El problema de las noticias falsas está en la educación

IMAGE: Rawpixel - 123RFUn estudio llevado a cabo en el MIT y publicado ayer en Science viene a demostrar de manera fehaciente una gran verdad que resultaba más que evidente y cuyas consecuencias llevamos mucho tiempo sufriendo: las noticias falsas se difunden hasta unas veinte veces más rápido en Twitter que las verdaderas, y los culpables de ello no son los bots, sino las personas.

El estudio analiza noticias compartidas a lo largo prácticamente toda la vida de Twitter desde sus inicios gracias a datos facilitados por la propia compañía, unas 126,000 piezas de información compartidas por unos tres millones de usuarios a lo largo de más de diez años, y concluye que de manera consistente, lo falso domina sobre lo verdadero en la red social: las noticias falsas y los rumores alcanzan a más personas, penetran de manera más profunda y se difunden mucho más rápido que las reales. 

El estudio se centra en Twitter, pero no resulta demasiado aventurado suponer que el resultado pueda extenderse a la mayoría de las redes sociales que utilizamos de manera habitual: la conclusión, de hecho, no señala un problema derivado de las redes sociales, sino un problema propio de las personas. A lo largo de un tiempo no excesivamente largo en términos de desarrollo de mecanismos y protocolos sociales, hemos creado un sistema que disminuye hasta el límite las barreras de entrada a la difusión de información, lo hemos dotado de mecanismos que incentivan la compartición y la popularidad por encima de todo, y hemos renunciado a educar a las personas en su uso. ¿Qué podría salir mal?

La educación es, en efecto, el elemento fundamental en esta cuestión: algunos posiblemente podrían pensar que es normal que un profesor apunte a su actividad como solución a todos los problemas, siguiendo el clásico de «como tengo un martillo, para mí todos los problemas son un clavo», pero realmente creo que este problema lleva apuntándose desde hace mucho tiempo. La educación, en general, ha evolucionado poquísimo desde hace décadas. Básicamente, seguimos educándonos, a casi todos los niveles, con los mismos mecanismos que se educaron nuestros padres y nuestros abuelos: libros de texto que tenemos que estudiar, memorizar y posteriormente, repetir en un examen, en diversos formatos.

Seguimos partiendo de la base de que la información está en un repositorio de algún tipo, generalmente un libro o unos apuntes de un profesor, y asumiendo que esa es la información correcta, la que tenemos que aprendernos, la que vale. Esa dependencia del libro de texto y de la información que va «desde la página tal a la página cual», esos mecanismos de «esto es lo que entra en el examen» nos ha llevado a perversiones importantes, como la utilización de esos libros de texto como herramientas de adoctrinamiento puestas al servicio de los más variados fines. Pero, sobre todo, nos convierten en dependientes de una fuente de información determinada, y evitan que desarrollemos mecanismos adecuados de búsqueda y cualificación de información. Esos mecanismos de verificación de fuentes, tradicionalmente, solo se enseñan – y no necesariamente de la mejor manera – en las facultades de Ciencias de la Información y Periodismo, no en el ámbito de otros tipos de enseñanza ni de manera general. Sin embargo, cada día más, resultan una habilidad fundamental en una sociedad caracterizada por la hiperabundancia y la saturación de información.

Así, vivimos ahora en una sociedad en la que muchísimas personas aceptan como verdad absoluta cualquier cosa que vean escrita en una pantalla, que toman como norma de fe el primer resultado de un buscador, o que creen a pies juntillas lo que ven compartido en una red social o en un trending topic. Y no solo que lo creen, sino que, además, lo difunden, intentando obtener así más Likes, más popularidad, ocupar un nivel de centralidad mayor o una mejor consideración en su círculo. Si vemos algo en una red que nos llama la atención o que coincide con nuestra visión del mundo, lo compartimos sin ningún tipo de mecanismo de verificación previo. Si lo vemos compartido por muchas personas, pasa a tener la característica de verdad absoluta. Esa vulnerabilidad, ese fallo del sistema, ha sido explotado de manera evidente y exitosa por quienes han aprendido a simular un amplio seguimiento, a generar una gran polarización, pero en realidad, los verdaderos culpables no son esos bots y esas cuentas falsas destinadas gestionadas desde otro sitio, sino nuestra propia ingenuidad y estupidez como sociedad, la ausencia de comportamientos que, reforzados mediante la educación, nos lleven a desarrollar mecanismos de verificación.

