Las múltiples tendencias que afectan a la reinvención del automóvil

IMAGE: Hong Li - 123RFUna de las cuestiones más fascinantes que afectan a la reinvención de una industria con tanta importancia como la de la automoción es el hecho de que el impacto del desarrollo tecnológico está teniendo lugar a lo largo de varias dimensiones completamente diferentes entre sí, y procedentes de muy diversas fuentes.

Cuando planteamos discusiones sobre este tema, la conversación tiende a evocar de manera casi automática el desarrollo del vehículo autónomo, sin duda la tecnología que más atención provoca. Sin embargo, los cambios fundamentales que están afectando a esta dinámica son en realidad cuatro: el consumo compartido o ridesharing, la transición hacia vehículos eléctricos, el automóvil conectado y, finalmente, la conducción autónoma.

El ridesharing, que tiende a asociarse con empresas como Uber, Lyft, BlaBlaCar y similares, es sin duda un potente motor de cambio para la industria. A medida que este tipo de servicios de compartición de vehículo añaden opciones a nuestros desplazamientos, su coste desciende, su calidad mejora de manera sensible, y terminamos por plantearnos opciones más o menos radicales en las que pasamos de la posesión del automóvil a su uso como servicio. La idea es promover una utilización más eficiente de un recurso, el automóvil, que bajo los modelos tradicionales pasaba más de un 95% del tiempo inmóvil y ocioso en un garaje o en la calle. Todo indica que cuando este tipo de opciones están disponibles, el conjunto de gastos asociados con la posesión de un vehículo (incluyendo amortización, combustible, seguros, peajes, parkings, etc.) excede con mucho el coste de solicitar en cada momento el vehículo que se precisa (lo que añade además, en muchos casos, opciones como la de escoger el tipo de vehículo más adecuado a cada circunstancia) y suplementarlo, en caso necesario, con otras opciones, como el alquiler tradicional u otras fórmulas afines en caso de viajes. Si añadimos beneficios como la reducción de accidentes y sanciones derivadas del uso de vehículos asociada con el consumo de alcohol, la tendencia parece estar tomando forma de manera consistente, aunque sea aún de manera relativamente minoritaria, si bien podría cobrar aún más masa crítica con el cambio generacional.

La progresiva transición hacia el vehículo eléctrico tiene también un nombre asociado de manera automática: Tesla. La compañía de Elon Musk ha conseguido que veamos el vehículo eléctrico ya no como una perdida de prestaciones y autonomía, sino como una alternativa de lujo aún al alcance de pocos bolsillos, pero que supone una experiencia de uso diferente, infinitamente mejor que la del automóvil tradicional alimentado con gasolina o gasoil. Más limpio, más cómodo, más eficiente, y capaz de dejar a muchos metros de distancia en cualquier semáforo a cualquier Lamborghini, los planes de la única empresa de automoción con antigüedad menor de cien años consisten en ser capaz de ofrecer vehículos eléctricos progresivamente más baratos, hasta convertirlos en la opción lógica. Ahora mismo, cuando utilizas un Tesla de manera habitual, la autonomía ya no es una preocupación, ni siquiera con los largos trayectos de casa al trabajo habituales en muchas congestionadas ciudades norteamericanas.

El automóvil conectado es un movimiento que muchos ven como más tangible: se superpone a tendencias como IoT, la internet de las cosas, que provienen de la posibilidad cada vez mayor de situar sensores, procesadores y transmisores de información asociados a prácticamente cualquier cosa, pero va mucho más allá a medida que esas conexiones se ocupan ya no solo de proporcionar información al conductor o a un hipotético actor adicional tal como la aseguradora, sino que también pueden emplearse para interconectar los vehículos entre sí o a fuentes de información externas. La tecnologia acelera para hacer los vehículos más seguros, más versátiles, más cómodos y con mayor cantidad de ayudas a la conducción, en lo que muchos ven como una transición hacia la autonomía total.

