Google y otra insoportable levedad: la de los mercados financieros

El WSJ publica un interesante artículo sobre la enorme diferencia entre «loving Google» y «buying it«. Incide en lo que más se está comentando: una cosa es que Google sea la herramienta indispensable en la vida de todos, la que supera comodísimamente a todo el resto de buscadores y la que todos amamos con pasión, y otra cosa muy diferente es que el precio de tres dígitos que la compañía ha marcado como objetivo (entre $108 y $135 por acción) esté de alguna manera justificado. De hecho, cualquier precio por encima de $97 por acción convertiría a Google en el IPO más caro de la historia en función de ese parámetro. Pero mediante un simple análisis por comparación, vemos, sin ir más lejos, a Yahoo!, con ingresos similares y un reparto mucho más variado/equilibrado de sus fuentes de ingresos, cotizando a $26. De acuerdo, la Yahoo! de hoy no es ni la décima parte de innovadora ni tiene la décima parte de brain power que tiene Google, pero, por otro lado, Google necesita demostrar muchas más cosas si quiere justificar un precio así. Hoy por hoy tenemos más evidencia, como comentaba en posts anteriores (uno y dos), de las imperiosas necesidades de mejora del algoritmo en que Google basa toda su magia, que de los maravillosos futuros desarrollos existentes en los cerebros de Larry y Sergey.

El mecanismo de subasta holandesa escogido por Google tiene una curiosa influencia en todo esto. Según este método, los inversores pujan por las acciones disponibles, pero independientemente del precio que ofrezcan, acaban pagando el menor de los precios que permite a Google colocar la totalidad de sus acciones (aquí tenéis un glosario de términos sobre subastas que publiqué hace tiempo en un artículo académico en el Journal of Electronic Commerce Research). Esto puede hacer que muchos inversores ofrezcan cantidades altas para asegurar su derecho a comprar en la subasta, pero esperando en realidad pagar cantidades mucho menores en función del resultado final del proceso de puja. Dada la limitada cantidad de acciones que la compañía pone en circulación, esto podría significar un precio de salida artificialmente alto, lo cual, unido a la gran cantidad de acciones en manos de empleados de la compañía (que lógicamente podrán tener cierta «inclinación» a vender a esos precios… ¿quien no?) podría derivar en una caída del valor de la acción. La recomendación parece ser esperar, dado que dentro de unos meses, pasados los vaivenes de la salida y los compromisos de retención de los títulos de los empleados, se podría obtener un precio mucho más razonable.

Por supuesto, esto son las recomendaciones del WSJ, no las mías. Particularmente, aunque para los académicos es un juego muy fácil, siempre he procurado mantenerme al margen de las recomendaciones bursátiles, simplemente porque no creo en los mercados financieros de hoy. Los mercados actuales tienen mucho más de lotería o de juego de azar, cuando no de descarada manipulación, que de seriedad y buen funcionamiento de las leyes de la oferta y la demanda. Como Benoît Mandelbrot, padre de los fractales, comenta en su próximo libro a puntito de salir, «The (Mis)Behaviour of Markets«, citando a Wassily Leontieff (Premio Nobel de Economía en 1973),

«In no field of empirical enquiry has so massive and sophisticated a statistical
machinery been used with such indifferent results. (…) If we can map the human
genome, why can’t we map how a man loses his livelihood? If millions can
contribute a few cycles of their PCs to the search for a signal from outer
space, why can’t they join a coordinated search for patterns in financial
markets?»

¿Por qué no se invierte más en investigación sobre el comportamiento de los mercados financieros? Seguramente, aparte de porque sea complejo, porque a muchos no les interesa. El artículo de Mandelbrot, muy interesante, lo tenéis en Wired.

2 comentarios

  • #001
    Francisco Mesa - 9 agosto 2004 - 11:22

    En una visita de Miguel de Reina a Tenerife indicó que el precio de las acciones debería de estar alrededor de los 20$, que es lo que más o menos todos pensamos que debería de costar.

    En la ponencia, también indicó, como no, que no veía problemas en las técnicas «hack», por llamarlas así, que alienan los resultados de las búsquedas. Yo cada vez veo más resultados no adecuados para lo que espero de Google, pero la gente de momento piensa que es el mejor. Es uno de sus tres enemigos, y de momento sigue perdiendo puntos…

  • #002
    malkuth - 9 agosto 2004 - 21:57

    En todo esto de predecir los mercados financieros hay dos puntos que siempre me han llamado mucho la atención, y que algo tienen de sofisma y no poco de filosofía:

    En primer lugar si alguien diera con un algoritmo capaz de hacer lo que Mandelbrot apunta ¿qué motivos tendría para divulgarlo? lo suyo sería «explotarlo» en secreto ad infinitum en la esperanza de que nadie más llegue al arcano. Un algoritmo capaz de predecir sistemáticamente («batir» para los entendidos) a los mercado tendría literalmente un valor infinito, es decir, nadie podría pagarlo.

    En segundo lugar (y más importante que lo anterior) es que además hay una imposibilidad que parece inspirada en alguna ley de la mecánica cuántica: en un mercado libre o capitalista (o que pretende serlo como el nuestro), la esencia se basa en la INCERTIDUMBRE o RIESGO, es decir, si pudiera anticiparse el resultado de cualquier inversión, ésta por su propia definición no tendría sentido alguno como resultado de una elección libre, y el sistema financiero no tendría sentido…

    Más de uno habrá terminado en el manicomio buscando este grial, es decir, el fractal de los mercados financieros.

    Quizás, como alguien dijo, hay que concluir que es imposible y además no puede ser.

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