El fin de los despachos

IMAGE: gmast3r - 123RFCristina Castro, de El Independiente, me llamó para hablar sobre oficinas abiertas y filosofías de trabajo, y hoy me cita en su artículo titulado «El fin de los despachos» (pdf).

La idea de las oficinas abiertas parece ir imponiéndose de una manera cada vez más clara en cada vez más empresas, pero no está exenta de críticas. Desde mi punto de vista, estas críticas tienen por lo general que ver con un cambio mal entendido: si piensas en una oficina abierta como en un cambio de diseño o en un trabajo de arquitectura, tienes un problema, porque la cosa no va por ahí. Por mucho que el cambio en el diseño o la arquitectura de la oficina sea lo más inmediatamente observable o lo más tangible, el verdadero cambio es el de filosofía de trabajo, y mientras no hayas entendido eso, tu plan no funcionará.

A muchos trabajadores, la idea de dejar de tener despachos para pasar a trabajar en un espacio abierto les supone una pérdida: pasar de tener un espacio con intimidad en el que podían cerrar la puerta y que consideraban suyo, a ver cómo ese espacio pasa a ser tan solo una mesa y a la vista de todo el mundo. Lo ven como una pérdida de espacio, de intimidad, de concentración y hasta de rango: todo connotaciones negativas. Y la cosa funciona así hasta que no consigues transmitir que con la oficina abierta, llega también un cambio en la concepción del trabajo: no se trata de quitarte cosas, sino de ofrecerte la libertad de trabajar desde donde quieras. Si necesitas concentración, trabaja en tu casa o en donde sea que te concentres mejor. No hace falta que vayas a tu oficina, porque tu oficina se ha convertido en un sitio en el que lo que debe primar es el intercambio de información la colaboración y la relación social.

Pasar a considerar el trabajo como algo que puedes realizar desde cualquier sitio, que no te fuerza necesariamente a desplazarte a la oficina y que se apoya en un conjunto de herramientas tecnológicas que te ofrecen mucha más libertad no es algo sencillo. Implica ceder muchos elementos de control, acabar de manera decidida con la cultura del presentismo, con la idea de que «quien más horas pasa aquí, es el que lo hace mejor o el que más trabaja». Esa idea, propia de la post-revolución industrial y de cuando un trabajo se reducía a pasar horas delante de una máquina o en una cadena de montaje, ya no tiene sentido en la mayoría de las empresas o trabajos de hoy.

Si vas a plantearte una oficina abierta, aquí van algunos consejos:

