Sobre el impuesto a las tecnológicas

Impuestos y clavos ardiendo - CapitalJordi Benitezdirector de la revista Capital, me pidió un artículo acerca del llamado «impuesto a las tecnológicas», una idea absurda en cuya defensa Francia se ha quedado completamente sola en Europa y que es posible que ni ella misma ponga en práctica, pero en la que el gobierno anterior quiso ver un clavo ardiendo al que agarrarse para «sacar un dinerito con el que intentar tapar algunos agujeros».

No, la política no debería ser un juego de ese tipo. Ser fiscalmente responsable y predecible como país incluye tener normas que caractericen un entorno en el que las compañías, tecnológicas o no, no tengan que estar pensando por dónde les van a venir con el siguiente subterfugio para cobrarles algo. Si algunas compañías con actividad internacional – no solo las tecnológica, y ni siquiera todas ellas – recurren a prácticas legales para reducir su factura fiscal en los países en los que operan, y se determina que ese tipo de prácticas no son deseables, lo que hay que hacer es buscar el consenso adecuado para cambiar las leyes y evitarlo, haciéndolo además, en la medida de lo posible, partiendo de acuerdos con otros actores en los clubs internacionales a los que pertenecemos.

Encuadrar iniciativas de esa naturaleza en la Unión Europea o en la OCDE podría llegar a tener cierto sentido. Plantearlo como iniciativa unilateral, como un intento de arreglo rápido de unas cuentas que, de otra manera, no salen, es arbitrario, irresponsable, oportunista, y políticamente poco inteligente. Nada justifica que, de la noche a la mañana, llegue un gobierno y plantee algo como «y ahora me invento un impuesto, y además lo aplico a las compañías que me dé la real gana, simplemente porque son «tecnológicas» (¿qué es exactamente ese viejuno concepto de «ser una empresa tecnológica», en un entorno en el que la tecnología forma ya una parte integrante de las actividades de prácticamente cualquier compañía?) y ganan mucho dinero. No, el ecosistema de la tecnología en España no está como para dedicarse a atacarlo con impuestos arbitrarios. Simplemente, no tiene sentido.

El artículo se titula «Impuestos y clavos ardiendo» (pdf). A continuación, el texto completo:

 

Impuestos y clavos ardiendo

El llamado “impuesto a las tecnológicas” es una prueba más de hasta qué punto los políticos son capaces de generar situaciones arbitrarias, absurdas y demenciales. Desde hace ya bastantes años sabemos perfectamente que el mundo ha cambiado, que los negocios también lo han hecho, y que muchos elementos como las fronteras, que jugaron un papel fundamental durante muchos siglos en el mundo que conocíamos, ya no tienen sentido en una economía digital.

A partir de ahí, se ha desatado toda una campaña interesada en contra de las compañías tecnológicas, debido a que, supuestamente, “no pagan impuestos”. La afirmación es, como ya he escrito en numerosas ocasiones, parcial e interesada. Primero, porque las prácticas de optimización fiscal no son en absoluto exclusivas de las empresas tecnológicas: las llevan a cabo todas las compañías multinacionales. Segundo, son técnicas completamente legales, y por tanto, si no nos gustan sus efectos, tendríamos que cambiar las leyes, no protestar porque alguien las cumple. Y tercero, porque lo que hacen las compañías tecnológicas es pagar sus impuestos mayoritariamente, como marcan las leyes, allá donde se crea el valor del servicio prestado: en este caso, en donde está su capital intelectual, es decir, en la mayor parte de los casos, en los Estados Unidos.

Los grupos de estudio que, en organizaciones como la OCDE, estudian cómo debería evolucionar la fiscalidad para adaptarse a sus nuevas circunstancias llevan años trabajando, y chocan con una realidad implacable: la política fiscal es algo que todos los países utilizan desde hace tiempo inmemorial para cuestiones como atraer inversiones, o simplemente como estrategia de país. Lo hacen paraísos fiscales, cuyo uso posiblemente deberíamos tratar de evitar, pero lo hacen también países como Irlanda, que simplemente ven como oportunidad atraer a empresas de una industria tecnológica, creen firmemente que hacerlo conllevará la construcción de un tejido social e industrial que les interesa, y por tanto, deciden incentivarlas para ello. Esos incentivos son legales, y sería absurdo y contraintuitivo pretender que las empresas renunciasen a ellos.

Francia, siguiendo una iniciativa de su ex-ministro de economía, Pierre Moscovici, propuso una idea arbitraria y polémica: gravar a las compañías tecnológicas de cierto tamaño con un impuesto de entre el 3% y el 5% de sus ingresos. Lo propuso como una medida transitoria, mientras no se llegaba a un acuerdo sobre cómo resolver este desajuste. Tras hacerlo, se encontró con que otros países con fuerte peso en la Unión Europea, como Alemania, el Reino Unido o varios países nórdicos, se echaban atrás en su aplicación temiendo desatar una guerra arancelaria que perjudicase sus exportaciones. El resultado es que Francia se ha quedado sola en sus pretensiones, y todo indica que ese impuesto va a terminar no implantándose.

