Rediseñando el futuro de las ciudades

IMAGE: Buchachon Petthanya- 123RF

El pasado jueves estuve en el Ayuntamiento de Madrid, invitado por la propia institución y por AEDIVE, participando en un panel sobre el futuro de las ciudades al hilo de desarrollos tecnológicos como los vehículos eléctricos y de conducción autónoma, en el día en el que Uber presentaba a nivel mundial su servicio UberOne en la ciudad de Madrid, una opción de movilidad exclusivamente eléctrica, con varias decenas de Tesla Model S que circularán por la capital para pasajeros y compañías que, a cambio de un coste algo superior, prefieran optar por la movilidad limpia.

El hecho de que el evento tuviese lugar en la misma semana en la que Google anunciaba su spinoff Waymo, tras seis años y más de tres millones de kilómetros desde su primer anuncio,  me sirvió para comenzar mi intervención con una pregunta clara: por qué la tecnología avanza exponencialmente, pero las decisiones que afectan a la contaminación, a nuestra salud, a los atascos o a la calidad de vida en las ciudades avanzan a un paso tan desesperantemente lento. 

La constelación de circunstancias resulta evidente: Mary Barra, CEO de GM, ha anunciado que en menos de 5 años, su compañía será completamente distinta y se habrá replanteado en torno al vehículo autónomo. Ford anuncia pruebas con vehículos autónomos en Europa en este 2017 que comienza, NuTonomy se lanza en Boston, Chris Urmson (ex-director de la iniciativa original de Google) lanza otra compañía para el mismo tema, Uber lanza su servicio con vehículos autónomos Volvo XC90 en San Francisco tras iniciar sus desarrollos con Carnegie Mellon en Feb. 2015… todo indica que los vehículos autónomos serán una realidad muy pronto, que la tecnología avanza a velocidades nunca vistas, y que sus efectos sobre la movilidad en las ciudades van a empezar a dejarse notar en los próximos pocos años. 

Cuando hablamos de fenómenos de adopción y de plazos como los que estamos ya manejando, el cambio en los hábitos de uso de los ciudadanos resulta absolutamente fundamental. Madrid es la cuarta ciudad más contaminada de Europa, y su situación actual es la que todos los que vivimos en ella conocemos bien: la calidad del aire depende casi únicamente de las circunstancias meteorológicas. En cuanto los caprichos de la temperie nos privan de vientos o lluvias durante un cierto tiempo no demasiado prolongado, las lecturas en los medidores se disparan y las medidas restrictivas del tráfico se convierten en imprescindibles. Al actual consistorio madrileño hay que agradecerle la valentía necesaria para no hacer como los anteriores, que simplemente ignoraban esas lecturas – o incluso reposicionaban los monitores en otras zonas – y permitían que la calidad del aire alcanzase niveles preocupantes.

Los problemas de Madrid no son nuevos: la ciudad ya presentaba índices de contaminación preocupantes en la década de los ’70, pero la política, simplemente, no estuvo a la altura para impedir que la situación siguiese empeorando. Las restricciones, indudablemente, generan numerosas incomodidades, pero resultan absolutamente necesarias no solo para paliar el deterioro de la calidad del aire, sino también para incidir en la progresiva mentalización y toma de conciencia de los ciudadanos. Las actuales medidas restrictivas en la primera semana del corte al tráfico de la Gran Vía, la calle Mayor y la calle Atocha no puede tener un balance más positivo: la contaminación por dióxido de nitrógeno en esas zonas se ha reducido en un 32%. Para una vez que la política está a la altura de las circunstancias, plantearse críticas está completamente fuera de lugar. De hecho, las medidas no deberían limitarse a esas zonas y al periodo navideño, sino convertirse en permanentes e incrementarse sumando más calles y zonas de la ciudad.

El modelo de ciudad que hemos conocido durante décadas ha alcanzado su techo de sostenibilidad. En el momento en que algunos medios informan erróneamente sobre la conferencia de Ciudad de México en la que supuestamente la propia capital mexicana, París y Madrid se comprometían a prohibir los vehículos diesel a partir del año 2025 – el ayuntamiento madrileño desmintió posteriormente el compromiso – debemos plantearnos que, en realidad, los vehículos diesel deberían haber sido prohibidos hace ya bastantes años, y que la única razón para no hacerlo ya son cuestiones derivadas de la impopularidad de la medida o de la preocupación por los trabajadores de las compañías que los fabrican, como el coordinador general de la alcaldía, Luis Cueto, comentó durante el coloquio.

