La invasión de los robots… ¿ya está aquí?

LG robotsNo me cabe la menor duda de que en no mucho tiempo, viviremos rodeados de robots que se encargarán de una infinidad de cosas, algunas de las cuales podemos fácilmente imaginar y otras seguramente no tanto. La pregunta no es si eso va a ocurrir o no: la pregunta es si está ocurriendo ya.

Hasta ahora, las oportunidades que uno tiene para encontrarse con un robot entendido como tal – la definición de robot como tal no es especialmente concreta ni unívoca – son relativamente escasas: me he cruzado ya algunas veces con Pepper en conferencias, en algunas semanas coincidiré en otro escenario con Sophia, he tenido en casa a AIBO y varios robots educativos más, y he visto muchísimos vídeos de otros robots como los de Boston Dynamics que sinceramente no estoy seguro de si me quiero encontrar en la vida real, pero por el momento, una persona normal puede tener cierta seguridad de que, en su vida cotidiana, no va a tener muchas oportunidades de encontrarse con un robot (de nuevo, dejémoslo claro, esto depende de la definición de robot que queramos utilizar). ¿Va a cambiar esto en un horizonte temporal cercano?

LG ha presentado en CES una serie de robots adaptados para su uso en lugares como aeropuertos, hoteles o supermercados, destinados a sustituir personal de servicios en funciones como llevarnos nuestras bebidas, nuestro equipaje o nuestras compras. Como características fundamentales, son más bajitos que la mayoría de los humanos, se mueven sobre una plataforma oculta con ruedas, tienen una pantalla y son compatibles con apps en nuestro smartphone. Por el momento, me mantengo enormemente escéptico en cuanto a su utilidad: que sea un cacharro como ese el que me traiga mi bebida en lugar de traerla un camarero me parece que aporta entre poco y nada, que lleve mi maleta cuando su capacidad es de una maleta me parece un beneficio escaso, y que me lleve la compra frente a ponerla en el carrito, puede ser marginalmente más cómodo, pero es básicamente lo mismo. Que limpie, como lo haría una Roomba, o que proporcione información al usuario podrían ser utilidades potencialmente interesantes, pero de nuevo, moviéndonos en los límites de la marginalidad (posiblemente sería aún más económico tener a una persona limpiando y más fácil proporcionar esa información a través de una app). Para que robots como esos alcancen un uso más allá de lo anecdótico o lo pintoresco, lógicamente, tendrán que aportar casos de negocio claros, en los que de verdad ofrezcan beneficios que tengan peso y sentido económico. De hecho, según LG, hablamos de pruebas de concepto que aún están lejos de estar disponibles como servicios generales de cara al público.

La idea del carrito de la compra robotizado, sin embargo, es también uno de los elementos centrales de una propuesta del gigante del comercio electrónico chino JD.com para una serie de supermercados futuristas, 7fresh, con los que, siguiendo los pasos de Alibaba, se dispone a explorar el mundo del retail físico. En este caso, aunque marginalmente pueda parecer más cómodo que el carrito de la compra nos siga en lugar de empujarlo, creo de nuevo que hablamos de propuestas en las que lo menos importante es el robot como tal, y que su propuesta de valor claramente palidece frente a las muchas que puede tener la experiencia de fusionar lo online con lo offline.

¿Y si es la totalidad de la tienda la que, sobre ruedas y de manera autónoma, nos acerca el escaparate con sus productos al portal de nuestra casa? Hablamos de Robomarts, una especie de furgoneta autónoma con puertas correderas, con capacidad para mantener los productos fríos o calientes, y preparada para operar como «sucursal» de una tienda de proximidad que permite a los usuarios adquirir productos sin haberlos solicitado anteriormente. Como la furgoneta con pescado, pan, melones u otros productos que se acerca a determinados barrios o urbanizaciones, pero en versión post-moderna, y provista de un sistema de checkout que supuestamente asegura que cada cliente pague aquello que toma de su escaparate.

Volviendo al tema: ¿estamos hablando ya de robots que, con cierta normalidad, se mueven entre nosotros, nos traen productos o interaccionan con humanos de una manera normal y cotidiana? Sinceramente, creo que no. Ni cotidiano, ni siquiera, por el momento, económicamente convincente. ¿Llegará la invasión robótica? Sin duda. ¿Serán los robots capaces de hacer muchas de las cosas que hoy en día hacen trabajadores humanos, y nos relacionaremos con ellos con total normalidad? Posiblemente también. ¿Ocurrirá pronto? Visto lo visto, lo dudo.

