Reformando el cuidado de la salud tras una pandemia

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Tras un evento relacionado con la salud y de un alcance tan amplio como una pandemia, cabe plantearse muchas cosas sobre el futuro. La primera es, evidentemente, por qué, en un mundo tan hiperconectado y digitalizado como el actual, no fuimos capaces de prevenirla. Y la respuesta es evidente: mientras en muchos ámbitos de nuestra vida experimentamos de manera clara y efectiva esa hiperconexión y digitalización, en el cuidado de la salud no es así. Hablamos de un conjunto de servicios indispensables, críticos y a los que adscribimos una importancia enorme, pero que no están al nivel que percibimos en otros ámbitos comparativamente mucho menos importantes.

En el ámbito de la salud, la digitalización y la tecnología tienden a aparecer en el momento en que nos enfrentamos a un problema, pero no a lo largo de nuestra vida ni de manera rutinaria. La visión es la de resolver un problema cuando este se manifiesta, nunca la de prevenirlo, más allá de unos chequeos generalmente anuales que suelen servir para más bien poco. Eso, precisamente, es lo que nos ha llevado a una pandemia: si un número significativo de personas hubiesen tenido un nivel razonable de monitorización rutinaria de los parámetros de su salud, la pandemia se habría podido detener mucho antes de que se definiese como tal, y se habría quedado en una simple infección a escala local.

Es por eso que, en la resaca de una pandemia, nos encontremos con un enorme interés por redefinir y reformar el cuidado de la salud: si COVID-19 no es capaz de dar lugar a una revolución en la forma en que planteamos el cuidado de la salud, sabremos que nos quedaremos simplemente esperando a la siguiente pandemia. Que las acciones de las compañías relacionadas con esa digitalización de la salud se estén comportando visiblemente mejor que el resto del mercado es un indicio positivo y que genera esperanzas, pero dada la amplia variedad de factores – públicos, privados y culturales – que influyen en las decisiones sobre este ámbito, es decididamente muy poco.

¿Qué elementos deberíamos tener en cuenta de cara a la evolución del cuidado de la salud en el futuro, tras pasar por una experiencia tan traumática y que lo justifica tanto como una pandemia? Indudablemente, si no somos capaces de aprovechar un momento así para introducir esos cambios, sería terrible, porque pocas veces tendremos una evidencia tan completa de la necesidad de esos cambios. ¿Pero por dónde se empieza en un ámbito tan complejo?

La primera cuestión es evidente: reconocer la necesidad de cambio. Es clarísimo que las compañías tecnológicas podrían actualmente contribuir en gran medida a solucionar los problemas del cuidado de la salud, y de hecho, en algunos casos lo están haciendo dando una nueva dimensión a la investigación médica. ¿Cómo es posible que podamos monitorizar tantos elementos de nuestra actividad diaria, pero no hagamos lo mismo con lo verdaderamente importante? ¿Qué pasaría si fuésemos capaces de cuantificar y analizar en tiempo real parámetros y variables acerca de la evolución de nuestra salud, y monitorizarlos de manera algorítmica – porque, obviamente, sería imposible plantearse hacerlo de manera manual si se pretende escalar a toda la población? Los llamados fitness trackers, por ejemplo, no son necesariamente un prodigio de precisión, pero eso no implica que no sean válidos para muchas cosas, porque como es bien sabido estadísticamente, lo que se busca no es la ausencia de errores de medida, sino la regularidad de los mismos que permita definir un error estándar.

La segunda variable es cultural, generalizada y muy clara: existe una enorme preocupación – muy justificada, por otro lado – con respecto al uso que se da a los datos de salud, considerados como de especial protección, pero de los que se ha abusado en no pocas ocasiones. Un evento como una pandemia, puede seguramente contribuir a forzar un compromiso entre la confidencialidad y la salud pública, pero es fundamental no abusar de ese compromiso y mantener unas garantías rígidas e inamovibles que aseguren que nuestros datos podrán ser utilizados, en primer lugar, para el cuidado de nuestra salud, en segundo lugar para alimentar la investigación médica, pero jamás para ningún tipo de marketing, uso comercial o, menos aún, para la discriminación. El establecimiento de un sistema absolutamente garantista que posibilite el uso pero impida el abuso de los datos de salud es, sin duda, uno de los grandes retos del momento actual.