Actualmente, el vehículo eléctrico, según investigaciones del MIT, es suficiente para cubrir el 87% de nuestras necesidades, en 2025 lo será para el 99%, y ese dato no tiene nada que ver con la instalación de redes de cargadores: simplemente, se debe a la mejora progresiva de las baterías y la eficiencia. El Tesla Model S P100D con batería de 100 kWh tiene ya una autonomía de 613 kilómetros, suficiente como para plantearme un viaje de Madrid a La Coruña sin detenerme. 

Claramente, la clave está en el aprovechamiento eficiente. El uso particular del automóvil que que llevamos a cabo actualmente es profundamente absurdo: el 97% del tiempo el vehículo está parado, y el 3% restante suele circular con una sola persona en su interior – 1.2 personas, según las estadísticas en Madrid. Poseer un vehículo que se deprecia más de un tercio nada más adquirirlo, para tener que pagar impuestos, seguros o aparcamientos por él, y abastecerlo de combustible para, en muchos casos, moverlo inútilmente mientras buscamos aparcamiento resulta una opción que, a pesar de que muchos ciudadanos reclamen como parte de su supuesta libertad individual, tiene un coste a nivel de sociedad que lo convierte en completamente absurdo. El modelo de sociedad basado en el sueño de Henry Ford de un automóvil por persona es, en pleno siglo XXI, totalmente insostenible. En el año 2018, el uso de vehículos autónomos eléctricos para moverse  por una ciudad igualará en coste la opción de poseer un vehículo propio, y supondrá un cambio brutal en los hábitos de los usuarios. Con una infraestructura que combine un adecuado transporte público de alta capacidad y una oferta de vehículos compartidos de diversos tamaños (taxis y minibuses compartidos, optimizados mediante apps), se puede ofrecer el mismo número de desplazamientos actual con tan solo el 3% de los vehículos, según datos del International Transport Forum. Y además, la capilaridad y el alcance dentro del conjunto de las ciudades se distribuye de una manera mucho más democrática y con menos zonas excluidas. 

El aparcamiento es otra cuestión que necesita una urgente reconsideración. Eliminar el aparcamiento en la calle libera el 20% del espacio entre aceras para otros usos (bicicletas, reparto, recogida y llegada de pasajeros, etc.), y el espacio urbano es un bien preciado. Destinar las aceras a aparcar vehículos resulta cada día más absurdo, y debe someterse a restricciones cada vez más rigurosas con el fin de desincentivarlo. No podemos permitirnos que todos los residentes en una ciudad utilicen un espacio que es de todos para aparcar sus vehículos. Eliminar el tránsito derivado de la búsqueda de aparcamiento, además, evita el 23% de kilómetros recorridos en 24 horas, el 37% en hora punta. Pero mejor aún, elimina el 34% de las emisiones resultantes. Del mismo modo, planteamientos como el del taxi actual, que una gran parte del tiempo circula por las calles a la espera de que un usuario levante la mano, resulta igualmente insostenible: por mucho que nos guste levantar la mano y que se detenga un taxi, debemos ser conscientes de que todos esos kilómetros recorridos en vacío por los carriles más próximos a la acera y a velocidades reducidas, esas infraestructuras dedicadas en forma de paradas y carriles específicos, y esas maniobras potencialmente peligrosas cada vez que un cliente levanta la mano son un sistema claramente del siglo pasado, que el uso de la tecnología ha conseguido superar. En la ciudad del futuro, cuando decidamos que nuestro tipo de desplazamiento precisa de un vehículo con las características de un taxi, lo pediremos no bajando a la calle y levantando la mano, sino utilizando una app, el que acuda será eléctrico y autónomo y, si lo deseamos, se compartirá con otros usuarios mediante rutas adecuadamente optimizadas, replanteando completamente el tiempo de desplazamiento, convirtiéndolo en tiempo útil para otros usos.

