La vida con burbujas

IMAGE: Ilya Akinshin - 123RFDos artículos no relacionados en mi lista diaria de lectura, pero muy interesantes para ser leídos juntos: «The logic of crazy valuations«, en Techcrunch, y «Do high valuations for Uber, Snapchat and BuzzFeed herald a new tech bubble?«, en The Guardian.

Realmente, para alguien que haya estado siguiendo la escena tecnológica a lo largo de las últimas décadas, la sensación es que las burbujas son algo que forman parte del paisaje habitual, un componente del paisaje, una variable permanente del entorno. En tecnología, el camarero no te pregunta si quieres tu agua con gas o sin gas: simplemente no te deja elección, y te la trae siempre con burbujas.

La inversión en tecnología está infinitamente más expuesta al desarrollo de burbujas especulativas que otras industrias o sectores. Hablamos de decisiones enormemente complejas, en las que se mezcla un fortísimo componente de apreciaciones personales, con una gestión de expectativas que no resiste casi ningún análisis racional de escenarios, con un contexto que es susceptible de moverse a gran velocidad, con dinámicas de adopción muy poco científicas y sujetas a factores casi aleatorios, y con procedimientos de salida igualmente difíciles de anticipar.

Los factores personales son ya de por sí un mundo. He conocido analistas e inversores tecnológicos con clarísimas tendencias a ser abogados del diablo, que se lanzan como auténticos perros de presa sobre toda idea que les pasa por delante para intentar destrozarla, reducirla al ridículo, encontrarle las cien carencias y los mil problemas insolubles que según ellos la invalidan completamente. También he conocido el otro lado, los muy constructivos, los que se emocionan con todas las ideas y se integran en ellas por una mezcla de entusiasmo y codicia, los que parecen tener soluciones para todo independientemente de las carencias, y los que invariablemente piensan que de alguna manera casi mágica, algo aparecerá que solucionará problemas para los que prácticamente nadie ve solución.

Obviamente, cualquiera de los dos extremos son igualmente malos, y el que el analista o el inversor adopte un punto u otro en la escala entre la frialdad absoluta del «ya te llamaremos» y el entusiasmo que lleva al «¿dónde hay que firmar?» depende por lo general de los sesgos personales implicados: experiencia previa con ideas similares, con equipos con perfil afín o con historias contadas de peor o mejor manera. En los componentes personales del análisis, la idea de obtener inversiones con una rentabilidad adecuada o incurrir en pérdidas responde, en muchos casos, a factores que tienen más que ver con la suerte, con la capacidad de aportar cosas buenas a un equipo, o con las dinámicas de todo tipo que surgen en él.

La mecánica de la inversión en empresas tecnológicas sigue una mecánica similar a la de otras industrias, pero sometida a una dinámica mucho más líquida y veloz. El balance entre el riesgo y la rentabilidad sigue teniendo mucho que ver con el tiempo: entrar como inversor en un proyecto en su fase de capital semilla puede ser enormemente rentable, pero conlleva, en contrapartida, un riesgo muy superior. A partir de ahí, las sucesivas rondas de financiación van equilibrando estos factores: a medida que la idea se va convirtiendo en más sólida o más visible, conseguir la entrada en esas rondas responde cada vez más a los factores tradicionales, a la dinámica habitual de las relaciones financieras, de los bancos de inversión, etc. hasta que se llega a un momento, que puede corresponder a una adquisición o a una salida a bolsa. En el primer caso, alguien paga toda la factura más un cierto premium, permite la salida de todos aquellos inversores que lo desean, y plantea nuevas reglas de cara al futuro. En el segundo, muchos que no pudieron invertir hasta ese momento pagan la factura, permiten la salida de quienes lo deseen, y pasan a la dinámica habitual de los mercados financieros.

