Sobre startups, financiación, asesores y decisiones complejas

Varios artículos me han llamado la atención recientemente sobre uno de los temas que más trabajo, el de las startups tecnológicas: por mi trabajo como profesor en IE Business School, una escuela en la que todos los alumnos pasan por la experiencia de desarrollar un plan de negocio en la fase de idea y que un muy notable porcentaje de ellos llevan hasta sus fases finales de análisis e incluso hasta su puesta en marcha, suelo tener la oportunidad de analizar una gran cantidad de proyectos con base tecnológica, bien de mis propios alumnos o de alumnos de otros grupos que me contactan directamente.

En ese sentido, acabo de ver hoy el tercer capítulo de una serie de artículos de Scott Edward Walker en TechCrunch acerca de la financiación de startups mediante obligaciones convertibles (convertible notes) que me ha parecido que puede aporta bastante a este tipo de compañías: desde hace cierto tiempo veo cada vez más startups recurriendo a este tipo de mecanismo de financiación, y el tema resuena con las dificultades que suelo encontrarme en estas compañías cuando tienen que balancear las necesidades de financiación con cuestiones como el nivel de compromiso o el control. Son, concretamente, estos tres artículos:

Los artículos me llamaron la atención porque el tema de la estructura financiera es precisamente uno de los que, a pesar de mi experiencia con startups y del hecho de trabajar en una escuela de negocios, no suelo entrar nunca a la hora de dar consejos. Decididamente no es mi tema, no me encuentro cómodo en ese tipo de análisis, y tiendo, como mucho, a recomendar a otras personas que considero que pueden proporcionar asesoría en ello. Sin embargo, es muchas veces un tema crucial, que juega en ocasiones un papel fundamental en el futuro de las compañías a medida que evolucionan.

Esto me trae a colación el segundo artículo, de Micah Baldwin, titulado «Advisors stop screwing startups«, sobre el que precisamente hoy escribe Iñaki Arrola en su blog con el título «Sobre mentores y startups«: conocí el artículo original también a través de Iñaki, y la verdad es que me encantó, hasta el punto de recomendarlo de manera encarecida en mis cursos y a quienes me piden asesoría. Estoy enormemente de acuerdo con la gran mayoría de los puntos del artículo. Por mi experiencia en entornos académicos, hay una figura que siempre he tenido cruzada en mi subconsciente como «territorio prohibido»: la del director de tesis o de departamento que utiliza  los estudiantes o a los profesores jóvenes para engordar su cuenta de publicaciones personal, y firma todo lo que de allí sale. Me parece una práctica odiosa, una forma de aprovecharse del trabajo de terceros, algo que no puedo soportar.

Con las startups me pasa exactamente lo mismo: me reconozco como un emprendedor frustrado. Encontré mis limitaciones relativamente pronto, cuando teniendo una idea ya analizada, estudiada y lista para ser lanzada, me encontré con que «me entraba el miedo» y decidí quedarme fuera, viendo como otros montaban algo en cuya conceptualización yo había tenido un papel fundamental. No me dio especial rabia, lo entendí como una limitación personal, como que estaba definiéndome personalmente en virtud de mis características como persona, pero me dejó un poso claro: un enorme respeto y aprecio al trabajo de los emprendedores: hacen algo que yo no soy capaz de hacer.

A partir de esas ideas, sí estoy implicado en la asesoría a algunas empresas, algunas de ellas startups tecnológicas. En algunas de ellas tengo participación. Nunca, en ningún caso y bajo ningún concepto, esa participación ha venido de una petición mía. Mi trabajo con startups es algo que, para mí, se paga solo, sin necesidad de tener participación en ellas: como académico, siento la necesidad de estar en contacto con «el mundo real» de las compañías y los procesos de toma de decisiones. No estarlo me convertiría en un «académico de torre de marfil», algo que no soy ni bajo ningún concepto quiero ser, porque el lado práctico es fundamental en mis clases.

