Sobre redes sociales y control de la información

La ultima frontera de las redes sociales - Cambio16Gonzalo Toca, de Cambio16, me llamó para hablar sobre el fenómeno de las fake news y la necesidad de las redes sociales de controlar la información que difunden, incluso derivada de requerimientos legales para ello, y hoy publica «La última frontera de las redes sociales«, en donde cita algunos de mis comentarios al respecto.

Mi posición en este tema intenta dejar claro que hablamos de un problema enormemente complejo: no se trata simplemente de pasar de manera ingenua una ley con importantes sanciones económicas que conmina a las redes sociales a eliminar actualizaciones utilizadas para diseminar el discurso del odio en cuanto lo vean, porque en modo alguno resulta así de sencillo. Los gobiernos que aspiran a solucionar el problema con semejantes medidas pecan ya no de ingenuidad, sino de auténtica estupidez.

Estamos ante situaciones completamente nuevas, sin precedentes, ante las que las propias redes sociales no saben qué hacer: por un lado, no pueden – ni mucho menos deberían – arrogarse un supuesto «monopolio de la verdad» y dedicarse a censurar información en función de sus propios criterios, porque eso, sin duda, terminaría por generar problemas mayores aún. Tampoco pueden plegarse a los deseos de un gobierno en concreto o de una legislación que prohiba determinadas cosas, porque hablamos de herramientas de difusión universal sujetas no solo a fueros jurídicos muy variados, sino incluso a problemáticas muy locales: lo que es delito flagrante y muy castigado en Alemania, no lo es en otros países, del mismo modo que informaciones consideradas perfectamente dentro de la libertad de expresión en ese país son causa inmediata de cárcel en Thailandia o en Turquía. El entorno es complejo, porque superponemos a la clásica división de fronteras una serie de herramientas que, de manera natural, no las tienen.

Pero además, luchamos contra otro problema de índole superior: la naturaleza humana. El sensacionalismo y el amarillismo siempre han tenido numerosos adeptos, hasta el punto que en países como el Reino Unido o la propia Alemania, algunas de las publicaciones más vendidas, como The Sun o Bild son probablemente los más claros exponentes de ese tipo de «periodismo» (y sí, las comillas están ahí para remarcar que respeto el periodismo y desprecio ese tipo de publicaciones). La naturaleza humana es la que lleva a una persona a difundir noticias que favorecen su punto de vista, aunque este sea sectario, histriónico o exagerado hasta lo grotesco. O que, ante la llamada de atención de una red social que advierte que esa noticia podría ser falsa en función de su contraste con otras o con la opinión de fact-checkers considerados fiables, reacciona con redoblados esfuerzos para difundirla y lo hace, además, con un texto en mayúsculas y con signos de admiración que dice «comparte esta noticia que la red social quiere censurar».

El problema no solo no es sencillo, sino que requiere de soluciones my complejas. Algunos creen de manera ingenua que «los algoritmos» pueden diferenciar una noticia verdadera de una falsa, como si las inteligencias artificiales fuesen capaces, de la noche a la mañana, de superar a las naturales empleadas en tal propósito. No es así. Los algoritmos pueden llegar a reconocer determinados patrones de difusión, probablemente a crear señales y etiquetas de alarma si detectan una difusión exageradamente rápida o entre personas con perfiles muy afines. Pueden posiblemente pero no de manera sencilla, reconocer cuentas falsas o con una actividad sospechosa, o comparar versiones de una misma noticia y relacionarlas, como hace Google en Google News constantemente. Pero de ahí a etiquetar con decisión lo que es verdad y lo que no lo es, va un tramo, y dado que no todas las verdades son hechos comprobables y en estos temas hablamos muy a menudo de opinión, la frontera se muestra enormemente escurridiza. ¿De verdad querríamos redes sociales que de manera algorítmica censurasen determinadas opiniones? ¿Qué diría la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, por poner solo un fuero en el que este tipo de actitudes tendrían problemas?