Son muy pocas las ciudades que están anticipando la disrupción del transporte, y esa anticipación resulta completamente fundamental para capitalizar las ventajas que puede traer consigo. De una ciudad esperamos que sea accesible, segura, ecológica, asequible, equitativa e inclusiva, pero el desarrollo tecnológico no es suficiente para garantizarlo. La tecnología es simplemente eso, tecnología. Es neutral, y lo que hagamos con ella depende del uso al que la destinemos. El desarrollo de la tecnología del vehículo eléctrico y autónomo puede llevarnos al cielo o al infierno. El cielo, la ciudad ideal que muchos nos imaginamos, es una en la que el vehículo eléctrico y autónomo es destinado de manera mayoritaria a flotas, a usos compartidos racionales, con la capacidad optimizada y una gestión de red eficiente, unido a una multimodalidad derivada del uso de bicicletas, motos eléctricas o, simplemente, a caminar. Pero existe un infierno, si el vehículo eléctrico y autónomo se hace cada vez más asequible y se plantea como adquisición por particulares, que consecuentemente comienzan a adquirir más vehículos, a incrementar más aún la ocupación de la vía pública enviando al vehículo vacío a hacer recados o a dar vueltas mientras se hace algo, o a utilizar menos el transporte público.

El estudio que junto con Gildo Seisdedos presenté en IE Business School el pasado febrero, Upgrading Urban Mobility, hacía hincapié en la importancia de tres variables: ACCESIBILIDAD (sistemas de pooling de demanda), ENERGÍA (progresivamente más ecológica) e INTEGRACIÓN (intermodalidad o multimodalidad mediante apps como Citymapper o Moovel que permiten planificar adecuadamente desplazamientos a través de diferentes medios).

Lo que resulta absolutamente fundamental e imprescindible es someter los recursos liberados progresivamente por el uso de la tecnología, el espacio en las vías, etc. a la adecuada gestión por los ayuntamientos, con el fin de capturar sus beneficios de la manera adecuada, sometida a una planificación que incida en una mejor situación para todos. Y en ese sentido, las restricciones (zonales, de aparcamiento, de emisiones, etc.) deben continuar e incrementarse progresivamente, asociadas a una mayor oferta disponible de otras opciones de movilidad limpia y compartida, para generar un cambio de cultura en los ciudadanos que desincentive el uso irracional del vehículo privado y permita el desarrollo de otras opciones. 

En la ciudad del futuro, no veremos aceras saturadas con hileras de vehículos que se apropian de un espacio público que podría ser destinado a otros usos, y no veremos accesos, calles ni avenidas completamente colapsadas con coches particulares, porque su circulación se habrá desincentivado para terminar prohibiéndose. En su lugar, habrá sistemas de transporte público eficientes, un transporte concebido como servicio en lugar de como producto, una complementariedad con vehículos como bicicletas y motocicletas eléctricas, y redes capilares de servicios de pooling de demanda que acudirán a nuestra demanda cuando lo indiquemos en nuestras apps.

Cada vez más ciudades se plantean un futuro en el que no entran los vehículos particulares. Mientras tanto, mientras no haya una voluntad política decidida y una población adecuadamente concienciada de la necesidad imperiosa de medidas drásticas, seguiremos perdiendo el tiempo en atascos interminables, respirando un aire irrespirable, y viviendo en ciudades con cada vez peor calidad de vida. La posibilidad de cambiar esto depende de todos nosotros y de que entendamos que la tecnología permite que entremos en una época en la que la movilidad y las ciudades se replanteen completa y radicalmente.

 

 

This article is also available in English in my Medium page, “Rethinking and redesigning the cities of the future«

 

29 comentarios

  • #001
    Marta - 17 diciembre 2016 - 18:33

    Creo que el artículo da en el clavo poniendo de relieve que los grandes cambios van al ritmo de la sociología y no sólo de la tecnología. Sin embargo, hay realidades que justifican el uso del vehículo privado más allá de la falta de conciencia. Temas prácticos, como que, a pesar de los atascos, el tiempo de transporte es, de media, en muchos casos menor con el uso del transporte privado que con el público. Hablo de Madrid y sus distancias. También que muchos transportes públicos están saturados. Los coches, aunque estén mucho tiempo en un garaje, un par de veces al año te hacen un gran servicio en los viajes.
    Si en un futuro existen alternativas viables al coche particular, bienvenidas. Si son realmente buenas, convencerán por sí mismas. Pero tienen que serlo: disponibilidad, rapidez, cubrir la demanda, precio asequible para todos. Hasta que no existan verdaderas alternativas al uso del vehículo privado no podemos culpar de la contaminación sólo a la falta de conciencia. Lo dice una persona que durante años usó vehículos de alquiler cuando los necesitó, pero que ahora, con otras circunstancias vitales, por tiempo y precio usa vehículo privado.