El recurso a las páginas de un libro de texto como vehículo transmisor de la verdad es un error terrible que tenemos que subsanar lo antes posible. La educación, desde los niveles más elementales, debería apoyarse no en libros de texto, sino en el desarrollo de la capacidad de búsqueda y cualificación de información en la red. Los alumnos tendrían que entender que la verdad no está entre las páginas de un libro ni de ninguna otra fuente designada: en realidad, la verdad está ahí fuera, y solo mediante los adecuados mecanismos activos y conscientes de contraste y verificación aprendemos a capturarla. Esto lo he escrito en numerosas ocasiones, he llamado a matar al libro de texto o a no proceder a su simple digitalización para ponerlo en un soporte más atractivo.

Aprender hoy consiste en entender que el conocimiento no está encerrado en ningún libro. Aprender es aprender a buscar. Supone manejarse entre cantidades ilimitadas y crecientes de información, y ser capaz de identificarla, cualificarla, verificarla, descartarla cuando es mala, compartirla cuando es buena… supone aprender a consultar múltiples fuentes, y guiarse por sistemas en los que el profesor se convierte en un criterio más, en un nodo más de conocimiento, en alguien que, aunque quisiese transmitir algo erróneo, no podría hacerlo sin quedar cuestionado. El conocimiento no debe provenir de un libro que todos, desde instituciones de todo tipo hasta un gobierno, tienen interés por manipular o por convertir en negocio. Pero tampoco puede ser dejado al solo criterio de un profesor que puede tener sus propios sesgos, su propia agenda o incluso sus propios monstruos. Ni al de los padres. La enseñanza debe asegurar que los niños entienden que un libro, un profesor, un periódico, un gobierno o unos padres no pueden nunca constituirse en fuente única del conocimiento, porque el conocimiento está ahí fuera, evoluciona, y hay que ir a buscarlo en cada momento. La enseñanza, cada día más, tiene que dejar de consistir en dar peces, y convertirse en enseñar a pescar. 

El actual problema que indudablemente tenemos de sociedad ingenua, estúpida, fácilmente manipulable, que comparten cualquier basura que leen en la red sin pararse a verificarla, no se soluciona con tecnología. Se soluciona cambiando, y de manera urgente, la educación. La tecnología podrá ayudar y contribuir a algunas cosas, podrá enfocarse en la detección de determinados patrones de difusión que permitan una supervisión humana, en la verificación de fuentes, o podrá servir para ayudar en esa tarea importante denominada fact-checking, pero no debería ser utilizada para tratar de crear «algoritmos de la verdad», so pena de volver a incidir en los mismos errores. La verdadera solución, insisto, está en la educación. En cambiar la educación para adaptarla al tiempo y al entorno tecnológico que nos ha tocado vivir. Y en hacerlo, además, lo antes posible.

 

 

 

This article was also published in English at Forbes, “Why textbooks and education are to blame for fake news»

 

20 comentarios

  • #001
    Pedro Torres Asdrubal - 9 marzo 2018 - 11:19

    Meme es un termino acuñado por Richard Dawkins en «Un gen egoista», el equivalente social a un gen: la unidad teórica de información cultural transmisible de un individuo a otro, o de una mente a otra, o de una generación a la siguiente.

    Desde ese enfoque las noticias falsas son virus sujetos a la selección natural que favorece los que son compartidos, y los que mas se comparten son los mas hirientes e insultantes hacia nuestros enemigos. No compartimos información objetiva de la que aprender, sino mierda con la que escupir a nuestros enemigos, y cuanto mas manche mejor.

    Por tanto no es un problema de educación querido Enrique, sino de que nuestro propósito y motivación es enfrentarnos a nuestros «enemigos».