A lo largo de todo ese embudo, actúan fuerzas de todo tipo. El panorama no permanece en absoluto estable: las tendencias y las preferencias de los usuarios cambian, la adopción se ve condicionada por nuevos desarrollos, por productos y servicios sustitutivos, por adquisiciones e inversiones de competidores potenciales, o simplemente por modas y dinámicas puramente veleidosas. Que una idea termine realmente siendo una buena inversión o un producto consolidado depende de muchísimos factores, y curiosamente, vemos cada día más como la noción tradicional de descuento de flujos de caja en el tiempo, por mucho que la ponderemos con los indicadores adecuados de riesgo, tiene menos que decir. Los «financieros de toda la vida», los magos de la hoja de cálculo, del DCF, de los multiplicadores o de las betas, se encuentran cada vez más fuera de los análisis que definen las tendencias del mercado, que pasan a ver como directamente absurdo, como algo irracional, como una locura. Cualquier análisis financiero de las recientes inversiones en empresas como Snapchat, Uber o Buzzfeed resulta tan imposible de entender para el financiero habitual como lo fueron en su momento los de empresas hoy convertidas en auténticos referentes del mercado que hace ya mucho que ya han probado su valor. Algunas probarán su valor en el siguiente paso del embudo, otras fallarán miserablemente, y seguiremos opinando sobre ello en función de nuestra percepción de los factores implicados. ¿Hay verdades absolutas que conviertan esas inversiones en universalmente ruinosas o en alucinantemente exitosas? No lo parece.

En un contexto como este, las burbujas tienen que ser ya consideradas como una parte consustancial del ecosistema, como una parte del paisaje. ¿Quiere decir que periódicamente veremos explotar alguna de ellas? Además de la ya habitual perspectiva de las burbujas financieras como una parte natural de la economía, una especie de «purga» o «marea roja» del sistema económico, tenemos que asumir que ningún capitalista de riesgo, ni siquiera los mejores o los más avezados, tiene un método que le permita calcular si la inversión que está realizando va a proporcionarle la rentabilidad que espera o no, y que, en ausencia de esa metodología, se guía por factores que oscilan entre la existencia de una oportunidad (el acceso al proyecto), la capacidad de aportarle sinergias que la lleven a una siguiente etapa en su generación de valor, el análisis de los posibles escenarios de futuro, la percepción del equipo fundacional, y otras cuestiones que rayan directamente en lo cabalístico. De esos factores, tan solo algunos pueden ser «industrializados»: a medida que un inversor crece y gana prestigio, su nivel de acceso y su capacidad de proporcionar recursos únicos a una empresa lo hacen también. El resto, son cuestión de suerte, de sensibilidad personal, de experiencia y de valoración en función de factores que resultaría imposible capturar en un análisis en una hoja de cálculo. Sencillamente, algunas veces acertará, logrará un exit impresionante y verá su prestigio incrementado, y otras veces se la pegará, verá como la idea y el equipo fracasan, y habrá perdido dinero. Y mientras sepa navegar ese difícil equilibrio con las decisiones adecuadas, seguirá formando parte del ecosistema, contribuyendo a financiar proyectos, y redistribuyendo recursos.

Mientras no llegue alguien y sea capaz de sistematizar el proceso por el cual algunas ideas generan valor por encima de las expectativas racionales – y francamente, creo que estamos muy lejos de que eso sea posible, si es que lo es algún día – las burbujas seguirán formando parte del panorama habitual de la tecnología. Muchos ya ni recuerdan una vida en la que esas burbujas no estuviesen allí, no fuesen una parte habitual del panorama. Al igual que ocurre en la vida real, las burbujas nunca serán para todos los públicos: la gran mayoría de los consumidores prefieren su agua sin ellas. Pero para quienes gusten de ellas, el camarero llegará, y pidamos lo que pidamos para beber ese día, nos lo servirá con burbujas. Y que sea por mucho tiempo.

 

This article is also available in English in my Medium page, “Bubbles: get used to them«

16 comentarios

  • #001
    Gorki - 17 agosto 2014 - 16:08

    En economía «real» se valoran expectativas de negocios, ventas probables, márgenes de beneficios etc, basado en lo los resultados del último ejercicio fiscal. Es una «proyección» de futuro.

    En economía «digital» se valoran las expectativas de las expectativas de negocio, no basado en lo que se hizo el año anterior sino lo que se calcula que se va a hacer la copañías en el proximo año. No es una «proyección· de futuro sino una «predicción» sujeta por tanto a un márgen de error mucho más elevado.

    Sin embargo cuando la rentabilidad del capital invertido en empresas «reales· está próxima al 1% lo que restando gastos e impuestos supone una rentabilidad negativa. hay mucha tentación en invertir en negocios con mucho riesgo pero en donde si aciertas puedes llegara ganar más del 1000%.

