Donald Trump regresó a la Casa Blanca el 20 de enero afirmando que «esta vez no habrá medias tintas», y su primer objetivo fue China.
Apenas diez semanas después, el 2 de abril, proclamó lo que absurdamente denominó como «Liberation Day«: un arancel «recíproco» del 34% a todas las importaciones chinas (y otros a las de todos los países de mundo, incluyendo países en los que solo habitan pingüinos). La medida, sustentada en la International Emergency Economic Powers Act, se presentó como una respuesta a la crisis del fentanilo y a los supuestos subsidios que, según Washington, distorsionaban los mercados mundiales.
La escalada fue vertiginosa. Beijing contestó inmediatamente con un gravamen simétrico, y en menos de una semana, la Casa Blanca reaccionó subiendo primero al 84% ...