Hablando sobre difamación, en la BBC

Margarita Rodríguez, de la BBC, me envió un correo y me llamó por teléfono para preparar un artículo sobre la difamación en internet, que ha publicado hoy bajo el título «¿Qué hacer si alguien lo difama en internet?«.

Mis respuestas fueron encaminadas a dejar claro que internet no es un medio diferente en modo alguno a otros en cuanto a la consideración de la difamación, y que las únicas diferencias se deben a la facilidad para la difusión de la información y a los efectos que puede provocar una acción determinada.

A continuación, como hago habitualmente, el texto completo del intercambio que mantuvimos por correo:

P. ¿Qué debemos hacer si sentimos que hemos sido difamados en internet? ¿Con qué herramientas contamos?

R. La difamación es un delito, y como tal debe ser perseguido, tenga lugar dentro o fuera de la red. La única diferencia en este caso es la capacidad de la red para dar lugar a procesos de comunicación viral: mientras fuera de la red, la repercusión de una demanda por difamación por un tema determinado suele tener un recorrido limitado, en la red las cosas funcionan de manera diferente.

En el año 2003, un matrimonio, fotógrafo él y piloto de helicóptero ella, que estaban haciendo una catalogación intensiva y en alta definición de la costa californiana por motivos ecológicos, fueron demandados por Barbra Streisand porque en una de las más de doce mil fotografías de su colección publicadas en su página web aparecía la mansión de la cantante en Malibú. La demanda, que solicitaba compensación de daños por cincuenta millones de dólares, dio origen a una fortísima viralización de la información: una fotografía que de manera natural habrían llegado a ver poquísimas personas (¡en el medio de una colección de más de doce mil!) y menos aún habrían identificado, fue gracias al ruido generado, vista por muchísima gente, dando origen a lo que se ha dado en llamar «efecto Streisand«. La cantante, además, perdió la demanda.

Lo importante en la red es medir este tipo de cuestiones. En muchas ocasiones, una difamación es lo suficientemente leve o lo suficientemente insignificante en su repercusión como para que no compense correr el riesgo de generar un posible efecto Streisand, y sea más práctico dejar pasar el tema. Por supuesto, cuando un tema es suficientemente grave que compense incluso llamar la atención sobre él, es perseguible de la misma manera que fuera de la red: se identifica al autor – es complejo, pero rara vez imposible – y se actúa contra él. Pero debemos superar la tendencia a que por el hecho de que lo veamos en una pantalla, pensemos que la cuestión es «gravísima»: en la red hay billones de páginas, y cosas que a nosotros nos parecen gravísimas pueden pasar perfectamente inadvertidas. En muchas ocasiones es mejor dirigirse al autor y solicitar educadamente y de forma no directamente amenazadora una corrección de la información – y en ese caso, documentando toda correspondencia que tenga lugar – y solo tras una hipotética negativa, optar, si se estima necesario, por la vía legal. Mucho cuidado con los «gatillos rápidos»: cosas que parecen una difamación pueden resultar en ocasiones opinables, discutibles o simplemente entrar dentro de la libertad de expresión. Si no se tienen garantías de ganar el caso o el tema tiene un recorrido limitado, puede ser mucho mejor dejarlo estar, no hacer nada, u optar por una acción de perfil bajo.

3 comentarios

  • #001
    Antonio - 6 diciembre 2011 - 17:01

    Pues hoy… Día de la Constitución… Lo tengo que decir:
    ¡ PARA DIFAMACIÓN, LA MÍA.!

    La Constitución dice:
    CAPÍTULO II.
    DERECHOS Y LIBERTADES.
    Artículo 14.
    Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

    Y luego resulta que… No se aplica a la Legislación Electoral Española.
    Hoy en día es fácil ver y calcular que el Artículo 14 es fácil: La corrección equivale a unos cuantos diputados menos en los partidos mayoritarios y la participación de partidos minoritarios, lo que da lugar a Una Democracia Real En España.

    – ¿ Tendré que seguir aguantando mi difamación. ?
    – Creo que sí, y por muchos años, creo.
    – ¿ Por qué.?
    – Pues imaginaros que van a mejorar o hacer:
    Si un Pártido que se llama Obrero Español ha metido la mano en el sueldo de los Funcionarios Españoles…
    ¡ Qué no hará uno que se llama Partido Popular.!

    En fin, que en vez de llamarme Antonio, por la difamación, me tendría que llamar vicente: ¡ Lleva la carga de la difamación y no la siente.!

    Saludos.

    PD.
    Suerte y Feliz Año Nuevo.
    Para los funcionarios:
    ¡ Lo mismo, en lo que puedas o con lo que te dejen, después de las bajadas de sueldo.!

  • #002
    antonio - 9 diciembre 2011 - 23:25

    Recomiendo a todos los que os sentís difamados o insultados sencillamente , leer el libro de reciente aparición , de Juan Cruz titulado «Contra el insulto» de ediciones Turpial

  • #003
    Carlos Hernandez Guarch - 13 diciembre 2011 - 18:09

    Hay un factor añadido en internet que hace que las manifestaciones difamatorias o vejatorias sean más relevantes y es la irreversibilidad en la difamación, la perpetuidad del contenido y la instantaneidad en el acceso. Antes una expresiones difamatorias solian durar un día ( el de la edición del periódico) y a partir de ese momento pasaban a ser sepultadas por los periodicos posteriores siendo dificil acceder a las mismas salvo que hubiera repeticiones/actualziciones. Para acceder a su contenido se tenian que visitar las hemerotecas y buscar el concreto día y página en que ocurrió. Con internet una vez que se dice algo es como una gota autogestante que forma parte de un rio del que no se podra aislar, no desaparecerá y además es casi instantaneamente accesible a través de buscadores.

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