Cartas al CEO: Machine Learning

Letters to the CEO - Enrique DansDesde Thinkers50 me pidieron una contribución para un libro en el que están trabajando, titulado «Dear CEO«, que será publicado en torno al verano y en el que van a colaborar también con sus cartas autores como Tom PetersAlex Osterwalder, Roger Martin, Whitney JohnsonHenry Mintzberg, Erica Dhawan, Richard D’Aveni, Costas Markides, Dave UlrichMarshall Goldsmith o Don Tapscott, entre otros. 

Mi carta ha sido una de las escogidas para ser publicadas en abierto como «aperitivo» del libro, y ayer fue publicada en la página de Kromann Reumert, una compañía de asesoría legal y empresarial danesa que colabora con Thinkers50, bajo el título «Changing the way we understand technology« así que me ha parecido que podría ser interesante compartir aquí una versión en castellano. Mi carta es un intento de explicar a un hipotético CEO la importancia de entender el cambio de papel de la tecnología, cómo ha ido pasando de ser una simple herramienta de automatización, a ir tomando progresivamente un papel completamente diferente, el de una herramienta con una capacidad de análisis de datos brutal y que es capaz de aprender de esos datos mediante diversos métodos para llegar a procesos de deep learning o reinforcement learning que van a cambiar el mundo tal y como lo conocemos.

Que una máquina sea capaz de ganar a los mejores jugadores humanos de ajedrez, de Jeopardy, de Go o de poker no es como tal importante en sí mismo por el hecho, sino por lo que demuestra: respectivamente, que una máquina posee una fuerza bruta computacional capaz de superar a cualquier cerebro humano, que además es capaz de entender y procesar el lenguaje natural mejor que muchos humanos, que puede incluso idear e inventarse estrategias nuevas originales compitiendo contra sí misma de una manera que ningún humano había sido capaz de hacer, y finalmente, que es capaz de estudiar entornos con información incierta o desconocida y tomar mejores decisiones que cualquier humano entrenado para ello. La carta, en realidad, es un intento de poner en perspectiva algo que muchos aún no alcanzan a comprender y que no son capaces por tanto de entender en su verdadera dimensión, pero que va a representar el cambio más importante que hemos vivido en la historia de la humanidad.

Agradezco enormemente a mis amigos de BigML, compañía de la que soy asesor estratégico, la oportunidad que desde ya hace algún tiempo me proporcionan para aprender y entender las tecnologías implicadas en el machine learning. Sin esa obligación fundamental que me plantean de mantenerme actualizado para poder estar a la altura, habría sido infinitamente más difícil llegar a entender su verdadero alcance y dimensión.

A continuación, el texto en castellano de mi carta (versión original en inglés aquí):

 

Querido jefe: 

En muy pocos años, la idea que tenemos de los ordenadores y de la computación en general ha cambiado de manera drástica, aunque la percepción que tiene toda una generación de directivos no lo ha hecho. Cambiar esa percepción y ser capaz de reinterpretar lo que la tecnología puede hacer por nuestro negocio es una necesidad cada día más acuciante. 

Durante muchos años, entendimos los ordenadores como una forma de automatización. Cualquier tarea que tuviese componentes repetitivos, intensivos o tediosos podía ser susceptible de ser automatizada mediante un ordenador con el programa adecuado. La llegada de los ordenadores a los entornos corporativos se produjo así, escogiendo aquellas áreas caracterizadas por rutinas tediosas, como el cálculo y el pago de nóminas, la contabilidad, etc., o aquellas en las que existía un requisito legal de preservación de la información. 

La idea que teníamos de un ordenador era la de una máquina que podía hacer lo mismo que hacía una persona, pero más rápido, más barato y con menos errores. Esa idea de computación como automatización ha sido una constante en el planteamiento de las inversiones en tecnología desde el inicio de la historia de la informática corporativa. 

Desde hace algún tiempo, este planteamiento ha cambiado radicalmente. Cuando vemos en las noticias que un ordenador ha sido capaz de vencer al ajedrez nada menos que al campeón mundial Garry Kasparov, que ha derrotado por amplio margen al Jeopardy a los mejores jugadores de la historia del programa, o que ha pulverizado en el juego del Go a los jugadores más reconocidos del mundo, ya no hablamos de la misma computación que conocíamos hasta ahora: para llevar a cabo esas proezas no basta con tener más potencia de calculo o con hacer las mismas operaciones que un hombre pero a más velocidad. No es únicamente cuestión de fuerza bruta: es otra manera de plantear las cosas. 