 

ACTUALIZACIÓN (11/01/2018): Marimar Jiménez cita este artículo y amplía información en el suyo de Cinco Días titulado «LG, Sony y Honda muestran en el CES la nueva era robótica»

 

15 comentarios

  • #001
    Gorki - 8 enero 2018 - 14:19

    Como bien dices «depende de lo que llamemos robot»

    Llevo 40 años conviviendo con el Robot Charlotte de Moulinex. un práctico aparato que igual hace un zumo, que pica carne, que ralla zanahorias.

    Si a eso, por hacer varias cosas diferentes, le llamamos robots , estamos ya rodeados de robots. Sin embargo si lo que llamamos robot es algo no solo multiuso, sino inteligente, que no hay que preparar previamente para realizar cada una de las cosas diferentes que pueda hacer, como por ejemplo eran los robot de la Guerra de las Galaxias, en mi opinión, es que estamos aun muy lejos de tener un chisme semejante en casa.

    Cierto que podemos tener un Roomba, pero ese robot solo hace una cosa, barrer y aspirar el suelo ya algo mas que es un gran avance, enchufarse solo cuando esta bajo de batería, pero es de uso muy limitado, no quita el polvo en los muebles y las estanterías, solo en el suelo y que no haya cables eléctricos por medio. Por supuesto, no limpia cristales ni quita los visillos y los lleva a la lavadora. En fin lo que hace cualquiera que tenga que limpiar un cuarto.

    Descansen tranquilas las asistentas, de ninguna forma el Roomba va a eliminar un solo puesto de trabajo, aunque eso si, puede ayudarlas en su cometido.
    .

    • Carlos Quintero - 8 enero 2018 - 17:25

      No tengo tan claro tu último párrafo, Gorki. Hay muchas asistentas que trabajan por horas, no un trabajo completo. Si limpiar el suelo lo puede hacer un robot Roomba y echando cuentas amortizas el precio en X meses, posiblemente se las contrate menos horas. Yo no lo he hecho porque si elegir un aspirador de toda la vida ya me dio fatiga mental con la cantidad de modelos y características (el último lo elegí por precio en la mitad del rango), elegir un robot limpiador programable ya es la pereza total, hace meses que no me da la vida y además estoy muy satisfecho con mi asistenta y no quiero que se vea perjudicada.

      No pierden el puesto de trabajo, pero sí horas contratadas. A la inversa, si no se hubieran inventado las lavadoras y lavavajillas posiblemente se las contrataría más horas y habría muchas más asistentas. Y seguro que hay unos cuantos pensando en robots planchadores…

      Lo mismo ocurre u ocurrirá con cualquier otro trabajo: los robots no reemplazan por completo a las personas, porque no se puede (aún) o porque no se quiere (ej: taquillas de cine atendidas por personas, máquinas de «vending», etc, etc.) pero sí quitan horas de trabajo a personas.

      • Gorki - 8 enero 2018 - 18:54

        Cualquier herramienta sustituye horas de trabajo, no hay que esperar a los robots, así ha sido desde el principipo de lo tiempos,

        La mitad de las africanas dedican la mañana a hacer harina del mijo que tiene para comer, Nosotros compramos la harina ya molida. Segun ese principio hemos destruido miles de horas de trabajo.

        A mi me gusta pensar que las herramientas, en vez de destruir trabajo ,aumenta la productividad, lo que permite dos cosas pagar mejores sueldos por hora trabajada y trabajar menos horas para ganarse la vida.

        Quizá sea un optimista, pero es lo que he visto que ha ocurrido desde que tengo uso de razón.

        Mi padre trabajó muchas más horas que yo, teníá pluriempleo y trabajaba hasta los sábados por la tarde, pero nunca tuvo coche y debió montar en su vida tres o cuatro veces en avión, era algo tan raro, que había un fotógrafo que te hacia una foto bajando por la escalerilla del avión como recuerdo.

        Yo he trabajado menos y he llegado hasta a tener tres coches a la vez, uno mio, otro de mi mujer y otro para los chicos y aviones no tengo ni idea de cuantos he cogido, pero probablemente mas de 50 veces…

    • ver pelis - 13 enero 2018 - 16:49

      de acuerdo contigo, pero con el tiempo ya veras como todo estará robotizado

  • #005
    Pepe Pérez - 8 enero 2018 - 21:28

    A éstos sólo les falta dar conversación.

    http://www.quo.es/tecnologia/puede-un-robot-preparar-mejores-cocktails-que-un-camarero-humano

    • Gorki - 8 enero 2018 - 23:30

      Creo que has dado en el clavo sobre el grave problema de diseño que tienen.

