¿Adiós a las cookies?

IMAGE: Claudia Dans (CC BY)

Para una buena parte de los usuarios, un titular que anuncia la muerte de las cookies significa decir adiós a los molestos mensajes que informan sobre su uso y que, de manera rutinaria, se limitan generalmente a aceptar sin más, sin siquiera leerlos, como una molestia añadida más derivada de la intención de visitar una página determinada.

Pero las cookies son, en realidad, mucho más que esos absurdos – y a menudo, ilegales – avisos situados ahí por la inoperancia de unos legisladores incapaces de entender que el efecto de las leyes mal hechas no es arreglar el problema que supuestamente pretendía arreglar, sino que en algunos casos, lo empeora, y en otros, como mínimo, molesta. En realidad, las cookies son una solución simple y de bajo coste creada por Netscape con el fin de posibilitar la preservación de información entre distintas sesiones de navegación. Las cookies eran un pequeño identificador almacenado en el ordenador del usuario que servían, simplemente, para saber si ese usuario había estado en la página anteriormente y poder, por tanto, vincularlo con acciones anteriores llevadas a cabo en esa página, sobre todo (en aquel momento) con la posibilidad de que hubiese almacenado algo en un carrito de la compra. Cabe destacar que las cookies no almacenan información personal del usuario, sino simplemente un identificador único que vinculaba a ese usuario con lo que la página pudiese saber de él o de sus acciones. La información personal no está en las cookies, sino en los archivos del sitio que las pone.

A partir de aquí, su uso se convirtió en ubicuo. La actividad en la web dejó prácticamente de poderse concebir sin cookies. Por un lado, porque prácticamente condenaba a los sitios que no las usaban a relacionarse a ciegas. Por otro, porque resultaban fundamentales para poder utilizar una herramienta que fue haciéndose completamente ubicua: la analítica. Y finalmente, porque representaban la posibilidad de seguir a un usuario y saber qué sitios había visitado o qué anuncios había visto. Esta última parte, la que corresponde a la industria de la publicidad, se convirtió sin duda en la que generó más abusos, más inquietud, más paranoia y, en último término, la legislación para poner coto a los abusos. La industria de la publicidad pretendió «normalizar» la eliminación del anonimato en la navegación, intentó que viésemos como normal que tras buscar un hotel en Roma, todas las malditas páginas de la maldita web nos enseñasen malditos anuncios de hoteles en Roma. Como siempre en la historia de la publicidad, siempre aparecen idiotas dispuestos a, con sus abusos, matar a la gallina de los huevos de oro.

A partir de esa justificada reacción de rechazo, los usuarios comenzaron a cambiar su comportamiento. Algunos se dedicaron a borrar periódicamente las cookies, con todo lo que ello podía conllevar de incomodidades, de eliminación de cookies que almacenaban contraseñas, carritos de la compra o preferencias establecidas. Otros se instalaron add-ons específicos para bloquear esas cookies, o toda la publicidad, en lo que Doc Searls denomina «el mayor boicot colectivo de la historia«. Pero los más no hicieron nada, se resignaron a la molestia, y esperaron simplemente a que los navegadores fuesen resolviéndoles la papeleta. Primero fue Safari, que en 2017 decidió ofrecer al usuario un nivel de control mucho mayor sobre las cookies, y se ganó acusaciones de sabotaje por parte de la industria de la publicidad. ¿Qué decía Apple? Sencillamente, que la tecnología de tracking de anuncios se había vuelto tan ubicua, que ahora las compañías de seguimiento de anuncios podían recopilar y recrear la mayoría del historial de navegación de una persona sin su permiso y utilizarla para la segmentación y el re-targeting de anuncios, para así perseguir con sus anuncios a las personas en Internet.

Apple en realidad no se estaba inventando nada. Anteriormente, Brave había ido incluso un paso más allá y había levantado las iras de la industria al lanzar un navegador que no solo se limitaba a bloquear la publicidad, sino que ofrecía la posibilidad al usuario de sustituirla por otros anuncios y cobrar en función de su exposición a la publicidad. Pero como era un actor relativamente minoritario, la sangre no llegó a ningún río.