    • pelis24 - 19 diciembre 2016 - 06:06

      si totalmente de acuerdo contigo

      Temas prácticos, como que, a pesar de los atascos, el tiempo de transporte es, de media, en muchos casos menor con el uso del transporte privado que con el público. Hablo de Madrid y sus distancias. También que muchos transportes públicos están saturados. Los coches, aunque estén mucho tiempo en un garaje, un par de veces al año te hacen un gran servicio en los viajes.

  • #003
    Raul SB - 17 diciembre 2016 - 18:47

    «Pero existe un infierno, si el vehículo eléctrico y autónomo se hace cada vez más asequible y se plantea como adquisición por particulares, que consecuentemente comienzan a adquirir más vehículos, a incrementar más aún la ocupación de la vía pública enviando al vehículo vacío a hacer recados o a dar vueltas mientras se hace algo, o a utilizar menos el transporte público.»

    Antes el problema eran los coches diésel. Ahora tener vehículo en propiedad aunque este sea eléctrico. Supongo que cuando el uso de drones sea algo relegado solo a las grandes corporaciones tb tendré que vender el mio….

    Yo no soy un genio y para tus estándares soy sin duda un retrógrado que sólo veo problemas. Pero majo últimamente tus ideas van a mejor.

  • #004
    SmartRivas - 17 diciembre 2016 - 19:12

    Hace un tiempo atrás me tome unos minutos para participar en los comentarios de Enrique Dans, y no tuve suerte de pasar la moderación. Así son los Españoles en estos Entornos Web, discriminan a quienes no forman parte de su manada. Hoy vuelvo nuevamente a intentarlo. Espero tener suerte ahora.

    Como estudioso de la dimensión socio tecnológica de las Smart City o también llamadas Ciudades Inteligentes, siempre termino haciéndome la misma pregunta:
    ¿ y donde esta la gente, el Ser Humano en todo esto?…

    Si damos un paseo por el articulo de Enrique, siempre sucede lo mismo, nos quedamos cortos en esta dimensión social dejándonos atrapar solo por las tecnologías duras (de los objetos), y eso tiene que ver con la educación recibida.

    Aunque debo reconocer que el Blog de Enrique tiene millones de seguidores y lectores, mientras que el nuestro no termina por despegar en tráfico web.

    Nuestro blog @SmartRivas de muy pocas visitas, desde hace dos años viene proponiendo un nuevo enfoque para las Smart City o Ciudades Inteligentes. La propuesta/visión es la co-Existencia de subModelos que alimentan al Modelo Macro/mayor de Smart City.

    Por ser un modelo emergente, participativo y eminentemente educativo nuestro proyecto de Desarrollo de Entornos Locales Inteligentes generador de Recurso Humano Capacitado (Capability: Propuesta del Premio Nobel en Ciencias Economía 1998 Amartya Sen ) ha sido poco comprendido en la comunidad internacional si lo medimos por el volumen de visitas/tráfico web.

    Nuestro enfoque es centrarnos en la gente, capacitarlos allá en sus propias comunidades para que co-construyan su propia esperanza de vida (Planificar la Esperanza como dice el Sociólogo Argentino Pichon-Rivière).