Sin embargo, los actores implicados por el momento son diferentes: mientras las empresas clásicas de automoción, ancladas en ciclos de producción característicos de los bienes durables, apostaban por las ayudas a la conducción, los mayores progresos en el ámbito de la conducción autónoma han pasado a venir con muchísima diferencia de empresas como Google, que apostaron desde el principio por la alternativa de eliminar el factor que provocaba la inmensa mayoría de los accidentes: el humano al volante. En esta cuarta familia de tecnologías asociadas con la evolución del automóvil todo llama muchísimo la atención: cada vez más, comprobamos que Google estaba en lo cierto, y que el mayor problema del vehículo de conducción autónoma no es el propio vehículo de conducción autónoma, sino la panda de torpes e impredecibles conductores humanos que lo rodean. A medida que las pruebas progresan, los resultados se acumulan: de poco vale que un vehículo autónomo vea a un ciclista o peatón en su camino mucho antes y frene con mucha más eficiencia, si el resultado es que el humano que circula tras él, que carece de esa vista y esos reflejos, termina embistiéndolo por detrás. La solución es nada menos que intentar enseñar a los vehículos autónomos a ser capaces de reconocer o incluso de anticipar las impredecibles pautas de la conducción humana, que incluye cuestiones como el no respetar todas las normas de la conducción bajo determinados y muy numerosos supuestos. El escenario, lógicamente, no es que la conducción humana desaparezca  – aunque muy previsiblemente se verá relegada a quienes puedan permitírsela, pues pasará a tener unos costes mucho más elevados en términos de seguros – sino que se combinen vehículos autónomos y manuales, y este tipo de aprendizaje siga siendo muy necesario.

Por otro lado, surgen cuestiones interesantísimas, que nos llevan de verdad a darnos cuenta de los cambios que suponen este tipo de tecnologías. Por ejemplo: el vehículo de Google carece de limpiaparabrisas, porque en realidad, que el humano que va en su interior pueda ver a través de la lluvia es irrelevante, y por tanto, los únicos dispositivos destinados a retirar el agua del campo de visión están en sus sensores. O dilemas prácticamente de película de ciencia-ficción, como si debe existir la posibilidad de que la policía tome el control de un vehículo autónomo en caso de que esté siendo utilizado para cometer un crimen.

Un panorama tecnológico que prácticamente tenemos ya aquí, que afecta a una industria centenaria, y que va a componer un escenario que afectará no solo a fabricantes de vehículos, sino también a aseguradoras, a usuarios, a profesionales, o al mismísimo diseño de las ciudades en las que vivimos. Y que arranca, en realidad, de cuatro tendencias tecnológicas que convergen en una única industria. Y que seguramente la cambiarán para siempre.

 

This article is also available in English in my Medium page, “Four trends that are reinventing the wheel«

18 comentarios

  • #001
    Robotsia - 2 septiembre 2015 - 16:36

    Y finalmente, el efecto más visible de toda esta revolución en la industria automovilística será .como comentabas al principio de este post- la reducción de vehículos en las calles. Algo bastante paradójico, por cierto.

    Que la idea de crear el coche autónomo haya partido de Google tiene toda la lógica del mundo; no sólo se trata de una empresa cada vez más multidisciplinar, sino que se trata de una empresa ajena al mundo del automóvil. Ahora las casas tradicionales se suman con sus propios desarrollos de vehículos autónomos a la tendencia imperante y necesaria, pero es porque Google (le tecnología, al fin y al cabo, si no hubiera sido Google habría sido Apple o cualquier otra) les ha obligado. La llegada del coche autónomo supondrá la quiebra de muchas automovilísticas vía reducción de los vehículos necesarios. Como decía, paradójico.

    Yo, si fuera inversor, no compraría acciones de fabricantes de automóviles. En unos años, tendremos muchos menos coches en las calle. Y eso va a ser maravilloso.

  • #002
    Antonio Castro - 2 septiembre 2015 - 18:00

    Enrique, has mezclado demasiadas cosas en este artículo y no veo claro donde quieres llegar. Si lo que intentabas era sacar conclusiones, creo que te has dejado en el tintero dos de los factores quizás más importantes en el futuro de esta industria.

    1) La razón de que solo las grandes compañías del automóvil sean las que continúen fabricando coches con motores de explosión, tiene que ver con el hecho de que el motor de explosión es un engendro mecánico extremadamente complejo, que ha merecido el calificativo de reloj de cuco cuando se le compara con la sencillez de los diseños de los motores eléctricos. Resulta que para fabricar un coche eléctrico no hace fata ser un gigante de la industria.

    2) La segunda razón de que el coche eléctrico termine imponiéndose de aquí a unos años será el cambio de modelo energético y la progresiva preocupación por temas ambientales y de sostenibilidad.

    Ambas cosas tienen su peso en el nacimiento de iniciativas de proyectos Open Source como OSVehicle http://www.osvehicle.com/ Permite construir tu propio coche eléctrico http://www.ecointeligencia.com/2014/01/construye-coche-electrico-open-source/

    Estamos ante la obsolescencia de un sector del automóvil tradicional que se sostiene artificialmente por el enorme poder financiero de grandes lobbies que no podrán sobrevivir muchos años más.