La nueva frontera se llama machine learning, y va a provocar un cambio tan brutal en el entorno que llegará hasta el punto de minimizar lo que fue en su momento el impacto de internet. Un auténtico cambio dimensional que definirá qué compañías prevalecen y cuales, sencillamente, desaparecen. Va a cambiar lo que entendemos por trabajo, y alterar la sociedad en su conjunto. Y todo ello, en un plazo de unos cinco años. En este momento, la esencia de la verdadera ventaja competitiva consiste en ser capaces de dotarse de los datos suficientes como para alimentar algoritmos de machine learning que sean mejores, más eficientes y más competitivos que los de nuestros competidores. No hay más. 

Cuando un ordenador vence a Lee Sedol o a Fan Hui, los dos mejores jugadores de Go del mundo, no se limita a calcular muy rápido. Para lograrlo, Google no solo tuvo que hacerse con los registros de todas las partidas de Go jugadas en la historia de las que existían datos y comprobar que su máquina, AlphaGo, era infinitamente mejor aprovechando la experiencia, sino que además, tuvo que aplicar y combinar técnicas de deep learning y reinforcement learning: poner a la máquina a competir contra sí misma, a inventarse movimientos que no habían sido puestos en práctica antes por ningún jugador humano, y a derivar nuevas jugadas a partir de esos movimientos originales, jugadas que posteriormente eran realimentadas en el sistema. Algunos de los movimientos jugados por AlphaGo han sido definidos no solo como intrínsecamente “bellos”, sino que, además, definían jugadas que tendrían únicamente una entre diez mil posibilidades de ser llevados a cabo por un jugador humano, movimientos que ningún humano podría comprender – y mucho menos anticipar. Es lo mismo que ocurre cuando cada vehículo autónomo que circula un metro por cualquier carretera contribuye automáticamente con su experiencia al aprendizaje de todos los vehículos autónomos que circulan en el mundo propiedad de una compañía determinada. La forma en que se definen y parametrizan las ventajas competitivas cambia radicalmente. 

Subirnos a esta ola es absolutamente crucial, un auténtico ser o no ser. Y la mentalidad no es necesariamente ganar, sino mejorar los niveles de cooperación entre humanos y máquinas, utilizar esa combinación para intentar resolver algunas de las cuestiones y problemas más difíciles del mundo. Pronto tendremos inteligencias autónomas que tomarán decisiones empresariales estudiando todo lo que sucede en el entorno de manera mucho más completa, exhaustiva y rigurosa que como puede hacerlo un equipo de personas, otros que fijarán los tipos de interés del Banco Central Europeo, que determinarán la presión impositiva o el importe de las pensiones. Estamos ante el cambio más radical que hemos vivido en la historia de la humanidad. 

Entenderlo lo antes posible y prepararse para ello con la altura de miras adecuada es absolutamente crucial para nuestra compañía. Y sin duda, la decisión más importante de toda tu vida como directivo. 

Agradeciendo tu atención, atentamente, 

Enrique Dans

This post is also available in English in my Medium page, “Letters to the CEO: machine learning»

11 comentarios

  • #001
    Nostram - 8 abril 2017 - 12:08

    He visto tu carta al CEO.

    He caído en la cuenta, en el análisis que estás haciendo y en el que se hace de modo general sobre el poder y potencia de las máquinas.

    Que en todo momento se mencionan, las fortalezas, ventajas y competitivad con que dotarán as las grandes corporaciones, pero… dónde dejamos a los verdademente importantes, los humanos.

    Da la impresión que son monstruos al servicio de monstruos, te imaginas una guerra entre Pepsi y Coca-cola o entre Apple y Samsung o entre Google y Tesla. Cada uno dotado de una mega inteligencia luchando por los intereses de su respectiva corporación.

    Creo que la carta debiera recordar, que la finalidad última de cualquier actividad, es mejorar el bienestar de todos, no de unos cuantos a costa de arrasar los recursos, la sociedad y las personas.

    • Garepubaro - 8 abril 2017 - 13:54

      «Guerra entre Pepsi y Coca-cola» … has intentado meter tu refresco mas rico y mas barato en el mercado ?, CADA DIA LO INTENTARON MIL HASTA QUE VIERON QUE HABIA TRAMPA, era trola todo, no pudiste ellos tienen toda la distribucion publicidad y demas ya establecida … y que opinan, QUE TE DICEN? «viva el mercado libre»… puof no quedan ingenuos ni nada …