    Se trata de la activación de Entornos Locales Inteligentes, pero no solo Inteligentes por las tecnologías duras, no. Es Inteligencia colectiva, Organizacional, aprender a capacitarse para luego empoderarse y finalmente emanciparse, algo así como lo describe brillantemente Michel Serres en su Obra «Pulgarcita». Ese es nuestro objetivo principal, para luego ir midiendo cuali-cuantitativamente el desarrollo de los indicadores de Capital Cultural, Social, Humano tal cual como la experiencia de la Dra. Putnam al evaluar la disparidad en el desempeño entre los gobiernos del Norte y sur de Italia, demostrando allí la importancia de trabajar en la co-Construcción de los capitales: Cultural, Social, Humano, etc…

    Y es que, bien sabemos, que el Modelo de Negocio de Smart City (Negocios), es Vender sus Tecnologías duras (de objetos) a los Ayuntamientos/Alcaldías más que transformar la realidad sustantiva de los Entornos Locales humanos. Seguimos concentrados en el Negocio de Vender Tecnologías y muy poco en la gente y su participación activa, aunque en el discurso siempre se trate de disimular un poco.

    Lo pertinente es centrarnos en «co-Construir» con las comunidades su propio desarrollo Socio tecnológico, no imponerlo a punta de cemento y cabilla como ya sabemos hacerlo (Capital Construido). El Mundo se transforma desde lo Local como lo dice reiteradamente Don Pepe Mujica, expresidente Uruguayo

    «No solo las tecnologías duras /de los objetos hacen de una ciudad inteligente, es su cultura», y esto significa que debemos ocuparnos de co-Construir Capital Cultural (Pierre Bourdieu) que alimente el Alma de las Smart City o Ciudades Inteligentes, y el Alma es la Organización Social, eso es.

    Que hermoso sería que en vez de ver los monitores/pantallas de los Centros de monitores, vigilando las calles y avenidas de las ciudades, más bien ver también como se mueven los Indicadores de crecimiento de mayor Capital Cultural, Capital Social, Capital Humano tanto como el Capital Construido de los Entornos Locales que a su vez sean los pro-pulsores/alimentadores de una Smart City o Ciudad Inteligente.

    Bueno Enrique, acá te dejo esta propuesta para tu análisis, se trata de una propuesta de Investigación Acción participativa y en Partenariado que estamos promoviendo desde Venezuela con apoyo y tutoría Francesa y Española.

    Como verás, en medio de la crisis, este país tiene propuestas para el mundo moderno, como las siguientes:

    Para Smart City: http://www.webrivas.com.ve/2015/10/smart-city-efectiva-e-innovadora-con-responsabilidad-social.html

    Para Equilibrio Económico de la economía Mundial: http://equilibrio-economico.blogspot.com/2015/10/modelo-equilibrio-economico-el-modelo.html

    Esta a tu decisión mostrarlo al mundo.

    y esperamos que estas fiestas pro-navideñas te llenen de mucha fuerza y full energía para encarar los retos del próximo año.

    Saludos,
    Carlos Rivas
    Twitter: @WebRivas
    @SmartRivas

    • Pedro - 17 diciembre 2016 - 23:57

      ¡Vaya tocho que has escrito, chico!

      Si tu anterior intento de comentar fue similar a este, no me extraña que no te lo publicasen: -casi- te limitas a hacer publicidad de tu blog e inicativa -bueno, algún enlace más hay en tu texto- y poco o nada tiene que ver con el artículo de Enrique.

      A lo mejor por textos como este es por lo que tu blog no crece en visitas… ¡Es indigesto para el cerebro!

      • SmartRivas - 18 diciembre 2016 - 03:59

        Hola @PEDRO Estoy de acuerdo contigo. Entonces tu eres de los que viven la vida de las ciudades desde las «Ausencias y las Emergencias» como dice el Dr. BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS. Por cierto, te lo recomiendo leer para que comprendas lo que te digo y amplíes los horizontes de tu alma (y el alma es la mente, tu cerebro pues como dice Eduardo Punset.

        Saludos cordiales y Felices Fiestas Navideñas. Cuando lo desees discutimos el tema a profundidad, con sustento científico., eso si.

        Y no te enojes, así somos los suramericanos de irreverentes, sobre todo después de saber que por más de 300 años años los Españoles nos mantuvieron en el oscurantismo para dominarnos por allá en el siglo 17.

        • Nito Titola - 18 diciembre 2016 - 10:31

          SmartRivas: visto el continente, el contenido, las formas y los conceptos de viertes en tus comentarios puedo hacerme una idea bastante cabal del contenido de tu blog y de las causas de su fracaso divulgativo. Muy probhablemente bastante merecido, añado. Cuídese.