El tercer parámetro es el de la adopción. Hablamos de una revolución que, derivado de un diagnóstico más temprano de muchas dolencias o trastornos, redundaría tanto en una disminución del sufrimiento de los pacientes como en una reducción del coste del tratamiento para los sistemas de salud, y cuya adopción, por tanto, debería ser masiva – porque además, esa adopción masiva ofrecería mayores beneficios de cara a la investigación. Deberemos, por tanto, tener en cuenta tanto aspectos de reducción de costes de muy elevado potencial como la telemedicina, que llevan tiempo en desarrollo como iniciativas en la medicina privada, como la posibilidad de escalar esas iniciativas rápidamente al conjunto de la población como forma no solo de mejorar la atención en los sistemas de salud pública, sino además, de hacerlo con un control razonable de los costes.

Lo mismo ocurre a medida que incorporamos más tecnología: si la evolución de la tecnología se distingue por la disminución progresiva de sus costes y la sencillez cada vez mayor de su manejo, no tendría sentido que un sistema de salud basado en la prevención y en la capacidad de monitorizar rutinariamente cada vez más indicadores y variables relevantes evolucionase para ser cada vez más caro, más exclusivo o más elitista: debe hacerlo como parte de estrategias de país destinadas a mejorar los sistemas de salud en su conjunto, independientemente de que los pacientes, de manera particular, puedan optar por la sanidad pública o la privada. Y de nuevo, con una garantía total sobre la seguridad en el uso de sus datos.

Pocas cuestiones podrían contribuir tanto a nuestro bienestar futuro como la redefinición de los sistemas de cuidado de la salud, y pocos momentos estarán más justificados que este para acometer su necesaria reforma. ¿Vamos a darle la necesaria prioridad, o pretendemos también aquí volver a la misma triste normalidad que nos llevó a no ser capaces de poner bajo control una epidemia antes de que se convirtiese en pandemia?


This article was also published in English on Forbes, «We have to learn the lessons of the pandemic and take healthcare into the digital age«


19 comentarios

  • #001
    Xaquín - 28 mayo 2020 - 19:05

    Impecable la entrada, pero se puede gastar algo de comentario en denunciar que si las compañías tecnológicas, como pasa con las farmacéuticas, siguen la «libertad de mercado» todo será inútil.

    Se dedicarán a vender los datos, como las farmacéuticas pararon de investigar los coronavirus, cuando vieron que ya no era rentable en la anterior aparición del SARS. Andar a salto de mata, o más bien a salto de bolsa, no es el mejor camino para asegurar un sistema de salud general y humanitario.

    Como decía estes días Frank Snowden, tenemos una red hospitalaria que prefiere fomentar la cirugía a fomentar la prevención, porque «arreglar cuerpos» da más dinero. Nada como morir con un par de esplendorosas tetas, por un simple coronavirus. Así es difícil hacer medicina preventiva (aparte de los recortes varios que tanto gustan a ciertos políticos).

  • #002
    Daniel Terán - 28 mayo 2020 - 21:12

    La monitorización de la salud, hoy por hoy, solo se puede realizar con maquinaria, procedimientos y/o sustancias que se encuentran en los centros médicos.

    Hasta que no se inventen otro tipo de sensores que permitan reducir las frecuencias entre chequeos, en Medicina siempre predominará la reactividad a la prevención.

    • Enrique Dans - 28 mayo 2020 - 21:27

      Eso no es cierto, Daniel. Para que un algoritmo estime tu salud, te vale casi cualquier sensor al que puedas adscribir un error estándar. Pensar que solo puedes monitorizar la salud de tu corazón, por ejemplo, con un electrocardiógrafo de hospital, cuando en realidad puedes hacerlo perfectamente con un Kardia de bolsillo de 80 euros o con un Apple Watch, es enormemente limitante, e impide avanzar en ese sentido. En casa puedes hoy perfectamente obtener datos de tu presión arterial, de tu saturación de oxígeno, de tu concentración de azúcar en sangre, de tu peso, de tu porcentaje de grasa corporal, de tu calidad de sueño, y de bastantes parámetros más.