Pero tras Apple y su Safari, llegó Firefox. Y finalmente, el actor principal, el mayoritario Chrome, perteneciente a una Google que obviamente vive de la publicidad, pero para la que las cookies son cada vez menos necesarias, dado que la mayoría de sus usuarios navegan logados en alguno de sus servicios. Ahora, todos los grandes navegadores ofrecen al usuario que sabe gestionarlo la posibilidad de eliminar las cookies de seguimiento entre páginas y los trackers sociales, o de eliminar todas las cookies cada vez que se cierra la sesión. Para el mundo de la publicidad, el apocalipsis.

Ese apocalipsis, por ahora, ha enviado la cotización de compañías como Criteo, dedicada a perseguir a los usuarios mediante publicidad programática, a su mínimo histórico. Mediante la publicidad programática, el perfil de cada usuario es subastado en tiempo real cada vez que entra en una página, y la compañía que, en función de lo que sabe de ese usuario, puja más y gana la subasta, es la que rellena el hueco que la página tiene dedicado a la publicidad. Como un auténtico mercado de ganado.

En realidad, la previsible caída de la publicidad programática y comportamental solo solo pone las cosas en su sitio, porque los estudios llevaban tiempo demostrando que la publicidad persecutoria, aunque los directores de marketing y los medios aparentemente la adorasen, no funcionaba, y se limitaba a vender más caros unos anuncios con una conversión marginal mínima. Pero ahora, además, dejarán de funcionar.

Con Chrome ya perdido, la industria de la publicidad se retuerce para tratar de encontrar otra manera de seguir persiguiendo a los usuarios. Su patronal, una IAB que jamás hizo nada para detener los abusos a los usuarios, pretende proponer un nuevo estándar equivalente a un identificador estandarizado, completamente inaceptable solo por venir de quien viene y equivalente a que naveguemos por la web con las manos en la nuca y el carnet en la boca. Otras soluciones, planteadas por grandes compañías con muchas propiedades en la web, consisten en obtener datos de identificación del propio usuario pidiéndole algo tan sencillo como que se identifique mediante un login, el equivalente a lo que Google, que también plantea sus ideas al respecto, consiguió hace tiempo mediante servicios como Gmail y otros. Las compañías más pequeñas, ya veremos lo que hacen: o caen en brazos de Google y otras, o proponen ideas máss respetuosas, o intentan utilizar sistemas intrusivos como el fingerprinting, la recogida de datos del dispositivo, del navegador y de la conexión del usuario para tratar de obtener combinaciones únicas que lo identifiquen.

Al final, lo fundamental es entender qué ha estado pasando todo este tiempo, por qué recibíamos los anuncios que recibíamos, y posibilitar un tratamiento trasparente de este tipo de cuestiones. A partir de aquí, las cookies seguirán funcionando para aquellos que sean demasiado ignorantes como para saber qué hacer con ellas, y viviremos tiempos en los que muchas empresas se dedicarán a vender publicidad cada vez más basura al conjunto decreciente de usuarios que no sepan o entiendan como pararla. Otros, se supone, irán aprendiendo, tratarán de adoptar propuestas más respetuosas, y obtendrán una relación con los usuarios más sana y razonable. Si es que saben y son capaces de hacerlo.

La historia de las cookies, como tantas otras cosas en la web, quedará como un ejemplo de lo que pasa cuando la tecnología, en ausencia de regulación, se convierte en una creciente fuente de abusos. Una historia más de la avaricia y de lo más triste de la naturaleza humana. No será de manera inmediata, pero iremos diciendo adiós a las cookies. Y me da que los usuarios no las echaremos de menos.


This post is also available in English on my Medium page, «That’s the way the cookie crumbles…«


17 comentarios

  • #001
    Angel "El bueno" - 26 enero 2020 - 14:06

    Sin leer el artículo tengo que decir que esa foto es de una pastelería que hay en la calle Real de A Coruña.

