Las industrias y la racionalidad

IMAGE: Sociologas - 123RFEl inicio de la era del smartwatch se suele fijar en el momento en que una minúscula startup, Pebble, consiguió levantar más de diez millones de dólares en preventas y se convirtió de largo en el récord absoluto de Kickstarter, hecho que señaló a otros fabricantes que la categoría podía estar ya en disposición de ser considerada interesante de cara al gran público.

La hazaña de la pequeña compañía, que todavía llegó a ser repetida casi tres años después duplicando su recaudación con un nuevo modelo y de nuevo en Kickstarter antes de constatar su falta de viabilidad económica y terminar siendo adquirida por Fitbit, dio paso inmediatamente a una pléyade de marcas de todo tipo compitiendo por lanzar todo tipo de modelos de smartwatch, hasta que Apple lanzó el suyo, como siempre con la idea de redefinir la categoría, y se convirtió en líder absoluto de la misma.

Resulta indudable que el éxito que supuso el Apple Watch, aún discutido por quienes se quedan únicamente en análisis superficiales, unido al ruido creado por otras muchas marcas en torno a las prestaciones de sus smartwatches, ha revolucionado completamente las preferencias del mercado y modificado enormemente las decisiones que tomamos en torno a lo que nos ponemos en la muñeca. Y consecuentemente, vienen las cifras: las exportaciones de relojes suizos encadenan su tercer año de descensos consecutivo, algo que solo había ocurrido a principios de la década de los ’30, en plena Gran Depresión, y la industria se contrae con ratios a todas luces alarmantes. Simplemente, el concepto de reloj ha cambiado, y ahora, una máquina complejísima, que se preciaba de su propia sofisticación, con una ingeniería que llegó a niveles asombrosos, pero que se limita a dar la hora y algunos pocos datos más ya no compite con la posibilidad de llevar en la muñeca un auténtico ordenador, con toda la versatilidad que le puede llegar a aportar un vastísimo escaparate de apps desarrolladas por competidores de todo tipo.

Cuando empezamos a hablar de smartwatches, muchas personas afirmaban que ese tipo de aparatos jamás podrían plantearse sustituir al reloj de pulsera tal y como lo conocíamos. Que el reloj era un elemento de estilo, que reflejaba otras cosas, que descansaba sobre una tradición de ingeniería avanzada y que representaba una parte importante de países como Suiza que nunca se dejarían arrebatar sin lucha. Ahora, tan solo cinco años después de la salida del primer Pebble y dos años después del inicio de las ventas de Apple Watch, estamos haciendo la crónica de una debacle, de cómo una industria importantísima y consolidada ve caer sus ventas por tercer año consecutivo, y sin demasiadas perspectivas que permitan atisbar ningún rayo de esperanza.

¿Puede hacer algo la industria suiza para enderezar su marcha y evitar convertirse en algo testimonial, en un referente del pasado que, aunque tenga sus adeptos, se verá restringido a un mercado prácticamente residual o simbólico? ¿Deberían las marcas lanzarse a un producto, el smartwatch, en el que carecen de ventaja competitiva alguna y donde se utilizan tecnologías completamente diferentes a las que les permitieron establecerse como generadores de tendencias? Resultaría difícil y arriesgado recomendar una estrategia así, y de hecho, parece muy poco probable salvo por marcas encuadradas dentro de lo que ya significó en su momento una tendencia renovadora, como Swatch, y que han generado un nivel de atención, por el momento, bastante relativo. No cabe duda: los relojeros suizos han perdido completamente el liderazgo del mercado de «cosas que nos ponemos en la muñeca», y las tendencias apuntan a que aquella supuesta ventaja basada en intangibles como el estilo o la tradición tiene más bien poco que decir. Durante muchos años, todavía seguiremos refiriéndonos a algo que funciona muy bien diciendo que lo hace «como un reloj suizo», seguirá posiblemente siendo sinónimo de fiabilidad, de estilo y de prestigio… pero sus ventas seguirán cayendo. Un día, posiblemente, se registrará un pequeño ascenso, como ocurrió en el caso de la música en vinilo, y muchos nostálgicos saldrán diciendo que no pasa nada, que ya viene la recuperación… pero será falso, una simple anécdota, sin más. Las tendencias son las que son, y es cada día más importante saber leerlas y entenderlas.