  • #003
    César Meza M - 8 abril 2017 - 14:24

    Muy buena la carta, debería llevar al CEO a un paso más profundo de
    Investigación, para ver cómo incorporar este concepto de Machine Learning en procesos no solo vinculados a mejoras productivas, sino también a actividades que nos pueden hacer más humanos y por ende más responsables.
    Desde ya la Inteligencia Artificial Cognitiva con máquinas como Watson de IBM no solo permiten salvar más vidas, sino dar un mejor servicio al cliente, e increíblemente hacernos ver «más humanos».
    Es que en efecto como indica NOSTRAM, puede uno pensar que el machine learning nos aleja de los intereses más nobles o más justos para todos los humanos; sin embargo, creo que será lo contrario. Este desarrollo del machine learning puede configurar un escenario donde la justicia o la solidaridad puedan llegar a incluso automatizarse. Algo que estará casi casi vinculado con ser más socialmente responsables gracias a una máquina, y no solo a decisiones humanas tomadas en comités o directorios.
    Espero que los CEOs entiendan que esta revolución será un paso a una mejor evolución, y como todo en la vida, bien utilizada, nos hará mejores personas y mejores empresarios.

    • Cristina - 8 abril 2017 - 17:47

      ¿Puedes profundizar?

    • Pedro - 8 abril 2017 - 23:43

      Pues, ahora que lo dices, podría ser muy bueno que todo el personal de los juzgados fuera sustituido por una máquina: las máquinas no se olvidarían de ningún proceso o notificación, no interpretarían las leyes en función de su conciencia, no inventarían leyes o artículos inexistentes, y no dictarían sentencias en función de su propio pensamiento sobre el asunto a juzgar. ¡Ah! Y no durarían años los procesos.

      Casi nada…

  • #006
    Gorki - 9 abril 2017 - 01:32

    Es muy difícil predecir el futuro. Basta con observar imágenes retrofuturistas para darse cuenta que nuestra capacidad de predecir lo que va a pasar es casi nula. Que haya maquinas que actúen de jueces en el futuro y que ademas sean sabias, justas y eficientes, es puro retofuturismo, podemos acertar, que duda cabe, pero las pruebas demuestran que nuestras posibilidades de dar en la diana son muy escasas.

    Por eso yo me sujeto al presente, a lo que realmente existe hoy. Y hoy existen máquinas que en entornos cerrados, con leyes fijas y determinadas, se muestran imbatibles, al ajedrez, al go, al bridge, al poker, etc. etc. y en efecto, no solo por su capacidad de cálculo, que ya es mucho, sino por poder adquirir «experiencia» jugando consigo misma, En unos meses pueden adquirir en un laboratorio la experiencia que adquiría un jugador humano en varios siglos, por tanto, son siempre son mas expertas que cualquier humano.

    Pero para eso hace falta un entorno cerrado, regido por leyes concretas e impatibles, un tramposo que jugando al Go, cambie de lugar las fichas en tablero o ponga dos fichas en vez de una, por evidente que sean sus trampas, no sera nunca ganado por la máquina, porque la máquina no es capaz de concebir que se salten burdamente las reglas del juego y responder s de forma similar.

    Sin embargo, el mundo real dista bastante de las normas que se aplican en el Monopoly, no tiene un conjunto de reglas claras y obligatorias, razón por la cual las máquinas fallan y no son tan eficientes como en el Go. Existen miles de programas para jugar a la Bolsa, pero ninguno ha demostrado de forma absoluta que sea eficaz, porque constantemente hay gente que se salta las normas, algo que la máquina no concibe, No concibe que haya quien tenga información privilegiada, ni que pueda leer el BOE dos días antes de que salga de la imprenta, ni que alguien falsee los resultados económicos de un banco, que se esté artificialmente haciendo subir o bajar una acción o que cinco grandes compañías hayan acordado un dumping entre ellas.

    ¿Cómo reaccionará un coche autónomo ante actitudes tramposas de la gente?. Por ejemplo ante un cartón colgado de una caña a 40 cm. de tu sensor de obstáculos.

    Me hizo gracia la trampa para coches autónomos que ha diseñado un artista, no es algo real sino solo una broma conceptual. http://www.neoteo.com/trampa-de-baja-tecnologia-para-hackear-coches-autonomos/

    Pero broma que alguien puede llevar a la practica en una autopista y con solo pintar dos rayas paralelas en el suelo en diagonal a la marcha, cortar el paso a cualquier coche autónomo, mientras los no autónomos deducen que es una tontería y pasan sin problema.

    Me gustaría saber que información pasará es coche autónomo bloqueado a todos los demás y que aprenderán los coches de ello. Quiza que esa autopìsta es impracticable y mande a todos los demás que van en la misma dirección por caminos de cabras para «resolver el problema».