Las participaciones que tengo provienen de que, en algunas de las empresas a las que he asesorado, los propios emprendedores me ofrecen una participación, a lo que invariablemente respondo que me parece bien, pero que tienen que entender que lo que estoy haciendo con ellos lo seguiría haciendo exactamente igual si esa participación no me hubiese sido ofrecida. Son participaciones nunca superiores al 1%, que suelen diluirse y rediluirse en las sucesivas rondas de financiación, y que no condicionan jamás nada de lo que hago con esas compañías. Nunca he hecho un exit de ninguna de ellas, aunque obviamente si alguna de ellas es adquirida, y dado que mi interés suele ser trabajar con los emprendedores, no niego la posibilidad de hacerlo si se dan las circunstancias. No considero mis porcentajes en startups una manera de ganar dinero, sino una forma de ganar experiencia. Sí suelo, por respeto religioso a mi principio de transparencia, reseñarlas en el blog, aunque por supuesto mantengo que las entradas en mi blog jamás han tenido ni tendrán ningún tipo de precio: solo recogen lo que me llama la atención, aquello en lo que trabajo, mis pensamientos, mis análisis y mi opinión.

Con las empresas con las que trabajo, mi participación es, por lo general, ayudar a pensar. Reuniones más o menos largas y periódicas de brainstorming y análisis, evitar errores que he visto en otros sitios y que constituyen mis «líneas rojas», ayudar en los temas que sé y dejar claro en qué temas no sé, facilitar contactos… cosas que, sencillamente, me vienen bien en mi trabajo como profesor, pero por los que no marco ni he marcado nunca una tarifa. A lo mejor hay quien opina que facilitar un contacto es algo que vale dinero: yo a eso lo llamo «conseguidor» y no me gusta, es algo que, sencillamente, no quiero ser. Facilitar un contacto es escribir un correo electrónico o hacer una llamada: lleva poco tiempo, proviene del convencimiento de que hay algo a ganar para ambas partes, y ahí se queda. Nunca me han pagado por ello, ni quiero que así sea.

Por ese tipo de reflexiones me ha gustado especialmente el artículo de Micah Baldwin y la reinterpretación del mismo que ha hecho Iñaki Arrola: porque sí he visto de cerca asesores que actúan de otra manera. Que venden sus contactos, que negocian sus participaciones cuidadosamente, o que se convierten en un coste para el emprendedor. Por eso me parece un artículo que debe recomendarse a emprendedores, en el mismo tono que ese «Libro negro del emprendedor« de Fernando Trías de Bes que me he hartado de recomendar a emprendedores: ¿realmente necesitas un asesor (o un socio)? ¿Realmente te va a aportar lo que crees que te va a aportar? ¿Realmente vale lo que le pagas, o estás pagando por unas conversaciones de reafirmación de lo que ya sabías y casi por una especie de «autoayuda»? ¿Vale la pena ofrecer una parte de algo que te está costando mucho poner en marcha por una promesa que no sabes realmente lo que te va a ofrecer? Si estás convencido de que lo vale, adelante. Pero la reflexión, en cualquier caso, siempre vale la pena.

15 comentarios

  • #001
    Valentin Pereiro - 14 mayo 2012 - 11:34

    Gracias Enrique.
    En el proceso de emprender necesitamos mucha ayuda. No conozco a nadie que sea experto en la gran cantidad de factores que condicionan el arranque y rodaje de una empresa: contables, financieros, pero sobre todo, la propia idea y modelo de negocio, que se enriquece con las aportaciones de todos los que ayudan a crearla.
    Por eso comparto tu actitud de apoyo sin esperar nada a cambio con aquellos que lo necesitan. Porque todos necesitamos muchas y mejores ideas reales y funcionando, y no escondidas en las cabezas de tanta gente con talento.
    Un abrazo.