  • No lo hagas parcialmente. O todos, o ninguno. Eso de crear «sistemas de castas» en los que solo a partir de determinado nivel en el organigrama «se alcanza el privilegio de tener despacho» es completamente absurdo. Oficina abierta no es «yo tengo mi despacho y me asomo a mi puerta para ver si todos mis pitufos están trabajando» con la ventaja de que puedo verlos a todos de un solo vistazo. Esa idea pertenece más al panóptico de Bentham, que era un diseño de cárcel, que a un lugar de trabajo moderno y bien planteado. Si cambias a oficina abierta, nadie, ni el jefe más jefe, debe tener despacho. Oficina abierta debe implicar cultura abierta.
  • No te preocupes: que nadie tenga despacho no quiere decir que los de recursos humanos vayan a tener papeles con las nóminas a la vista de todo el mundo, que los de contabilidad tengan que discutir las cuentas con todos mirando, o que las reuniones de evaluación se conviertan en asambleas públicas. Esas ideas son absurdas. Primero, porque la primera consecuencia de una oficina abierta tiene necesariamente que ser que el papel desaparezca. Y segundo, porque una oficina abierta implica generalmente definir zonas de trabajo e infraestructuras compartidas, como salas de reuniones, áreas con más privacidad para una conversación telefónica o con un compañero, o zonas de esparcimiento donde sentarte un rato a tomar un café o a descansar. Lo de los sillones y la Playstation no es un cliché: están en el diseño porque cumplen una función.
  • Un área abierta debe ser eso: abierta. Si cada uno va a tener su mesa asignada, no has cambiado gran cosa. Por costumbre, todos tendemos a sentarnos en el mismo sitio cada día. Intenta cambiar esa costumbre, porque si no lo haces, no habrás conseguido nada. La idea es que quien llegue se siente en donde quiera, no en «su» sitio. No debe haber asignación fija de sitios, nadie debe dejar nada en su mesa, y como mucho, podrá haber unas taquillas para que alguien pueda dejar algo de un día para otro, pero si todo va bien, se utilizarán poco. Para una reunión o conversación que requiera privacidad, habrá espacios específicos. Y para otras cuestiones, como la pantalla del ordenador, hay filtros y buenas costumbres, como la de dejarla bloqueada cuando te levantas a por café.
  • Por supuesto, oficina abierta implica ordenadores portátiles. Si te parece necesario o interesante, pon monitores en las mesas y algún tipo de dock en el que enchufar el portátil para que sea cómodo utilizarlos, además de cargadores tanto para el portátil como para los smartphones, pero eso es todo. Oficina abierta implica que todos los elementos que el trabajador necesita vienen con él y se van con él, y se pueden desplegar en una mesa, en su casa o en un donde le dé buenamente la gana.
  • Olvidar el papel no implica emprender una cruzada ni hacer piras purificadoras, sino que se deje de utilizar simplemente porque es incómodo. Si no puedes dejarlo en tu mesa y lo tienes que recoger cuando terminas cada día, el resultado es que terminas no utilizando papel, simplemente porque te resulta molesto, y pasas a documentos en la nube, que es donde lógicamente deben estar. No es prohibir, no es perseguir… es explicar por qué es mejor y por qué es más cómodo trabajar así.
  • Genera consensos. La transición a oficina abierta debe explicarse necesariamente muy bien, implicar a todos y que todos la entiendan como lo que es: no un «cambio de mobiliario», sino algo mucho más de fondo.
  • Si vas a plantearte una oficina abierta para ahorrar en costes, seguramente no te saldrá bien. Es posible que ahorres, pero la finalidad no debe ser esa. Si lo haces con esa idea en la cabeza, escatimarás en áreas comunes, en infraestructuras de uso compartido y en cuestiones en las que, por lo general, no debes escatimar. Una oficina abierta debe plantearse como un lugar agradable que debe «invitar» a trabajar en ella, debe ser un sitio que ofrezca algo al trabajador, y eso implica no ahorrar demasiado en determinados elementos.
  • Lucha contra la apropiación de espacios. Si alguien pretende, por la fuerza de la costumbre, apropiarse una zona determinada o una sala de reuniones, déjale claro que eso va contra la cultura corporativa y que no se va a permitir. La apropiación de espacios es un reflejo relativamente normal al principio, pero que resulta fundamental impedir, sea quien sea el que lo haga.
  • Hay que ceder control. Las oficinas abiertas no son compatibles con una cultura del control. Si pretendes controlar el número de horas que la gente pasa en la oficina, en un modelo de oficina abierta te frustrarás. Y por supuesto, olvídate de la idea de «fichar» al entrar y al salir. Podrás saber si una persona está o no en la oficina porque hay elementos que lo permiten, pero no debes hacerlo con propósito de control. Búscate otras maneras de evaluar el trabajo de las personas que no tengan que ver con el número de horas que pasan en la oficina.
  • Dimensiona las cosas con mucho, muchísimo cuidado. Si generas carestías, tendrás problemas. Si dejas a personas sin sitio donde trabajar porque has puesto menos sitios de los que debías, o conviertes el tener una reunión en un problema porque no hay salas disponibles, estarás generando tensiones. Para el diseño de oficinas abiertas hay profesionales específicos que estudian los flujos de trabajo, las personas, sus hábitos y sus necesidades durante un cierto tiempo, y tras ese trabajo, emiten unas recomendaciones que abarcan desde el dimensionamiento, hasta los elementos de diseño del mobiliario o las plazas de parking. Si no has pasado por ese ejercicio o no te parece importante, ten mucho cuidado: tu diseño de oficina abierta podría estar mal planteado, y eso podría implicar que no llegase a funcionar adecuadamente.
  • Cuando alguien no esté, tu arquitectura tecnológica tiene que ser suficientemente buena como para poder contactarlo e integrarlo en una reunión sin que ello resulte incómodo u ortopédico. Si no tienes esa arquitectura tecnológica, no empieces tu plan de oficina abierta hasta que la tengas. Aunque la tecnología no sea lo más evidente a la vista, las oficinas abiertas se apoyan necesariamente en una arquitectura tecnológica adecuada.
  • Esto no es «una moda»: es un cambio radical en la concepción del trabajo. Si no lo entiendes así, seguramente va a ser mejor que ni te lo plantees.