    • Enrique Dans - 26 enero 2020 - 14:10

      No. Esa foto es de unos cupcakes (a.k.a. magdalenas pijas :-) que hizo mi hija Claudia en casa hace ya unos añitos…

      • Javier Cuchí - 26 enero 2020 - 15:57

        ¿Trancas y Barrancas? :-D

        • Perritopiloto - 26 enero 2020 - 18:13

          Mas bien el Monstruo de las Galletas de Brrio Sesamo ¿no?

          • Enrique Dans - 26 enero 2020 - 18:22

            Sí, pretendía ser Triqui, o Cookie Monster en la versión original…

  • #006
    Gorki - 26 enero 2020 - 16:06

    Hay algo que se llama «la huella digital» basada en el análisis de la información que deja de forma automática el log del usuario por el hecho de contactar con una web, (procesador, sistema operativo, navegador,.calidad de la pantalla, IP, nombre de sesion,….) que media estadísticas ballesianas, definen con bastante precisión, si el visitante que tenemos, es nuevo, o coincide con otro que tuvimos anteriormente.

    Por tanto, las cookies no son imprescinbdible para saber si quien nos visita viene por primera vez o repite visita. Pero las cookies son precisas para saber, por donde has navegado antes de visitar la pagina web, y con ello «inferir» que puedes estar deseando «comprar», para presentar el anuncio mas «oportuno».

    El problema, es que, fuera de consideraciones morales de si se puede o no, rastrear sin tu consentimiento por donde has andado, lo que «infieres», suele ser alejado de la realidad, razón por la cual, el anuncio que presentas, rara vez tiene que ver con aquellos productos que el usuario desea realmente comprar.

    Sobre el papel esta claro si ha visto una web de sillas, quieres comprar sillas, lo malo es que la web que había visto era sobre sillas de montar porque te gusta la hípica, y de querer comprar alguna una silla, que no quieres, seria un silla plegable de jardín, mientras que lo que te ofrecen son sillitas de bebes.
    .
    El gran problema de la publicidad contextual, está en que el mercado al que señala el contexto, nada tiene que ver con el «tarjet» de quien pone el anuncio. Esto es un mal general, que hace que la publicidad contextual, de cualquier tipo, acierte poco mas que la publicidad puesta al buen tuntun-

    Lo mas grave de todo, es que todo Internet se financia con la publicidad contextual ¿Que pasará cuando los anunciantes se cansen de pagar un plus, por anuncios realmente puestos a ciegas?

    • Enrique Dans - 26 enero 2020 - 16:10

      Gorki, a lo que te refieres es al fingerprinting, tienes enlace a ello en la entrada…

      • Gorki - 26 enero 2020 - 22:46

        En efecto, si utilizas la «huella digital» o fingerprinting, para nada ,(en mas de un 90% de las veces), precisas de las cookies para saber si un visitante vino otra vez antes,además lo puedes saber aunque haya borrado sus cookies, pues la huella la dejas inevitablemente,

        Por ello digo que las cookies no tienen mas utilidad real que averiguar por que werbs ha pasado antes de llegar a la tuya.

  • #009
    Xaquín - 26 enero 2020 - 16:43

    Esto de las cookies es algo parecido a los sociales que espiaban en las asambleas (y todo tipo de actos) antifranquistas. Acababan por ser mosquitos tan habituales, que la piel se fortalecía lo necesario. para soportarlos.

    Como siempre digo, la llamada privacidad está sobrevalorada. Ni los sociales ni las cookies tienen fecha de caducidad. Más vale centrarse en la existencia de una internet libre, que ella sí que tiene fecha variable de caducidad. El problema no eran los sociales, el problema era el franquismo. Y si no que se lo digan a las cloacas del estado, tanto las clandestinas como las «habituales de la política iluminada, que no ilustrada».

    Lo que no quita redondez informativa y opinadora a la entrada.

    • Jose Miguel - 26 enero 2020 - 16:51

      Oye, Xaquin.. psss… Cuando puedas me pasas el teléfono de tu camello. Es para un amigo. Menudo sábado se ve que te has pegado.

  • #011
    Jose Miguel - 26 enero 2020 - 17:13

    Offtopic tocahuevos mientras espero otra entrada-bronca de Enrique sobre la emergencia climática.