Las redes sociales deberán, por tanto, comenzar a estudiar un problema de naturaleza compleja, en el que tendrán que emplear no simplemente algoritmos que cuesta mucho desarrollar y entrenar (y un campo en el que veremos infinitos errores y falsos positivos), sino también con editores humanos, con sistemas de alerta y etiquetado por pares, con fact-checkers, con recurso al periodismo considerado fiable o de fuentes comprobables, y con mucha, mucha paciencia. No es tan sencillo como decir «múltese a quien contribuya a difundir noticias falsas», porque lo mismo estaremos hablando de usuarios desinformados o muy polarizados, que de enormes estrategias puestas en marcha con recursos cuasi-ilimitados de agencias gubernamentales dispuestas a desestabilizar o a sesgar situaciones en función de sus intereses. No, la injerencia rusa sobre las elecciones norteamericanas que está investigando el fiscal especial Mueller no es cosa de fantasía, como no lo son situaciones similares en muchos otros entornos que Rusia también ha llevado a cabo. Vivimos épocas en las que este tipo de actitudes han pasado a considerarse nuevas y muy potentes fuerzas en el contexto geopolítico internacional, con todo lo que ello conlleva.

Antes de compartir sin leer, de hacer algo tan humano como intentar reforzar tus puntos de vista con otros presuntamente afines, o de perder la razón exagerando o polarizando sin límites, deberíamos pensar eso, que estamos ante situaciones sin precedentes, que las redes sociales han rebajado muchísimo las barreras de entrada a la manipulación, y que se trata de un problema complejo que requiere soluciones que, sencillamente, no tenemos, que hay que trabajar con colaboración de todas las partes implicadas. No se trata de amenazar con multas, ni de sancionar sin más, sino de ser creativos y tratar de investigar con todos los medios disponibles. No es un problema irresoluble. Pero sin duda, no va a ser nada fácil dar con él.

 

ACTUALIZACIÓN: sobre el mismo tema, las fake news y su posible control, me cita Gerard Mateo en su artículo de Crónica Global titulado «Las 10 ‘fake news’ más sorprendentes de los últimos años«.

 

 

 

This post is also available in English in my Medium page, “Social networks and fake news: who decides what is truth and untruth?» 

 

8 comentarios

  • #001
    Joan - 19 noviembre 2017 - 18:39

    El problema no son las fake news, sino el factor humano en si mismo.
    Pongamos un ejemplo muy actual, el independentismo en Cataluña, que es donde vivo.
    Tengo amigos y conocidos en ambos bandos, y por la intensidad y rapidez de los acontecimientos en los últimos meses leo todos los periodicos independentistas y los dos o tres nacionales mas importantes, ademas del aluvión de videos y enlaces que me vienen de ambas partes en el whatsapp.
    Pues bien , son dos burbujas informativas autocontenidas que no se tocan.
    Sobre todo en el mundo independentista hay un verdadero autismo informativo.
    Los periodicos mas puramente indepes tienen en un ochenta por cierto o mas de articulos de opinion, y de colaboradores, que repiten machaconamente …el que? Sencillamente lo que sus lectores quieren oir.
    Basta que un periodista se aparte una coma del dogma, para que una legión de enfurecidos lectores le pongan en su sitio con sus comentarios a pie de articulo.
    De los watshapp ni hablamos.
    Una vez que te mandan uno de tu cuerda , nada de confirmarlo….a diseminarlo a los cuatro vientos, y si alguien le demuestra su falsedad, la respuesta es : Mas manipulan ellos !!
    Si vamos a Wikipedia y consultamos «sesgos cognitivos» hay legión, y todos los utilizamos todos los dias , y de manera inconsciente. Pero lo de Cataluña es de traca.
    Pues bien, amigos , el factor humano !!
    Ese que hace que siempre demos bienvenida al engaño mientras apoye nuestros prejuicios, ese que hace que prefiramos tener razon, a ser felices.

  • #002
    Xaquín - 19 noviembre 2017 - 18:46

    Siempre con las puertas al campo y decidir el poder quienes pueden decir contrariedades.

    Bajo el franquismo había gente «normal» (no franquista) que no veía con buenos ojos la proliferación de panfletos. Y es cierto que un panfleto podía tener alguna que otra mentira… pero quien puede defender que desaparezcan los panfletos y defender la libertad de expresión? Amordazar la red es como amordazar la vietnamitas que permitían decir contrariedades!!

    Hay una cosa que se llama educación, que permite leer panfletos (reales o virtuales) con capacidad de discernimiento… y, mira tu que casualidad, es el poder establecido quien más trabas pone a una educación en libertad.