Sin embargo, llega España y ve en ese impuesto la oportunidad, el clavo ardiendo al que agarrarse para equilibrar unos presupuestos en los que ha tenido que hacer numerosas concesiones, y afirma que proseguirá con esta iniciativa independientemente del hecho de que en Europa, como tal, esté cayendo. La idea es absurda: a poco que apliquemos las matemáticas, veremos que ni el dinero cobrado a las tecnológicas es suficiente para equilibrar nada, ni tiene ningún sentido penalizar a la industria tecnológica y la innovación en España con un impuesto arbitrario, que genera inseguridad jurídica a quienes se planteen invertir en nuestro país, y que además, no tiene sentido: pensemos, por ejemplo, en una compañía  tecnológica como Spotify. ¿De verdad esperamos gravarla con un impuesto del 5% de lo que factura, cuando se trata de una compañía cuya actividad aún genera pérdidas? ¿Cómo esperamos que reaccione?

Lo mínimo que se puede pedir a un país serio es que lo sea. Que sea predecible y no genere inseguridad jurídica. Si inviertes en ese país, debes saber lo que te va a costar, y no depender de que a un gobierno le dé por establecer un impuesto a tu actividad de manera completamente arbitraria. Y si lo hiciese, que lo haga de acuerdo con la OCDE o con la Unión Europea, jamás en solitario. Ser impredecible es un enorme desincentivo para la inversión.

Seamos serios: los desbarajustes presupuestarios no se solucionan inventándonos impuestos para una industria determinada. Los clavos ardiendo son eso, clavos que arden. Y es mucho mejor no agarrarse a ellos.

 

12 comentarios

  • #001
    marcelo - 21 junio 2018 - 09:20

    Otra genialidad más del atajo de asustados e incompetentes mamarrachos que nos administran, permiten desde hace décadas demenciales legislaciones fiscales y múltiples paraísos y ahora te salen con tonterías como esta para recaudar unos cuantos eurillos que no van a servir de nada. Con semejante derroche de talento, a la UE le quedan dos telediarios antes de hundirse estrepitosamente. Fue bonito mientras duró.

  • #002
    Gorki - 21 junio 2018 - 11:43

    De acuerdo Irlanda pone menos impuestos y en vista de eso empresas que igual les da radicarse aquí o allá, se radican ahí.

    Por otra parte, yo compro en determinados establecimientos porque tienen precios mas bajos, y eludo comprar en otros de precios altos, que posiblemente pagan mejora¡ a sus empleados e incluso pagan más impuesto de sociedades..

    Pues el razonamiento que me lleva a comprar en esas tiendas «low cost», es el mismo que el que les lleva a loas multinacionales a Irlanda. ¿Seria razonable que me pusieran un impuesto por comprar en tiendas baratas?

  • #003
    Lola - 21 junio 2018 - 12:42

    «La visión gubernamental de la economía puede resumirse en unas cortas frases: si se mueve, póngasele un impuesto. Si se sigue moviendo, regúlese, y si no se mueve más, otórguesele un subsidio» Ronald Reagan.

    • NAUDOT - 21 junio 2018 - 20:36

      Leí una frase semejante: «Si haces algo mal te ponen una multa; si haces algo bien te ponen un impuesto». Creo que en el interesante libro «El Plan de Peter» de Laurence J. Peter, que abordaba hace unas décadas los problemas de energía, medio ambiente y contaminación, con algunas soluciones que aunque fueran parciales, no eran difíciles de aplicar.

  • #005
    GUILLERMO HOTEL - 21 junio 2018 - 13:27

    «Cualquier cosa que un patrón quiera ver publicada es publicidad
    Cualquier cosa que no quiera ver en el periódico es noticia»
    L.E. Edwarson 1918 Chicago Herald

    El ser humano al vivir en Sociedad, se autoimpone unos acuerdos que son válidos por que son aceptados por una mayoría de sus habitantes. Tenemos un Rey o un Presidente de la República porque sus ciudadanos lo han decidido así. Hay una democracia o una dictadura por un acuerdo tácito, o por el uso del consenso o de la fuerza. De una u otra forma las actividades sociales humanas son por su propia naturaleza cambiantes y no son verdades absolutas

    Para saber si algo es una noticia o publicidad, tenemos que hacernos una pregunta muy simple

    Ahora D.Enrique discute con vehemencia un determinado impuesto defendiendo el actual status-quo y usa un curioso argumentario inmovilista, santa rita santa rita que «las tecnológicas» se queden como están.