Las industrias, en general, tienden a la racionalidad. En ocasiones es debido a dinámicas competitivas y al hecho de que sean explotadas de manera desigual por los distintos participantes, en otras ocasiones es debido a la presión de nuevos entrantes, y en otras, simplemente, es porque sus usuarios toman decisiones basadas precisamente en eso, en lo racional, y no tanto en lo romántico o lo intangible. Una gran parte del mercado aún tiene muchísimas dudas sobre la necesidad de llevar un smartwatch en la muñeca, y esas dudas resultan completamente justificadas y justificables. Pero otra parte, y aparentemente cada vez más significativa del mercado, tiene cada vez menos dudas, y una vez que prueba, parece que se encuentra en dinámicas de repetición y de obtención de prestaciones cada vez más decisivas, que inclinan la balanza en favor del ordenador de muñeca. Para algunos son las notificaciones, para otros el control de la actividad física, para otros la moda… cada uno encuentra su propuesta de valor en una categoría que ni siquiera se encuentra aún completamente definida en sus fronteras, pero al final, el resultado es el que es: ventas crecientes de smartwatches, y tres años de caída consecutiva de las exportaciones de la industria relojera suiza. Una crisis sin precedentes.

Todo indica que esperar a que sea el peso de la tradición, el estilo y otros intangibles lo que salve la cuenta de resultados no es un consejo demasiado acertado. De una manera u otra, la racionalidad termina por imponerse. Para muchas otras industrias, y es posible que aún ni ellas mismas sepan siquiera cuáles son, la experiencia de los relojeros suizos debería convertirse en una buena y certera nota mental. Después, cuando llegue la caída de las ventas año tras año, que no digan que no fueron avisados…

 

ACTUALIZACIÓN (17/03/2018): Chuang Peck Ming cita este artículo en el suyo en The Business Times, «Wrist watch«.

 

 

 

This article was also published in English at Forbes, “The Swiss watch industry is being given a painful lesson in rationality»

 

12 comentarios

  • #001
    Gorki - 18 mayo 2017 - 16:13

    Creo que el reloj de pulsera había iniciado su decadencia mucho antes de la aparición del smartswatch. A mi juicio, la omnipresencia del reloj en cualquier aparato de cierta importancia, del automóvil al ordenador, pasando por el teléfono móvil, habia restado importancia a la principal razón de ser de reloj de pulsera, suministrar la hora en cualquier instante en que se necesite.

    Muchos nos hemos acostumbrado a buscar la hora frente a nosotros, en lugar de en el brazo. La buscamos en la pantalla del ordenador, en le tablero del coche, en el teléfono móvil. Yo creo que esa es la autentica razón por la que el reloj ha perdido su importancia en su misión principal, dar la hora.

    Quedaba y queda, para quien así lo requiere, otra segunda función del reloj, ser un distintivo de la personalidad de quien lo lleva, desde la patata de acero/vanadio que ayudaba a crear imagen de deportista y persona activa, al reloj/joya que genera imagen de exclusivo y rico, pasando por el reloj para el elegante, preocupado que la correa combine con la corbata o los calcetines.

    En este aspecto, colabora y a la vez, compite con otros muchos objetos, con los que el ser humano se adorna y proyecta la imagen que desea dar, peinado, ropa. adornos, calzado, … Todos en conjunto imprescindibles para nuestra imagen, pero donde cada uno por separado, son fácilmente prescindibles o sustituibles.

    El smartswatch se ha sumado a ser uno de los múltiples objetos que colaboran a dar esa imagen y en algún caso habrán desplazado al reloj. Indudablemente también miden los pasos y toma la tensión que tenemos, como cualquier podómetro, pero yo creo que son pocos quienes lo llevan SOLO porque necesitan un podómetro, pues para ello también vale el smartphone que ese si es cada día mas imprescindible.

    De hecho el smartswatch es un objeto pasado de moda, que en la mayoría de los casos duerme en el cajón de la mesilla del dormitorio y no por ello ha aumentado quien vuelva a ponerse un reloj de pulsera, hoy tanto uno como otro, son dos chismes que con frecuencia olvidamos, como también le ha pasado a otras cosas, como el bolígrafo o la pluma.

