El repentino entusiasmo por las gafas inteligentes recuerda menos a una revolución tecnológica que a una campaña de marketing de manual: medios y fabricantes hablan de «renovado interés», mientras las cifras de adopción siguen siendo minúsculas y el fantasma del glasshole vuelve a pasearse por nuestras calles. Pese a la promesa de la inteligencia artificial y al supuesto cansancio con el smartphone como categoría, el verdadero reto sigue siendo convencer a la mayoría de que necesita ponerse otro dispositivo en la cara.
Meta presume de haber vendido dos millones de Ray-Ban Meta desde 2023 a pesar de ser el monstruo devorador de privacidad que es, y de querer fabricar diez millones anuales antes de 2027. Aún así, esa producción apenas roza el 4% de ...