    • Pedro Torres Asdrubal - 29 mayo 2020 - 14:43

      Toda casa tiene un termómetro.

  • #005
    Gorki - 29 mayo 2020 - 00:01

    Hoy va de hipocondríacos

  • #006
    Alberto Carlos - 29 mayo 2020 - 10:53

    Tengo la sensación que la sanidad española va dando tumbos. Ahora con el coronavirus en mi empresa de máquinas de ozono se han incrementado las ventas en un 4000% y para sorpresa de los que trabajamos en ella no son compras procedentes de particular o empresarios con negocios sino de hospitales…

    • Gorki - 29 mayo 2020 - 19:26

      Pues tener cuidado. porque os van a poner de especuladores a morir

  • #008
    Miguel - 29 mayo 2020 - 11:29

    Evidentemente el poder tomar medidas de tu cuerpo siempre se va a poder hacer (peso, indices de grasa,..) pero eso no es medicina, es preocuparte un poco, lo mismo que cuando tu móvil no tiene batería lo cargas, pero no le abres las tripas…

    Por favor lean este artículo sobre resfriado común, e intentemos compararlo con el corona virus específico que provoca la COVID19

    https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/000678.htm

    Este virus del resfriado lleva con nosotros toda la vida, y no hay forma de atajarlo. Tiene una presencia «pandémica» y en general se suele tratar con el típico «Frenadol», y si es bastante vergonzoso que no esté cubierto por la Sanidad Pública y te cobren unos 10€ por el preparado que si fuera cubierto nos costaría céntimos ( ese preparado o un genérico sin marca).

    En la enfermedad provocada para el virus del resfriado ¿servirían para algo los algoritmos? Para poco, verdad, ¿Serviría para algo la pulsera o reloj? Para poco verdad. No sigo con el resto de pesudomedidas previsoras: apps que interfieren en tu privacidad, telemedicina, etc

    Lo que si sirve para el resfriado común son las mismas medidas que para COVID19. Es decir: distanciamiento social, higiene, lavarse las manos, geles hiroalcohólicos, mascarillas, guantes. Y en su caso una vacuna si la hubiera… Medidas que no solemos poner en marcha con el resfriado porque sus efectos son bastantes menos nocivos. Sirva solo de comparación de lo absurdo de lo que se nos viene encima con la COVID19 con los charlatanes de feria tecnológicos

    Concluyendo, ahora hay mucho pescador en río revuelto, que va a poner «el marchamo» de «mi producto combate la pandemía» cuando en realidad lo que va a hacer es meter la mano en tu bolsillo, si te dejas claro.

  • #009
    Pedro Torres Asdrubal - 29 mayo 2020 - 11:54

    Offtopic: ¿Trump quiere eximir a las redes sociales de la moderación de los contenidos que publican sus usuarios?

    ¡Madre de Deus! ¡¡Trump es Anonymus!!

    ¡¡¡Ja ja ja ja!!!

    • Gorki - 29 mayo 2020 - 13:29

      Opino que las redes sociales son canales de comunicación como es el teléfono mediante las cuales, un particular se comunica con otros particulares y ellos. para empezar deben de abstenerse de fisgar los contenidos que ahí se transmiten,

      Por tanto, no pueden censurar lo que por ahí circula entre particulares sean verdades o mentiras.

      La diferencia con teléfonos, es que para pagar el servicio el particular autoriza dos vías, permitir explotar datos personales y crear con ellos «targets» de clientes potenciales.

      En este campo debería ser claro para el usuarios qué datos toman y como se elaboran y venden , para que decidiera si desea estar ahí o no, y el Estado debería vigilar que los datos capturados y la forma de elaborarlos, coinciden con lo aceptado por el cliente.

      Y como esos datos valen para enviar publicidad a los particulares, ellos si deben responsabilizarse de lo que envían.