    Si por ejemplo, eres administrador de fondos de renta variable, tiene sentido que metas el 99% del capital en negocios sólidos que no te van a rentar casi nada, pero el 1%, te lo juegues en Startups donde probablemente pierdas y tengas que disimular la pérdida e ese 1% entre el escaso beneficio del 99% restante, pero que si aciertas, te permitirá multiplicar el rendimiento del conjunto. Este incentivo, hace que las burbujas especulativas aparezcan con mucha facilidad. Pues nadie puede asegurar de forma matemáatica si una Starup sera tan rentable como dicen los optimistas a o tan ruinosa como dicen los conservadores.

  • #002
    Garepubaro - 17 agosto 2014 - 18:17

    Yo me acuerdo del gran entusiasmo generalizado, que habia en el 1999 asi por Terra, y por otras inversiones y todo lo referente a internet. Yo siempre les decia a esos inversores de Terra «que no comprendia nada, que no se como esa cosa va a ganar dinero», y con una sonrisita de autosuficiencia soltaban una serie estudiada de frases, que yo no comprendia (ahora se que ellos tampoco, arruinados perdidos ), acerca de lo que iba a ser Terra y como se iban a forrar, pues me temo que la cosa sigue igual porque el Humano es muy pesado, y van a hacer falta todavia un puñado de ciclos de burbujas para entrar en razon y que la gente tenga las creencias correctas y no esos embaucamientos y mitologias, lo menos hasta la 27 punto cero no empezara el público en general a enterarse. Por cierto tengo entendido que Twitter aun no gana dinero y que Facebook, a grosso modo, Zuckerberg recaudaria 5 dolares por usuario y año ( pero que es usuario? porque yo tengo un puñado de usuarios basuri en Facebook, ves, empezamos mal ), la cosa es que recaudaria 5 dolares y cada usuario le cuesta 4, con lo cual si tiene mil millones de usuarios, efectivamente el tio gana mil millones de dolares ( todo a grosso modo) ¿ pero no es demasiado arriesgado, demasiada volatibilidad y cambio que se observa en los usuarios, que podrian pasar a rentarle 3 y costarle 6 en cualquier momento … demasiado cerca del precipicio ? … desde luego no me gustaria estar en el pellejo de Zuckerberg en proximos tiempos

  • #003
    Antonio Castro - 17 agosto 2014 - 18:28

    El sistema económico en el que la humanidad se ha desarrollado funcionaban una serie de reglas a las cuales se las denominaba macroeconómicas por su estabilidad en el tíempo. Se podía confiar en ellas durante décadas, pero en la evolución de este sistema, han aparecido nuevas reglas derivadas de la globalización y que son difíciles de identificar.

    Inicialmente se pensó que atravesábamos una especie de punto crítico, un punto de inflexión que nos llevaría a una nueva fase sobre la cual no existía experiencia previa, pero apenas hemos empezado a intuir esas nuevas reglas, nos estamos dando cuenta de que «Todo va a cambiar». Parece que no hemos terminado de completar ese cambio de fase y es como si estuviéramos acercándonos a un nuevo punto crítico que se añade al anterior convirtiendo la inflexión previa en una transición mucho más caótica de lo imaginable donde las reglas originales apenas son perceptibles y las nuevas reglas son desconocidas.

    No soy optimista. Yo creo que estamos en un sistema económico donde solo van a prosperar aquellos que sepan hacer trampas y que además no les pillen. El resto no podrá ganar, porque está jugando en un sistema sin reglas conocidas, un sistema de puro azar pero amañado. Estamos pasando de la era de la información, a la era de la información privilegiada y al de la información falseada.

    A mí me parece que esas serán las dos únicas excepciones al caos del nuevo sistema económico donde Internet juega un papel crucial. Es una batalla que probablemente vamos a perder la inmensa mayoría de los ciudadanos porque no la estamos valorando ni la estamos defendiendo.

    Que se puede esperar de un mundo donde triunfa el agua con gas sobre el agua sin gas. Hasta en eso nos manipulan. Estamos ante la muerte de la libertad de pensamiento.