    Gloria deja 13 muertos y arrasa la costa mediterránea.

    Podemos seguir manteniendo que el temporal provocado por Gloria es un hecho característico del clima mediterráneo que sucede periódicamente porque si buscas en la wikipedia ha pasado antes como dicen algunos cien$tíficos. De hecho Los Alcázares se ha inundado tres veces en 4 meses, luego sí, esto empieza a suceder con cierta periodicidad.

    O bien podemos aceptar de una maldita vez que es la crisis climática quien está llamando a nuestra puerta y empezar a tomar medidas más allá de declarar buenas intenciones con ánimo publicitario.

    Vale, yo también tuve un buen sábado ayer.

    • Lua65 - 26 enero 2020 - 18:47

      Tranquilo… para crisis climatica el baño de mi casa… (y no entrare en detalles, tambien tuve un «buen sabado»…) :)

      Coñas a parte… no creo que sea «provocar» a Enrique con el tema… que se ponga pesado, es una cosa, que este falto de razon, otra diferente… no se si en realidad, desde esta atalaya suya, sera un mensaje efectivo, pero lo cierto es que nos tiene hablando de ello desde hace un tiempo… (y eso que no se hace trenzas, sean loados los Dioses) :)

      Dicha la parida del dia, vamos al tema…

      Hace tiempo que utilizo Brave en el movil, y se nota enormemente, asi como Duck Duck Go. En escritorio, lo combino con Firefox.

      Como desde 2014 no tengo ninguna red social, me creo (me creo) bastante a salvo de algunas practicas. Utilizo unas 18 cuentas de email, cada una con su cometido (me lo gestiono con Outlook y no me vuelvo loco)

      Pero es cierto que a cada barrera que interpongo, me encuentro siempre con «algo» que se la salta… en los navegadores tengo Ad-Block, U-block y No-Script, y no ceso dia a dia a ir añadiendo reglas….

      No se si es una batalla sin final, pero si se, que intentare ponerlo lo mas dificil posible…

      • Jose Miguel - 26 enero 2020 - 19:53

        Para nada se pone Enrique pesado en esos asuntos. Es cierto que espero sus entradas sobre el tema para poder llamar a la gente imbecil. En los posts normales es insultar y no está permitido.

        Pero hay clima, y le digo imbecil al que entre. No veas como te quedas.

        Evidentemente estoy de coña.

        Y creo que no has entendido mi comentario anterior, porque realmente espero un post de Enrique sobre el tema. Para que algunos dejen huella de su irresposabilidad por escrito e indeleble.

    • Javier Cuchí - 26 enero 2020 - 23:44

      En el tema del cambio climático, ni quito ni pongo rey -al menos, aquí- pero, para general ilustración, os enlazo el artículo que La Vanguardia publicó hace dos o tres días sobre Gloria y el cambio climático escrito por uno de los meteorólogos más prestigiosos de Cataluña.

      https://www.lavanguardia.com/local/barcelona/20200124/473095620533/el-temporal-perfecto.html

  • #015
    Jose - 27 enero 2020 - 20:53

    No te veo tan flamenco para criticar la publicidad que muestra y cookies que almacena el español incluso antes de dar nuestro consentimiento en quantcast.

    • Enrique Dans - 27 enero 2020 - 21:16

      ¿?? ¿De verdad crees que yo «mando» en El Español, o que tengo que estar de acuerdo con todas las decisiones que toman? Te aseguro que no lo estoy… estar en un consejo de administración es algo muy distinto de lo que piensas, me temo :-)

  • #017
    Carlos - 4 febrero 2020 - 03:28

    A pesar descargar Brave lei aqui otro sitio no aparecia molesto mensaje de las cookies, sigue apareciendo el molesto mensaje de estas. Señore@s si yo quiero ir a un sitio o volver pagina que me gusto, busco o utilizo historial del navegador. No tengo porque estar aceptando o viendo publicidad si estado informandome de un sitio ir de vacaciones.
    Molesto hasta la saciedad

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