 

 

 

This post is also available in English in my Medium page, “The end of the office (as we know it)»

 

23 comentarios

  • #001
    Xavier - 26 febrero 2017 - 10:15

    Me gusta el artículo, aunque hay dos puntos en los que no estoy de acuerdo o al menos me generan dudas. Primero el control del personal es obligado por ley, nos guste o no un trabajador tiene un contrato marcado por horas de dedicación y la empresa tiene que poder justificar que ha realizado esas horas y no más, siendo sancionable no realizar ese control. El otro punto que me genera dudas es que la dinámica de grupo puede modificarse cambiando a una persona de lugar poniéndola junto a alguien que le haga ser más productivo y no sentándose junto a alguien que le cae bien o le soluciona problemas, cómo evitas caer en situaciones de este tipo?

    • Enrique Dans - 26 febrero 2017 - 10:51

      Que la ley vaya por detrás no quiere decir que las empresas tengan necesariamente que ir por detrás también. De lo contrario, la ley acabaría condenando a las empresas a no ser competitivas. En cuanto a los sitios, la empresa no «cambia a nadie de sitio» ni «lo sienta» en ningún sitio… cada uno se sienta donde quiere, cada día. Libertad total. Si dos personas trabajan bien juntos, se buscarán la forma de sentarse cerca, y si no te gusta sentarte junto a alguien, simplemente intentarás evitarlo.

  • #003
    Alqvimista - 26 febrero 2017 - 11:21

    Pues permítame que aluda a lo más básico: la ergonomía.
    ¿Como se soluciona el hecho de que los trabajadores midan entre 1,50 y 1,90 m con lo que ello implica? Es decir, recolocar cada mañana la silla a la altura adecuada, incluso, cuando es posible, ajustar la altura de la mesa. Ajustar el monitor a la altura y ángulo adecuado, etc. Y no, no me digas que la solución es trabajar con portátiles porque los más grandes son de 17″…
    Uno de mis clientes tiene cientos de puestos de trabajo. Los hay con un monitor de 19″ hasta los de dos monitores de 22”, uno de ellos girado en vertical. A varios de ellos les hemos puesto un monitor de 32” por problemas visuales. Etc, etc.
    Por no hablar de la variedad de sillas. La última vez que fui a comprar una silla de oficina apenas un 10% de ellas eran de mi talla.
    Así que tengo curiosidad cómo se soluciona ese problema tan básico.
    Y ya no me meto con gustos y manías de cada uno: a mí me gusta estar bajo la salida del aire acondicionado, a mí no, al me gusta ver por la ventana, a mí no me gusta estar junto a la ventana, …

  • #004
    Gorki - 26 febrero 2017 - 12:39

    Como todas las generalizaciones, el concepto «oficina abierta», si bien es útil en muchos casos, es imposible en otros muchos.

    Cualquiera que venda al publico , tiene que tener un lugar fijo donde encontrarse con el cliente. Por lo tanto ni los farmacéuticos, ni los que venden repuestos para automóvil, pueden trabajar donde quieran, sino junto a donde está la mercancía que venden, igual que estos casos podemos poner, a muchos empleados de banca, abogados y multitud de funcionarios y en general todo aquel que vive cara al publico. Evidentemente un médico puede pasar consulta en cualquier sitio, pero no estoy seguro que a sus pacientes les agradara, que pasara consulta en el bar de la esquina.