    • Krigan - 18 mayo 2017 - 23:03

      Totalmente de acuerdo. La función primaria de un reloj es dar la hora, y resulta que tenemos relojes por todos lados, incluido el móvil que llevamos siempre encima cuando estamos fuera de casa. Por tanto, ¿para qué un reloj de pulsera? Está de adorno, y nunca mejor dicho.

      Si no quieres ese adorno, como es mi caso y el de mucha otra gente, simplemente no lo llevas, porque ya no cubre ninguna necesidad. ¿Y el smartwatch? Le pasa lo mismo. Salvo que hagas deporte, no te aporta nada que no haga el móvil.

      El smartwatch no está cautivando a las masas, y buena parte de los early adopters que antes llevaban uno ya no lo llevan.

      • Carlos Quintero - 19 mayo 2017 - 00:16

        Hola Krigan,

        Aunque el móvil inteligente nos parezca hoy en día el dispositivo que hace suficientemente bien todas las cosas, en realidad no es el dispositivo definitivo, y tiene algunos inconvenientes:

        – Es voluminoso, no en grosor, pero sí en superficie. Incómodo para muchos bolsillos de pantalón.
        – Hay que sacarlo del bolsillo para ver cualquier cosa, incluso una notificación (o la hora).
        – Es muy frágil, o lo llevas con un protector (que impide apreciar su belleza) o en cualquier caída se rompe. No ayuda que haya que sacarlo del bolsillo o tenerlo por encima de una mesa.
        – No lo puedes llevar encima en todas las circunstancias.
        – Y otros inconvenientes que el reloj inteligente también tiene (duración batería, no se puede manejar bien con guantes en invierno, ni con mucho sol) y otros en los que el reloj inteligente no ofrece nada pero en los que el móvil no es perfecto (leer libros, ver películas) y la tableta es mejor.

        La principal razón por la que nos resultan atractivos los móviles inteligentes es por el tamaño de su pantalla, que permite una interfaz visual y táctil muy potente.

        Los relojes inteligentes están aún en su más tierna infancia, pero algún día destacarán por la interfaz de voz. Muchas de las interacciones que ahora realizamos con una pantalla táctil (y que antes hacíamos exclusivamente con teclados y ratones), se podrían realizar mucho mejor con un asistente por voz que entendiera perfectamente lo que le estamos pidiendo. Por ahí van los dispositivos de salón, marcando el camino.

        Pero además el reloj inteligente tiene una pantalla para vez información adicional, pantalla irá creciendo algo a lo ancho. Ahora los relojes inteligentes tienen que parecerse a los relojes clásicos en tamaño y estilo, para que tengan aceptación y no sean demasiado «rompedores», pero en el futuro la palabra «watch» sobrará en el nombre y en el concepto, serán dispositivos que se llevan en la muñeca. Obviamente todavía no estamos ahí, queda bastante, pero si miras cómo eran los primeros móviles y sus prestaciones y cómo son hoy…

        • Krigan - 19 mayo 2017 - 15:12

          Como sabes, la tendencia en móviles antes del iPhone era a que estos fueran cada vez más pequeños, mientras que desde el primer iPhone hasta ahora la tendencia ha sido hacia pantallas cada vez más grandes, hasta superar incluso las 6 pulgadas. No estoy diciendo que vayan a seguir creciendo, posiblemente la cosa ya se haya estabilizado en torno a las 5-6 pulgadas, solo digo lo que ha sucedido hasta ahora.

          Por tanto, una pantalla «grande» tiene sus ventajas. Asimismo, yo nunca he usado protector, y nunca se me ha roto ningún móvil. Al igual que el resto de la gente, llevo el móvil siempre encima cuando estoy fuera de casa.

          Para la gente que hace deporte (incluyendo el nadar en la playa), que es el único caso que se me ocurre de no llevar el móvil encima, ya dije que el smartwatch sí es útil. Ahora bien, cuando la gente va a hacer deporte se suelen vestir de manera especial, por lo que lo mismo pueden dejar el móvil, y coger el smartwatch, que la mayor parte del tiempo estaría metido en un cajón.

          Mencionas el interfaz de voz. Desde luego, yo me voy a comprar un Echo Dot tan pronto salga en España. Pero el interfaz de voz es para lo que es. No concibo que los aparatos estilo Echo vayan a sustituir al móvil en casa (como sí lo sustituye en gran medida el tablet), ni al tablet o la smartTV.