    Desde que Google se quitó la careta de empresa amable, tengo la desagradable sensación de que una condición para el éxito en este nuevo sistema es la trampa, la traición y la deslealtad.

  • #004
    Gorki - 17 agosto 2014 - 19:29

    #003 Antonio Castro
    Caramba Antonio, me sorprendes, que Garepubaro escriba lo que escribe, no me sorprende nada, es un agonías crónico, pero en ti si me sorprende.

    Si compras acciones de una Startup, no importa si va a hacer algo en Internet, o va a fabricar cepillos de dientes, hay un grado de riesgo inmenso, pues como indico, has de medir expectativas de negocio, de algo que aun no se ha probado, pero si no es una startup sino una empresaa consolidada, sea su negocio en Internet o física, se aplican los baremos que se han aplicado toda la vida, igual da si compras acciones de Google o Amazon, que compras acciones de Bayer o de Hodroelctrica Española.

    El mundo no ha cambiado en lo básico, si quieres alta seguridad, tienes poco beneficio, si quieres más beneficio, es a costa de menos seguridad.

  • #005
    Mario - 17 agosto 2014 - 20:01

    Eso se ha llamado toda la vida vivir del cuento. Los latinos tenemos larga historia y experiencia viviendo del cuento, los anglosajones no tanta pero aprenden a pasos agigantados. El cuento en internet es decirle al inversionista: pon tu dinero hoy y mañana la publicidad que haremos será más efectiva que la del medio tiempo de un Superbowl. Esto porque la internet es económicamente eso, un nuevo mass media sostenido por publicidad, pero una publicidad muy especial.

    Corresponde a Google el mérito(¿?) de haber transformado los principios y las promesas de la internet auroral, aquella de Stallman y el Free Software, de la colaboración libre y desinteresada, de la democratización de la información, de esos primeros blogs que dudaban si ponerse una simple banner, en un fantástico aparato de espionaje y manipulación del usuario, en el santo grial de los publicistas y las agencias de marketing, en nuestra nueva caja boba.

    Antes de internet, en publicidad tenías que lanzar una gran red en parte del océano con la esperanza de capturar tu especie favorita; hoy, la tecnología te ofrece escanear todos los mares y extraer directamente lo que quieres pescar, uno a uno, sin merma ni ineficacias porque ahora puedes saber donde están los peces, cuánto miden, si están listos para la captura o si están sanos. Ese es, por supuesto, el cuento.

    Para que el cuento subsista necesitas asignarle a internet funciones cada vez más invasivas de la privacidad y desarrollar una publicidad cada vez más subrepticia. Cuando la publicidad no camina, y no debe caminar nunca para seguir viviendo del cuento, les dices que necesitas afinar el escaneo (ser mejor espía) o ampliar tu campo de visión (ser más masivo) o mejorar tu carnada (ser más manipulador). Pero la promesa sigue allí, latente, ofreciéndole a las empresas el medio perfecto de colocar un producto, cualquiera que este sea, sin lugar a errores.

    Cualquiera que navegue en internet se puede dar cuenta de que el avisaje personalizado está a años luz de la tierra prometida y las mentes brillantes detrás de los algoritmos hacen que cuando uno busca información sobre dónde contratar safaris en África, no aparezcan páginas de turismo sino avisos del nuevo Seat Leon. Pero eso no importa. La sensación personal de uno al pensar que este es el tipo de idiotez que mi privacidad está comprando no es nada frente al brillante futuro prometido donde por fin aparecerán anuncios pertinentes para beneficio de los anunciantes.

    Como profesor de una escuela de negocio y especializado precisamente en internet, creo Enrique que podías ser mucho más claro sobre este modelo económico y por donde está el dinero, en vez de pintarlo como magia negra, ciencias ocultas financieras o el simple azar. Ya a estas alturas debería estar clarísimo para ti por ejemplo, que no se trata de crear una mejor ingeniería (Whatsapp), ni siquiera de crear un servicio útil o novedoso para el consumidor (Snapchat). Se trata de ofrecer algo que sea adoptado masivamente y donde el usuario vuelque voluntariamente la mayor cantidad de información sobre sí mismo sin siquiera darse cuenta. A veces el dinero está en solo los ToS donde el usuario te da acceso a su directorio del móvil con algún juego estúpido. La economía de la información es únicamente eso, recabar información personal y ese es el norte que deben seguir tus alumnos en el negocio de la tecnología.