    Claro está, que sin tiene contacto con el publico tiene que trabajar en determinado sitio, como todas las empresas viven de vender algo a alguien, no todos sus empleados pueden trabajar donde quieran, sino que unos están amarrados a un establecimiento comercial y otros si podrán trabajar donde quieran, Ello hace imposible uno de tus principios « No lo hagas parcialmente. O todos, o ninguno. porque será rarísima la empresa que todos puedan trabajar donde les parezca bien.

    Por otra parte, el trabajo de oficina, que en principio es el mas fácil de «deslocalizar», suele estar lastrado por algo, que si no es secreto, si es la confidencial. Casi todo lo que se realiza en una oficina es confidencial, unas cosas más, como las nóminas o la lista de clientes, y otras menos, como los planes de expansión, o ñas medidas contra la competencia, pero siempre he trabajado rodeado de pequeños secretos de un tipo u otro.

    Evidentemente es mas sencillo defender la confidencialidad en locales cerrados, que subiendo todo a la nube y que cualquiera pueda acceder a ello, por muchos controles y password que pongas.

    Por último , parece maravilloso trabajar en casa, pero hay un problema, la inmensa mayoría de los españoles viven en viviendas no muy extensas, en las que no hay una habitación adecuada para trabajar, ni suficientemente aislada para separarla de otros quehaceres de la familia, desde cocinar la comida , pasar el aspirador, o poner la lavadora. No es fácil trabajar con comodidad sentado en el sofá del salón, con el ordenador sore una mesita baja que hay delante, mientras otra parte de la familia ve en la television Pocoyo, pasa el aspirador por debajo de los muebles, o ventila las a habitaciones, La conciliación de trabajo y hogar está muy bien, cuando lo escribes en un papel, pero cuando la tratas de llevar a la práctica, descubres que no es tan sencillo.

    • Ernesto Cárdenas - 26 febrero 2017 - 14:31

      Efectivamente, si bien es bueno que se pierda la cultura de la oficina propia y del aislamiento, cosas como las que mencionas respecto a la confidencialidad tienen sentido especialmente en departamentos como RRHH y Contabilidad/Finanzas a cuyos miembros bien se les puede colocar en un área compartida dedicada a ese tema.

  • #006
    alguien - 26 febrero 2017 - 13:11

    La verdad, la oficina abierta es un despropósito colosal.
    No sé si para algún tipo de trabajo puede servir, pero para la mayoría está claro que no.
    Me parece, Enrique, que tu trabajo no puedes hacerlo en una oficina abierta, necesitas un aula cerrada.
    Saludos.

  • #007
    acerswap - 26 febrero 2017 - 14:08

    Cuando he visto aplicar el concepto de oficina abierta me ha parecido un error.

    La gente necesita concentrarse y con movimiento alrededor es mas dificil. Movimiento, ruido… todo va en contra. Si colocas tu mesa junto a la maquina del cafe o los baños podrás hacerte una idea. Debe haber sitios donde concentrarse.

    Un espacio no asignado equivale a «ubicaciones premium» y «satelites». Lo primero corresponde a «quien llega primero se queda con el sitio con mejor luz o con mas silencio», lo segundo a que «si es posible sentarse cerca del experto en tu campo que te puede ayudar seguro que hay rivalidad para hacerlo». Una disposicion asignada de manera fija e inicialmente aleatoria elimina esos problemas. Además, permite hacer ese espacio «mas agradable». ¿Acaso no suele poner la gente algun adorno en su mesa, o la foto de los hijos o cosas asi?

    Tambien equivale a reducir en un 99% las preguntas de «¿sabéis donde está no-se-quien?».

    Un ordenador portatil y un dock solo es util si todos son iguales. Aun asi habra pantallas que se vean mejor y peor segun el uso que tengan o de distintos tamaños. Quizas al principio funcione, pero al empezar a sustituir los materiales de trabajo se va al garete.

    Oficina sin papeles basada en ordenador = incomoda. Un documento adicional en la pantalla no de deja ver aquel en el que estas trabajando. Si tienes que revisar varios documentos a la vez, apaga y vamonos. No se puede prescindir por completo del papel. O eso, o se tiene un segundo o tercer ordenador/tablet para las notas. A proposito, tendran que cargar con el cada dia.

