Tecnología, desastres naturales y recuperación de infraestructuras

The power grid of Puerto Rico before and immediately Hurricane Maria (NOAA)

El reciente paso del huracán María por Puerto Rico ha dejado, en un territorio ya golpeado por una durísima crisis económica y de deuda originada en una desastrosa gestión de su política fiscal, un paisaje desolado lleno de barro, destrozos e infraestructuras logísticas y de energía casi completamente destruidas, afectadas previamente por el paso tangencial de los vientos de Irma en este hiperactivo e huracanado 2017. El resultado son casi tres millones y medio de personas afectadas por dificultades de abastecimiento de comida y agua, falta de agua, combustible y refugio.

Se calcula que más del 80% del tendido eléctrico del país ha sido destruido por el huracán. Solo el 10% del país tiene electricidad, y las perspectivas para restablecer el suministro podrían apuntar a varios meses. Los esfuerzos de reconstrucción, además, se encuentran con un importante problema económico: el país, constituido como estado asociado a los Estados Unidos, no puede técnicamente entrar en bancarrota y llevar a cabo una quita de su enorme deuda, lo que dificulta obtener la liquidez y los recursos necesarios para el alivio del desastre. La recuperación de Puerto Rico depende prácticamente de las donaciones, el voluntariado y la ayuda incondicional.

¿Qué papel tiene la tecnología en este tipo de situaciones? Nada más golpear el huracán, un grupo de voluntarios en Nueva York, la ciudad que concentra la mayoría de la inmigración portorriqueña, comenzó un mapathon para determinar los niveles de afectación de las distintas partes del país, un esfuerzo fundamental para poder hacer seguimiento de la situación. También de manera prácticamente inmediata, Tesla comenzó a enviar al país cientos de unidades de sus baterías Powerwall para intentar paliar el desabastecimiento de electricidad, y Google solicitó los permisos correspondientes a la Federal Communications Commission (FCC) para desplegar su Project Loon, un total de treinta globos capaces de restablecer de manera rápida una parte de la infraestructura de telecomunicaciones. En un tweet, Elon Musk comentó, en contestación a una pregunta, que los sistemas de la compañía ya habían sido ya utilizados para construir sistemas de abastecimiento solar en varias islas pequeñas, no tenían límite de escalabilidad, y podía, por tanto, ser potencialmente utilizados en el caso de Puerto Rico si sus mandatarios así lo decidían. La respuesta del gobernador del país, Ricardo Rosselló, también a través de Twitter, fue prácticamente inmediata, ofreciendo el país como experimento bandera para mostrar al mundo las capacidades y la escalabilidad de los productos de la compañía.

¿Puede Tesla reconstruir la infraestructura eléctrica de Puerto Rico con base principal en la energía solar? Todo apunta a que el proyecto es viable, aunque enormemente ambicioso y, sin duda, caro. Puerto Rico es un país de 3.4 millones de habitantes, con una capacidad de generación de energía eléctrica que en el año 2014 alcanzó los 20,000 millones de kWh que provienen en un 47% del petróleo, 34% de gas natural, 17% de carbón y tan solo 2% de renovables, fundamentalmente de dos parques eólicos. En comparación con las instalaciones de Tesla en islas como Kauai, o incluso con el megaproyecto del sur de Australia, el mayor del mundo hasta el momento, la reconstrucción de la infraestructura de Puerto Rico sería un plan prácticamente faraónico. Sin embargo, el impacto potencial que podría llegar a generar, en un país con una elevadísima deuda externa, sin recursos energéticos naturales pero con un abundantísimo sol, podría ser gigantesco.

La tecnología, por tanto ofrece ayuda a dos niveles: por un lado, puede posibilitar un restablecimiento más rápido de servicios fundamentales, como las telecomunicaciones o la energía, gracias al envío de equipos basados en desarrollos modernos destinados a cubrir esas necesidades. Pero lógicamente, nadie en Puerto Rico espera que el futuro de sus telecomunicaciones quede encomendado a una serie de globos que sobrevuelan el país, o que el suministro eléctrico dependa de unas cuántas baterías destinadas a instalaciones estratégicas como hospitales, aeropuertos o centros de control. En ese segundo nivel, obviamente mucho más ambicioso y también mucho más caro, la tecnología ofrece todo el potencial del llamado leapfrogging: ¿qué pasaría si, ante el impacto de una catástrofe natural, aprovechásemos para reconstruir las infraestructuras destruidas en función no de la tecnología que había disponible cuando se tendieron, sino de la actual? ¿Podríamos plantearnos, dimensionando las inversiones adecuadas y comparándolas con el coste de reconstruir las preexistentes, que un país como Puerto Rico pasase de abastecerse en un 2% con energías renovables, a hacerlo en porcentajes muy superiores, e incluso que eso contribuyese a estabilizar su desequilibrada balanza de pagos?

