La combinación de Sam Altman y Sir Jony Ive era, hasta hace muy poco, una cena imaginaria de Silicon Valley: un directivo obsesionado con la inteligencia artificial y el artífice de los objetos más icónicos del siglo XXI compartiendo servilleta y servidumbre creativa.
Esa «química de sobremesa» se ha materializado en una operación histórica: OpenAI adquiere io, la discreta start-up de hardware que Ive estaba incubando en San Francisco, por 6,500 millones de dólares en acciones y, de paso, le cede al británico el timón creativo de toda la compañía, software incluido, a través de su colectivo LoveFrom.
El movimiento consolida a los cincuenta y cinco ingenieros y diseñadores de io (entre ellos, veteranos de Apple como Scott ...