          • SmartRivas - 18 diciembre 2016 - 13:56

            Muchas Gracias, muy amable. Igualmente.

        • Raul SB - 18 diciembre 2016 - 10:46

          «Y no te enojes, así somos los suramericanos de irreverentes, sobre todo después de saber que por más de 300 años años los Españoles nos mantuvieron en el oscurantismo para dominarnos por allá en el siglo 17.»

          Ya nos explicaras que tiene que ver el culo con las pestañas.

          • SmartRivas - 18 diciembre 2016 - 14:04

            Hola Raul SB, No entendí tu mensaje, quizá porque tu código cultural te permite usar palabras que para nosotros los SurAmericanos son ofensivas y vulgares.

            Pero igual aprovechamos para agradecerte el tiempo en responder a nuestra participación en el Foro.

            Enrique Dans es una persona culta, que merece de nuestra parte altura Intelectual, especialmente en este Entorno Web.

            Felices Fiestas en esta navidad y mucha salud y properidad para el año que se avecina RAUL SB.

        • Raul SB - 18 diciembre 2016 - 15:04

          Estimado amigo Smart. No es un código ofensivo, en más, es una expresión que se usa en algunos países sudamericanos. Aquí tenemos más versiones: el tocino con la velocidad, los c*******s con comer trigo, ….

          No dejes que tus complejos no te permitan apreciar los matices del lenguaje. Has sido tu el que ha sacado el tema como recurso para dar vehemencia a tus comentarios.

          Aprovecho para felicitarte por sacar el tiempo y publicar en tu blog. Es meritorio, por mucho que algunos temas los haya comentado ya Enrique en el suyo.

          • SmartRivas - 18 diciembre 2016 - 16:08

            Gracias RAIL SB. Estoy de acuerdo contigo. Este sin duda es un gran aprendizaje. Y eso es lo más importante. Aprender juntos, aprender a traducirnos nuestros códigos culturales.

            Gracias por tus palabras, las recibo como un regalo de esta navidad. Saludos

        • Pedro - 18 diciembre 2016 - 20:16

          No sé nada del tal Boaventura de Sousa Santos y Eduardo Punset no es un referente para mí.

          Lo que no me gusta es que pretendas refrotarnos ese oscurantismo del siglo XVII a los españoles de ahora.

          ¡Estamos en el siglo XXI, caramba! Los españoles actuales no tenemos absolutamente nada que ver con los del siglo XVII. Ni tenemos la culpa de lo que sucediese entonces.

          Remonta hasta otro momento de vuestra historia para buscar la causa de vuestra situación actual, y posibles soluciones. Lo que sucediese hace 4 siglos ya no es causa de lo que sucede ahora. Y si piensas que sí es la causa… tienes un problema grave.

          • SmartRivas - 19 diciembre 2016 - 12:45

            Ok. PEDRO.
            Gracias por tomarte el tiempo de responder. Estoy de acuerdo contigo. Cerrando con ello felizmente esta conversación. Felices fiestas navideñas. Un Abrazo desde el Norte del Sur Americano.

  • #015
    Daniel - 17 diciembre 2016 - 19:49

    Se sabe cuantos Hyundai diesel estan contaminando Madrid de uber o igual esos ni ocupan espacio ni circulan ni son dañinos¿ de eso hay datos? Gracias

  • #016
    Juan Navidad - 17 diciembre 2016 - 20:29

    Yo creo humildemente que uno de los problemas de las formas de solucionar los problemas de las ciudades es que se basan en la falacia de apelación de la autoridad. Me alegro de que al menos cuenten contigo, que eres una persona que tiene cosas que decir, pero en la mayoría de los casos los «expertos» que suelen diseñar el futuro de las ciudades son personas bastante pobres que además de copiar -casi siempre mal- lo que se hace en otros países no aportan mucho más.

    Lo ideal desde el punto de vista de la gestión del talento social y de la innovación sería recoger las mejores ideas de la ciudadanía en este mundo 2.0 en que vivimos -salvo en España- y transformar realmente y de forma innovadora las ciudades.