    ¿Y por qué nos enfrentamos? Pan y CIRCO, el enfrentamiento, la competitividad, es clave en el entretenimiento. Reducimos la política e ideología a nosotros vs el enemigo, como si se tratara de fútbol.

    This video will make you angry

    P.D. Trump o el Brexit no vencieron por los hackers rusos sino por las ganas de una mayoría de escupir, suera al stablishment en Washington o en Bruselas.

    • Gorki - 9 marzo 2018 - 11:56

      No compartimos información objetiva de la que aprender, sino mierda con la que escupir a nuestros enemigos, y cuanto mas manche mejor.

      Aunque esta frase adolece de los defectos de una generalización, estoy absolutamente de acuerdo. Esa es la auténtica raíz del éxito de la difusión de noticias falsas, que dicen exactamente lo que quieres oír y lo que quieres difundir.

      Y digo mas, quien dijo «De la discusión sale la luz», estaba confundido, De la discusión sale, una mayor afirmación en sus creencias iniciales, en las dos personas que discuten.

      No nos engañemos, yo sigo a quien quiero y se perfectamente de que pie cojea, Si le continúo siguiendo, es porque el ritmo que impone su cojera en la marcha, es el que me resulta cómodo a mi al andar siguiéndolo, «Dime con quién andas, y te diré quién eres»

      • Pedro Torres Asdrubal - 9 marzo 2018 - 15:05

        ¿Qué tres cosas necesitas para ganar un juicio?
        1. Tener razón.
        2. Saber exponerla.
        3. Que te la quieran dar.

        Me enteré de la desaparición de Gabriel por un grupo de WhatsApp y añadieron que habían investigado la noticia y tenían confirmado que no era falsa.

        Mi infancia se vio fastidada por una lista falsa de cancerígenos que ponían el E330 de la Coca Cola como el peor de todos. Compartir mentiras no es nada nuevo.

    • Catalina Espino - 10 marzo 2018 - 21:47

      La educación fomenta el pensamiento crítico. Cuando se tiene pensamiento crítico se guarda distancia de lo que se lee, o se ve, y no se reproduce sin ningún tipo de filtro. Lo demás viene después.Creo que Enrique Dans ha dado en la clave. Necesitamos jóvenes críticos, pero desgraciadamente, me temo que tenemos sistemas educativos distorsionados por la ideología del momento (España es un buen ejemplo) y una clase política más interesada en que la sociedad sea un rebaño en lugar de un conjunto de personas con criterio. Los políticos están sobrepasados por el poder económico. No saben, son de otra generación, no quieren, responder a la libertad con inteligencia y responsabilidad. . En el sistema educativo comienza y termina el vigor de una sociedad democrática. La proliferación de noticias falsas en una sociedad conectada y desmembrada beneficia a los de siempre.

  • #005
    Gorki - 9 marzo 2018 - 12:22

    Como confirmación de lo ex
    presado por #1 PEDRO TORRES ASDRUBAL , hoy leo que las noticias falsas «sembradas» por Rusia para influir en la eleccion de Trump. fueron difundidas principalmente por los conservadores «Los investigadores también concluyeron que los tuiteros conservadores eran mucho más propensos a retuitear los mensajes que los liberales.» (como era de esperar) y que fueron los votantes conservadores y no los bots los «culpables» de su difusión.

    https://www.technologyreview.es/s/10039/la-derecha-de-ee-uu-retuiteo-troles-rusos-30-veces-mas-que-la-izquierda

  • #006
    Benjamin - 9 marzo 2018 - 13:14

    Por fin alguien (Enrique) tematiza esto tan obvio. Llevo años diciéndole a mis amigos lo mismo.

    1. El problema no es que haya noticias falsas. La gente normalmente sabe diferenciar prensa amarillista de prensa seria en papel (No es lo mismo "The Sun" que el "London Times"), pero parece que en internet no saben filtrar.

    2. En la educación te dicen que todo lo que está escrito lo debes memorizar y así sacas mejores notas. No se premia la inventividad o el pensamiento crítico o tangente, se premia al que mejor retenga lo leído. Como si todo los libros contuviesen la verdad absoluta e irrebatible

    3. Google News, Youtube, Facebook, Twitter, etc. tienden a mostrar contenidos virales y no contenidos de calidad. Faltan mecanismos de comprobación de veracidad de las fuentes. Hasta la wikipedia lo hace mejor, y eso que cualquier puede editarla.

