Durante muchos años, la narrativa dominante sobre China en el ámbito climático ha sido bastante simple: el mayor emisor de dióxido de carbono del mundo, adicto al carbón, con ciudades cubiertas de smog y una economía supuestamente insostenible desde el punto de vista ambiental. Sin embargo, los datos más recientes apuntan a una realidad mucho más matizada, e incluso, en ciertos aspectos, profundamente inspiradora.
Según los análisis más rigurosos publicados recientemente, China ha conseguido, por primera vez en la historia, revertir su tendencia de emisiones de dióxido de carbono, un descenso que no es fruto de una recesión o de medidas coyunturales, sino de una estrategia deliberada, masiva y sistemáticamente implementada basada en tres pilares fundamentales: el despliegue ...