  • #003
    Jose Antonio - 2 septiembre 2015 - 18:04

    Buenas tardes, veo que en menos de un mes hemos pasado de «existen pocas dudas sobre el hecho de que los pasajeros serán exclusivamente eso, pasajeros, sin ningún tipo de posibilidad de interacción sobre la conducción» a «el escenario, lógicamente, no es que la conducción humana desaparezca – aunque muy previsiblemente se verá relegada a quienes puedan permitírsela, pues pasará a tener unos costes mucho más elevados en términos de seguros – sino que se combinen vehículos autónomos y manuales». Y es que el tema va para largo, creo yo, aunque algunas de las tecnologías implicadas vaya muy deprisa.

    En cuanto a las tendencias que comentas estando básicamente de acuerdo, no creo que el vehículo eléctrico pueda considerarse a estas alturas un cambio fundamental o disruptivo sino más bien una anécdota, y añadiría la disrupción pendiente en la cadena de valor de la industria y sobre todo de su distribución.

    En cuanto a las otras tres (coche compartido, coche conectado y conducción autónoma) me parece complicado que a corto y/o medio plazo puedan confluir en una tendencia lo suficientemente cohesionada y enfocada como para provocar una disrupción en toda regla como la que, parece, esperas con impaciencia. Creo que cada una de ellas avanzará por su lado en nichos concretos de población, geografía o sectores económicos pero dudo que veamos una hecatombe ni de lejos parecida a la que hemos presenciado en tantos otros sectores.

    Por otro lado, y precisamente después de lo observado en otros sectores, los fabricantes tradicionales no están, como en otros casos, mirando para otro lado sino todo lo contrario y me parece que va a ser muy difícil que le roben su queso. Están muy acostumbrados a medir los desarrollos y los tiempos en función de sus intereses. Vale que son lentos, son los dinosaurios industriales del siglo XX, pero también el viaje es muy largo y están dispuestos a hacerlo en grupo si es necesario, así que yo creo que asimilarán lo cambios y las innovaciones necesarias y seguirán dominando una industria que evolucionará como hasta ahora, sin prisa pero sin pausa.

  • #004
    jose luis portela - 2 septiembre 2015 - 18:45

    Es la evolución de las cosas

    1. Los móviles ya no se usan casi para llamar
    2. Los relojes ya casi no se usan para saber la hora
    3. Los automóviles no se usarán casi para conducir

    …..y el papel ya no se usará para escribir sobre el para luego ser leído

  • #005
    Daniel Rodríguez Herrera - 2 septiembre 2015 - 18:52

    «Experiencia de uso diferente, infinitamente mejor que la del automóvil tradicional alimentado con gasolina o gasoil»

    Ejem. No, no es así. Nadie duda de que Tesla ha hecho mucho para progresar hacia ese destino, pero aunque se haya mejorado, la autonomía y tiempo de recarga hace inviables los coches eléctricos cuando carecemos de garaje propio con enchufe y lo usamos para algo más que para ir y volver del curro.

    A ver, que no dudo de las ventajas del coche eléctrico ni de lo ‘cool’ que son los Tesla para el mismo público que se compraba Prius hace una década, pero creo que falta aún bastante para que esa frase deje de ser un desiderátum. No creo que a igualdad de precio la mayoría optara hoy por un coche eléctrico.

    • Benjamin - 3 septiembre 2015 - 09:30

      Daniel, yo leía asiduamente tu columna tecnológica en LD, que ya no se ve tanto :D

      Quisiera responderte que cuando compras un coche Tesla, lo mínimo que haces es añadir ese enchufe a la casa y tener una batería adicional o dos para trayectos en los que no quieras parar a cargar hasta llegar al destino. Pero el 90% de los coches de usuarios no suelen hacer tramos tan largos más que unas pocas veces al año en vacaciones.

      Eso sí, seguramente el motivo por el que NO me animaría a comprar un Tesla es que lo que no me gaste en gasolina me lo va a cobrar alguna eléctrica española. No puedo cargar un coche cada noche en mi casa por el pico que me va a traer en 2 meses.

      Y antes de que Enrique diga nada, los paneles solares o un eolo no son viables para cargar este coche. Si no, también servirían para alimentarlo.