    Si por arte de magia, en internet se pudiese desarrollar con 100 millones de dólares una aplicación que realmente curase el cáncer por un dólar al año y otra que fuese solo un placebo pero que la gente instalará masivamente porque les dicen que cura todo y es gratis, no lo dudéis ni un minuto, los 100 millones de capital de riesgo se irán a financiar el placebo. Es la información que se obtiene con una y otra lo único pertinente en internet y no la salud, las necesidades ni el beneficio de ningún usuario.

  • #006
    Julio2 - 17 agosto 2014 - 22:17

    Mario, no entiendo por qué cargas siempre contra los pueblos latinos. Son los pueblos anglosajones los que, siguiendo una larga tradición de piratería, han ideado esta Internet que se lucra del trabajo de los demás. Son empresas angloamericanas las que se están haciendo de oro monetizando contenidos ajenos y promoviendo «disrupciones» en su propio provecho. Y a nivel de usuario, lo mismo. Cualquier libro inglés lo puedes encontrar pirateado, cosa que no ocurre con los libros españoles.

  • #007
    Gorki - 18 agosto 2014 - 01:22

    Considerar que Internet es un lugar que se reduce a sitios donde unos dejamos la privacidad que luego venden a agencias publicitarias es simplificar Internet de una forma brutal,

    Hay muchos negocios que nada tienen que ver con eso en Internet. Dejo una lista que no pretende ser exahustiva de negocios de otro tipo:

    Banca digital, compraventa de productos nuevos y de segunda mano, reserva de hoteles y restaurantes, billetes de avión. Jugar a la Bolsa, Enseñanza a distancia, videojuegos,…

    Ninguna de estas acciones tiene que ver ni con datos personales ni con publicidad contextual.

  • #008
    Observador - 18 agosto 2014 - 02:02

    Julio2, no digas sandeces, por favor. Internet no está ideada para lucrarse con el trabajo de los demás, como un bolígrafo no está ideado para ser clavado en un ojo. No intentes comparar la piratería en el mercado anglófono y en el hispano porque es sencillamente ridículo. Pero ya no es sólo ese tema, es que si crees que la concepción sobre cualquier cosa que tenga que ver con el respeto a la propiedad es la misma es que no has salido mucho del pueblo. Ya he puesto demasiadas veces el vídeo de Fitur 2007, así que no, esta vez me niego. Pero hay que ser muy poco entendido para no comprender todavía la gran diferencia de economía antropológica que hay detrás del tema, que es la clave de todo.

    Y a nivel de usuario, lo mismo. Cualquier libro inglés lo puedes encontrar pirateado, cosa que no ocurre con los libros españoles.

    Julio, imagino que no escuchas las carcajadas, pero desde luego este comentario habrá hecho reír a unos cuantos…

    Imagino que para ti, como escribió canción triste de Dans Street en una entrada para la posteridad, España es un ejemplo de transparencia, modelo de gestión y por supuesto ejemplo de honradez. Por eso los cientos de casos de corrupción y los desfases fiscales son simples anécdotas…

  • #009
    Mario - 18 agosto 2014 - 06:02

    #6. No digo que en otras partes no se cuezan habas pero, por así decirlo, los anglos han tenido mejor criterio para organizarse en sociedad que nosotros, al menos así era en sus sistemas de control hasta la era Reagan. Pero aún pese a las fallas a Bernie Madoff le dieron 150 años, en nuestros países iría por su tercer período de gobierno.

    #7. Gorki, que la banca, la enseñanza o el gambling usen internet no las convierte en empresas tecnológicas. Ni siquiera la piratería o la trata de blancas son negocios tecnológicos sino el aggiornamiento de viejos delitos que han encontrado su paraíso en la internet.

    Los hijos de internet son los buscadores, los agregadores, las redes sociales, las aplicaciones espías, los data brokers. Aquellos negocios que no existían antes de ni podrían existir sin la internet. Estos son los negocios que atraen los millones de capital de riesgo y que Enrique dice en esta entrada no entender por qué. Son esos servicios por los que nadie paga, no se preocupan en generar un dólar de ingresos y que sin embargo consiguen valoraciones asombrosas.