    Llevar un portatil a todas partes es incomodo. Ahora se están desarrollando sistemas de PC-in-a-stick que tienen un sistema completo en un pendrive o similar y que se puede conectar a un terminal «tonto». Aun asi esto es experimental. Lo mas simple ahora mismo podría ser virtualizar el espacio de trabajo y que todo quede en una nube interna. Si la nube se cae, se cae la oficina.

  • #008
    Ernesto Cárdenas - 26 febrero 2017 - 14:35

    Los espacios «diafanos»… cuanto daño se hacen en su nombre, siempre cuento que una de mis mejores experiencias de trabajo (previas al agilismo) ocurrieron cuando estábamos en una oficina los 8 miembros del equipo, enfocados en una misión, con el compañero al lado para trabajar, generando equipo, pero luego la empresa fue absorbida por otra y se opto por un espacio diafano: resultado, todos mezclados con departamentos no relacionados al objetivo reduciendo la facilidad de la coordinación mutua rápida.

  • #009
    menestro - 26 febrero 2017 - 15:37

    Si te vas a quedar tranquilamente sentado, esperando a que te traigan a tu mesa el trabajo, va a dar los mismo estar en una oficina sin divisiones funcionales, o en el parque echando de comer a las palomas.

    Se supone que la falta de divisiones, implica disminuir las barreras a la hora de colaborar de forma proactiva, evitando las clásicas trincheras en las que se guarecían los empleados más renuentes en las grandes empresas tradicionales.

    Pero sin unas habilidades mínimas de comunicación, de relación interpersonal, o implicación en una labor de equipo, van a ser los mismos empleados los que se mantengan al margen de un proyecto empresarial común.

    La cultura empresarial, es la que determina la funcionalidad o interoperabilidad del espacio de trabajo. No al contrario.

    No se puede convertir a nadie en santo o párroco haciéndole trabajar en una Catedral.

    Con la falta de divisiones se buscaba una implicación en la tarea común de la empresa, no el ir de un lado a otro o de una mesa a otra con más facilidad, revoloteando, sin un cometido propio o involucrarse en los aspectos indirectos de la propia ocupación.

    Pasear de una mesa a otra de un despacho ya se hacia en los años 60 y 70, para aparentar actividad o interés. (funcionarios abstenerse)

    Hay auténticos especialistas en aparentar un actividad desbordante, enterrados en pilas de papel.

    Es un poco como Twittear mucho, para aparentar conocimiento o interés sobre un tema.

    El despacho como estatus, evidentemente ya no tiene ninguna utilidad, ni marca una jerarquía laboral; la división de los espacios de trabajo para aumentar la eficiencia, sí claro, por supuesto.

    Y no, no voy a comentar de lo que se oye sobre la nueva redacción de los periódicos. Tengo que sacarme el carné de patinete, para ofrecer una opinión consecuente.


    The Cathedral and the Bazaar

  • #010
    Mauricio - 26 febrero 2017 - 18:28

    Sobre el tema que plantea Enrique, recomiendo la lectura de un artículo de BBC Mundo publicado anteayer y que creo que da información complementaria sobre este tipo de entornos de trabajo. Su título es

    3 efectos negativos de trabajar en las oficinas de planta abierta que están tan de moda

  • #011
    Xaquín - 26 febrero 2017 - 19:53

    Nunca me sirvieron para tanto los comentarios a una entrada.

    Enrique plantea la teoría de la oficina abierta y lo asocia a un concepto de «cultura abierta». No tiene mala pinta.

    Los comentarios nos ponen el acento (muy oportunamnete) en la dificultad de adquirir esa cultura, que resultaría de practicar las teorías de oficina abierta.

    Sigo sin confiar en un tipo de ser humano que tanto valora el despacho (o silla, sillón, coche…) en vez de valorar la función profesional que tiene dentro de una empresa (sea multinacional, familiar o incluso ONG). Como pasa en otros aspectos la naturaleza dejó nuestro ADN muy abierto para ir evolucionando más fácilmente, pero el ser humano es algo cazurro en cuestiones de progresar evolutivamente.

  • #012
    Jorge Luis Donayre Ordinola - 26 febrero 2017 - 20:42

    Un poco fuerte la frase que citan de UD. en el artículo del Independiente. Se puede decir la misma idea con más elegancia.

