y cada vez me llega más basura de Facebook.

  • #006
    Cristina - 15 noviembre 2013 - 22:28

    Yo veo dos perspectivas: cuanto mas amortizable es una informacion intangible y su vida util es finita, mas valor se le confiere al asunto.
    Por Otro lado, el aumento rápido de usuarios en poco tiempo. 26 millones de usuarios no justifica esa cantidad de dinero.
    Lo que realmente debiera producir valor, que es el contenido que se genera, construye y mueve, como por ejemplo videos como este, http://www.youtube.com/watch?v=M7FIvfx5J10&feature=youtube_gdata_player
    En que medida se puede establecer que twitter y su viralidad, facilita una adquisicion? Si una promocion se estableciera, para obtener beneficios del uso de twitter y adquirir ese bien, a traves de la red, quizás se podría establecer una métrica fiable de su efectividad. Siempre respetando la viralidad natural. pero facilitando beneficios anexos.

  • #007
    Carlos (econ) - 19 noviembre 2013 - 17:39

    En economía conductual se juega con la idea de que cuanto mas información damos, mas odio generamos hacia nuestra persona.

    En Suecia no está bien visto ostentar.

    También se suele comentar en España que no se soporta el éxito, y que Amancio Ortega es la excepción de la regla, justo porque siempre se ha mantenido al margen de las cámaras.

    No solo es el derecho al olvido. Sino que podemos y debemos gestionar la envidia de los demás, limitando la divulgación de datos personales.

    ¿Les preocupa la envidia ajena?
    ¿Sienten envidia por los demás?

    Yo respondo que si a ambas, y me esfuerzo por evitar sentir envidia y por generarla.

    A los individuos nos queda TANTO por aprender….

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