    ¿Alguna vez has pagado por un G-mail, por un Tweet, por acceder a tu cuenta de Facebook, por usar Snapchat, Buzzfeed o Whatsapp y nunca te has preguntado por qué nadie te cobra? ¿Crees que Google paga millones por Nest Labs porque se alocó y decidió vender detectores de humo, o porque quiere contarle a tu aseguradora cuántos cigarros te fumas al día en la supuesta intimidad de tu hogar?

  • #010
    Antonio Castro - 18 agosto 2014 - 10:36

    #004 No basta con analizar a una empresa para invertir en bolsa. Actualmente hay demasiada inestabilidad a nivel global EE.UU. tiene problemas, Europa tiene problemas. Rusia no sé si tiene problemas pero los está creando. China tiene un burbujazo tremendo en construcción. El mundo del fanatismo islámico está lanzando un órdago al resto del mundo. La disponibilidad de petroleo empieza a bajar y su precio va aumentar. Se van a hacer extracciones muy contaminantes. El calentamiento global ya está teniendo repercusiones económicas graves, etc.

    Yo no voy a invertir en el mercado de valores para que mañana me digan que ha ocurrido un batacazo en la bolsa y a la mierda lo que metí. Prefiero conservar lo que tengo aunque así no tenga la rentabilidad que podría tener arriesgando más.

    En bolsa es donde más información privilegiada circula y ni tú ni yo jugamos en esa liga de tramposos.

  • #011
    Elisabet - 18 agosto 2014 - 11:02

    Da que pensar algunas cosas comentadas. Gracias por compartir también las dos lecturas recomendadas. Me gustaría recordar algo en base a esta afirmación que haces «[…]con dinámicas de adopción muy poco científicas y sujetas a factores casi aleatorios[…]». Antropólogos, sociólogos, psicólogos y demás investigadores sociales y culturales, incluyendo coolhunters, especializados en sociedad digital y consumo, existimos, y usamos metodologías, técnicas y conocimientos construidos de manera científica. Cada contexto es un mundo pero cuando se profundiza se puede descubrir que aunque actuemos de manera emocional y social, o ‘irracional’ como algunos prefieren llamar, está cada vez más estudiado.

    Saludos

  • #012
    Ignacio - 18 agosto 2014 - 12:56

    Lo que no llego a entender es lo siguiente, pongamos el caso de Facebook, el tipo vende su empresa por un precio que es 25 veces su facturación, si la cosa va súper-hiper-mega bien yo recupero mi dinero, o si va de ciencia ficción gano dinero, pero él sin ningún riesgo se embolsa el dinero cash en ese mismo momento en el bolsillo, voy a plantearlo con una frase que es lo que nos ofrecen estos tipos de ojos verdes y estudios en escuela de negocios:

    «Dame tu dinero ahora en efectivo y si las cosas van muy pero que muy bien puede que recuperes tu dinero vía dividendo y si van de película de ciencia ficción quizás ganes algo vía dividendo, en cualquier caso yo gano lo mismo que tu pretendes ganar, pero lo voy a ganar ahora, lo voy a ganar en efectivo y lo voy a ganar sin riesgo a tu costa»

    Piensa un momento, esos bancos de inversión contratan a ingenieros del MIT con MBA en escuelas de prestigio y han planteado su operación con un cuidado milimetrico para…. para hacerte a ti rico… o…. para desplumarte como a un pardillo….

    En fin, en el fondo es envidia por no poder ser yo el que participa en estas operaciones tan lucrativas.

    Un saludo y gracias por su blog, lo sigo a diario.

  • #013
    Pedro Torres - 18 agosto 2014 - 14:46

    El mundo académico sigue rechazando la idea de las «burbujas financieras». Que para todos sea tan obvio choca con la negación por parte de grandes premios nobels, cuyas ideas cimientan el necioliberalismo, por ejemplo, Fama y la Teoria de Expectativas Racionales.

    Las burbujas funcionan como lo hace la sociedad: plagio y aceptación.

    Hasta lo borregos copian.