    Mi modesta aportación sería que podría seguirse la ley de las tres Erres también en el mundo del transporte urbano: Reducir (que la gente viva más cerca de donde trabaje), Reciclar (que los y las ciudadanas compartan grgatuitamente) y Reutilizar, es decir, que las personas que van de un punto A a uno B pueda utilizar su vehículo también para transportar mercancías.

    Por supuesto, nadie va a escuchar a un innovador expatriado en el país con menos sentido común del mundo. pero lo intento, no por quienes ahora lo habitan, sino sobre todo para quienes lean este comentario dentro de muchos años y lo vean razonable…

  • #017
    Carla Mila - 17 diciembre 2016 - 23:04

    Gracias Enrique por aportarnos como es tu costumbre luz sobre los temas que nos preocupan a todos.
    El problema de las grandes ciudades del mundo con el tráfico son las verdaderas chimeneas que están destruyendo el medio ambiente.
    China es el mejor ejemplo, pero desde luego no sólo este país.
    Los vehículos no deberían ser para el ocio, sino entenderlos como necesarios con fines exclusivamente profesional.
    De esta manera, y con la mejora de los transportes públicos, deberíamos educar el concepto de «ciudad» como ya han conseguido alcanzar en capitales de Centro- Europa.
    Educar a los jóvenes a que el coche sólo es una alternativa y no al contrario sería un buen punto de partida para reducir el tráfico y sus consecuencias.
    Pero claro, hay muchos intereses en juego.
    Excelente artículo, como nos tienes acostumbrados.
    Gracias por compartir

  • #018
    Daniel Terán - 18 diciembre 2016 - 00:59

    Los garajes. ¿Qué hacemos con un garaje de 100 mil € del barrio de Salamanca, por ejemplo?

    • Carlos Quintero - 18 diciembre 2016 - 01:50

      Entrando esta noche al garaje de nuestra casa le he comentado a mi mujer qué haremos en unos años con nuestras dos plazas cuando no tengamos coches en propiedad (yo al menos, cuando se rompa mi coche, no creo que me compre otro). Las plazas, aunque se pueden alquilar, no se pueden vender por normativa de la comunidad, forman parte de la vivienda. Pero se irán devaluando si deja de haber necesidad de coches particulares en propiedad.

      Rápidamente me ha dado la solución: convertiremos las plazas de garaje en trasteros.

    • Gorki - 18 diciembre 2016 - 02:11

      ¡Eso!, y ¿quien paga los despidos de los chauffeurs que han estado conduciendo nuestras berlinas?.

  • #021
    Carlos Quintero - 18 diciembre 2016 - 02:10

    Yo creo que la transformación de las ciudades se irá produciendo por diferentes medidas:

    1) Un aumento de la oferta de alternativas. Yo vivo en Alcobendas (norte de Madrid capital), y aquí no llega Car2Go ni ninguna otra oferta similar. Si llegara, me plantearía dejar de usar el coche privado para ir a Madrid, aunque si voy yo solo voy en metro, que no es del todo rápido (hay un transbordo porque Metro Norte y Metro Madrid son redes distintas), pero yo no tuve coche hasta los 31 años y me acostumbré a ir en transporte público y me sigue gustando.

    2) Un aumento de carriles bici con separación física de los coches. La estación de cercanías queda lejos de mi casa como para ir andando, pero si hubiera carriles bici y servicio de bicis como en Madrid Capital me lo plantearía.

    3) Un precio asequible para servicios de taxi / Uber, etc. O bien por una mayor competencia o bien por menores costes de la conducción autónoma cuando llegue. La semana pasada fuimos a un espectáculo en la Gran Vía, que estaba cortada, pero aunque no lo estuviera siempre dejamos el coche en el norte de Madrid y vamos en taxi. El taxi de ida y vuelta al coche nos costó bastante más que las entradas al espectáculo.

    4) Una disminución de carriles para coches (cediéndolos a carriles bici o carriles bus) que haga disuasorio su uso.

    5) Aparcamientos a la entrada de las ciudades.

    6) Incentivación del teletrabajo, total o parcial, o flexibilidad de horarios de entrada/salida

    En fin, que más que prohibir, habría que intentar convencer, disuadir algunas conductas y dar facilidades para fomentar otras.