  • #007
    Krigan - 8 enero 2018 - 22:33

    Si por robot entendemos un aparato que tenga al menos un brazo articulado, posiblemente sean los servidores, y no los robots, los que más mano de obra ahorren. En un país desarrollado cosa de 2 tercios de los empleos pertenecen al sector servicios, y aunque es cierto que en ese sector también hay mucho trabajo manual, en gran medida se compone de puestos de trabajo que no implican necesariamente la manipulación de nada.

    Ejemplos ya en marcha: agencias de viajes, sucursales bancarias, tiendas físicas, trámites administrativos. Todo esto está ya mismo siendo sustituido por procesos online.

    En cuanto a los camareros, en un restaurante primero viene el camarero a tomar nota, lo transmite a la cocina, cuando los platos ya están listos los sirve, le llamas para pedirle la cuenta, y le vuelves a llamar tras comprobar la cuenta para pagar. Salvo lo de servir los platos, el resto son cosas que el cliente podría hacer más rápida y cómodamente con su móvil conectado al servidor del restaurante, y supondría una importante reducción en el número de camareros necesarios.

    En Valencia hay una hamburguesería que, tras hacer el pedido y pagar al cajero en la barra (como en otros restaurantes de comida rápida), este te da un aparatito. Escoges cualquier mesa libre, y cuando el aparatito empieza pitar vuelves a la barra y recoges la bandeja con tu pedido. No hay camareros atendiendo las mesas (de nuevo, como en otros restaurantes de comida rápida, solo que esperar en la mesa a que la comida esté lista es más cómodo que esperar en la barra). Obviamente, lo de avisarte que ya lo tienes también se podría hacer con tu móvil.

    Unamos esto a que en algunos países ya hay restaurantes de comida rápida con quioscos electrónicos donde puedes hacer el pedido y pagarlo, sin hablar con ningún cajero humano, que es algo que también se podría hacer con el móvil. Y por supuesto, puedes hacer pedidos a domicilio, con el PC, móvil, o tablet (y si te descuidas también con Alexa).

    Si pensamos en términos de hacer las cosas como se han hecho tradicionalmente en un restaurante, es difícil concebir que un camarero sea sustituido por un robot. Si pensamos en términos de rediseñar procesos (como ya han hecho en gran medida los restaurantes de comida rápida, y más que harán), el camarero desaparece, y sin ningún robot. Esto es extrapolable a mil trabajos distintos.

    • Gorki - 8 enero 2018 - 23:25

      En efecto, no hacen falta camareros, cualquier cliente se podría servir solo. La pregunta es ¿por qué tienen camareros los restaurantes si no hacen falta?-ç

      En mi opinión, es que cuando vas a un restaurante, te apetece que alguien te sirva la mesa, aunque seas muy capaz de servirte tu mismo de un buffet. Pensar que el camarero y el sommelier, están ahí porque los clientes no se saben abrirse una botella de agua y llenarse una copa vino es absolutamente equivocado.

      El que te den un aparatito en el que pite cuando esté mi plato reparado para que vayas a recogerlo, para mucha gente, no es el ideal de lo que entienden por ir a comer a un restaurante..

      • José Enrique - 8 enero 2018 - 23:47

        Sí lo es si el ahorro en los costes fijos se repercute en el precio del plato ;-)

        Lamentablemente, tal ahorro muchas veces no se da; porque los 1200€ al mes que cuesta un camarero (incluyendo SS) se traducen en apenas 60€ por día… menos de 8€ cada hora; en la que un McDonalds con dos filas puede atender entre 70 y 100 personas.

        Divide… al 80% de trapo no ahorras ni 10 céntimos por hamburguesa. ¿Renunciaríamos al camarero para pagar 4,90 en lugar de 5,00€?

        Lo hacemos porque forma parte de la experiencia Mc; como es evidente, diferente a la de cualquier restaurante convencional.

        • Gorki - 9 enero 2018 - 08:37

          Hay muchos autoservicios donde el número de camareros es muy reducido y por tanto pueden afinar mucho en los prtecios. Vuelvo a preguntar, ¿Por qué son minoría ls autoservicios?

          Y mi respuesta es que no todos desean ir a comer a un sitio así, muchos desean ser mejor tratados , aunque lógicamente tengan que pagarlo igual que pagan la buena decoración aunque en si misma no sea necesaria para comer bien,

          • José Enrique - 9 enero 2018 - 10:18

            Vamos a ver. Lo que quiero decir es que ese servicio apenas influye en el coste del plato.

            También depende de la afluencia de público, claro esta; y puede haber servicios sobreatendidos. Pero en un precio medio de 30€ por comensal (es decir: no es un estrella ni nada por el estilo), el coste del servicio (normalmente ya muy variabilizado) debería estar entre el 1 y el 2…

            Los autoservicio ofrecen un estilo distinto y tienen sus propias políticas de precios, en la que el control de los precios fijos por el factor «humano» es una ayuda, pero ni la única ni la más importante.