          Más aún, si de interfaz de voz hablamos, para eso no necesitas smartwatch, basta con un auricular con micro, un colgante sin pantalla, o lo que sea, conectado por Bluetooth al móvil, el cual puedes sacar en cualquier momento que quieras usar su pantalla de 5-6 pulgadas.

          Así es que no lo veo. No por limitación de la tecnología actual, es obvio que la tecnología va a mejorar, sino porque para poder tener un smartwatch con pantalla de 5-6 pulgadas estaríamos llevando un brazalete que ni el Espartaco :-)

          Dado que lo que importa es el tamaño aparente de pantalla, y no el absoluto, veo más probable que acabemos teniendo gafas VR estilo gafas de sol, que te las puedes poner cuando quieras, o incluso llevarlas siempre puestas.

    • Daniel - 25 mayo 2017 - 04:26

      No es el tema la decadencia del reloj de pulsera. Sino el smartwatch frente a la tradición, precisión, estilo, etc que representa el reloj suizo y al cambio en la preferencia de los consumidores sobre uno y otro. Eventualmente al descenso en las ventas de las marcas suizas. Saludos

  • #006
    Xaquín - 18 mayo 2017 - 16:33

    Resulta algo triste pensar en la tecnología que se ve superada, pero como comparar un smartphone con un simple teléfono móvil? Si algo tiene fecha de caducidad, como uso generalizado, es un avance tecnológico.
    Y la tecnología informática ( algo que a veces parece poco racional) puede hacer de las torres eiffeles auténticas piramides faraónicas.

    Y luego estamos los humanos (y sus descendientes)…

  • #007
    Carlos Quintero - 18 mayo 2017 - 19:46

    Hace ya años que se dejaron de regalar relojes de pulsera cuando se abandonaba la empresa tras muchos años de trabajo, y hoy supongo que ya no se regalan ni en la primera comunión (se regalarán móviles cuando nuestras sabias autoridades y expertos dejen de desaconsejarlo).

    Yo me he comprado dos relojes inteligentes en el último año:

    El primero me costó 30 euros y ya sabía que iba a ser una castaña. Se fue a un cajón a los dos días, aunque posteriormente lo he regalado a un compañero (para reciclar…). Sospecho que los que acaban guardando el reloj en un cajón es por lo mismo: un dispositivo muy barato de mala calidad y con una experiencia de uso no muy buena.

    El segundo fue un Apple Watch 2 que me compré sin mucho convencimiento (entre otras cosas tardan semanas en enviarlo) pero desde que lo tengo, si bien no me resulta imprescindible como el iPhone o el iPad, sí me resulta tremendamente adecuado en multitud de posibilidades: registro de distancia/tiempo en mi natación diaria (gracias a lo cual ahora nado más que antes) y caminatas de fines de semana, notificaciones de correos, mensajes de whatsapp, control de la domótica de mi casa, Siri, etc. Su mayor limitación es la duración de la batería (me duraría dos días pero lo recargo cada noche).

    De momento considero que un reloj inteligente bueno es para «geeks», y no es tan barato como para que sea un regalo habitual. Pero hay dos factores que harán que triunfe para las masas:

    – Los precios irán cayendo (no los de Apple, claro), igual que hoy hay móviles de muy buena calidad a precios ajustados.

    – Las prestaciones irán aumentando, sobre todo cuando Siri o similar sean mejores: cuando sea posible contestar mensajes de WhatsApp con la voz de forma fiable, o cuando le puedas pedir a tu asistente que te guíe a un destino sin usar el móvil, acabarán arrasando.

    Ah, y dan la hora, tienen alarmas múltiples y cronómetros. Es inevitable que acaben con los relojes suizos de toda la vida.

  • #008
    Toronjil - 18 mayo 2017 - 21:47

    Echo de menos un reloj tipo Casio digital con pantallita táctil, cuya batería dure 10 años, como muchos de la marca mencionada.

    ¿Cómo podría lograrse esto?:

    Solo se necesita un interface táctil y una pantalla de cristal líquido parecida a las actuales, pero en la que sea muy fácil hacer todos los ajustes.