    4. La eliminación de asignaturas como "filosofía" o una reducción de horas en "castellano" (algunas comunidades) sólo acentúa el problema de la comprensión lectora. Las 6 W's de quien, que, por que, cuando, donde, cómo... ya ni se enseñan en ningún idioma.

    5. La globalización, con todos sus pros, también nos ha traído una saturación de noticias. Esa saturación provoca que saltemos más a noticias absoluta y totalmente espectaculares antes que a noticias reales, más sosas y aburridas que antes.

    6. El marco temporal ha cambiado. Antes leía las noticias de ayer, leía los libros de mis abuelos, como decía Enrique, y discutía los temas que salían en los pocos canales de TV que había. Ahora leo mientras suceden las cosas, tengo bibliotecas enteras de información y desinformación al alcance de un click y hay tantos canales que no sé ni por donde empezar.

    7) Y para hablar con colegas solo me encuentro que están en la misma situación que yo y con (des)educación LOGSE similares a la mía. Mark Twain dijo "Nunca permití que la escuela interfiriera en mi educación". Lamentablemente poca gente intenta salir del molde que la LOGSE te prepara

    8) Los padres no se implican tanto en la educación de los hijos como antes, por múltiples causas y motivos, y no les informa ni ayuda a filtrar informaciones. Si los adultos no le enseñan a los niños, no sé como podemos esperar que al crecer aprendan.

    Por eso, lo que menciona Enrique y algunas de las que he mencionado, son tan peligrosas las noticias falsas. Son peligrosas porque tenemos a gente aborregada (involuntariamente o por desconocimiento) dispuesta a creersela, ya que no tienen un marco de referencia distinto al suyo ni han tenido la oportunidad de pensar por si mismos.

    Enrique:
    ¿Notas diferencias entre tus alumnos que vengan de una educación pública española y los que vienen de otra parte o estamos parejos en el alto nivel al que enseñas?

    • Anónimo - 12 marzo 2018 - 10:07

      Es cierto que una buena educación ayuda a discernir mejor la veracidad de una noticia, pero no creo que tengan relación el libro de texto con que una persona sea crítica a la hora de contrastar una noticia.

      Muchas noticias falsas son creidas porque el lector las quiere creer, y otras por que directamente no son contrastables.

      Puedo contrastar algo que sucedió hace tiempo o algo científico leyendo diferentes artículos pero una noticia de actualidad inmediata es muy difícil. Sobretodo porque muchas personas no saben siquiera el significado de la palabra «contrastar».

      Es más rápido hacer click en compartir que ponerse a buscar si algo es cierto o no.

      ¿Solución? Evidentemente, educar y evitar la fácil creación de noticias falsas…

  • #008
    JJ - 9 marzo 2018 - 13:26

    No coincido mucho con la opinión expresada en esta entrada. Creo que el trabajo de Soroush Vosoughi (becario en Berkman Klein Center, Harvard) pretende, indirectamente, liberar a Facebook de su responsabilidad en el tema de las noticias falsas.

    No me extrañaría que en la universidad de Harvard estén preocupados por este asunto. No porque quisieran salvar la cara de Zuckerberg, sino porque Facebook surgió de Harvard y sería un problema si se comprobase que Donald Trump ganó las elecciones gracias a la colaboración o la desidia de los responsables de esta Red Social (además de Twitter).

    Brad Parscale dice que las elecciones se ganaron gracias a Facebook y a su colaboración. Luego, también está el tema de los hackers rusos.

    Jared Kushner, el yerno de Donald Trump, que estudió en Harvard y que es socio en Cadre de Peter Thiel (Facebook) que también es asesor de Trump, fue el que puso a Parscale al frente de la campaña en redes sociales.

    También podemos recordar esto

    Si se demuestra que el Big Data aplicado y las noticias falsas posibilitaron la manipulacion de las elecciones americanas mas de uno, incluídas instituciones como Harvard, podrían verse comprometidas o cuestionadas.