    • Enrique Dans - 27 febrero 2017 - 06:16

      Jorge Luis, no sé de qué país eres… pero mira más allá de sus fronteras, por favor. Esa palabra es perfectamente normal y en absoluto maleducada en España, donde se puede utilizar sin escandalizar absolutamente a nadie: la utilizan hasta los niños con absoluta normalidad. El español es un idioma muy rico, y que una palabra no os suene bien en un país o países no implica que sea poco elegante en otros. En esta ocasión estaba hablando para un diario en España, y en España en ningún caso es poco elegante decir esa frase.

      • Mauricio - 27 febrero 2017 - 23:40

        Enrique, en realidad Jorge Luis tiene razón, aunque no quieras dársela. Lo que sucede es que ya te has vuelto también bastante conocido en Latinoamérica y ahí dicha palabra es malsonante, además de que tu frase no aparece en medio de una conversación informal, donde incluso nos sonaría graciosa, sino en un artículo que busca tratar con seriedad el tema de las oficinas de planta abierta.

        En cuanto al hecho de que le estabas hablando a un diario español y no a uno de Colombia, Argentina o México, diría que en esta época en la que muchas noticias circulan masivamente por Facebook se podría decir que ese dato ya no es realmente importante. ¿Verdad? :-) :-)

        • Enrique Dans - 28 febrero 2017 - 07:58

          ¿Qué quiere decir que «tiene razón»? ¿Que como soy conocido en Latinoamérica (llevo dando conferencias allí desde el año 2004), tengo que dejar de decir la palabra «culo»? ¿Quieres que también deje de utilizar el verbo «coger»? Pues mira, lo siento, pero no. Soy suficientemente inteligente como para no usar esas palabras cuando estoy allá y sé que pueden resultar chocantes o molestas, aunque también sé que si se me escapan en algún momento, mis interlocutores las disculparán y no las considerarán malsonantes o maleducadas porque saben que soy español y que son palabras de uso completamente normal allí, que no implican mala educación de ningún tipo.

          No, Mauricio, «tener razón» no es dejar de usar determinadas palabras. Tener razón es asumir que dado que el español es enormemente rico y diverso, podemos utilizarlo de muchas maneras diferentes sin que ello suponga un problema, simplemente aplicando un mínimo de tolerancia y de saber entender que no todo gira en torno a nuestras costumbres…

          • Mauricio - 1 marzo 2017 - 02:04

            No me refería a la lengua oral sino a la escrita y especialmente cuando puede potencialmente ser utilizada en algún contexto académico internacional no literario, como pasa a veces con las declaraciones periodísticas de conocidos catedráticos.

            En cuanto al «mínimo de tolerancia y de saber entender que no todo gira en torno a nuestras costumbres» lo puedes ver reflejado en todos mis comentarios, donde siempre trato de escribir no en ecuatoriano sino en estándar, para una mejor comunicación con todas las personas que participan en este blog.

  • #017
    Pepusculo - 26 febrero 2017 - 21:15

    Una oficina abierta en España es un unicornio.

    Una oficina diáfana es un infierno.

  • #018
    Dirk - 26 febrero 2017 - 23:32

    Trabajo en un multinacional en La Capital. Me parece que este artículo se aplicará fuera de España. Nosotros estamos todos en espacios abiertos. Lo han hecho para reducir espacio de Oficina y con eso el coste. Tenemos que estar 40 horas semanales allí y NO hay trabajar en casa. El ruido es tanto entre la gente que la única manera de concentrarte y trabajar es ponerte cascos con la música a tope. No gracias, se debe encarcelar el que inventó espacios abiertos. Por el ruido salgo cada día súper stresado de La Oficina.

    • Alguien - 3 marzo 2017 - 10:38

      Exacto, para trabajos como el de programación, por ejemplo, es un disparate la oficina abierta: los de ventas hablando con los clientes, los de atención cliente lo mismo, los que tienen reunión allá en aquella esquina, algunos jefes hablando entre ellos en un lado, en el otro hay una gente que no sé quiénes son, creo que un posible nuevo cliente al que enseñan la oficina, nosotros los programadores estamos por enmedio, aguantando las conversaciones de todo el mundo, los teléfonos, los móviles, la cafetera y el microondas sonando, la música que han puesto de fondo… es que no tienes intimidad ni para estornudar y limpiarte la nariz.

