Logan Paul y la autorregulación de los ecosistemas tecnológicos

Logan Paul (IMAGE: © Luigi Novi / Wikimedia Commons)El caso de Logan Paul, el último youtuber protagonista de un escándalo por conductas consideradas impropias, me lleva a lanzar algunas ideas sobre los procesos de autorregulación de los ecosistemas definidos por la tecnología.

Logan Paul es un clásico fruto de una generación que ha visto el vídeo y las plataformas sociales como parte de su entorno desde muy jóvenes: a los diez años, comenzó a crear vídeos en Zoosh, un canal de YouTube, pero saltó a la fama con Vine, aquellos vídeos de seis segundos en bucle que Twitter adquirió en 2012, pero cerró en 2016 tras ser incapaz de fidelizar a la comunidad de creadores con los incentivos adecuados para que se quedasen en el servicio.

Logan Paul, como la mayoría de los creadores en Vine, volvió a YouTube con un canal propio, y a lo largo del tiempo, ha llegado a acumular varios millones de seguidores, la mayoría muy jóvenes, que disfrutan con vídeos en los que, mayoritariamente, hace bromas en muchos casos pesadas o de mal gusto. Es precisamente esa búsqueda de la notoriedad la que le ha ido llevando a actitudes cada vez más transgresoras, un fenómeno que hemos visto en otros países, y del que España tampoco se ha librado. En el caso de Logan Paul, la polémica saltó cuando, en un viaje a Japón, entró en el llamado «bosque de los suicidios» y filmó a una víctima, sobre la que hizo además varios comentarios, pero podría haberle ocurrido mucho antes: en ese mismo viaje, se dedicó a utilizar el clásico candor japonés para gastar pesadas y molestas bromas a numerosos transeúntes, comportándose como un auténtico imbécil.

La retirada del vídeo del suicida y las disculpas de su autor no han podido evitar su caída en desgracia: ayer, YouTube anunció la eliminación de Logan Paul de su programa de publicidad preferente, y la cancelación de los futuros desarrollos de series que tenía acordadas para YouTube Red.

La historia se repite ya muchas veces: un ecosistema que presiona a personas habitualmente muy jóvenes y con un escaso desarrollo de su sentido común para explorar contenidos cada vez más transgresores, en busca de esos suscriptores, de esa notoriedad y de esos ingresos publicitarios. Las sanciones de YouTube, en una posición de obvio conflicto de intereses puesto que se beneficia en gran medida de esos ingresos, podrían ir dando lentamente sus frutos, pero se convierten en realidad en una sucesión de anécdotas desagradables que dejan, además, un reguero de víctimas.

El fenómeno lo vemos habitualmente en todos los ecosistemas definidos por la tecnología: el correo electrónico pasó de ser una maravillosa herramienta de comunicación a convertirse en una pesadilla de spam insoportable: si examinamos la historia, comprobaremos que la legislación del tema contribuyó entre poco y nada a la solución del problema, que únicamente pasó a ser más llevadero con el desarrollo de las tecnologías adecuadas de filtrado basadas en inteligencia artificial. La publicidad online ha ido creciendo para convertirse en cada vez más intrusiva e insoportable, y está por ver que las restricciones legales sirvan para evitar esa espiral negativa: desde mi punto de vista, quien más ha contribuido a la solución del problema han sido compañías como la alemana Eyeo con el desarrollo de bloqueadores cada vez mejores, o las medidas técnicas tomadas por Apple.

¿Deberíamos legislar la creación y difusión de contenidos como los de Logan Paul y otros youtubers? Me inclino a pensar que la solución, de nuevo, se basa más en una mejora de las tecnologías y de los sistemas de detección automatizados, en una atención más pronta a los sistemas de alerta de los usuarios o a aplicar la legislación que ya existe en ese sentido, evitando que las plataformas de vídeo en la red se conviertan en lugares al margen de unas leyes que llevan mucho tiempo aplicándose a, por ejemplo, la televisión. Para ello, por supuesto, es indispensable una apuesta de las plataformas como YouTube por esa autorregulación, una demostración del desarrollo de estrategias sostenibles a largo plazo, frente a la posibilidad de ganar dinero más rápidamente gracias al crecimientos basados en un ecosistema que estimula el comportamiento malsano. Las sanciones legales pueden llegar en los casos en los que se infrinjan las leyes que llevan años aplicándose a otros canales y que constituyen el fruto de un consenso social obtenido durante décadas, pero ir más allá y pretender sobre-legislar en virtud de un supuesto hecho diferencial de internet o de una caída de las barreras de entrada supone, por lo general, un error.