Obviamente, no es sencillo. La capacidad de Tesla para invertir en un proyecto bandera a nivel mundial es relativa: marcarse la chulería de decir en el caso del sur de Australia que «si el sistema no está instalado en cien días desde el momento de la firma, será gratis» tiene un efecto propagandístico ya de por sí muy elevado, pero hablamos de un sistema que, a pesar de ser la mayor batería de iones de litio del mundo, genera 129 mWh, aún varios órdenes de magnitud por debajo de las necesidades de un país como Puerto Rico. Obviamente, no es algo que ninguna compañía pueda plantearse construir como donación ni como demostración propagandística, sino un esfuerzo brutal, lejos del alcance de las maltrechas arcas públicas de un país en bancarrota técnica. Si un sistema así llegase a construirse, supondría seguramente uno de los mejores y más grandes esfuerzos acometidos como resultado de una catástrofe natural en la historia. Por mucho que la tecnología haya mejorado su eficiencia y su sostenibilidad, construir la infraestructura eléctrica de un país sigue siendo lo que ha sido siempre: un macroproyecto que solo puede acometerse a lo largo de mucho tiempo y con una combinación cuidada de inversiones públicas y privadas.

A la hora de entender el potencial de la tecnología, casos como el de Puerto Rico pueden ayudarnos a contextualizar, a separar mitos de realidades, y a poner las cosas en su sitio. ¿Nos gustaría que un país, tras un desastre natural, pasase a abastecerse mayoritariamente de energías renovables? La idea suena, sin duda, tentadora. ¿Tendría sentido económico? A largo plazo, y para un país que no genera sus propios recursos energéticos, sin duda que sí. Suena decididamente muy bien. Pero lo que no va a ser, además, es… barato.

 

 

 

This post is also available in English in my Medium page, “When a natural disaster provides an opportunity to take a new approach to infrastructure» 

 

6 comentarios

  • #001
    Xaquín - 8 octubre 2017 - 18:43

    Da gusto leer algo que hace acercarse la tecnología al proceso natural de evolución humana. Una actividad tecnológica que lo refuerza, no que lo coarta.

  • #002
    Pedro - 8 octubre 2017 - 18:55

    Creo que Elon Musk desciende de aragoneses, porque mira que es tozudo…

    A veces me parece un visionario, otras un loco. Aunque dentro de unos años seguramente será alguien que se adelantó a su tiempo y a quien muchos copiarán. Lo raro es que por ahora casi nadie le copia, supongo que por no considerar «maduro» el mercado.

  • #003
    Gorki - 9 octubre 2017 - 00:18

    No se si es un genio, un idiota, o un genio idiota

  • #004
    Nacho Blanco - 9 octubre 2017 - 18:02

    Primero un inciso: Supongo que en Australia te refieres a 129 MWh (129 millones de varios hora) y no a 129 mWh (129 milésimas de vatio hora).

    Por otro lado, creo que el sistema eléctrico de un país no puede basarse en almacenar energía en baterías. Las baterías son elementos fungibles. ¿Qué pasará dentro de 20 años cuando pierdan la mayoría de su capacidad? ¿Quien las va a renovar y a reciclar los residuos? Y, sería viable almacenar energía suficiente para un hospital, un edificio entero o una industria? No tiene mucho sentido. Joe en sus sólo se almacena Energía en baterías para respaldar servicios críticos y luego se usan generadores diesel para emergencias. No lo veo.

  • #005
    Luis Hernández - 10 octubre 2017 - 09:38

    Imagino que recontruir ese 80% del tendido eléctrico y recuperar los medios tradicionales de generación de energía eléctrica también supone un elevadísimo coste.
    Al final se trata de poner frente a frente los costes, pero también las ventajas e inconvenientes de ambos sistemas tratando de tener en cuenta la evolución previsible de las tecnologías.
    Es cierto que las baterías son fungibles, pero su coste y durabilidad mejoran por momentos, mientras que la alternativa de seguir importando combustibles fósiles tiene un futuro bastante más incierto y supone una dependencia probablemente mucho mayor.
    Además, pensando en la posibilidad de que otro huracán futuro pudiera volver a crear una situación similar, probablemente el diseño más descentralizado que la energía solar promueve resistiría mucho mejor.

  • #006
    Yoyano - 16 octubre 2017 - 17:37

    No tengo dudas que las energías renovables van a jugar un papel importantísimo en el futuro.

    La propuesta de Tesla incluye «acumulación de energía». Un elemento que la mayoría de los que impulsan en forma «voluntarista» el desarrollo de las renovables nunca tiene en cuenta, y sin el cual, las energías renovables nunca van a superar el 15% de la cesta energética.

    Un costo mucho mayor que el de una infraestructura convencional, es una variable importante por el momento. Seguramente perderá significado en el futuro ante la increíble pendiente hacia abajo de los costos de las nuevas energías.

    También sería importante estimar cual sería el comportamiento de la nueva infraestructura frente a un evento como el que destruyó la que ya existía.

    Las políticas de estímulo para el necesario desarrollo de las energías renovables son muy importantes.

    Tesla es un ejemplo de ello en el desarrollo de los autos eléctricos.

    Pero también es necesario tener en cuenta el efecto negativo, que una oferta voluntarista podría originar.

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