Innovamos cada vez más… pero decidimos cada vez menos

IMAGE: A human silhouette walks inside large glowing gears, symbolizing how progress and dependence intertwine in a world driven by technology

Los titulares tecnológicos de 2025 parecen sacados de una novela de ciencia ficción optimista. La inteligencia artificial conversa, dibuja y razona con una naturalidad inquietante. La biotecnología sintetiza materiales y medicamentos en cuestión de días. La energía solar, por fin, supera a los combustibles fósiles en Europa, y los informes de tendencias del World Economic Forum hablan de un «punto de inflexión» en el que las tecnologías emergentes de esta década, como los modelos generativos y otras, empiezan a modificar, por fin, la vida cotidiana.

Y sin embargo, bajo ese aparente esplendor, nos encontramos una paradoja inquietante: cuanto más avanza la innovación, menos capacidad tenemos de decidir sobre ella. Lo que debería ser un ecosistema abierto, competitivo y descentralizado se ha convertido en un tablero dominado por unas poquísimas corporaciones gigantescas con capitalizaciones por encima del billón de dólares, que no solo producen tecnología, sino que vienen a dictarnos las condiciones en las que podemos usarla.

La velocidad de la innovación tecnológica no está acompañada por una velocidad equivalente en innovación institucional. Los sistemas regulatorios, las políticas públicas y la gobernanza digital avanzan a cámara lenta frente a la agilidad de los modelos algorítmicos y las plataformas globales. Como señala McKinsey en su informe sobre tendencias tecnológicas de este año, las grandes compañías tecnológicas ya no solo dominan el «stack» digital, sino también los datos, la energía y el talento que sostienen todo el ecosistema. Innovan más rápido que nadie, pero lo hacen en una estructura cerrada, donde la retroalimentación social apenas existe.

En la práctica, esto significa que lo que entendemos por «progreso» está siendo privatizado, como en los escenarios distópicos de las viejas novelas de ciencia-ficción. Las promesas de transformación, como la energía limpia, la productividad ilimitada, la eficiencia, la salud personalizada, etc. se formulan dentro de infraestructuras controladas por un puñado de actores globales. Las empresas pequeñas, los gobiernos e incluso las universidades pasan a ser usuarios o integradores, no protagonistas. La innovación ya no nace de la experimentación libre, sino de las plataformas que deciden qué es posible y qué no.

El discurso dominante sigue hablando de «aceleración», de «impacto» y de «revolución», pero evita la palabra clave: dependencia. Dependencia de modelos cerrados de inteligencia artificial, de nubes hiperconcentradas como AWS o Azure, de intermediarios que filtran el acceso a la información, la educación o el comercio. En teoría vivimos en la era de la disrupción, pero en la práctica, estamos en la era de la delegación, de la pérdida de control.

Y esta concentración no solo tiene consecuencias económicas: también transforma la cultura. Las generaciones más jóvenes están creciendo en un entorno donde la creatividad, el trabajo y la interacción social dependen de herramientas que no entienden ni controlan. Es un modelo que premia la pasividad: el usuario no crea, «genera». No elige, «acepta sugerencias». No explora, «consume». El resultado no es una humanidad más inteligente, sino una humanidad más «integrada», pero en el sentido informático del término. Una pieza más en el engranaje.

No se trata de demonizar la tecnología, sino de recordar que toda innovación encierra una decisión política: quién tiene el poder de diseñarla, de usarla y de definir su propósito. Lo que está en juego no es si la inteligencia artificial será capaz de escribir poesía o de curar enfermedades, sino si nosotros seguiremos teniendo algo que decir sobre el tipo de sociedad en la que se supone que queremos vivir.

La tecnología avanza, y con ella, la ilusión de que ese avance equivale automáticamente a progreso. Pero el progreso no consiste en lo que las máquinas pueden hacer, sino en lo que las personas podemos decidir. Innovamos más que nunca, sí, pero si seguimos renunciando a decidir. A este paso, no será la tecnología la que nos sustituya: será la indiferencia.


You can read this article in English on my Medium page, «Innovation without agency: how we lost control of the future»

20 comentarios

  • #001
    Lua - 23 octubre 2025 - 11:42

    «Es un modelo que premia la pasividad: el usuario no crea, «genera». No elige, «acepta sugerencias». No explora, «consume». El resultado no es una humanidad más inteligente, sino una humanidad más «integrada», « estupidizada…

  • #007
    Alqvimista - 23 octubre 2025 - 13:03

    En su podcast de ayer -Loop infinito-, Javier Lacort de Xataka decía que «hemos pasado de desconfiar de cada permiso a entregar voluntariamente nuestra vida entera a la IA. Ya no nos vigilan, nos comprenden….»

    Y aquí la Estrategia Gorki de confusión de datos es inútil: ¿de qué nos serviría una IA si la engañamos?
    Hemos vendido nuestra privacidad, nuestro conocimiento, nuestro todo a cambio de una amistad sintética.

  • #009
    Juan T. - 23 octubre 2025 - 13:38

    Hay una alta probabilidad de un escenario muy distópico.

    A saber, que Trump consiga quedarse en el poder de manera no democrática con la ayuda para gobernar de una IA sin restricciones en comandita con las empresas propietarias de las IA.

    Al otro lado Putin y China en la misma tesitura, y Europa con su modelo mas seguro pero menos potente, y con estandares eticos mas altos para su uso.

    Y digo yo, puestos a competir geoestrategicamente y sin miramientos éticos con ayuda de IAs muy avanzadas ¿que posibilidades tenemos los europeos, y los ciudadanos de gobiernos ayudados por IAs millones de veces mas inteligentes que el mas inteligente, manejadas por regímenes como el de Trump.?