    No necesitaría ningún botón físico. Bastaría con la pantallita táctil, que permitiría ajustar el reloj o el cronómetro de una manera EXTREMADAMENTE fácil. Hago hincapié en lo de extremadamente fácil, porque los relojes digitales clásicos son bastante incómodos de aprender para las nuevas generaciones, acostumbradas a hacer todos los ajustes con el dedito.

    Un «doble tap» haría que se iluminase el LED en condiciones de baja luminosidad.

    Cero botones: Ninguno, zilch, null.

    Esto se podría vender por el precio típico de un Casio Digital económico, unos 20 euros.

    Además, al no tener botones físicos, sería muy fácil hacerlo sumergible.

  • #009
    JJ - 18 mayo 2017 - 23:47

    Creo que lo que cansa de los smartwatch es tener que cargarlos tan seguido porque no estamos acostumbrados. Ya hay que hacerlo con smartphones, tablets, laptops y llega a hacerse pesado.

  • #010
    Guillem Comí - 19 mayo 2017 - 09:28

    https://wwwhatsnew.com/2016/09/07/muere-la-linea-de-relojes-apple-watch-de-lujo/

    Creo que los relojes en general, caerá su uso progresivamente. Sea un smartwatch o no. Para mi es un objeto totalmente prescindible. El smartwatch es una adaptación cutre del reloj.

    Es decir, modernizar un concepto tan arcaico carece de sentido. Es como un chicle que no se puede estirar más. El siguiente paso es un cambio total de concepto/uso. Lo más probable estilo proyección a lo Minority Report (no hace falta que la proyección salga de la muñeca).

    Relojes/Smartwatchs = dead

    • Carlos Quintero - 19 mayo 2017 - 13:37

      Pensar en el smartwatch como un reloj que da la hora y hace más cosas es como pensar en un smartphone que permite llamadas y hace más cosas.

      Para mí es un concepto que está por redefinirse, que seguramente ha salido antes de tiempo, sin una propuesta clara, pero con muchísimo potencial. Lo veo como un dispositivo que puedas llevar cómodamente en la muñeca, siempre contigo, y que permita hacer todo lo que hace un móvil que no necesite una pantalla grande. Por supuesto, independiente del móvil, no como el modelo de Apple. Llevar un dispositivo en la muñeca ya se ha demostrado durante décadas que hasta se lleva sin necesidad, no es molestia. No es lo mismo que unas gafas, que muchos en cuanto hemos podido nos hemos operado para no tener que soportarlas.

      Pero por alguna razón, los fabricantes no han sido valientes (ni siquiera Apple): algunos fabricantes le siguen dando un aspecto de reloj (ej: Samsung Gear S3) apostando por un público que aprecia los relojes clásicos y seguramente comprometiendo la experiencia de uso con una pantalla circular. Apple ha apostado por un modelo cuadrado más feo, pero que sigue teniendo fuertes raíces en los relojes de pulsera (la rosquita, por ejemplo).

      Cuando dejen de imitar a los relojes mecánicos, sean independientes del móvil, los hagan más finos y con la pantalla un poco más ancha (ahora parece ridículo, pero los móviles antes no tenían pantallas de más de 4″), funcione la interfaz de voz (que puede usar o no auriculares inalámbricos), etc. seguramente la percepción cambie.

  • #012
    acerswap - 19 mayo 2017 - 12:25

    Te has centrado demasiado en Apple. No hace mucho lei que cada vez se daba menos importancia a Android Wear y que muchos fabricantes estaban dejando de sacar nuevos modelos. Mientras que el Apple Watch goza de buena salud (por la fidelidad de los usuarios de la marca, principalmente) la competencia ha disminuido su interés.

    ¿Por qué?, podríamos preguntarnos. ¿Quizás porque, como la mayoria de los productos de Apple, sus propietarios lo siguen considerando un articulo de lujo? No se ha convertido en una necesidad y asociar su exito a un asistente de voz es olvidar que los asistentes tambien funcionan con los auriculares y manos libres.

    Es tecnologia demasiado inmadura, lanzada antes de tiempo y sin pensar. Yo veo que ocurrirá como con otras tecnologias, que aparecen y desaparecen, a veces una vez (como Google glasses), a veces periodicamente (como el video en 3D).

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