      • JL - 3 septiembre 2015 - 14:40

        Benjamín. Te aseguro que si estuviera pensando en comprarme un Tesla me importaría mucho más tener los 70.000 USD (62.000 Euros) que cuesta el modelo mas barato de Tesla. El último de mis problemas iba a ser lo que las «malisimas» eléctricas me fueran cobrar a por recargarlo…

        Y lo de las baterias adicionales no se de donde lo sacas. Esto no es un coche de juguete que cuando se acaba una la cambias por otra. con sus mas de 300 Km de autonomía creo que tiene bastante…

        Los Tesla está claro que son una pasada de coches, pero no creo que al paso que van vayan a ser «la» Revolución de el mercado automovilísitico. Y me explico.

        No me parece que el camino que lleven sea de ofrecer coches cada vez mas baratos. Si, eso decían en 2006, pero ya han pasado 9 años, y el tercer modelo que tienen disponible el X solo costará 120.000 Euros. (la versión superior).
        Además, sus ciclos de presentación de productos/lanzamiento comercial, empiezan a tener lo peor de la industria del Software o Hardware (se presentó hace 3 años y se ha ido retrasando continuamente su lanzamiento). Su imagen de marca y lo que venden se asocia mas a Porsche, Ferrari o Aston Martin que a un fabricante generalista que venga a revolucionar el mundo del automóvil.

        Por cierto, Enrique, Tesla, será el fabricante de coches mas joven, pero desde luego no el único que tiene menos de 100 años. Así sin investigar mucho Toyota (Mayor fabricante del mundo), Honda, Volvo…

      • Daniel Rodríguez Herrera - 3 septiembre 2015 - 19:11

        Ahora escribo de otras cosas y la poca opinión tecnológica la suelo reservar para unas líneas en los reportajes… ;-)

        En cuanto al Tesla, estás asumiendo que puedes enchufarlo en casa. Que muchos podrán, pero los que vivimos en un piso sin garaje, por ejemplo, no podemos. Y en la ciudad somos muchos. Siendo cierto que los viajes largos son poco habituales, también lo es que te estás comprando un coche que vale un pastón con el cual no puedes hacerlos. Por eso digo que los eléctricos aún no están ahí.

        Otra cosa es que con «experiencia de uso», Enrique se esté refiriendo a la conducción pura y dura. Ahí está recibiendo buenas críticas, sin duda. Pero con eso no basta, o no se venderían tantos coches pequeños de cilindrada ridícula.

        • Enrique Dans - 3 septiembre 2015 - 20:56

          No, me refiero a que con la autonomía del Tesla, dejas de preocuparte por la batería. Pasas a mirar las gasolineras con cara de «¿y eso pa’ qué es?», y simplemente, si quieres viajar, le pides a la app del coche que te calcule en qué superchargers parar. La sensación es radicalmente diferente a la que tuve con otros vehículos eléctricos. Con el Zoe, por ejemplo, la sensación era la de tener que ir tristemente despacio por la autopista mientras me adelantaban los autobuses, y tener que estar preocupado por encontrar puntos de recarga o recargar en el trabajo. Con esto, la sensación era la de una experiencia de conducción brutal, de deportivo de muchísimas prestaciones, acompañada de otra del tipo «lo único que tengo que hacer es dejarlo enchufado por la noche». Obviamente, uno cuesta unas cuatro veces más que el otro, pero en el siguiente modelo de Tesla, la diferencia será mucho menor…

  • #012
    Xavier Ferras - 2 septiembre 2015 - 19:22

    Enrique, enhorabuena por tu (nuevo) brillante artículo. Una pregunta: existe tecnología para tomar el control de un vehículo autónomo desde el exterior. Te preguntas si la policía debe tomar el control.. ¿Y en el caso de un avión que no obedece a la torre de control o realiza maniobras de descenso brusco sin responder a las alertas, como en el caso de Germanwings? Si existe la tecnología (y existe), ¿por qué no se utiliza?

  • #013
    Javier - 2 septiembre 2015 - 19:35

    No sé si algún día se echará cuenta del descomunal coste (económico, ambiental, de apropiación de espacios, en vidas y salud) que ha supuesto el uso irracional del vehículo automóvil. Innegable el avance que supuso el transporte motorizado, pero igual de innegable lo suicida de su extensión y concepción.
    En lo económico individual, que una familia se gaste 40 o 60.000 € cada diez años por coche de que disponga es demencial, pues pone la hora de uso a precio de hora de viaje espacial, o casi.
    A ver si el cambio de ciclo de sistema de propulsión ayuda a cambiar la mentalidad sobre el uso y abuso del vehículo particular.