  • #010
    Gorki - 23 octubre 2025 - 13:51

    Sin poner en duda lo que tu dices, el poder de las grades corporaciones sobre nuestras vidas, a mi lo que realmente me acogota es el poder que el Estado está consiguiendo sobre lo que hacen sus súbditos.
    He vivdo casi toda mi vida en el régimen franquista, y ahí solo estaban prohibidas un puñado de cosas, los sindicatos, el comunismo,… pero todo lo demás era mas libre que hoy,

    Podía tener gallinas sin darme de alta, podía llevar al perro sin atar, podía montar en bicicleta sin casco, podía construir una casa en una finca mía sin mayor permiso, incluso me la hacia un maestro de obras y nadie te pedía los planos de un arquitecto,matar al gato cuando ya era tan viejo que no cazaba ratones,…

    Lo que hay que limitar son los poderes de los Estados, Señores dirigentes limitense en conseguir que haya una sociedad mas justa, pero dejen de meterse en cosas como que tipo de cierre ha de tener un brik de leche, si puedo o no podar un árbol de mi jardín, o si me pongo o no el cinturón de seguridad dentro del coche,… porque solo consiguen hartarme y hacerme cada vez mas anarquista

    • Buzzword - 23 octubre 2025 - 14:40

      «Vamos a hablar en serio. Si a alguien le gusta una dictadura es que es imbécil.»
      Antonio Resines

      PS: Hoy el mundo es un poco mejor. Ha muerto Tejero.

    • Juan T. - 23 octubre 2025 - 18:44

      Claro, y con Franco sin casco, y sin cinturon.

      Pero por ponerte un ejemplo, con las medidas de Trafico con las que el Estado se ha inmiscuido en nuestras vidas se ha conseguido pasar de 549 muertos por millon de vehiculos el ultimo año de Franco a 34 el 2024.

      Pero siempre hay algún Aznar que se queja de que no tengamos la libertad de conducir borrachos.

    • Dedo-en-la-llaga - 23 octubre 2025 - 20:10

      Jodó, no sabes lo mucho que estoy de acuerdo contigo, estoy tan de acuerdo, pero tanto tanto, que hasta estoy violentamente de acuerdo.

      Lástima que, solo por poner un ejemplo, los que están enterrados en las cunetas (2do país del mundo en número de «desaparecidos», ole, ole, ole!!!) no están tan de acuerdo conmigo, y de rebote contigo. Y ya no te digo nada los familiares.

      Dicho lo cual, cada vez que sientas en el cogote el aliento fétido de eso que tú llamas Estado, lo que debes reclamar es MÁS democracia, y no añorar precisamente justo en lo que se está convirtiendo ese Estado de aliento fétido…

      PS. Yo llegué a hacer cosas por las cuales estaría hoy preso. Pero también las hice en los años 80-90, mucho peores todavía. Hoy, imposible. Peeeeero, lejos de ponerme nostálgico, al contrario, lo que veo son unos déficits democráticos tan brutales, pero tanto, que cada día que pasa, los llamados sistemas democráticos se van despareciendo cada más a sí mismos, al punto de estar en riesgo de colapso. Y es que al final, hay muuuuuucha gente que tienen ansia viva en ser sometidos, pero ansia viva; y otros de someter, por supuesto.

      • Dedo-en-la-llaga - 23 octubre 2025 - 23:50

        Opsss, quería decir: «Des-pareciendo cada vez más a sí mismos…», sorry.

    • Matt - 24 octubre 2025 - 01:52

      Gorki hundido por el fallecimiento de Tejero.

      ¿Os imagináis como les habría ido en aquella epoca a todos los nostalgicos que se pasan la vida criticando «la dictadura actual» si se hubiesen pasado la vida criticado publicamente en aquel entonces la dictadura que tanto añoran? En la carcel o mientras se caían accidentalmente por el hueco de una escalera podrían decir que al menos el tapon no va enroscado a la botella. Eso es la verdadera libertad.

  • #016
    Xaquín - 23 octubre 2025 - 15:17

    Esta sociedad está muy podre, sigue convencida de que todo es relativo, y que lo dijo un tal Einstein (hoy tan de moda), cuando su relatividad y la que sucede en el mundo macroscópico solo tienen en común el nombre.

    Es un buen invento lo del «stand by»…

  • #017
    Victor - 23 octubre 2025 - 19:33

    Aceptando que tienes razón, aun así te desafío un poco. Tu eres profesor y valoras poder pensar y decidir, pero la mayor parte de las personas no tienen interés siempre que estén cómodas. Propuesta para el siguiente libro… Nada esta cambiando. ?

    Las generaciones más jóvenes SIGUEN creciendo en un entorno donde la creatividad, el trabajo y la interacción social dependen de herramientas que no entienden ni controlan. Es un modelo que premia la pasividad: el usuario no crea, «genera». No elige, «acepta sugerencias DE SU JEFE, PADRE, LIDER y ahora de AI o la persona que configuro AI». No explora, «consume»

    Soy tocapelotas, pero algo de razon tenemos los dos :P

  • #018
    Carlos - 23 octubre 2025 - 19:53

    La versión familiar de este artículo puede encontrarse en la película Wall-E de 2008

  • #019
    Matt - 24 octubre 2025 - 02:06

    El tecnofeudalismo en el que cada día nos hundimos más a mí me parece lo contrario de ciencia ficción optimista, diría que es más distopía.

  • #020
    EDIAZ - 24 octubre 2025 - 03:14

    Por poner un contrapunto al sentir general, creo que aunque son pocos actores los que crean la tecnología, hay suficientes opciones como para que no sea un escenario distópico. Pensemos en el dominio que ha tenido Google durante 20 años.

    Eso si, es innegable que la privacidad es cosa del pasado y que la deriva autoritaria no la para nadie…

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