  • #003
    JJ - 19 noviembre 2017 - 19:09

    Supongo que no será tan complicado resolver el problema de fondo. Basta con detectar la noticia en el momento en que amenaza con la viralización y en ese momento incluir una advertencia acerca de la fuente dudosa (algoritmo y control humano). Y parece que ya se está en el camino:

    Facebook y Google implantarán un indicador de veracidad para noticias

    Sobre las multas, no me parece mala idea, siempre y cuando no sean leoninas. Creo que ayudará a que los responsables de las redes sociales, se hagan, valga la redundancia, responsables del problema y no tiren balones fuera.

  • #004
    Gorki - 19 noviembre 2017 - 19:33

    La libertad de opinión consiste incluso en la libertad para decir mentiras, porque nadie tiene la vara de medir le grado de verdad de un contenido. y si alguien se arroga el derecho de decir esto lo dejo publicar y esto no, terminará necesariamente cometiendo excesos en la aplicación de ese derecho.

    Sigo opinando que en redes sociales te llegan noticias y comentarios a través de personas que personalmente has elegido. Desconozco como consiguen los rusos hacerme llegar sus comentario a favor de los separatistas, porque yo sigo a personas normales y corrientes que me consta que no son empleados del Kremlin.

    Eviende temente entre ellas hay nacionalistas de ambos extremos y una e hacen llegar cometarios favorables a los separatistas y otros contrarios a ellos. Evidentemente estas personas pueden ser correa de transmisión de noticias falsas, (de uno y otro lado) , pero es como por ahí dicen, porque repiten lo que quieren oír. Como yo los conozco y se de que pie cojean, se que la información en algunos temas viene sesgada y no me importa, porque se perfectamente lo que puede ser noticia de lo que puede ser exageración.

    No deseo que me impongan un «control de la verdad» del tipo que sea, pues este también solo dejara repetir lo que a quien lo ejerza le parezca correcto, pero en ese caso, solo me llegaran noticias sesgadas de un solo lado y perderé la posibilidad de comparar.

    Sinceramente nos guste o no, y pese a los problemas evidentes que produzca la libertad, debemos enterrar los tiempos en el que alguien tenia que poner el sello de «nihil obstat» a los contenidos para que estos pudieran divulgarse.

  • #005
    Matt - 19 noviembre 2017 - 20:13

    El problema esta en saber qué es fake news y cuál es ese periodismo considerado fiable porque a mí me parece que lo que pasa es que a los medios de comunicación tradicionales (y a quienes les controlan) les molesta que ya no sean ellos los únicos que manipulan.

    El asunto catalan lo ejemplifica a la perfección. Ahí arriba comentan lo consabido de lo que manipulan los independentistas catalanes … pero los medios de comunicación españoles manipulan sobre el tema exactamente igual y son tan parciales como los catalanes, lo que pasa es que esta manipulación a la mayoría sí les gusta porque les dicen justo lo que quieren oír y no se considera fake news ni adoctrinación, esa palabra tan repetida últimamente.

    Parece que lo que se considera fake news es lo que se difunde en las redes por hackers rusos malotes que al parecer vuelven a ser culpables de todo lo que pasa en el mundo, pero ¿no son fake news el telediario de antena 3 poniendo a una periodista valencianoparlante a hacer como que es una transeunte que no entiende las señales en valenciano para cargar contra el gobierno local, las televisiones publicas que parecen organos de propaganda del partido que las controla o Inda paseándose por las televisiones mintiendo?

    • marcelo - 20 noviembre 2017 - 12:22

      eres tú que tienes la mirada sucia, los medios de comunicación españoles son un prodigio de neutralidad y ecuanimidad en el tema catalán. Los españoles han de estar orgullosos de contar con medios como EL País, ABC, antena 3, La Sexta…

  • #007
    Antonio Gregorio Montes - 20 noviembre 2017 - 07:44

    ‘No es un problema irresoluble’… a priori no podemos decir que lo sea, ni que no lo sea.
    ‘Pero sin duda, no va a ser nada fácil dar con él.’ Se supone, con la solución, no con el problema.

  • #008
    Subsonica - 23 noviembre 2017 - 13:22

    Sobre Facebook (=Whatsapp) y su (nula) preocupación por la intimidad de sus usuarios, dicho por un ex-directivo de esa empresa: lo único que le preocupa a Facebook es no tener mala prensa, no el (mal) uso que pueda llegar a hacerse de los datos de los usuarios:

    https://www.fastcompany.com/40498504/ex-facebook-manager-the-company-cares-about-stopping-negative-stories-not-how-its-data-is-used

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