    ¿Pero no era cierto que el mundo cambia? ¿O solo a ratos?

    * Defiende que el mundo del S.XX tenía fronteras… pero
    * A su vez defiende que esas fronteras se han transformado en la economía digital, se han difuminado… guau que logro
    * Claro, ese status debe quedarse fijo para ciertas empresas y no evolucionar. Aunque haya estudios como el citado de la OCDE que alertan que esto no va bien,… las ideas de Francia, España, ¿no son dignas de estudiarse? NOOO ¿son unos aprovechateguis? Que gran argumento

    Argumento Cum Laude: Como Spotify pierde dinero, no. Pues nada que sigan haciendo dumping, como el resto de amazones,
    ¿O como llamamos la estrategia de hundir a competencias consolidadas en nuestro país, si de esas que cotizan?
    ¿Cuantos años lleva Spotify? Desde 2006, perdiendo dinero. Que cracks.
    60 millones de usuarios en 2015 (15 mill de pago) y pierden dinero,… !!!

    Pero la realidad es cambiante, veamos ejemplos:

    * Donde no había aranceles, EEUU los empieza a poner. Que malo el naranjito.
    * RU se sale de la UE, y está por decidir el nuevo modelo. Que tontos los ingleses si están en el paraiso en la Tierra.
    * La UE probablemente repita el modelo de refugiados, implementado en Turquia, eso no cuenta, apuesto desde ahora que alguno se enriquecerá por ello…
    * Ahora ya no solo hay paraisos fiscales standard, también el rollete de las criptomonedas, que cuando visitas alguna web usen tu CPU para minar sin permiso ¿También es una realidad a perservar?

    Parece que estos cambios, surjen en un determinado momento, y como no somos pajaritos bobos, cuando los cucús ponen sus huevos en nuestro nido, habrá que rebanárselos…

    Del mismo modo, las multinacionales, sobre todo las que venden intangibles, licencias, o servicios digitales, han evolucionado de ser pequeñas empresas «nacidas en un garaje» a grandes emporios que monopolizan ciertos servicios, y acaban con incipientes competencias gracias a INGENIERIAS FINANCIERAS y BUSQUEDA DE RECOVECOS LEGALES. Y sus compras en distintos medios que lo publicitan como reportajes, no los hacen buenos.

    No sé para que le escribo esto, si va a seguir sin apearse del burro.
    Y le seguirá pareciendo mal que los paises afectados busquemos que ciertos negocios ATIPICOS, tributen más con cambios en la legislación impositiva para favorecer a sus ciudadanos…. Que lo podrían hacer mejor, seguro. Por un momento hagámonos la pregunta:

    ¿ A quién beneficia que no haya impuesto tecnológico?
    ¿Cuantas noticias se generan en gabinetes de relaciones públicas en las empresas?

    Pero es lo que tiene la Democracia, que nuestros representantes, legislan, votan y si se aprueba, hay consenso y no hay trabas legales, se IMPLEMENTARAN ESOS IMPUESTOS… sino está de acuerdo tienen su libertad de expresión para decirlo en su blog, pero no será ni demencial, ni absurdo, será evolución y defensa de la ley frente a los carroñeros.

    • Krigan - 21 junio 2018 - 23:28

      Preguntaste: «¿A quién beneficia que no haya impuesto tecnológico?»

      A todo aquel que no quiera el atraso tecnológico. El impuesto tecnológico consiste en gravar a las tecnológicas pero no al resto. ¿De verdad nos creemos que eso se puede hacer sin causar atraso tecnológico?

      • GUILLERMO HOTEL - 22 junio 2018 - 12:18

        Mi argumentación se basa simplemente en dos puntos:

        * Es completamente legal tener una fiscalidad diferente para un determinado servicio tecnológico transfuga.
        * Ante un hecho objetivo, creo que atribuible a una legislación deficiente, esta puede evolucionar y defenderse

        En España existen tasas diferenciales dependiendo del servicio o producto final. Por ejemplo el IVA es distinto si se le aplica a una barra de pan, a una bebida alcohólica o a una compresa…Por otro lado, hay tasas que se aplican al tabaco, gasolinas, electricidad,… que no se aplican a otros servicios o productos. Son tasas diferenciales.

        La facturación de gigantes tecnológicos en un pais, se diluye mediante argucias legales, la típica es pagar un royalty a una empresa matriz en un país que tiene una ventaja fiscal. Por ejemplo: vendo «panes a 1€» en España, los fabrico en China y todo el coste que incurro son 10 céntimos, y le pago un royalti por derechos de uso, know-how, etc 80 cts a mi matriz en Burlolandia por lo que en la Hacienda española digo que solo tengo un beneficio de 10 céntimos.