  • #014
    Gorki - 2 septiembre 2015 - 21:41

    Es difícil pronosticar sobre el automóvil y su uso, porque el automóvil es un bien que se posee, no solo para trasladarse de un de sitio a otro eficientemente, sino por una serie de complejas y profunda razones adicionales, pero no menos importantes, como son, status social, la marca personal e incluso la propia autoestima, que hacen del mercado del automovil, algo diametralmente diferente, del mercado de otros bienes duraderos como son el de los electrodomésticos, donde las prestaciones y precios son los que marcan fundamentalmente el motivo de la elección final.

    Las personas no se compran un automóvil, se compran una carroza sin caballos, que va proclamando el pretendido status social, sexo, personalidad etc. etc, de su dueño. Por tanto reducir la razón de sus compra y uso a las prestaciones que da es estar condenado a no acertar nada sobre su utilización en el futuro.

    Quien se decide por la compra un BMW, sobre un Ibiza ¿Lo hace por que lo considera un coche mas adecuado a sus necesidad de transporte? ¿Cuál será es la proporción de coches 4×4 que nunca han dejado de pisar asfalto?

    Plantearse que un Tesla va a desplazar a un coche de lujo, porque tiene mejor aceleración, me parece que es no es entender, ni las razones de quien compra un Tesla, ni las del que se compra un Mercedes. Si realmente compráramos el coche que nos conviene, en una proporción elevadísima, terminaríamos no comprando coche y utilizando el taxis.

    Lo más parecido del mundo que nos hablas es el de alquiler de las bicicletas municipales, (normales en muchas ciudades, eléctricas en Madrid), no conozco a nadie que las use, que no tenga además bicicleta propia. Yo creo que alquiler y posesión son dos mundos paralelos. Me temo que la cosa es mucho más compleja de lo que a primera vista parece.

    Los taxis y los coches de alquiler con o sin conductor existen desde hace mucho tiempo y tienen su espacio. pero para nada compiten con el mercado de la venta de vehículos.

  • #015
    Krigan - 3 septiembre 2015 - 00:40

    Esta es la vida típica de un coche: de lunes a viernes su dueño lo usa para ir al trabajo. El coche permanece aparcado durante toda la jornada laboral, y después su dueño lo usa para volver a casa. El fin de semana su dueño tal vez lo use para salir el sábado noche, o para ir a comprar a una gran superficie. Una vez al año igual lo usa también para irse de vacaciones, o igual no.

    Ahora imaginemos que una carrera de taxi costase un euro para ir al trabajo y otro euro más para volver. Otro tanto con el usar el coche en fin de semana. Apuesto a que no se venderían ni la mitad de los coches que ahora.

    Pues bien, ese es el plan de Google. Que una carrera de taxi (robotaxi, sin taxista) cueste un euro o incluso menos. Podemos ponernos en plan escéptico, y asegurar muy convencidos que no lo va a conseguir, pero lo cierto es que los prototipos de Google ya acumulan millón y medio de kilómetros sin conductor.

    ¿Se adaptarán los fabricantes tradicionales de coches? Lo dudo mucho, ya está ocurriendo que NO se están adaptando. En lugar de desarrollar sus propios robotaxis, están apostando por la ayuda a la conducción. Es decir, apuestan por que nada cambie en lo fundamental.

  • #016
    Overflow - 3 septiembre 2015 - 09:51

    El escenario, lógicamente, no es que la conducción humana desaparezca – aunque muy previsiblemente se verá relegada a quienes puedan permitírsela, pues pasará a tener unos costes mucho más elevados en términos de seguros – sino que se combinen vehículos autónomos y manuales, y este tipo de aprendizaje siga siendo muy necesario.”

    Este es el punto clave de toda la confluencia de factores tecnológicos que se ha apuntado en el artículo ¿De verdad no va a desaparecer la conducción humana? Y con ello no me refiero a su extinción total, sino que quede únicamente relegada a su aspecto lúdico y deportivo en ámbitos muy concretos, pero fuera del “tráfico real”.

    Se están cocinando todos los ingredientes esenciales para relegar a la automoción a un servicio más: Contrataremos el transporte en un vehículo como la tarifa plana de nuestro ADSL y nos olvidaremos de su mantenimiento. Cuando se desee utilizar dicho servicio tan solo tendremos que, remotamente, indicar la ruta y hora de partida y el vehículo de turno que más se ajuste a la configuración que definamos saldrá de su letargo (probablemente se encontrará cargando) para ir a nuestro encuentro en el lugar y momento preciso.