    Luego, tenemos este artículo del New York Times que cito: «El mercado publicitario de las redes sociales crea incentivos para la difusión de historias falsas porque su difusión más amplia las hace rentables».

    How lies spread online

    Las Redes Sociales tienen responsables, y son estos los que deben controlar la propagación de noticias falsas. No deben culpar al usuario ni a su supuesta «falta de educacion». Ellos tienen los medios para detectar aquellas noticias que se viralizan cada día y para advertir sobre aquellas que son falsas o que provienen de fuentes no fiables.

    Mas tarde, incluiré abajo algunos enlaces.

  • #009
    Luis Hernández - 9 marzo 2018 - 14:48

    Honestamente, pensar que un niño va a ser capaz de buscar la información, entenderla, contrastarla y llegar a sus propias conclusiones respecto a la veracidad de la misma, me parece muy optimista.
    Los libros de texto (que no defiendo) tratan de hacer la información acesible a cada edad y, aun así, muchas veces te preguntas a quién se le ha ocurrido explicar las cosas de determinada manera.
    Yo incidiría mucho en la divulgación del método científico, en entender cómo hemos llegado a obtener el conocimiento y a dar las herramientas suficientes para directamente descartar información absurda, sin una base sólida que la sustente.
    Porque no se trata solo de las «noticias» falsas, se trata de dietas milagro, esoterismo, sanación y sandeces por el estilo que viven un renacer gracias a la difusión de información falsa y la facilidad de su difusión.

    • Pedro Torres Asdrubal - 9 marzo 2018 - 15:17

      Mi experiencia es que donde dices niño pon ADULTO.

      Por otro lado, el significado que tanto ansiamos no es una propiedad de la realidad, no nos lo va a dar el método científico así que mas tarde o temprano tenemos que escoger una mentira en la que creer, o alternativamente evitar creer, por ejemplo procrastinando indefinidamente.

      El método científico nos permite conocer pero como seres humanos lo que ansiamos es el significado.

      No subestimes la objetividad de un niño ni sobre-estimes la de los adultos.

    • JJ - 9 marzo 2018 - 20:24

      Pequeña aclaración:

      He escrito «Kaballah» y no «Kabbalah» por lo siguiente…

      ver enlace

  • #013
    Xaquín - 9 marzo 2018 - 19:52

    Lo de antes posible cae de cajón. La separación entre educación formal y educación informal en estes tiempos no sigue el ritmo pretecnológico. Entre lo que se dice y hace «dentro de» y lo que se hace y dice «fuera de», empieza a haber una abismal diferencia.

    Sobre la luz que sale de todo debate, es impepinable. Pero no se puede confundir un debate entre mentes abiertas con un debate entre mentes cerradas. Hay personas (como la mayoría de los políticos actuales) que tienen en mente un PDF del que no puden salir, salvo para entrar en una cierta oscuridad. Les faltaría la famosa y temeraria consigna. Es como pensar que va a saltar chispa haciendo chocar dos pedazos de plástico.

    ¡Qué mal nos enseñaron a los clásicos griegos! Mucho caldo de Platón y Aristóteles, pero totalmente desvitaminados.

  • #014
    bombix mori - 10 marzo 2018 - 12:05

    La educación siempre ayuda, por supuesto. Pero si las consecuencias de algo, en este caso las ‘fake’, son nocivas, el remedio tiene que apuntar a la causa, y no a sólo a hacer a las victimas responsables de batallar con las consecuencias.
    De lo contrario, también podríamos decir que la solución contra la violencia es la educación en auto´-defensa. O contra la violencia doméstica la educación en escoger mejor a la pareja. O contra los robos, educar a los usuarios en poner alarmas o defenderse a tiros. O … muchos otros.

    • JJ - 11 marzo 2018 - 00:32

      Coincido contigo, Bombix.

      Además las noticias falsas suelen ser muy llamativas y no se viralizan porque quienes las reenvían tengan poco educación sino justamente por eso, porque llaman mucho la atención y la gente quiere por ello compartirlas.