    • Daniel Terán - 19 diciembre 2016 - 13:00

      Esto me lleva a pensar que si los coches (o vehículos) van a ser tan inteligentes que nos van a recoger en una puerta y dejar en la otra. ¿Para qué queremos el transporte público? ¿Quién va a querer ir andando hasta una parada de metro, más lo que se tarda en bajar, esperar, más subir y andar otra vez? No veo otra razón que no sea el precio entre una modalidad y otra.

      • Enrique Dans - 19 diciembre 2016 - 13:29

        Ese es el problema. Si repetimos el error mayúsculo que fue adoptar «el sueño de Henry Ford» de «un automóvil para cada americano» con los vehículos autónomos, tendremos no menos, sino más atascos. Es fundamental que los vehículos autónomos no sean particulares, sino flotas, y preferentemente de uso compartido (pooling). Es la única manera de racionalizar el uso de las vías.

        • Alfredo Navarro - 23 diciembre 2016 - 12:02

          Ya que estamos viendo el futuro, al hilo de esto que comentáis por qué no uno como el de minority report donde los coches se cuelgan en percheros? Lo digo porque está muy bien eso de el trasnsporte en comuna pero igual algunos te tachan de «poco liberal» Por cierto, mi enhorabuena al gachó del Rivas que te ha colado su blog entero por el morro.

  • #025
    German - 18 diciembre 2016 - 12:41

    El coche en propiedad es un modelo insostenible, y de esto saben mucho las tecnologicas, que quieren aplicar el mismo modelo que se ha aplicado en los servidores de las empresas (vease AWS).
    No podemos seguir comprando un coche de compromiso para cualquier situación, con capacidad para 5 personas en el que casi siempre se desplaza una, y que está parado el 97% del tiempo.
    Necesitamos el VEHICULO COMO SERVICIO y esto se consigue con el vehiculo autonomo.
    En esto deberian invertir las administraciones publicas y menos en modelos costosisimos y de nula rentabilidad como el AVE. Y en ir organizandose para asumir el cataclismo que supondra en los actuales modelos economicos: fabricantes, vendedores, talleres, conductores, etc.

  • #026
    JOSE ANTONIO GAES - 18 diciembre 2016 - 13:35

    La tecnología que avanza exponencialmente es la de los «bits», exclusivamente, porque esa es su esencia y su razón de ser.

    La tecnología de los «átomos» nos ha dado ya momentos estelares en la historia, muy lejos de igualarse por el momento, como el «descubrimiento» de la electricidad y el petróleo, que han permitido el desarrollo y la generalización de las ciudades que hoy conocemos y habitamos.

    El comportamiento humano es el que marca el ritmo, y este es el que es, ni rápido ni lento.

    Si lo que pretendes es sacarnos de la zona de confort y tensar la cuerda hasta el límite por uno de sus extremos, porque consideras que ese es tu papel, te felicito y te lo agradezco. Haces una magnífica contribución.

    Si es proselitismo, me disgusta el fondo y me disgustan las formas. Una pena.

  • #027
    xaquin - 18 diciembre 2016 - 15:41

    El futuro es demasiado oscuro … rima facilona, pero cierta (si no somos del gremio de profetas varios).

    Podría pasar del tema, pero sigo apoyando lo sentidas y sensatas que son las entradas del blog. Y sus comentarios, aunque a veces haya que leerlos en diagonal por su extensión. La ideas, mientrass sean ideas expresadas con palabras e imágenes, siempre pueden ser recibidas.

    Sigo creyendo que lo de «la primera piedra» en este blog no resulta tarea fácil…

  • #028
    Miguel - 19 diciembre 2016 - 11:39

    Y pensar en la inutilidad de los garajes para guardar vehiculos y de todo el espacio aprovechable que podemos utilizar para otros fines. Ojalá lo vea pronto y me olvide de la conducción automatizada por mí. ¡Que me lleven, que me lleven! Y que la paquetería me la dejen en la puerta de mi casa para recojerla cuando yo quiera.

    En mi opinión, el futuro está en la intermodalidad del transporte y la individualidad del transporte.

  • #029
    Pedro - 20 diciembre 2016 - 11:47

    Y qué hay del concepto de libertad. De libertad individual. ¿Dónde queda? Yo quiero tener la opción de elegir.

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