    Un coche autónomo, eléctrico, conectado y compartido es extraordinariamente más eficiente y seguro que el actual modelo de coches manuales, de explosión y cuya propiedad está en su mayor parte individualizada (Otro tanto ocurrirá con la industria de la informática, pero eso es tema de otro artículo).

    ¿Qué cuando ocurrirá esto? Pues eso es más difícil de definir ya que hay múltiples y relevantes factores socio-económicos en contra; pero cuando la primera nación nórdica decida hacerlo quizá el resto empezaremos a plantearnos seriamente porque debemos de gastar una media de 1500 euros anuales en transporte (entre privado y público) cuando podríamos, por una tercera parte, obtener un servicio mucho mejor (desgranar las ventajas en la mejora del tráfico y de los factores ambientales creo que hasta es una obviedad).

  • #017
    Jos - 3 septiembre 2015 - 10:47

    Google ha empezado en mayo a publicar mensualmente los datos de sus coches autónomos. Todavía son pocos datos para apreciar tendencias interesantes, pero se ve que en mayo solo tenian los Lexus en Mountain View y los Koalas en circuito cerrado y hacian 10.000 km a la semana. Ahora tienen Lexus en Mountain View y Austin y Koalas en Mountain View y hacen 15.000 km a la semana. En septiembre van a empezar a aparecer Koalas en Austin y ya están empezando a hablar de prueba piloto con usuarios (hasta ahora todos los coches llevan pilotos de prueba).

    Quizás esto vaya más rápido de lo que nos imaginamos.

    http://www.google.com/selfdrivingcar/reports/

  • #018
    Javier Cuchí - 3 septiembre 2015 - 14:18

    Lo que yo no acabo de ver claro, a corto y medio plazo (a plazo generacional, NUNCA se sabe) es el tema de compartir. Y menos en España, donde esta cultura está aún mucho menos implantada que en otros lugares. En mi percepción, los carsharing y similares fórmulas tienen una cierta aceptación («cierta», no clamorosa) en algún ámbito empresarial, pero en el mundo privado…

    Y ello es por varias razones (al presente):

    1. Disponibilidad. No todas las flotas ofrecen -en cantidad- el servicio deseable

    2. Previsibilidad. Los españoles planificamos con poca o ninguna antelación (será un defecto, si se quiere, pero es así como funcionamos) y en los sistemas compartidos ello conduce a quedarte sin servicio o a tener que comerte con patatas lo que no quiere nadie (o lo que no quiere pagar nadie)

    3. Precio. Mi futuro yerno y mi hija utilizaron mucho estos servicios y yo no veía los precios tan-tan-tan ventajosos, y menos puestos en relación con los inconvenientes anteriores. Al final, aprovechando lo reventado que está el mercado de segunda mano, se compraron un coche y dicen que lo que pierden en dinero (que insisten en que no es tanto) lo ganan en disponibilidad y en capacidad de improvisación.

    Los pocos (poquísimos) intentos de compartición de servicios en pequeños colectivos (por ejemplo, cuarto colectivo de lavadoras en comunidades de propietarios) han fracasado aquí estrepitosamente. Y, en fin, nuestras ciudades están poco y mal dotadas de lavanderías autoservicio.

    Lo cierto (y ya sé que esta afirmación generará muchas protestas y discrepancias) es que lo único capaz de hacernos abandonar a los españoles nuestros hábitos más acendrados (que son muchos, producto de nuestro individualismo incurable) es la gratuidad y/o la propuesta de ocio. Se abandona el televisor tonto para ir al ordenador o al SmartTV conectado a Internet para atiborrarse de series (pagando o, más frecuentemente, gratis legal/ilegal) y sólo el fútbol ha conseguido una cierta aceptación de los canales de pago, aunque tengo la percepción -como el fútbol no me interesa, no tengo la constatación- de que el dichoso balompié se piratea aún mucho más que la música o el cine (o las series, vaya).

    Cumplí sesenta años hace justo dos semanas y, con una esperanza de vida de veinte más (o eso me conceden las estadísticas, ya veremos) espero alcanzar aún muchos, grandes y sorprendentes avances tecnológicos, enormes disrupciones, pero no creo que vea en ese tiempo cambios tan sustanciales en los hábitos más individualistas de los españoles.

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