      Estoy convencido que todo esa historia de la oficina abierta es solo un invento para disminuir costes , pero podían poner aunque sea unos biombos para separar.

  • #020
    Jeroen Sangers - 27 febrero 2017 - 10:31

    Creo que en este artículo se están mezclando dos conceptos que no tienen nada que ver.

    Por un lado, está el tema de la oficina abierta como espacio físico de trabajo y por otro lado hay el tema cultural dónde cada trabajador es libre de decidir dónde, cuando y cómo quiere trabajar.

    El único beneficio de una oficina abierto es la reducción de costos en inmobiliario, pero a un precio muy alto. En general, en una oficina abierta hay más interrupciones, más distracciones y menos comunicación profundo. Está demostrado que los oficinas abiertas disminuyen la productividad significativamente. Recomiendo leer el libro “The Open Office is Naked” de Theo Compernolle para un análisis exhaustiva de los problemas de los oficinas abiertas.

    En cuanto al tema cultural, es el único modelo que funciona de verdad. Si todos los trabajadores tienen la libertad de elegir como trabajan (y eso debería incluir la posibilidad de trabajar en un despacho cerrado) estarán más motivados y, por tanto, más productivos.

  • #021
    Konamiman - 27 febrero 2017 - 13:44

    Mi opinión como empleado remoto (programador) de una empresa estadounidense:

    100% de acuerdo con la idea de desterrar el presencialismo, al menos para un trabajo con el mío. Y si una empresa decide adoptar una filosofía de trabajo remoto, debe hacerlo por completo: aún los trabajadores que permanezcan en las instalaciones empresariales deben usar herramientas de comunicación online para que todo el equipo esté enterado de todo lo que pasa. Eso mi empresa lo tiene clarísimo.

    Lo que no veo tan claro es la conveniencia de matar sí o sí los despachos privados, eso ya depende del tipo de trabajo y de las preferencias de cada equipo. En mi empresa, por ejemplo, el equipo de ventas trabaja en un espacio abierto porque así lo prefieren; pero los programadores tenemos (o tienen, los que van a trabajar a una de las sedes de la empresa) despachos privados para facilitar la concentración.

    Yo personalmente trabajo en un espacio de coworking (no muy grande, somos pocos) porque mi casa es muy pequeña y mis niños muy ruidosos, pero es mi elección y hay gente que trabaja en casa, en una cafetería o en sitios aún más raros.

    Vamos, que no es todo blanco o negro.

  • #022
    David Fernández Belando - 28 febrero 2017 - 20:22

    Me parece muy interesante el concepto en todo su conjunto, tanto el físico como el ideológico que ello implica.
    Por lo visto en los comentarios hay diversas opiniones, la mayoría sobre el aspecto físico del concepto, pocas sobre el ideológico.
    Me recuerda mucho cuando se prohibió el tabaco en lugares de trabajo y de ocio…
    Lo nuevo provoca miedo y eso provoca rechazo.

  • #023
    Aida Fernandez - 2 marzo 2017 - 13:19

    En mi empresa, welcome pack, se trabaja con oficinas abiertas. Es una empresa pequeña, que se dedica a la creación de [url=https://welcomepackempresas.es/]regalos para empresas[/url], y no nos molestamos unos a los otros.

    Si bien es cierto, cuando yo empecé a trabajar aquí me quedé un poco asombrada con este concepto, pero a nosotros personalmente nos facilita mucho el trabajo. Cuando tenemos que hacer una consulta con el otro es muy rápido, y no pierdes tiempo yendo y viniendo.

    Puede que en otras empresas esto no funcione, pero aquí se trabaja de maravilla.

    Por supuesto, no nos olvidamos de la privacidad, y para las ocasiones que se necesitan tenemos una sala de reuniones. Si necesitas trabajar más concentrado, o atender una serie de llamas esa sala es perfecta.

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