            La gente acude a uno u a otro porque lo prefiere para cada momento (o porque uno no se lo puede permitir).

            Son servicios distintos y son negocios distintos. Igual que el las viejas salas de recreativos convivían el billar con el Dragon’s Lair. El cliente es el mismo. La sala es la misma. Y mete la moneda en uno u otro dependiendo de lo que le apetezca en el momento.

            A día de hoy, no se concibe la hostelería sin una u otra versión. Pero ni es lo mismo ni tiene idea de ser lo mismo ni una surge por evolución de la otra… ni mucho menos por una evolución basada en sustituir al camarero por una app.

            Es algo que faltaba por apuntar. Muchas veces el recurso tecnológico es puro marketing

      • Krigan - 9 enero 2018 - 21:02

        Bueno, todo depende de lo que queramos en un momento dado de un restaurante, que además puede variar de una ocasión a otra. Puede ser que lo único que queramos sea comida cocinada. Por eso existen los pedidos a domicilio y los que son para llevar. En otros momentos podemos querer además un sitio agradable y limpio para comer.

        Por supuesto, habrá también veces que queramos el trato «gran señor», con sommelier incluido. Estamos de acuerdo en que en esos restaurantes no van a quitar a los camareros, ni al sommelier, por más que una app móvil también te pueda asesorar sobre el vino más adecuado para la comida que vas a saborear.

        Pero en aquellos casos en que solo busquemos el utilitarismo, ya sea solo la comida, o bien la comida y un sitio adecuado donde comerla, el camarero es innecesario, y con la tecnología actual no necesitas ni al cajero que te toma el pedido y te cobra. ¿Cuál es el caso más frecuente? Es este, no el otro.

        ¿Cuántos restaurantes de comida rápida y autoservicios había cuando tenías 20 años? Posiblemente ninguno. Ahora hay un montón. El otrora omnipresente camarero ha sido ya eliminado en una amplia proporción de los restaurantes.

  • #013
    marcelo - 9 enero 2018 - 11:17

    En mi opinión la robótica, con la que ya llevamos conviviendo décadas (un cajero automático es un robot, no? y en muchas fábricas hay más robots que personas), solo tiene sentido si mejora significativamente a los humanos. Es razonable poner a un carísimo y limitado robot a servir mesas o repartir paquetes cuando un humano te lo hace mejor por el salario mínimo? No. Pero sí que lo tiene ponerlo a ensamblar chips con una velocidad y precisión inalcanzables para las personas.

  • #014
    Abelardo Ojeda - 10 enero 2018 - 22:03

    Creo que en varios comentarios se confunde Androide con Robot. Según entiendo el primero es el que mostrará signos de inteligencia (AI), el segundo sólo sabrá hacer ciertas tareas asignadas.

    Para mi un primer principio de Androide son los asistentes de voz, en mi caso particular Siri. No es requisito que tengan cuerpo sino que sean capaces de conectarse a cierta infraestructura o apps. Siri ya te pide un Uber, te agenda actividades, pide comida por ti y otro sin número de cosas. Eso antes lo hacía una secretaria, cierto?

    ¿Convivimos con lo que serían la base de los primeros androides? Yo creo que sí.

    El fin de semana pasado mi sobrina recibió de regalo del Día de Reyes, un “tigre” de peluche que duerme mientras no le hablas, que si le gruñes tiene ciertas reacciones y que si le acaricias hace otras cosas. En media hora que la vi jugando con este “robot”, fue lo suficientemente convincente para entretenerla por otra media hora. Es decir cumplió una función. La verdad es que el juguete, con lo que sea que lleve en su chip, fue capaz de simular un comportamiento poco repetitivo… o más random. Ya hubiera querido un juguete así de niño.

  • #015
    Jorge Izquierdo - 11 enero 2018 - 21:17

    Durante muchos años la industria informática se esforzó por crear nuevos tipos de ordenadores: portables, convertibles, sobremesa, portátiles…y tras muchos esfuerzos llegó … el smartphone. Un dispositivo que de repente el mercado y el marketing bautizaron como «inteligente». A secas. Nada de IA, o sistemas expertos, etc.. Inteligente, directamente. Y ¿coló? No, nadie tiene un smartphone por pensar que es inteligente lo tenemos por ser multifunción, etc.. Tenemos un pequeño ordenador y mil cosas más en nuestras manos pero nadie le llama pequeño ordenador. La robótica también se irá redefiniendo en los próximos años:. No depende tanto de ella cómo del mercado.

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