        Mientras la empresita que quiere hacer competencia en España no puede salir adelante porque a ella el producto le cuesta 90 céntimos y al declarar el beneficio real en su país, que no olvidemos que sirven para pagar pensiones, sanidad, etc le retienen un impuesto mayor que la multinacional nos birla. Ole atraso tecnológico

        Puede que el esquema ladronil pareezca que favorece «el avance tecnológico», pero en realidad está desfavorenciendo un I+D local y un verdadero «progreso social y tecnológico en tu país». Y luego claro nos quejamos del país de pandereta y turismo de borrachera que está favorecido por otros buitres al estilo Uber, AirBnb y toda la manada.

        No espero que cambies de opinión, simplemente que te plantees que hay detrás de esos comentarios anti-impuestos y pro-multinacionales que se llevan la facturación a otros lares… no conozco a nadie que le guste pagar impuestos demás, pero un «impuesto tecnológico» simplemente es un impuesto que le dice a una multinacional, que bueno es tu departamento fiscal, de hecho es tan bueno que ahora me vas a pagar lo que te ha hecho ahorrar, y no voy a perder el tiempo litigando, que quieres vender panes a 1€, ok pero vas a pagar este impuesto extra y luego me cuentas lo de los royalties, pero no hoy mañana.

        • Krigan - 22 junio 2018 - 19:17

          Lo que llamas «esquema ladronil» es práctica común de todas las grandes empresas multinacionales, e incluso de algunas que ni siquiera son multinacionales (El Corte Inglés, por ejemplo). Si tu idea es hacer que paguen más aquellas empresas que pagan entre nada y casi nada, con el impuesto a las tecnológicas se van de rositas el 99%.

          Sí, hay diferentes tasas impositivas, e incluso impuestos especiales como el del tabaco. Cuando se usa una tasa impositiva más alta de la general, o bien un impuesto especial, el objetivo es desalentar aquello que es especialmente gravado, ya sea tabaco o cualquier otra cosa.

          Un impuesto a las tecnológicas significa, por ejemplo, que seguiremos teniendo bancos tradicionales y no tendremos fintech, una economía del ladrillo y no una de Internet, un turismo de grandes cadenas hoteleras y no uno de Airbnb.

          Ya hemos conseguido no tener Google News, porque eso es lo que querían los periódicos del siglo pasado. Adelante, si perseveramos igual conseguimos no tener Amazon, ni Netflix, ni el resto de esas malvadas empresas tecnológicas. El que no le guste seguir viviendo en el siglo XX, que se vaya a otro país.

          Entretanto la Merkel, que es más lista, ya ha dado marcha atrás. Ella no se traga la trola esa de que es posible ponerle un impuesto especial a las tecnológicas y no causar atraso tecnológico.

          • Matt - 23 junio 2018 - 01:12

            Wow, terrible. Si hacemos que paguen impuestos no tendremos Amazon y favoreceremos a las malvadas cadenas hoteleras en vez de a la ONG Airbnb, esa que está consiguiendo que los alquileres se multipliquen y echando de las ciudades a los ciudadanos.

            Nada, nada, dejemos que hagan lo que quieren. La humanidad no puede vivir sin Airbnb ni sin empresas que no paguen impuestos.

            Si se hace mediante una APP cualquier cosa es guay y beneficiosa. ¿Han probado los traficantes de armas y asesinos a sueldo a comerciar a traves de una app? seguro que habría millones de imbeciles diciendo que tratar de impedirlo iría en contra del progreso.

          • Krigan - 23 junio 2018 - 13:32

            Matt:

            No, yo no he dicho que no paguen impuestos, he dicho que los paguen todos (tecnológicas y no tecnológicas) por igual.

            Si se hace mediante app cualquier cosa es malvada y perjudicial, ¿no? Pues no, las reglas deberían ser las mismas para todos, usen o no usen app.

  • #011
    Xaquín - 21 junio 2018 - 19:37

    Los impuestos dan para mucho hablar. Pero el problema importante para mi es que los que legislan sobre ellos (los políticos) dan mucho más que hablar. Y no «para bien» precisamente.

    Mientras no cambie el panorama, estes parlamentos (incluído el «europeo») no dejan de ser colectivos angelicales debatiendo sobre su propio sexo.

    Y los demás paganos (creyentes o no).

  • #012
    Carlos Zambrano - 22 junio 2018 - 04:25

    A veces nisiquiera es por cubrir huecos fiscales, sino por mala praxis de los gobernantes para beneficiarse.

    En Colombia van a ponerle impuestos al Netflix y al Uber, lo que perjudica a los usuarios y evidentemente muestra la incomprensión de dichas plataformas por parte de los políticos.

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