    No puedo saber que pasará en el futuro, pero hoy, si Coca Cola utiliza la opinión de un ordenador para encontrar la forma de combatir a Pepsi Cola, dudo que alcance buenos resultados, pues bastará que Pepsi Cola le coja las vueltas al programa y le consiga que mande cosas absurdas, hasta arruinar a su competidora. Si dos rayas en el suelo pueden parar un coche, ¿Qué podría volver loco el Ordenador de
    Estrategias de Coca Cola, ¿algún truco de realidad virtual? ¿Una información errónea?

    Sólo es cosa de ponerse a pensar la forma de saltar las reglas que regulan su funcionamiento de esa IA

    • Asier - 9 abril 2017 - 15:56

      Gorki, me hacen gracia algunas de tus «preocupaciones». Es tan sencillo como que intentar engañar al coche autónomo será un delito porque pone en peligro la seguridad de todos. Se pueden plantear mil maneras de boicotear los coches actuales (¿y si alguien echa aceite en la carretera? ¿y si alguien le quita las pastillas de freno al coche? ¿y si alguien desinfla una de las ruedas? etc.) y no por ello hemos dejado de conducir ni tomamos precauciones especiales para evitar esas situaciones, sencillamente porque al responsable se le caería el pelo.

  • #008
    Krigan - 9 abril 2017 - 11:17

    Cabe preguntarse si veremos la eliminación de los mandos intermedios en las organizaciones. Lo cual nos lleva a la siguiente pregunta: ¿supondrá eso que las grandes organizaciones (no solo administraciones públicas, sino también grandes empresas) estén menos burocratizadas?

  • #009
    Ctpan​ Ros - 9 abril 2017 - 16:59

    Creo que le ha faltado considerar ese pedazo de carne que se ubica entre el teclado y la silla.

  • #010
    José Enrique - 10 abril 2017 - 00:14

    Estuve buscando por la red a ver si encontraba una «Carta al CEO: lo que va a ser internet» fechada a principios de los 90’s.

    Entre que entonces apenas había nada de eso y que Google no empezó a construir su base de datos hasta 10 años después, parece que no encuentro nada salvo un pequeño artículo firmado por un tal Bill Gates que acababa de lanzar su Windows 95.

    En el se menciona una de las frases más bonitas que recuerdo: «En Internet, el contenido es el Rey»

    También se aventuraba la muerte de las ediciones impresas o una profunda transformación de la TV.

    Verás… ya se hablaba del «Comercio Electrónico» en los años 60’s… para decir que no tendría futuro porque a las mujeres (síp… eran otros tiempos) les gustaba «salir de compras».

    Para tu desgracia (o la de todos) creo que esto de la Revolución 4.0 llegará a donde estos CEO estén dispuestos a pagar. ¿Puede que algún espabilado construya un Q-Bit en el garaje de su casa? A diferencia del PC, hace falta un motor inversor detrás muy importante… mucho músculo financiero.

    Gates ponía otra perla en su ensayo: «Nadie será lo suficientemente pequeño para no poder participar»… pero se refería a ese internet en el que el contenido sería el rey.

    Bien, ¿qué pasa? que ahora el «rey» no es el contenido sino el posicionamiento… y eso se produce, precisamente, porque «nadie es demasiado pequeño para no participar». La cantidad no sólo sustituye a la calidad… sino que la elimina de la ecuación. Y sí… también es esto el motor de la «profunda transformación de la TV» y de la práctica desaparición de los medios impresos.

    Acierto… pero a su manera.

    ¿Podemos traducir esto a la 4.0? ¿Puede ser que estemos en lo cierto pero fallemos en las consecuencias?

    La prospectiva es una ciencia (social) que se ocupa de inventar posibles futuros a partir del conocimiento del presente; que serían los «posibles pasados» de cada uno de esos futuros.

    Funciona hasta cierto punto… siempre que se puedan encadenar causas y consecuencias en condicionantes «posibles» que, a su vez, alteran las causas y las consecuencias. Podemos predecir lo que sería lógico que pasase a partir de aquí; pero no las consecuencias de lo que pasaría.

    Quizás alguna máquina sea capaz de construir un futuro posible y darnos datos con un plazo de antelación muy corto… algo como la meteorología.

    Pero de ahí a dentro de 5 años… hace 5 años muchos decían una cosa y el resto la contraria. Hoy sólo algunos tenían razón. Eso no tiene mérito ninguno. Es tozudez… no más ;)

  • #011
    DaF - 10 abril 2017 - 10:50

    Por dios, las tres leyes de Asimov ya!!! o el menor de nuestros problemas será el cambio climático.

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