  • #014
    Gorki - 18 agosto 2014 - 18:58

    009 Mario

    No considerar a ING Direct, Amazon o Ebay empresas tecnológicas es ridículo, olvidarse que existe un cerro de empresas en negocios B2B y B2P, que casi todas lae empresas están transfiriendo parte de su trabajo administrativo a la «Nube» y que muchas tiene un elevado número de empeados teletrabajadores, es mucho olvidar.

    Reducir Internet a las empresas que viven de investigar nuestra privacidad, y utilizan como ingreso la publicidad contextual, es una reducción bastante simple pues en el conjunto de empresas que participan en Internet no suponen mas que un puñado, por muy mediáticas que sean.

    A ti puede que nadie te cobre yo raro es el mes que no hago alguna transacción en la que Internet ha tenido una actuación protagonista, sea sacar las entradas para un cine, o un billete de avión o tren comprar alguna cosa, de hecho tengo una cuenta en Paypal con esa finalidad. y a pesar de todo son el mínimo de interacciones a través de Internet, hay otro montón que no suponen transacción económica pero no viven de las datos ajenos y de la publicidad contextual.

    ¿Te cobra el RAE cuando haces una consulta, te cobra la Biblioteca Cervantes cuando lees un ebook? — Hay miles, la mayoría de cosas, que tiene su financiación por caminos que no son averiguar tu privacidad, las empresas que viven de eso no son mas de una docena.

  • #015
    Gorki - 18 agosto 2014 - 19:06

    #010 Antonio Castro
    No me atrevo a dar consejos a nadie sobre como defender sus ahorros, pues en efecto cualquier método es arriesgado, No obstante el tener metido el dinero en un colchón o en una cuenta corriente no parece la forma más segura de conservar los ahorros para el futuro.

    ¿Has pensado que estuvimos en España a un paso de lo que pasó en Malta, donde los bancos no responden de los ahorros a parir de los 100,000€?

    Evidentemente es arriesgado comprar acciones, pero no parece lo más seguro poner todos los huevos en el mismo cesto, sea este el que sea. Lo mas adecuado es tener los bienes repartidos en diversos productos

  • #016
    Julio2 - 18 agosto 2014 - 22:03

    Observador, no he dicho que Internet esté ideada para eso; he dicho que esta Internet (la de Google y otras empresas angloamericanas) está ideada para eso, para lucrarse con el trabajo de otros. Si crees que el problema es el usuario –españolito o anglosajón– que se baja un mp3 o un pdf y no la Compañía angloamericana que gana billones colocando publicidad sobre esos contenidos y recolectando datos, es que no te has enterado de nada. Y cometes el mismo error propagandístico de la SGAE al ir contra el eslabón más débil de la cadena.

    Creo que eres tú el que no ha viajado mucho si crees que la corrupción sólo existe en España. Una corrupción española que yo soy el primero en denunciar, pero que en Estados Unidos forma parte del sistema. ¿Por qué crees que Google puede cometer todas las tropelías que comete? Porque tiene untados a todos los políticos de uno y otro partido, con la diferencia de que en EE.UU. eso es completamente legal. No simpatizo mucho con la Unión Europea, pero al menos está tratando de poner coto a algunos excesos de Google.

    Con respecto a la mayor facilidad para encontrar contenidos pirateados por anglosajones, te puedes reír todo lo que quieras, pero cuando quieras hacemos la prueba de buscar distintos títulos editados en español y en inglés, a ver de cuál encontramos más descargas «gratuitas». Aunque en el fondo no es tan importante quién piratea esos contenidos sino quién los monetiza, y en ese caso no cabe duda de que son principalmente empresas angloamericanas, con el respaldo de su Gobierno.

    Comparto casi todo lo que sueles decir y me parece encomiable tu labor de denuncia de este modelo de Internet, pero no puedo aceptar que se le cargue el muerto al pueblo español, tirando además de tópicos que han fomentado los reyes de la piratería para encubrir su propia responsabilidad. Primero, porque yo formo parte de ese pueblo español (al igual que formáis parte tú, Mario y otros que venís denunciando con valentía este problema) y segundo, porque no es verdad y nos aleja de la solución, por no hablar de que propagandísticamente es un desastre. El pueblo español tiene su cuota de responsabilidad pero no es el principal responsable de todo esto que está pasando con Internet.

Dejar un Comentario

Los comentarios están cerrados