      Es decir, si yo deseo mandar contenido pedófilos a mis amigo, ellos deben darse por no enterados, mientras un juez no ordene que informen de lo que envío, o mande cerrar la cuenta.

      Pero si por ser anciano chocho, formo parte de un «Target» de posibles pedófilos, ellos si son responsables de enviar ese material a mi cuenta.

      • Pedro Torres Asdrubal - 29 mayo 2020 - 14:40

        FE DE ERRATA: Trump ha firmado lo contrario, responsabilizar a las redes sociales, exigiendo objetividad en la moderación para evitar discriminación.

        Gorki, no estamos hablando de mensajes privados, ¡¡de eso se encarga la NSA.

        No parece que tenga mucho recorrido la nueva pataleta.

        • Gorki - 29 mayo 2020 - 17:58

          Como no soy norteamericano, las consecuencias de lo que firme Trump, las padezco. pero nada puedo hacer `por evitarlo, yo no voto en Norteamérica.

          Considero a Trmp un ególatra peligroso que ha heco mucho dinero Dios sabe como

          Una especie de Gil y Gil a ña americana, que también aquí tuvo mucho seguidores.

  • #013
    Pedro Torres Asdrubal - 29 mayo 2020 - 15:00

    «por qué, en un mundo tan hiperconectado y digitalizado como el actual, no fuimos capaces de prevenirla».

    Del padre del termino ecosistema: «tenemos ADN de Neandertales, estructuras sociales del medievo, y tecnología de StarWars».

    En Vietnam han tenido 0 muertes porque ya es la tercera pandemia en lo que va de siglo. Sabe más el diablo por viejo, que por diablo.

    Nos empeñamos en negar nuestro maldito relativismo y la tecnología solo nos permite que le pongamos nombre: fake news. A ver que nos cuentas del pique de Trumpito con Twitter.

    P.D- Se acercan las elecciones presidenciales, han pasado 3 años y medio desde su elección y todas las estrategias judiciales han fracasado. Confiemos en que no se meriende a Biden…

    • Pedro Torres Asdrubal - 1 junio 2020 - 15:00

      Querido Enrique, este artículo de la CNN llega 4 años tarde.
      Analysis: Yes, there is misinformation in Minneapolis. No, it’s not all Russia’s fault.
      https://edition.cnn.com/2020/05/30/tech/minneapolis-misinformation/index.html

      Se ha culpo a Putinesca por hacer lo que hacemos todos, para no tener que enfrentarnos a que el problema no es Putin, sino todos y cada uno de nosotros.

      Voy a leer tu post de Twitter. Lo mejor para el final… xD

  • #015
    Enrique - 29 mayo 2020 - 16:42

    Si le pides a Siri que te lea esta entrada y cierras los ojos, ves a Pedro Sánchez echando la culpa de la pandemia a la gente por no comprarse un Apple Watch.

    • Gorki - 29 mayo 2020 - 18:00

      ja ja ja

  • #017
    Gorki - 29 mayo 2020 - 19:37

    S`pongamos que llevamos la maquinita que nos quiere vender Dans.

    Todos los días miras el «parte facultativo»
    Normal.
    Normal.
    Normal,
    «Tiene el COVID- 19!

    Magnifico, llevas 14 dias asintomático esparciendo la epidemia por todos los sitios, No hay medicamento específico que darte, salvo un analgésico para bajarte la fiebre.

    ¿De veras cree alguien que hubiéramos parado la epidemia con ese chisme?.

    ES UN TERMÖMETRO,. NO UNA «BOLA DE CRISTAL» QUE PREDICE EL FUTURO,

  • #018
    Julián - 31 mayo 2020 - 08:39

    Artículo solucionista.
    No habla de que la salud se ha convertido en un negocio que incrementa las desigualdades.
    Como ahora nos afecta a los que tenemos acceso, en lugar de potenciar la salud pública, la solución está en la tecnología. Toma ya.

    • Gorki - 1 junio 2020 - 19:40

      Y quien ha dicho que si ese aparto vale para algo (cosa que dudo) no te lo ponga la SS , Acaso no te pone las vacunas

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