El caso de Logan Paul, como anteriormente el de PewDiePie y el de muchos otros en otros países son parte de un proceso, de un sarampión por el que, desgraciadamente, hay que pasar. Simplemente, tratar de pasarlo de la manera más rápida e indolora posible: en cuanto detectemos que un comportamiento se está generalizando, tratar de ponerle freno, sacrificando para ello los posibles ingresos que podrían obtenerse de su explotación. La interacción entre las plataformas correspondientes, en muchos casos interesadas en una solución tardía que les permita rentabilizar el fenómeno, y las asociaciones ciudadanas, de derechos civiles, los anunciantes u otros actores son fundamentales, como lo es la aplicación pronta y decidida de las leyes que ya existían a tal efecto. Pero sobre-legislar, legislar en caliente o dar puñetazos legislativos encima de la mesa suele dar lugar a soluciones de brocha gorda, a errores, a restricciones absurdas o a leyes imposibles de cumplir. Todo requiere su tiempo: el desarrollo de protocolos de uso, también.

 

 

 

This post is also available in English in my Medium page, “What are we going to do with the Logan Pauls of this world?» 

 

17 comentarios

  • #001
    Pedro Torres Asdrubal - 11 enero 2018 - 15:16

    Hay una visión de la justicia que pone el enfasis en VER, identificar, y denunciar la injusticia.

    Por otro lado, la conciencia funciona a toro pasado, es decir, que hay ciertos errores que tenemos que cometer y arrepentirnos.

    Un caso sonado en España lo protagonizron ByTarifa y ShooterCOC, a quienes Supercell les quito años de trabajo promocionando sus juegos, por bromas pesadas de adolescentes imbéciles.

    Hoy esos dos youtubers han cambiado de temática y tienen mas seguidores, cientos de miles.

    En el fondo no les podemos culpar, pues la audiencia les premia las gamberradas y solo en contadas excepciones se pasan de la raya.

    Logan es víctima de su formula del éxito, una formula que tiene excepciones, pero a la larga le seguirá dando seguidores, fama y dinero.

    Son adolescentes, no adultos.

    • Enrique Dans - 11 enero 2018 - 15:41

      Bueno, les podremos culpar cuando infrinjan la ley, como a cualquiera. Pero estoy contigo, se trata de que los desincentivos puedan ser suficientemente potentes como para contrarrestar los fortísimos incentivos que ofrece el ecosistema…

  • #003
    Javier - 11 enero 2018 - 15:36

    Un auténtico «Digital Darwin Award».

    • Enrique Dans - 11 enero 2018 - 15:38

      No lo tengo tan claro. Vale que llegado un momento, la lían parda, pero ya nos gustaría a ti o a mí haber ganado el dinero que ha ganado este angelito haciendo algo que, además, le parecía divertido…

      • Javier - 11 enero 2018 - 15:53

        Yo entiendo perfectamente que se pueda llamar trabajo al hecho de vivir de las publicaciones de Youtube. O ser un e-sporter (ojalá mi hijo lo desee para él) o cualquiera de las nuevas formas de empleos. Lo que no arriesgaría, como este descerebrado, es mi reputación.

        No tengo ni el 0.0000000001% de la audiencia que tiene este tipo, pero en donde me mande una sola cagada (perdón por mi francés) me quedo sin negocio. Paso, gracias.

        • Pedro Torres Asdrubal - 12 enero 2018 - 16:23

          Como tu, muchos políticos yankis saben por experiencia que una sola metedura de pata y se quedarían sin «negocio»… En cambio Donald Trump subía en las encuesta a base de decir gilipolleces.

  • #007
    Hugo Moreno - 11 enero 2018 - 15:44

    Hola Enrique. El modelo de negocio que efectivamente incentiva la visibilidad pública en lugar de la calidad del contenido, efectivamente es una enfermedad que afecta incluso las prácticas informativas de grandes medios de comunicación en redes sociales. Coincido, urge generar fuerzas de autoregulación desde organizaciones ciudadanas y usuarios para vacunar los ecosistemas y evitar el sarampión que hoy padecemos en diversas plataformas digitales con agentes patógenos individuales y hasta organizaciones empresariales informativas de presencia mundial. Saludos.

  • #008
    Xaquín - 11 enero 2018 - 17:40

    «Comportarse como un auténtico imbécil».

    Ni de acuerdo con que «son adolescentes» ni con mezclar al «tío Darwin» con este tipo de desafueros. Totalmente de acuerdo en que esta linea de imbecilismo tiene su nacimiento y soporte en el mundo adulto que sostiene esta sociedad.

    Si nuestro primo chimpancé se libro de la capacidad para hacer el imbécil, eso no puede liberarnos de la responsabilidad por la adicción humana al «hacer el imbécil» (deporte nacional donde los haya!).

    Un youtuber empieza como adolescente si, pero como los acosadores de instituto empieza siguiendo unas pautas que la legislación dice no proteger, pero el mundo adulto (sociedad habemus) no persigue más que con la boca pequeña: pon policía en la puerta del cole y pon también camello que introduzca la droga (al final con combinación lineal de ambos sectores).

    Esta sociedad está montada sobre el templo de la hipocresia y no hay Jesucristo capaz de evitar que los adultos preparen al adolescentete para una vida hipócrita y depredadora.