      Son los responsables de las redes sociales quienes deben detectar las noticias en el momemto en que comienzan a viralizarse, analizar las fuentes, la credibilidad, y en caso de ser necesario advertir al usuario para desactivar el efecto de su propagación.

      • bombix mori - 11 marzo 2018 - 09:49

        Para hacerse responsable de algo, uno tiene que tener primero conciencia acerca de ese algo. Esperar responsabilidad social a muchos tecno-x, cuando la evidencia es que tienen poca conciencia social, debe ser esperar demasiado.

  • #017
    Catalina Espino - 10 marzo 2018 - 22:01

    El problema de las noticias falsas es la grave crisis de credibilidad que tienen los medios de comunicación. Nos quedamos sin espacios comunes. Las noticias falsas, a medio plazo, serán un problema menor. Las mentiras SIEMPRE han existido; lo novedoso es que los canales de distribución de la información han alcanzado un nivel inimaginable hace décadas, en medio de generaciones de jóvenes que no se caracterizan precisamente por su actitud crítica y respetuosa hacía el conocimiento. La gran paradoja de estos tiempos. Cuanta más conexión, más aislamiento social.

  • #018
    Guillermo Llofriu - 11 marzo 2018 - 09:12

    En total acuerdo con todo. Vivimos tiempos y espacios (y no de ahora ni en la última década) donde sigue siendo tabú hablar de la falla (actualmente ya es falacia) de la educación en nuestro país. Cuando uno ama algo suele ser crítico con las fallas, pero nosotros somos condescendientes y falsos porque quien tiene el poder (el Gobierno, los medios, los charlatanes, …) usan ese fango en el que nos metieron para sus propios intereses.

    Y el resto, lamentablemente, ha sucumbido a ello convirtiéndose en un rebaño sumiso que acata la mentira por miedo (un miedo heredado de un país sometido durante décadas y que una vez libres no hemos querido, como sociedad, eliminar) a “faltar al respeto” a los que le someten. Y claro, quien tiene el poder de controlar la opinión del pueblo, tiene todo el poder.

    Para cualquier mortal necio y mediocre es muy duro reconocer que es él mismo quien fomenta la mentira y su creencia, pero si queremos salir del fango y buscar un ecosistema social y empresarial acorde a los tiempos (estamos en 2018, hay un Tesla orbitando la Tierra y salvamos niños extremadamente prematuros, entre una lista de logros con sabor a milagro) urge de forma irrenunciable adquirir conciencia del grado de estupidez de cada uno y ponerle solución.

    Ciero es que luchar contra los poderes que nos manejan hará que artículos cristalinos y firmes como éste sigan siendo criticados porque cuando está con el fango hasta las cejas, sólo ve fango y el “manejador” hará lo posible para acreditar su mentira con el descrédito de quien quiere mostrar el camino.

    Nos estamos jugando el futuro de la sociedad y mucho empresario sigue obviando por miedo que su empresa está enfangada. Porque el problema grave de verdad está en nosotros, en las personas, que nos hemos adaptado al “tranquilo, que no pasa nada”. Y así nos va.

    Excelente artículo, como siempre. Gracias

  • #019
    Luis Martin - 11 marzo 2018 - 19:10

    Conocimiento y criterio, me ha encantado el artículo. La educación es el centro del resto de las habilidades.

  • #020
    MauriAriel - 14 marzo 2018 - 13:15

    El problema llega cuando incluso medios supuestamente «serios» o que al menos se proclaman como tales (básicamente periódicos deportivos aunque no todos) se aprovechan de este mismo fenómeno para fomentar su expansión.

    Soy una persona a la que le gusta contrastar fuentes y ver el origen de la noticia, y es desesperante cuando uno comprueba como aparecen noticias en estos medios donde las únicas citas son para citarse así mismos y cuando mencionan alguna fuente extranjera (a modo de reafirmación de su noticia) ves como no hay ni enlace ni manera de llegar a ella. Me lo guiso y me lo como.

    Así normal que la gente acabe creyendo cualquier cosa. Me parece mentira que se exija a Google, Facebook y Twitter el control de sus Fakenews…pero en cambio nada a la prensa «tradicional».

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