  • #002
    celso seco - 14 mayo 2012 - 12:05

    Me parece una práctica odiosa, una forma de aprovecharse del trabajo de terceros, algo que no puedo soportar.
    En algunas de ellas tengo participación. Nunca, en ningún caso y bajo ningún concepto, esa participación ha venido de una petición mía.
    Esto y tu oda al indisciminado fluir de los derechos de propiedad intelectual me están produciendo una confusión rayana al vértigo.
    PD. Si no quieres cobrar te recomiendo la pañabra »no».

  • #003
    victor - 14 mayo 2012 - 12:12

    Interesantísimo artículo y muy buenas las recomendaciones: hoy me compraré un libro nuevo ;-)

  • #004
    Anónimo - 14 mayo 2012 - 13:14

    Coincido plenamente con sus comentarios y le felicito por sus reflexiones, a la vez que alabo su transparencia, que en muchos casos como el suyo a veces es recomendable, si no necesaria, aunque en la mayoría de los genes humanos (o debiera decir españoles) vaya escrito en su adn todo lo contrario. Leeré los artículos que menciona. Un saludo.

  • #005
    Pedro Gomera - 14 mayo 2012 - 19:16

    O sea, que segun lo entiendo, alguien debe dar su conocimiento duramente ganado tras años de experiencia gratis? Yo no estoy de acuerdo con esa doble moral respecto a cobrar. Si de verdad das valor, debes ser retribuido…

    Y si no para eso está el mercado, no? Si alguien no trabaja bien o no tiene valor, el mercado rápidamente lo sacará de circulación

    Me parece genial que gente como tu Enrique, que teneis absoluta disponibilidad de tiempo y un salario pagado os permitais regalar vuestro tiempo, pero hay gente que da valor, apoya a emprendedores y si, gana algo de dinero en el camino.

    Parece que os hayais ahora metido en que todo debe ser «gratis-total» para emprendedores… pues estamos bien!

  • #006
    1Qalkiera - 14 mayo 2012 - 19:44

    Me ha llamado mucho la atención tu artículo, a mí me pasa lo mismo cuando ayudo a gente a redactar tesis, artículos, etc. y me ofrecen dinero.
    Gracias a que ayudo a gente a concluir, redactar, o simplemente orientar sus trabajos, me mantengo «en forma» académicamente hablando además de aprender y disfrutar un montón.
    Sería injusto cobrar cuando el favor es mutuo, y el intercambio enriquecedor para ambas partes.

  • #007
    Xaquín - 14 mayo 2012 - 20:08

    A pesar de que se habla de decisiones complejas hai una manía por simplificar la lectura que raya en el vértigo del suspense prehistórico…tan díficil es practicar lo que el adn humano debe hacer sencillo?
    Y otra cosa: Que algunos seres humanos tengan como valor añadido algo diferente del valor dinero, real o virtual, presente o futuro, blanco o negro ( o amarillo)…debe rayar en el arquetipo de mamut anti wall street encontrado congelado en el metro de NY para goce de los «gekkos» varios? Y, please, no hablamos de valores «espirituales», que también son una buena inversión!

  • #008
    Mario - 14 mayo 2012 - 22:15

    Si quisiese iniciar un negocio de distribución de música online, el capital no fuese problema y ya contase con una interfase sensacional y apps para todos los sistemas, que modelo de negocio recomendaría Edans: 1) pagar los derechos de autor a las discográficas y marginar menos que Itunes para competir con ellos; o 2) no pagar ningún derecho derecho de autor a nadie sino convertirme en una web de enlaces tipo Grooveshark generando mis ingresos vía adsenses.

  • #009
    Anónimo - 14 mayo 2012 - 23:52

    «Encontré mis limitaciones relativamente pronto, cuando teniendo una idea ya analizada, estudiada y lista para ser lanzada, me encontré con que “me entraba el miedo” y decidí quedarme fuera, viendo como otros montaban algo en cuya conceptualización yo había tenido un papel fundamental. No me dio especial rabia, lo entendí como una limitación personal, como que estaba definiéndome personalmente en virtud de mis características como persona, pero me dejó un poso claro: un enorme respeto y aprecio al trabajo de los emprendedores: hacen algo que yo no soy capaz de hacer.»