    Al chimpancé la naturaleza no le dio la suficiente libertad como para poder disfrutar haciendo el imbécil. Inocente naturaleza, a la que se le ocurrió «pensar» que el ser humano sería capaz de atreverse a saber comportarse como tal (y ya lo decía Kant hace mucho tiempo cuando nos pedía que nos «atreviéramos a pensar»!!).

  • #009
    JJ - 11 enero 2018 - 17:56

    Creo que el problema está en Youtube, que incentiva este tipo de cosas pagando muy poco a los creadores de contenidos. Esto les obliga, a quienes quieren ganar dinero, a buscar el efecto rápido recurriendo a cualquier cosa, incluidos los golpes mas bajos.

    Nos puede parecer que Logan Paul es muy listo y que ha ganado mucho. Y es verdad que ha ganado dinero. Pero en TV hubiera ganado mucho, muchísimo mas haciendo lo mismo… solo que en TV posiblemente no le habrían permitido hacer las barbaridades que sí le permiten en Youtube.

    Youtube debería intentar pagar bien a los creadores de contenidos, pagar un porcentaje lógico de las ganancias por publicidad porque, de lo contrario, estará fomentando la creación de contenidos basura, que son casi los únicos que consiguen ser rentables. Porque, lógicamente, los creadores de contenidos de calidad, si de verdad buscan ganar dinero, (salvo excepciones que confirman la regla ) no recurrirán a Youtube. Entiendo que sobre todo es esto lo que hay que cambiar.

    Youtube no admite pornografía, y hace bien en no admitirla. Pero permite estas cosas, negocio fácil, y otras peores (como veíamos aquí mismo no hace mucho con Youtube Kids). Luego, vienen las quejas, la indignación, y lo quitan. Y parece que seguirán así.

    Un ejemplo de lo que gana un youtuber en España

  • #010
    Alqvimista - 11 enero 2018 - 21:38

    Pero ¿de vedad alguien pensaba que YouTube iba a ser diferente a la televisión? ¿De verdad alguien pensaba que YouTube iba a ser lo que la BBC es a la televisión y que no acabaría siendo la Tele5 de internet? Creo que se confía demasiado en la inteligencia y en la moral del ser humano.

    • Pedro Torres Asdrubal - 12 enero 2018 - 16:14

      En youtube encuentras lo que buscas.

      Si buscas salsa rosa, encuentras salsa rosa.

    • HastaDNDvamosAllegar - 12 enero 2018 - 16:35

      Algo «comparable» a la BBC en Internet lo puedes encontrar en los podcasts… Y para de contar porque ni pagando vas a encontrar cosas de calidad y realizadas con respeto al espectador.

  • #013
    Manuel Parra Palacios - 12 enero 2018 - 03:47

    Es lo que se podría llamar efecto «caranchoa». ¿Cuando y cómo se superará esta situación de adolescencia eterna?.
    Cuando todos nos percatemos que un canal de youtube es un medio de comunicación sujeto a sus servidumbres y cuando los creadores de contenidos se den cuenta del impacto y responsabilidades que tienen al emitir sus videos.
    Probablemente tendrán que haber más casos como este y, también, rendir cuentas frente a la sociedad o los tribunales de ese «retar al status quo» que parece ser su seña de identidad.

    • HastaDNDvamosAllegar - 12 enero 2018 - 16:38

      Todos, cuando éramos adolescentes hemos hecho estupideces, buscando nuestros propios límites o la aprobación o risa ajena.

      La diferencia es que ahora llevamos todos una cámara encima y alguien (YouTube, en este caso) te va a hacer ganar dinero por mostrarlo.

  • #015
    Alejo - 12 enero 2018 - 10:17

    En mi opinión, es el modelo de negocio el que incentiva este tipo de comportamientos. En un modelo de negocio en el que las visitas a un determinado contenido es la única métrica a contabilizar para generar ingresos a través de publicidad (después de pasar ciertos filtros por contenido), se desata la carrera por la notoriedad. No importa la calidad del contenido. No importa la veracidad del contenido. No importa lo educativo que sea el contenido. Habría que moverse a otros modelos, ya que es un problema sistémico (modelos con economías descentralizadas?).

  • #016
    Alqvimista - 12 enero 2018 - 17:36

    Y esa es precisamente la cuestión: ¿autorregulación? ¿Por qué sí? ¿Por qué no? ¿Y por qué solo en YouTube, Facebook, etc? ¿Por qué no también en la televisión, en el cine, en el arte, …?¿Nos vamos a poner ahora a eliminar la basura del mundo? ¿Dónde paramos? Porque las actuales leyes que se aplican a la televisión no nos han librado de horrores como Gran Hermano, Gandía Shore o El Show de las Kardasian…
    Lo siento, no tengo respuestas, solo dudas y preguntas.

    • JJ - 12 enero 2018 - 18:34

      Me encantan las Kardashian!

      Y que sepas que Kendall Jenner es hoy la modelo más cotizada del mundo.

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