    Podrías comentarlo con un emprendedor como Varsavsky que no se corta a la hora de reconocer que lo suyo no es ser empresario sino solo «lanzar empresas».

  • #010
    Hucopost - 15 mayo 2012 - 20:56

    Bueno lo de las convertible notes no deja de ser un modo de intentar salvar los problemas iniciales de valoración de una start up. Y lo de pagar o no pagar a asesores, pues yo si recomendaría pagar a un buen abogado para redactar el pacto de accionistas, sino después pueden llegar las sorpresas desagradables.

  • #011
    Diego - 16 mayo 2012 - 16:20

    Hola Enrique, totalmente de acuerdo contigo.
    Creo en el mundo colaborativo. Hoy en día, el conocimiento debe ser compartido ya que no existen expertos en todas las facetas de los negocios.
    Sinceramente, si alguien recibe una enseñanza o algo de valor de manera gratuita, te une a él algo más importante que una cantidad de dienro, lo que te une a él es una relación de confianza.
    Saludos.

  • #012
    anonimo - 16 mayo 2012 - 20:19

    Hablando de filosofia e historia. Nuestro mundo ha progresado porque se ha compartido el conocimiento. Pensemos en las caravanas de la ruta de la seda que iban de europa a asia y viceversa, la caravana en si era una empresa comercial y con grandes beneficios por cierto, pero ademas cumplia una funcion cultural capital porque resultaba ser tambien el vehiculo mediante el cual se trasegaba la informacion y el conocimiento de la epoca. Mientras comprabas una pieza de seda, podias tomar el te y conversar con el comerciante sobre los ultimos descubrimientos de la medicina en baghdad. ¿Estabas comerciando? ¿Pasando informacion? ¿Aprendiendo algo nuevo? En realidad todo a la vez, pero quedaba claro que el dinero lo cambiabas por la seda y el conocimiento fluia gratis y amigablemente entre los vapores del te. Ventas y progreso suceden al mismo tiempo pero no son lo mismo.

  • #013
    Material de Oficina on line - 16 mayo 2012 - 21:13

    Yo soy emprendedor, ademas de ejecutivo de una multinacional financiera, circunstancia dificil de explicar7entener a veces, pero asi es.
    Actualmente soy socio unico de un potente ecommerce de venta de papeleria on line en la que he tenido tres ofertas de participacion por empresas de capital riesgo que, de momento, he preferido no incorporar al capital. Tas mis casi ya 20 años de experiencia creando y desarrollando compañias he llegado a una conclusion clara, en lo que respecta a los comentarios de tu post: Cuantos menos socios mejor. Por eso, antes de incorporar aun socio nuevo piensa si «eso» que supuestamente te va a aportar no lo puedes conseguir de un «proveedor», incluso de esa misma persona fisica y/o juridica

  • #014
    Replay - 17 mayo 2012 - 03:21

    El profesor Dans ha escrito:

    «Encontré mis limitaciones relativamente pronto, cuando teniendo una idea ya analizada, estudiada y lista para ser lanzada, me encontré con que “me entraba el miedo” y decidí quedarme fuera, viendo como otros montaban algo en cuya conceptualización yo había tenido un papel fundamental. No me dio especial rabia, lo entendí como una limitación personal, como que estaba definiéndome personalmente en virtud de mis características como persona, pero me dejó un poso claro: un enorme respeto y aprecio al trabajo de los emprendedores: hacen algo que yo no soy capaz de hacer.»

    Quizás podría comentarlo con un emprendedor como Varsavsky que no se corta a la hora de reconocer que lo suyo no es ser empresario sino solo «lanzar empresas».

  • #015
    josé luis - 17 mayo 2012 - 23:55

    Gracias por tus consejos, un saludo

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